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PREMISA – SOBRE LA INFLUENCIA DE LA HISTORIA SOBRE LA BIBLIA
Оглавление«Dios es amor», afirma más allá de cualquier duda el Nuevo testamento en la primera Epístola de Juan (1 Jn, 4, 8b), una imagen muy distinta de la fisionomía de un Dios enojado y terrible como el que podemos observar en el Juicio Final de Miguel Ángel. No se trata solo de un anuncio neotestamentario. Como veremos, las apariencias del Dios-Amor, presentadas de manera completa en Jesús de Nazaret con la palabra y el ejemplo, ya se estaban trazando antes, a lo largo de la historia del antiguo Israel, reflejándose, aunque todavía no plenamente, en el Antiguo Testamento gracias en primer lugar a los profetas inspirados. No obstante, en esos libros los rasgos del Dios amoroso no parecen absolutos, de hecho, se refieren a la figura del Yahvé de la Ley que encontramos en otros pasajes veterotestamentarios que, como veremos, se origina de la reflexión teológica, no de los profetas, sino de los sacerdotes y escribas del templo.
Al leerlos, hay que tener siempre presente que el argumento del gobierno de la historia por parte de la Providencia, dirigido a la Salvación de la humanidad, abarca toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, y también que cada texto bíblico está influido por la situación histórica en la que se preparó y escribió. Por ejemplo, la esclavitud de los judíos en Babilonia y su liberación por parte del rey Ciro II, que encontraremos en el próximo capítulo y reaparecerá a lo largo del ensayo, influye en los versículos de la Biblia que hablan de la esclavitud en Egipto y del éxodo de los hebreos bajo la guía de Moisés, hechos históricos que se produjeron muchos siglos antes: para ciertos comentaristas extremistas, el contenido de esos textos sería incluso solo mítico-alegórico.
Escribe Carlo Buzzetti (en Carlo Buzzetti (con Carlo Ghidelli), Le tappe della lettura della Bibbia. Come leggere una pagina biblica, come leggere una parabola, un discorso, un miracolo, San Paolo, Cinisello Balsamo, 2003.): «Todo texto escrito surge en un contexto vital (o situación originaria) del que es expresión. Pero no siempre esa situación de los orígenes puede advertirla fácilmente quien lee dicho texto. A menudo resulta bastante fácil para los primeros destinatarios, para los primeros lectores, porque les resulta cercano, pero esa situación se va oscureciendo o haciendo más enigmática o más ardua de conocer por los lectores sucesivos, que, por el contrario, quedan bastante lejos. (…) Distingamos dos fases de dicho texto para hacer explícito el contexto implícito: primero, se trata de reconstruir la situación que refleja el texto; luego se tiende a una reconstrucción de la situación desde el punto de vista del autor del texto. Ambas fases requieren un cierto esfuerzo de investigación histórica que, evidentemente, no puede limitarse a solo una aproximación directa al texto: quien lee debe considerar también varias indicaciones procedentes de otras voces más o menos contemporáneas y en todo caso paralelas o convergentes con respecto a ese texto».
Es por esto que, al tratar nuestro tema de fondo, Dios-Amor en el Primer Testamento, debemos examinar, aunque sea a grandes líneas, los acontecimientos históricos del pueblo de Israel y, cuando menos a grandes rasgos y donde sea posible, considerar la situación personal de los redactores bíblicos. Por ejemplo, veremos que a Esdras, impulsor principal aunque probablemente no sea el redactor del Pentateuco, le mueve y ayuda ser funcionario judío en el reino de Persia y custodio de las antiguas tradiciones hebreas, superviviente de la deportación a Babilonia.
Empezaremos en la época de los judíos, hacia el final de la Edad del Bronce.