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En la base de todo, hay un acto de fe
ОглавлениеMundo real y solipsismo
En la base de todas las opciones humanas está la decisión entre considerarse parte de un mundo objetivo y cognoscible gracias a la experiencia y la razón o considerarse el mundo mismo, o cuando menos un mundo completamente separado y no comunicable con otros posibles, siguiendo la filosofÃa solipsista, según la cual solo existirÃa objetivamente el propio yo, la consciencia propia, de la cual todo derivarÃa en una especie de proyección, en la más absoluta soledad, de manera similar a lo que se produce en los sueños nocturnos. La opción elegida por la inmensa mayorÃa de los seres humanos y de todos los cientÃficos es la de la existencia de un mundo real en el que se vive y se puede investigar y eso es instintivo en la gran mayorÃa de los casos. Sin embargo no es posible demostrar la veracidad del realismo y la falsedad del solipsismo o, por el contrario, de la falsedad del primero y la veracidad del segundo según el cual tanto la realidad ilusoria como los sueños aparentes son solo una mera creación del ego. Por tanto todos, también quienes condenan la fe religiosa porque no es susceptible de experimentación, toman una decisión inicial de simple fe, sobre la que se basa todo el resto, incluida la teorÃa cientÃfica evolucionista teÃsta o atea. Me parece que esto basta para convertir en insignificante y hasta un poco ridÃculo el tesón con el que algunos se burlan de la fe trascendente.
Mundo real y fe religiosa
Quien además de la fe en la existencia de un mundo real acepta una fe religiosa se encuentra, después de la aparición de la teorÃa evolucionista (véase el capÃtulo siguiente) teniendo que escoger entre enfrentarse al universo desde una óptica creacionista o evolucionista. Las posturas son distintas no solo de acuerdo con la religión abrazada, sino que, en cada una, también dependen de la corriente en la que se sitúe el fiel, como por ejemplo en las diversas asambleas de los cristianos protestantes y las corrientes tradicionalista y progresista de los cristianos católicos.
Sin embargo, para la iglesia católica, con sus mil millones de fieles sobre un total de aproximadamente 2.100 millones de cristianos sobre la Tierra, la situación es peculiar, al estar organizada jerárquicamente para que los pronunciamientos del magisterio de Roma se dirijan hacia todos los católicos.