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Entornos islámicos
ОглавлениеEn cuanto a la tercera religión del Libro, el Islam, en Occidente muchos piensan impulsivamente en un Islam creacionista monolÃtico, pero las posturas de los musulmanes no son en realidad únicas. La comunidad de creyente (la umma), que según estimaciones recientes agruparÃa mil millones y medio de fieles, sà que tiene un credo común en el mensaje del Corán del profeta Mahoma, pero constituye un firmamento de corrientes espirituales, de las cuales las tres principales son las de los sunÃes, los chiÃes y los jariyÃes y asimismo muchas subcorrientes. En realidad, los islamistas están dispersos por todo el mundo y son de muchas etnias y tradiciones históricas diferentes. Por tanto, las posturas sobre el evolucionismo pueden ser positivas o negativas, en ciertos casos indiferentes, según la comunidad de la que provengan y el nivel cultural del fiel individual.
Veamos estas posturas (quien no tenga suficiente interés puede pasar al apartado siguiente):
Un pocentaje no demasiado pequeño de los miembros de la umma acepta la teorÃa evolucionista. Al no haber jerarquÃa religiosa y faltando algún tipo de coordinación por parte de una autoridad central,2 las posturas sobre creacionismo y evolucionismo, desde el punto de vista creyente, dependen como he dicho de la situación sociocultural de la persona y del paÃs en el que vive. Según un estudio realizado en 1991 en 34 estados en parte islámicos,3 resulta que solo el 1,8% de los egipcios, el 14% de los pakistanÃes y el 25% de turcos, siendo este el estado musulmán más occidentalizado, están convencidos de que el evolucionismo es una idea fundamentada, mientras que en Kazajastán, paÃs ya soviético que obtuvo la independencia de la URSS el 25 de octubre de 1990 y además ateo por imposición del anterior gobierno comunista, hasta el 72% de sus habitantes es evolucionista. Esto puede sugerir que en conjunto el Islam está más abierto al creacionismo que a la teorÃa evolucionista, a pesar del hecho de que el Corán (como la Biblia, por otra parte) no está en contradicción con el evolucionismo creyente. Pero tal vez pese también el hecho de que en esos paÃses, como en Occidente, muchos identifican, tout court, equivocándose, al evolucionismo con el darwinismo casualista y ateo (ver el capÃtulo siguiente). Los jefes religiosos islámicos saben que buena parte de los versÃculos del Corán es alegórica: se escribieron en un lenguaje ideal para que incluso los más sencillos entendieran lo esencial del mensaje, un poco como la cultura judÃa usaba la estructura del midrash, es decir, del cuento simbólico y el propio Jesús explicaba con parábolas. Por ejemplo, los maestros mahometanos no aceptan al pie de la letra el relato de la creación de Adán y Eva, «En realidad los hemos creado de barro viscoso» (Sura 37:11), ni la alegorÃa del ParaÃso, tanto del Edén terrestre como el JardÃn Eterno (que sustancialmente es el mismo Alá) tras la muerte, con sus metafóricos goces materiales, donde el fiel tendrá «Alivio, generosa provisión y un jardÃn de delicias» (Sura 56:89) y los guÃas religiosos islámicos interpretan del mismo modo el infierno, con su fuego y con sus torturas figuradas, en el que, siguiendo literalmente su letra, el extraviado recibirá «Un hospedaje de agua hirviendo y abrasarse en el Yahim» (Sura 56:93-94), un versÃculo tal vez influido por la misma fundición (yahim) o lago de fuego del Apocalipsis cristiano, asà como por otro lado muchas de las suras han tenido presentes textos bÃblicos o, notablemente, apócrifos cristianos.
Del sÃmbolo como vÃnculo entre Dios y el hombre he escrito en su momento en otro ensayo.4 Indico aquà de paso un resumen porque podrÃa ser útil para entender mejor lo que he indicado con respecto a los versÃculos alegóricos del Corán y tal vez pueda servir en la comparación que haré más adelante entre evolucionismo teÃsta y creacionismo:
Adelanto que para el credo cristiano la resurrección de Jesucristo ha de entenderse no metafórica sino literalmente, so pena de faltar al mismo cristianismo, que se basa precisamente por antonomasia en la Resurrección, mientras que todo el resto es accesorio, aunque sea tan importante, con toda seguridad, como la enseñanza moral de Jesús con parábolas y ejemplos y como las profecÃas veterotestamentarias sobre el MesÃas.
Aparte del caso de la resurrección real y no simbólica de Jesucristo, muchos pasajes bÃblicos hablan útilmente del Dios inefable a través de la simbologÃa, usando analogÃas y metáforas comprensibles, porque los paralelismos y relatos alegóricos se entienden más fácilmente en nuestra psicologÃa al dirigirla al simbolismo. Además, se aprecia que las figuras metafóricas y analógicas bÃblicas (y también en las coránicas) se entienden teniendo en cuenta el étimo de la palabra y no el significado que nos es habitual: como indican los diccionarios etimológicos, la palabra sÃmbolo deriva del verbo griego syn-bállein, es decir reunir: «SÃmbolo: del latÃn symbolum (contraseña), proveniente del griego sÃmbolon, de la familia de symbállô (reunir) de syn- (junto) y bállô (lanzar)» (cf. Giacomo Devoto, Avviamento alla etimologia italiana â Dizionario etimologico, [Florencia: Le Monnier, 1968]). Ese significado se refiere a la costumbre en la Grecia antigua de dividir irregularmente un objeto en dos, de manera que el poseedor de una de las partes pudiera hacerse reconocer en caso de necesidad haciendo coincidir su trozo con el otro en manos ajenas. Si la realidad divina no es comprensible objetivamente por nuestra mente porque es eterna e infinita y no sabemos abarcar la inmensidad y solo con dificultad llegamos a entender un poco algo de la eternidad, confundiendo muchas veces al Ser inmutable con un tiempo que no tiene fin, pero que tiene un inicio, el conocer sin embargo, como pasa a menudo en la Biblia, el significante simbólico y el concepto divino que significa con respecto a una realidad verdadera aunque de por sà inabarcable, permite, por la manera en que está estructurada nuestra psicologÃa, entender lo suficientemente a Dios como para poder aceptar la Revelación.
La situación de la umma con respecto al evolucionismo no es muy distinta de la de la Iglesia, en la cual también hay católicos creacionistas y católicos evolucionistas, mientras que ambas están alejadas de las situaciones de los entornos fundamentalistas y radicalmente creacionistas de cierto cristianismo protestante y del paracristianismo de los Testigos de Jehová en el que, también en el ámbito de los dirigentes, se encuentran integristas que siguen al pie de letra todos los versÃculos de la Biblia, sin distinción entre los históricos y los fabulosos-simbólicos. Esto favorece en Occidente la radicalización de la disputa entre creacionistas y evolucionistas.
En relación con los Testigos de Jehová, me parece más preciso hablar de paracristianos y no de cristianos porque niegan esos pilares del cristianismo (o, si se prefiere, del fenómeno histórico-religioso que se califica con la palabra cristianismo) que son tanto la resurrección y la divinidad de Jesús como verdadero hombre, como la Trinidad: esta última palabra sobre todo que Dios en su Ser eterno e inmutable es también un verdadero hombre, «glorioso y espiritual», según las palabras de San Pablo, es decir el Cristo eterno llamado también el Hijo y esta segunda Persona es, tautológicamente, no solo humana, sino divina, mientras que al ser infinito el amor entre el Padre y el Hijo y por tanto lo que es infinito tiene, por definición, naturaleza divina, este Amor infinito es la tercera Persona, llamada EspÃritu Santo.5
A propósito de la apertura de hecho del Corán a la ciencia moderna y en particular a la teorÃa evolucionista, puede ser digno de atención lo que escribÃa y divulgaba en conferencias un experto occidental del mundo islámico, el médico y egiptólogo francés Maurice Bucaille (1920-1998), entonces al frente de la ClÃnica Quirúrgica de la Universidad de ParÃs y durante mucho tiempo médico de familia del rey Faisal de Arabia Saudita, donde empezó a interesarse a fondo por la religión islámica y su libro sagrado, por lo que en 1976 fue coautor con el escritor Alastair D. Pannell de un estudio sobre Biblia, Corán y ciencia.6 Bucaille consideraba, aunque desde una óptica coránica y no cientÃfica, que la evolución habÃa afectado indistintamente a todos los animales hasta los homÃnidos y con estos se habrÃa producido una bifurcación fundamental y las mutaciones se habrÃan producido de manera distinta a lo largo de la rama de dichos homÃnidos, finalmente extintos, y a lo largo de la de los seres humanos. Bucaille precisaba, al tratar las relaciones entre Corán y ciencia, que con el segundo término se referÃa a una conciencia profundamente establecida y que el Corán era por excelencia un libro religioso y sin embargo para él en las suras se encuentran, en forma alegórica, muchas afirmaciones que parecen anticipaciones lejanas de la verdad cientÃfica hoy reconocida, aunque un hombre del siglo VII no habrÃa podido entender esas referencias. Sin embargo hoy muchos islámicos tienen un conocimiento profundo, no solo del Corán, sino también de las ciencias naturales y las pueden entender bien. Con respecto al Big Bang, para este médico los versÃculos coránicos sobre la creación del mundo se podrÃan aplicar a la teorÃa moderna sobre la formación de del universo y de hecho en el Corán habÃa datos relativos a la existencia una masa gaseosa única, es decir, cuyos principios estaban originalmente juntos y luego se separaban, como se puede ver tanto en la sura 41:11: «Y Dios se dirigió al cielo, que era humo», como en la sura 21:30: «¿Es que no han visto los infieles que los cielos y la tierra formaban un todo homogéneo y los separamos?» Los resultados del proceso de separación habrÃan sido múltiples mundos, una noción que Bucaille encontraba muchas veces en el Corán, como por ejemplo en la sura 1:2: «Alabado sea Alá, Señor del universo». Todo esto para él estaba de acuerdo con los conceptos cientÃficos actuales sobre la existencia de una nebulosa primigenia y un proceso sucesivo de separación de los elementos de esa única masa, con la formación de las galaxias y, en estas, de estrellas originadoras de planetas. A propósito del origen de la vida, para Bucaille era importante la sura 21 en su versÃculo 30: «Y que sacamos del agua a todo ser viviente», afirmación que podÃa referirse, a su parecer, a la teorÃa moderna de que el origen de los seres vivos es acuático.
De las relaciones entre Corán y ciencia se ha ocupado también el posicólogo, poeta, pintor, grabador y ceramista, italiano, pero de ascendencia turco-afgana, Gabriele Mandel. También él ha escrito7 que en las suras, junto a la recuperación de antiguos mitos y leyendas, encontramos descripciones metafóricas que se pueden referir modernamente a la teorÃa evolutiva, en la que Alá crea todos los animales del agua en fases sucesivas, haciéndolo exactamente como él lo quiere: «Y Alá creó todo ser vivo a partir de agua. Y de ellos unos caminan arrastrándose sobre su vientre, otros sobre dos patas y otros sobre cuatro. Alá crea lo que quiere. Es cierto que Alá tiene poder sobre todas las cosas» (sura 24:45) o donde se exhorta al fiel diciendo: «¿Pero qué os pasa que no podéis concebir grandeza en Alá cuando Ãl os creó en fases sucesivas?» (sura 71: 13-14).
Tal vez debido a la consciencia de los doctos expertos de la umma del carácter alegórico de muchas partes del Corán, desde hace tiempo no se han planteado discusiones entre evolucionistas y creacionistas musulmanes, ni, por otro lado, estos segundos han entrado en polémicas con nuestros cientÃficos ateos. Estos últimos se han encontrado con un muro de indiferencia en el desdén general islámico hacia la sociedad occidental, considerada degenerada y enemiga de Dios. Solo cada cierto tiempo las teorÃas evolucionistas son objeto de discusión en los paÃses islámicos. No es realmente una guerra, pero esto se expone con la modernización de las sociedades islámicas, como afirma un conocido profesor de origen iranÃ, Salman Hameed, del Hampshire College de Massachusetts, profundo conocedor del mundo islámico y estudioso del creacionismo y el evolucionismo en la umma. Se ha producido un caso de reacción creacionista en TurquÃa en la primavera de 2009, a pesar de que el paÃs es el más avanzado en la vÃa de la modernización y, en este sentido, del estudio del evolucionismo: en el número de marzo de la revista Ciencia y tecnologÃa (en turco Bilim ve Teknik), que debÃa contener un artÃculo conmemorativo de quince páginas sobre Darwin por el bicentenario de su nacimiento, se publicó en el último momento sin ese reportaje, sin ninguna explicación. Ha creado perplejidad en el entorno cientÃfico el hecho de que la revista estuviera financiada por una agencia del gobierno y de que el gobierno sea islámico, aunque no sea extremista. El hecho se difundió por el mundo a través de los medios de comunicación porque esa censura, o lo que se ha interpretado como tal en el mundo académico, ha llevado no solo a fuertes protestas de docentes e investigadores, sino a manifestaciones estudiantiles en las calles. Los adversarios islámicos de la teorÃa de la evolución dirigen sus dardos esencialmente al darwinismo, debido a su ateÃsmo y causalismo, que amenazan el credo religioso musulmán y la propia idea de la realidad de Alá.8
Igual que entre los cristianos creacionistas, entre los islámicos encontramos junto a personas sencillas personajes cultos, por ejemplo, el profesor universitario Seyyed Hossein Nasr.9 El argumento más frecuente en sus investigaciones es el de la comparativa entre la ciencia y la fe religiosa y este ha escrito en particular sobre el significado de la ciencia en el ámbito de la religión musulmana. También se ha ocupado de la relación del hombre con la naturaleza, refiriéndose al punto de vista de las grandes figuras musulmanas del pasado y ha destacado la acción devastadora del hombre moderno sobre el medio ambiente; ha hablado de la crisis espiritual occidental debida a la secularización y finalmente se ocupado a fondo del darwinismo, llegando a considerarlo una simple creencia atea constitutiva del esqueleto de la ideologÃa positivista cientista imperante en Occidente desde el siglo XIX y ahora en plena difusión también fuera los confines occidentales.
Hay que señalar que, como la cultura islámica tiene en gran consideración a la ciencia y a los cientÃficos, entre los biólogos hay muchos que aprovechan esa estima para defender la teorÃa a de la evolución a través de los medios de comunicación, la universidad y la escuela, apelando, algunos funcionalmente, otros con plena convicción religiosa, a versÃculos del Corán que, como hemos visto, leÃdos hoy parecerÃan presentar una vÃa para la hipótesis evolucionista. En primer lugar esos estudiosos se refieren a la afirmación coránica de que el origen de la vida está en el agua, para poder asà hacer una comparación con el lÃquido caldo primordial, donde surgió la primera vida monocelular bacteriana, según la teorÃa de la evolución: la utilidad, si no la necesidad, de referirse a la religión indicarÃa, en mi opinión, que la situación de las investigaciones en los paÃses musulmanes, o al menos en los más integristas, no es comparable a la total libertad de Occidente. Los evolucionistas de la umma se refieren también a los escritos de los filósofos medievales islámicos, por cuanto, si para el Islam Dios solo es representable alusivamente mediante metáforas y si los evolucionistas se refieren en primer lugar a las del Corán, dichas metáforas también están presentes en obras de pensadores estimados universalmente en el entorno islámico, cuyos escritos fueron compuestos en su mayor parte entre el siglo XI y el XIII. Entre los más citados por los evolucionistas mahometanos está el principal poeta y mÃstico de todo el Islam, el persa MaulÄnÄ GialÄl al-DÄ«n (1207-1273),10 conocido en Occidente como RÅ«mÄ«, de la ciudad de RÅ«m, en Anatolia, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Este afirmaba que el hombre provenÃa de muy lejos, pasando del reino de las cosas materiales no orgánicas al vegetal, luego al animal, cada vez sin recordar el estado precedente, hasta llegar a la condición humana, también sin conservar memoria de sus precedentes almas vegetativas, pero también añadÃa que el hombre le esperaba un estado angélico puramente espiritual.
A pesar de su distinta vÃa y su diferente fe religiosa, puede venir a la cabeza a este respecto la teologÃa del padre Pierre Teilhard de Chardin, del que hablaré en el capÃtulo 9, con su espiritualización final no solo del hombre, sino universal, a la que ese jesuita antropólogo y geólogo llamaba Cristosfera.
Los evolucionistas islámicos se refieren también a su hijo, el gran maestro sufÃ, también poeta, Sultân Walad (1226-1318), autor de la obra La palabra secreta.11
El sufismo es una escuela esotérica del Islam dedicada a la investigación de la verdad espiritual, con el fin de comprender esta perfectamente y de elevarse a la visión de Alá gracias a ciertas práctica secretas especiales, entre las que estaban la música y la danza, que llevarÃan a la renuncia del propio yo. El primer grupo de sufistas pÃos nace casi contemporáneamente con el Islam, estando Mahoma todavÃa vivo. Todas las escuelas sufÃes dispersas en muchos paÃses, entre los cuales están los paÃses islámico del norte de Ãfrica, TurquÃa, Siria, Irán, India e Indonesia, tienen ese origen.
Sultân Walad, sobre la base de las ideas paternas y tal vez influido, como presumiblemente también su padre, por Acerca del alma, de Aristóteles, sostenÃa que de la materia se derivaba el alma vegetativa de los organismos y que luego Alá habÃa añadido en el hombre la psique racional: «Los organismos vivientes han producido un alama animal. Por su gracia, Dios añadió la razón».12 Igual que para el Corán, para este maestro todos los seres derivan del agua y además, según él, algún dÃa volverÃan al agua original, porque la luz del sol de la belleza divina, escribÃa, habrÃa fundido la nieve de la existencia que se escurrirÃa como un arroyo: también aquà se puede apreciar cierta afinidad entre el agua primordial y el caldo primordial del evolucionismo moderno. Los evolucionistas se refieren también al norteafricano Ibn Jaldún (1332-1406),13 considerado el máximo historiador y filósofo social árabe, además de gramático y jurisperito de derecho islámico: entre otras cosas observó puntos en común entre hombres y simios y también creÃa en una evolución de la especie desde el agua.
He dicho que RÅ«mÄ« y Walad debÃan conocer a Aristóteles y haber sufrido su influencia. En general, el Islam juzgaba desde sus inicios que las improntas de la verdad divina también se encontraban en escritos sapienciales no mahometanos, tanto de filósofos orientales como en las obras cientÃficas y filosóficas de la Grecia clásica y el posterior helenismo, que por tanto se traducÃan al árabe y el persa por eruditos musulmanes que posteriormente las comentaban. La traducción de los escritos griegos contribuyó a dirigir al Islam hacia el campo de la ciencia, siguiendo la tradición helénica, dentro de un área que abarcaba de la medicina a la astronomÃa y la geometrÃa de base euclidea y pitagórica.
Por tanto, no es extraño que muchos musulmanes hoy vean con interés la teorÃa del origen de las especies. De cualquier manera, todo ha de compararse con la medida esencial del Corán, ya que no se encuentran cientÃficos ateos en los paÃses islámicos, los evolucionistas son creyentes y están convencidos de que no hay contradicción entre ciencia y fe. Ya que no solo los profesores universitarios, sino también los maestros de biologÃa en las escuelas medias y superiores usan el Corán con el fin de explicar el origen de la vida y la evolución de las especies, se deduce que un porcentaje no pequeño de la población islámica de cultura media y superior es normalmente evolucionista, mientras que la mayorÃa, constituida por personas con poca o ninguna instrucción, es normalmente creacionista.
Discusiones sobre evolución en el Occidente cristiano (o antes cristiano)
Como apreciaremos mejor en otros capÃtulos y especialmente en el 5, es más bien el Occidente cristiano (o que lo era en su momento, considerando la conducta actual de buena parte de la población) el que asiste a discusiones e incluso a polémicas entre los no muchos fieles restantes y los darwinistas ateos que consideran casual no solo la evolución sino todo el universo desde el Big Bang. Pero no faltan polémicas y a veces peleas también entre creacionistas creyentes y esos evolucionistas que defienden una evolución fÃsica del cosmos y biológica de las especias ambas queridas y dirigidas por el Creador. El colmo resulta ser que, a menudo, el objeto de la contienda no es la investigación cientÃfica en sÃ, sino argumentos ontológicos, confundiéndose el campo de las investigaciones experimentales con el de los estudios metafÃsicos y bÃblico-teológicos sobre el ser y eso cuando no se añade la ideologÃa visceral para eliminar la controversia.
El resto del ensayo tratará esos entornos.
Ahora me parece oportuno referirme a las tres principales teorÃas evolutivas, añadiendo al tiempo y poco a poco algunas consideraciones.