Читать книгу Con tinta sangre del corazón - Gustavo Sainz - Страница 9
Оглавление2. Apocalípticos e integrados
1. Los militares como Allende y Abasolo, a la cabeza de las pequeñas fuerzas regulares, van a la descubierta. No hay necesidad de vigilar los flancos ni la retaguardia. Sobran oficiales oficiosos que desempeñan el servicio de exploración. Los proveedores de aquel inmenso ejército, los aposentadores, el cuerpo médico ambulante, son las mujeres. Después de algunos días de marcha, Hidalgo, que llega por Toluca, se detiene al pie de las montañas Las Cruces. Cerca de allí Trujillo, el jefe español, fuerte con tres mil hombres de tropa veterana, en una posición bien elegida y con el apoyo de “los fieles patriotas” que han armado a sus criados y a sus gañanes, espera el choque, fiado en su ostensible superioridad sobre la turba que ya avanza a paso de carga. Hidalgo, desde lo alto de una roca, absuelve a los que van a morir y los lanza al asalto. Todas las balas de Trujillo hacen blanco en la compacta multitud. El estrago de la artillería es brutal, pero el número de iracundos se renueva implacable y hace continuo el ímpetu del esfuerzo, y quebranta la resistencia del ejército español y Trujillo retrocede, luego se desordena. Nuevos combatientes descienden de las montañas, asaltan los flancos y obstruyen la ruta de retirada. El ejército colonial cae entero bajo los machetes y sólo por uno de los prodigios que obra a veces el pánico, logra escapar Trujillo con algunos de “los fieles patriotas” entre los cuales aparece por primera vez el nombre de Iturbide. (Genaro García, Documentos inéditos o muy raros para la Historia de México, p. 517).
2. En el narrar hay algo que se opone profundamente a la condena, que supera su lado coactivo y escapa al cuchillo que se abate. Narrar es un ir adelante y un volverse atrás, un movimiento ondeante en la voz, una perenne cancelación de confines, una treta para evitar las puntas vulnerantes. (Roberto Calasso, La ruina de Kasch, p. 136).
3. ¿Cómo hacer que el problema de la “patria” inspirara y movilizara a sujetos que no pertenecían a la nación privilegiada de los criollos? ¿Cómo darle el relieve necesario para que la preocupación patriótica opacara el problema de las clases y de las castas? (Claudio Lomnitz, Modernidad indiana, p. 50).
4. Los habitantes ricos de la ciudad de México eran los más ricos de todos los españoles americanos, y algunos tenían fortunas de más de un millón de pesos. Ladd descubrió que diecisiete familias en la Nueva España eran millonarias y nueve tenían fortunas de 500 000 a 900 000 pesos. Puede comprenderse la inmensidad de estas fortunas en una sociedad preindustrial si consideramos que el peso mexicano de 1810 valía igual que el dólar de los Estados Unidos en aquella época. (Anna, op. cit., p. 28).
5. Marx lo señalaba para el capitalismo: hay una violen-cia que pasa necesariamente por el Estado, que precede al modo de producción capitalista, que constituye la “acumulación primitiva”, y hace posible ese modo de producción. Si uno se sitúa en el modo de producción capitalista es difícil decir quién es ladrón y quién es víctima, e incluso dónde está la violencia. Pues en él, el trabajador nace objetivamente desnudo, y el capitalista, objetivamente “vestido”, propietario independiente. Lo que así ha formado al trabajador y el capitalista no escapa, puesto que actúa en otros modos de producción. Es una violencia que se plantea como ya hecha, aunque se rehaga todos los días. (Jean Robert, Décoloniser l’espace, p. 478).
6. En el diccionario de Molina (Vocabulario de la lengua mexicana y castellana), existe la palabra citlalcóatl, serpiente de estrellas, nombre relacionado con alguna constelación y que tal vez sea la misma serpiente cubierta de ojos estelares frecuentemente representada en los códices, y que se podría pensar correspondiera a otra constelación septentrional, Dragón, que también aparece todo el año, menos en invierno.
7. La diputación de América y Asia a las Cortes de Cádiz, en abril de 1811, logró la discusión de un buen número de puntos de vista acerca de la libertad de comercio, argumentos que se encerraban en once proposiciones que implicaban la urgente necesidad de abrir paso a la libertad económica.
8. Entre otros adelantos cívicos que el intendente de la Provincia de Guanajuato había introducido, se contaba con la Alhóndiga de Granaditas, enorme granero que impediría la repetición del “año del hambre”, 1784-1785. Esta alhóndiga, que aún se conserva, es una pesada construcción cuadrada, situada en el centro de la ciudad. Su gran solidez hizo que Riaño la escogiera como plaza fuerte cuando supo que se acercaba el ejército de Hidalgo. Todo el tesoro de la ciudad fue llevado allí. Los españoles se refugiaron dentro y los muros fueron guarnecidos con un batallón de milicianos.
9. Entre la multitud que recorre el pueblo en confuso tumulto y alarmada, destaca un joven barretero de veinte años de edad, ojos azules y cabellos rubios. Es Juan José Martínez, aunque muchos autores le dan otros nombres, barretero de la mina de Mellado, conocido entre sus compañeros con el apodo de “el Pípila”. Destaca porque corre en sentido contrario hasta llegar a la mina, adonde baja a las oscuras galerías gritando “¡Vamos muchachos, afuera, que ya tenemos independencia y libertad!” La muchedumbre fluye por todas partes y grita “¡A Granaditas! ¡A Granaditas!”
10. El universo de la semiosis, es decir, el universo de la cultura humana, debe concebirse estructurado como un laberinto de tercer tipo: (a) está estructurado según una red de interpretantes. (b) Es virtualmente infinito porque tiene en cuenta múltiples interpretaciones hechas por diferentes culturas […] es infinito porque cada discurso sobre la enciclopedia pone en duda la estructura previa de la propia enciclopedia. (c) No sólo registra “verdades” sino, más bien, lo que se ha dicho sobre la verdad o lo que se ha considerado verdad […] (Umberto Eco, Semiótica y filosofía del lenguaje, p. 107).
11. Suponemos que hay cuatro clases existentes durante esta época: la clase gobernante constituida por los administradores y comerciantes; la élite local, o clase propietaria y castrense; los pequeños comerciantes profesionales y la clase clerical, que constituían la clase media; y las clases trabajadoras constituidas por los indios, mestizos o castas y negros. (Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de independencia, p. 18).
12. Familias que tenían de quince a treinta y dos sirvientes. (Doris M. Ladd, The Mexican Nobility at Independence, 1780-1826, p. 160).
13. Riaño fue muerto al principio del ataque, y las discusiones sobre el nombramiento de su sucesor desmoralizaron a la guarnición.
14. El cura Hidalgo descubre a Juan José Martínez por la excitación con que anima a la plebe, y le pide ayuda para quemar la puerta.
15. El intrépido muchacho consigue pronto una losa de cementerio, plana y pesada, y una tea de resina como la que usaban los barreteros en sus trabajos subterráneos. Lo ayudan a amarrar-se la gigantesca piedra a la espalda, y empuñando la tea con su mano derecha, avanza ofreciendo su escudo descomunal a los ti-radores. Muy despacio, por el peso tremendo de la piedra escudo, logra llegar y por fin poner fuego a la puerta, por la que “se precipitan furiosas las insolentadas turbas”. (Bustamante, op. cit., pp. I, 39).
16. Zamacois refiere que después de la toma de Granaditas, el Pípila se dirigió a Mellado, llevando una red llena de oro, y que ya no se volvió a oír de él porque probablemente murió asesinado. Algunos historiadores han puesto en duda que en realidad existiera Juan José Martínez, el Pípila, y, por tanto, que su atrevida hazaña fuera cierta. Castillo Negrete, en su Historia de México en el siglo xix (Apéndice del t. III), consigna unas certificaciones expedidas el año de 1833 por el general Juan Pablo Anaya y otras personas, que acreditan haber conocido al mencionado Pípila, cuya esposa se llamaba María Victoria Bretadillo, oriunda de Guanajuato. Se asegura que el Pípila murió en el combate del Maguey en donde fue derrotado Ignacio Rayón, el 3 de mayo de 1811. (Amador, op. cit., p. 111).
17. Se refieren a la propuesta abolición de las leyes de la esclavitud y también a la propuesta abolición de las cartas del pago de tributos por las castas, a la reducción de los porcentajes de las alcabalas, y a la derogación de la fabricación de pólvora y el cultivo del tabaco.
18. Lucas Alamán tiene dieciocho alias y escapa a la muerte.
19. A partir de la Orestiada todos los tiempos son de desamparo.
20. “Nosotros traducimos habitualmente pathos por pasión, ebullición afectiva. Pero pathos está en conexión con paskein, sufrir, tener paciencia, soportar, aguantar, dejarse llevar por…, ceder a la llamada de…” (Heidegger, Qu’est-ce que la philosophie?, p. 2).
21. Más de 20 millones de pesos fuertes eran recaudados anualmente por las Cajas Reales, y de ellos, entre siete y diez mi-llones iban a parar a las arcas de la Corona.
22. Analogía con la comida de los astronautas rusos en el espacio. “Tienen una excelente carne de res y papas, y el queso con nueces es delicioso. Pero no me gusta mucho el pescado en jalea”, dijo al respecto el astronauta estadounidense Michael Foa-le, quien pasó cuatro meses en Mir en 1997. (CNN, 8 de agosto de 1997).
23. “Dueños los insurgentes de la Alhóndiga, dieron rienda suelta a su venganza: los rendidos imploraban en vano la piedad del vencedor, pidiendo de rodillas la vida: gran parte de los soldados del batallón fueron muertos; otros escaparon quitándose el uniforme y mezclándose entre la muchedumbre. Entre los oficiales perecieron muchos jóvenes de las más distinguidas familias de la ciudad… Algunos procuraron ocultarse en la troje número veintiuno, en la que estaba el cadáver del intendente con los otros; pero descubiertos, luego eran muertos sin misericordia. Todos fueron despojados de sus vestidos […] Los que quedaron vivos, desnudos, llenos de heridas, atados con cuerdas, fueron llevados a la cárcel pública, que había quedado desocupada por haberse puesto en libertad a los reos […] Entregose la plebe al pillaje de todo cuanto se había reunido en la Alhóndiga, y todo desapareció en pocos momentos… El edificio de la Alhóndiga presentaba el más horrible espectáculo: los comestibles que en él se habían acopiado estaban esparcidos por todas partes; los cadáveres desnudos se hallaban medio enterrados en maíz, en dinero y todo manchado de sangre”. (Lucas Alamán, Historia de México, I, p. 434).
24. Se refieren a la rebelión del indio Mariano en la sierra de Tepic.
25. El ministro plenipotenciario don Pascasio Ortiz de Letona se dirigía a Washington para negociar con el gobierno de los Estados Unidos un tratado de comercio y una alianza ofensiva y defensiva, pero capturado en Molango, Veracruz, teme el castigo que lo espera e ingiere veneno. (Navarrete, Compendio de historia de Jalisco, p. 69).
26. Morelos toma Tixtla. Se le une Vicente Guerrero.
27. Alusión al ataque que el coronel Colero hizo contra la villa de Córdoba el 23 de julio de 1812. Los insurgentes se vistie-ron con uniformes semejantes a los de las tropas del rey, con el fin de dar una sorpresa a los defensores de la plaza en la madrugada de dicho día. Incluso fingieron el grito de ¡Viva España!, al pasar los fosos y acercarse a los parapetos, pero fueron traicionados y, aunque lograron romper una de las puertas, debieron retirarse sufriendo veinte bajas y quedando muchos heridos. (José Antonio Andrade, O. de G. de Realistas, t. IV, pp. 4, 75).
28. Razones para justificar la guerra: “La gravedad de los delitos de los indios, en particular su idolatría y sus pecados contra la naturaleza; su tosca inteligencia, que los convierte en una nación servil, bárbara, condenados a someterse a la obediencia de unos hombres más adelantados como somos los españoles; las necesidades de la fe, pues su sometimiento hará que sea más fácil y rápida la predicación que se les haga; los males que se infligen unos a otros, matando a hombres inocentes para ofrecerlos en sacrificio”. (Marianne Mahn-Lot, Bartolomé de las Casas et le Droit des Indiens, p. 22).
29. Nadie ve una hormiga negra en una mesa negra en una noche negra. (Gesualdo Bufalino, Las mentiras de la noche, p. 74).
30. Fray Servando recibe el encargo de la parroquia de Santo Tomás en París. “No preví el trabajo que iba a cargar sobre mí, sin otra renta que las oblaciones voluntarias de los fieles, muy suficientes para uno solo. Pero yo tenía que pagar cuatro eclesiásticos que me ayudasen, el sacristán, el suizo que con su fornitura y alabarda impide cualquier escándalo o tropelía en la iglesia, los dos cantores y un músico”. (De Mier, op. cit., II, p. 37).
31. “También yo me enfrento con el problema de la historia: qué retener, qué tirar por la borda, cómo aferrarme a lo que la memoria insiste en abandonar, cómo afrontar el cambio ”. (Rushdie, p. 134).
32. Los curas de Xalpan y Landa fueron autorizados por el virrey Venegas y por el arzobispo de México para armar gente destinada a combatir a los insurgentes.
33. Se refiere a los dos cuerpos de milicias: uno mandado por el general Torcuato Trujillo, el otro por el general Félix María Calleja. En total una fuerza aproximada de trece mil hombres.
34. En su estudio sobre el estilo de Flaubert, Proust muestra cómo el tiempo del imperfecto en Flaubert adquiere el valor de un infinito-devenir. (G. Guillaume, Ensayos literarios, p. 199).
35. Alusión a los compañeros de Ulises que creían y que se creía se habían convertido en cerdos (o el rey Nabucodonosor transformado en buey). El segundo caso es más complicado: los compañeros de Diómedes no creen que se han transformado en pájaros, puesto que están muertos, pero los demonios adquieren cuerpo de pájaros que se hacen pasar por los de los compañeros de Diómedes. La necesidad de distinguir este caso más complejo se explica por los fenómenos de transferencia de afectos: por ejemplo, un cazador corta la pata de un lobo y al volver a su casa encuentra a su mujer, que sin embargo no ha salido, con un brazo cortado, o bien un hombre hiere a sus gatos, cuyas heridas aparecen exactamente en mujeres.
36. Ahora decidido defensor del gobierno realista, el padre don Antonio Labarreta, cura de Guanajuato, fue insurgente al principio.
37. Eti. gr.: kata = debajo; basis = base, descenso. Palabra griega propia de los misterios. La catábasis es el descenso del espíritu, ya imaginario, ya ritual, ya espiritual.
38. Notable helenista, Sepúlveda acababa de traducir la Po-lítica de Aristóteles. Y con toda lógica, invocando la autoridad su-prema del filósofo, presenta la relación de los conquistadores y de los indígenas como la justa “dominación de la perfección sobre la imperfección, de la fuerza sobre la debilidad, de la eminente virtud sobre el vicio”. (Tzvetan Todorov, La conquista de América, p. 156).
39. Presbítero José Ignacio Lozano, cura de Mezquitic, San Luis Potosí, quien con cuatrocientos hombres ofreció al intendente de aquella provincia no volver la espalda nunca al enemigo.
40. Independientemente de cuál acción se tomara, cualquier ideología independentista tendría un fondo patriota común. Es decir, era mucho más sencillo compartir un amor por la patria que ponerse de acuerdo respecto de cuáles eran las características de la nación. (Lomnitz, op. cit., p. 50).
41. Llega a Veracruz Francisco Javier de Lizana y Beaumont, nuevo arzobispo de México.
42. La popularidad de Fernández de Lizardi era enorme, y se creía que su inclinación a las ideas independentistas influían tanto en el pueblo que el virrey tuvo que tomar medidas para im-pedir la continuación de su periódico, y como pretexto se eligió un artículo firmado por Fernández de Lizardi en el que se pedía al virrey, al mismo tiempo que se le felicitaba en el día de su cumpleaños, derogase el bando por el cual podían ser fusilados, sin ser de-gradados, los eclesiásticos que hubieran tomado parte en la revolución de independencia. Este número de El Pensador Mexicano fue el nueve de su publicación, y además de requisar sus números, por orden del virrey, Fernández de Lizardi fue detenido. Cayó en manos de las autoridades realistas después de haber andado algunos días oculto. Parece ser que le hicieron proposiciones para que se pasara abiertamente al campo de la rebeldía armada, proposiciones de las que tuvieron conocimiento José Gabriel Gil y Juan Francisco Olaeta, los dos incluidos en el proceso que por el motivo consignado se abrió a Fernández de Lizardi en 1812. Los tres fueron puestos en libertad en diciembre de 1813. Fernández de Lizardi ya había estado procesado con anterioridad (1794), apenas salido de la pubertad, por el tribunal de la Inquisición, por denuncia de su propio padre, el bachiller Manuel Fernández de Lizardi, médico del Real Colegio de Tepozotlán, por haberle hallado unas cartas adivinatorias, deshonestas y eróticas. (Miquel i Vergés, Diccionario de insurgentes, p. 196).
43. Colocación de la estatua ecuestre de Carlos IV en la ciudad de México.
44. Humboldt llega a Acapulco.
45. El segundo día festivo es el Segundo día de la Pascua del Espíritu Santo, que coincide con el día 28 de mayo, lunes, como se dice explícitamente, al indicar que la preparación de los artífices duró “desde el 19 del florido mayo […] hasta el día 27”, es decir, justamente la Octava de Pentecostés.
46. El subdiácono Juan Manuel Zambrano ganó el grado de teniente coronel por su aprehensión del licenciado Ignacio Aldama y de fray Juan Salazar.
47. “El que daba más quehacer a Calleja era Albino García: guerrillero infatigable, se presentaba de improviso donde menos se le esperaba; derrotado en un punto y cuando se le creía destruido, aparecía en otro que había señalado para reunir a sus compañeros dispersos; atacaba los convoyes, cortaba las comunicaciones y espiaba por sus confidentes la oportunidad de caer sobre alguna población indefensa o desprevenida”. (Lucas Alamán, Historia de México, pp. 2, 294).
48. El famoso guerrillero, despreciando las órdenes y reconvenciones de la Junta de Zitácuaro, decía que para él no había más junta que la de dos ríos, ni otra alteza que la de un cerro. (Arrangoiz, México desde 1810 hasta 1867, t. I, p. 143).
49. Entre los que han comentado el pensamiento estoico, Víctor Goldshmidt ha analizado particularmente la coexistencia de dos concepciones del tiempo: una, la de los presentes variables; otra, la de la subdivisión ilimitada en pasado-futuro (Le Système stoïcien et l’idée de temps, p. 40).
50. ¿Un seguidor de Dionisios que introduce lo inenseñable en la enseñanza?
51. En esta carta se denunciaba el hecho de que en la casa de las referidas coheteras verificaban continuas reuniones los legos insurgentes juaninos de San Luis Potosí, los que al fin acabaron por consumar allí, en 1810, el movimiento revolucionario, encabezado por fray Luis Herrera y fray Juan Villerías.
52. “Chico Flaco”, conocido también como “el Indio Degollador”, se había hecho temer por el sur de Zacatecas y lugares limítrofes de Jalisco por los muchos desórdenes que cometía y principalmente por las numerosas muertes de extranjeros que ejecutaba por el solo hecho de aparecer como realistas. Fue hecho prisionero en un combate que una de las avanzadas del cura realista Francisco Álvarez sostuvo en la barranca de Jaltihuiloca contra el “Indio Dolores”, que fue derrotado allí también y cayó prisionero. Ambos cabecillas fueron ahorcados por orden del cura y suspendidos sus cadáveres en unos árboles, el 24 de octubre de 1811.
53.Bárbara Rosas, la Griega, era una mujer que servía como empleada doméstica en Oaxaca, en casa del capitán José Ximeno Varela, y como probablemente simpatizaba con la causa de la Independencia, tuvo cierta vez una conversación con su vecina Francisca Enríquez, a quien aseguró que el cura Hidalgo no causaba mal a nadie, sino solamente a los gachupines. Por sólo decir esto, la Enríquez se presentó ante el deán de la catedral, doctor Antonio Ibáñez de Corvera, denunciando a la Griega como insurgente. El deán Ibáñez hizo a su vez la denuncia respectiva al intendente corregidor de Oaxaca, quien impuso que se instruyera la correspondiente, poniéndose a la acusada en la cárcel de las Recogidas. (Gabriel Armijo, Historia de Oaxaca, pp. 13, 61).
54. “Hay que acabar con el fantasma de un lugar neutro, fuera del tiempo y del espacio, y sobre todo (lo cual no ha sido dicho pero programa el conjunto), fuera de la política. No hay fuera-del-libro, fuera-del-espacio, fuera-de-la-clase. Cualquier lugar, y la hoja de un periódico más que otros, está recorrido por la lucha de clases. Dos líneas, dos vías, dos clases. Se está de un lado o del otro”. (Jacques Henric, Artaud trabajado por la China, p. 186).
55. Cuando fray Servando Teresa de Mier estuvo preso en la cárcel de la Inquisición, el año de 1817, aseguraba a su compañero de cautiverio, el padre fray José Lugo y Luna, que la referida Güera Rodríguez había tenido relaciones sospechosas con el doctor don Ramón Cardeña, canónigo que fue de la Catedral de Guadalajara, y procesado como infidente por el mismo tribunal de la Inquisición.
56. Confrontar el libro de Armand Farrachi sobre la IV Cruzada, La dislocación, en el que las frases se separan y se dispersan, o bien se atropellan y coexisten, y las letras, la tipografía, se ponen a bailar, a medida que la cruzada delira.
57. Se trata de Juan Baquerín y fray Martín Septién, quienes perecieron asesinados a pedradas por el populacho en Granaditas, al entrar el cura don Miguel Hidalgo y Costilla a Guanajuato, sin que les valiera haber llevado en las manos un crucifijo.
58. Alusión a un aforismo de Norge, que completo dice así: “Fue un momento supremo. Seguido de otro momento supremo. Los momentos supremos se sucedían sin dejar un instante de respiro. Al final, surgió un momento ordinario. Se lo acogió con tanto alivio que constituyó un momento supremo”. (En La Jornada Semanal, julio 1998).
59. Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción “y… y… y…” En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir y desenraizar el verbo ser. ¿Adónde vas? ¿De dónde has partido? ¿Adónde quieres llegar? Todas estas preguntas son inútiles. Hacer tabla rasa, partir o repartir de cero, buscar un principio o un fundamento, implican una falsa concepción del viaje y del movimiento (metódico, pedagógico, iniciático, simbólico…), Kleist, Lenz o Büchner tienen otra manera de viajar y de moverse, partir en medio de, por el medio, entrar y salir, no empezar ni acabar. (Deleuze y Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, p. 29).
60. Las imágenes parecen describir el mural de José Clemente Orozco en el Palacio de Gobierno de Guadalajara. De allí la extraña amalgama de clericales y militares, que resulta en un monstruo terrible que vomita bayonetas; el circo político de payasos haciendo toda clase de malabarismos tratando de aplastarse unos a los otros o de superar posiciones; multitudes grises lanzándose a la matanza, y por aquí y por allá banderas rojas ondeando como símbolos de nuevos ideales. Pero todo este caos es dominado en primer plano por una gigantesca y vigorosa imagen de Hidalgo, quien levanta la mano izquierda con el puño cerrado, mientras en la derecha lleva con agresividad una antorcha encendida, cuyo fuego parece enardecer a las multitudes. En el rostro de Hidalgo el desafío, la energía, el valor, la grandeza, la furia. “No es ciertamente el Hidalgo así concebido por Orozco el apacible párroco, ni el intelectual que en sus felices días en San Felipe leía literatura francesa y hacía representar en su casa a Racine, ni tampoco el industrioso técnico del Bajío, por el contrario, es el hombre de acción, al que llegó la hora de ponerse al frente de una tropa y no retrocedió, sino que siguió su destino hasta el sacrificio”. (Justino Fernández, Los dos Hidalgos de Orozco, p. 220).
61. En el proceso que se le abrió a Hidalgo en 1800 se le acusó de leer obras prohibidas por la Inquisición, entre las que se encontraban las de los filósofos franceses, que difundían sus ideas y que eran las más avanzadas de su época; esto nos revela el pleno dominio que tenía de esas doctrinas y la influencia que en él produjeron, así como la inspiración que se formó para el desarrollo de sus ideas políticas en favor de la Independencia. El comisario de la Inquisición en Valladolid, en su informe del 19 de julio de 1800, califica a Hidalgo de Hombre doctísimo y de mucha extensión.
62. Vid. Aristóteles, Primeros analíticos, II, p. 27: el entendimiento es un silogismo cuyas premisas están sobreentendidas, ocultadas, suprimidas, eludidas.
63. La lista de libros corresponde a las lecturas de Hidalgo (Roberto Ramos, Libros que leyó el señor don Miguel Hidalgo, p. 240).
64. Alusión al bando del virrey don Francisco Xavier Venegas, expedido el 19 de enero de 1811, por medio del cual se consideraban como reos del “Delito de Alta Traición a todas las personas que conservaron impresos o manuscritos revolucionarios”. A más de esto y para impresionar mejor al pueblo, se ordenaba también que todas las autoridades deberían de quemar los papeles antes mencionados “en las plazas públicas por manos de verdugo”. Los jefes de las fuerzas realistas solían quemar también estos papeles dando al acto una teatralidad que no debía tener. (J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México, II, p. 343).
65. Este periódico, cuyo nombre completo es El Despertador Americano. Correo Político Económico de Guadalajara, lo fundó Hidalgo al mes siguiente de haber ocupado la ciudad de Guadalajara, en donde a la sazón se encontraba establecida una de las muy pocas imprentas de la Nueva España. (José Toribio Medina, La imprenta en Guadalajara de México, XII).
66. Para Campo y Rivas la Independencia era, como para casi todos los realistas, algo injusto, pues ella acaba con la prosperidad de América, con la riqueza y bienestar de todos los habitantes de Nueva España. Y, a su juicio, era absurdo y criminal acabar en un día con todo aquello tan bueno, tan justo, que se había edificado en tres siglos. Con estos argumentos increpa a los insurgentes diciendo: “¿Conque el honor y la gloria de todo un Reino y de toda una Nación, adquirida con tantas privaciones, fatigas y sacrificios por tres siglos, en breves días por unos pocos malvados se ha de ennegrecer y marchitar? ¿Ya la América dejó de ser justa, ilustrada, fiel, humana, dulce y generosa, y de improviso se trocó en ignorante, bárbara, miserable, codiciosa y sanguinaria?” (Manuel del Campo y Rivas, Manifiesto filantrópico, p. 4).
67. Una historia intermitente, cuántica. Expansión de huellas fosforescentes. Vasta oscuridad protectora. Destellos eléctricos. Descubrimiento del escenario concreto, incluso del polvo posado sobre los muebles. Absoluta inseguridad de la secuencia. Vaniloquio de las formas. Reposo de invernadero nocturno. (Calasso, op. cit., p. 184).
68. Hidalgo es “un sofista descarado y sacrílego” que se ha propuesto “manifestar a toda la Iglesia católica el desprecio que hace de sus armas espirituales, de la autoridad de sus legítimos pastores, de las decisiones de sus concilios, de la rectitud de sus tribunales y de la santidad de sus leyes más augustas”, y además es un aliado de Napoleón, un fariseo más que trata de perder en lo espiritual a las ovejas americanas. (Edicto de los Inquisidores, Dr. Bernardo de Prado y Ovejero, Lic. Isidoro Sainz de Alfaro y Beaumont, Dr. Manuel de Flores, en contra de Hidalgo, Diario de México, XIV, enero 28, 1811).
69. “El libro de Andrzejewski, Las puertas del paraíso, convierte una frase ininterrumpida en flujo de niños, flujo de marcha con estancamiento, estiramiento, precipitación, flujo semiótico de todas las confesiones de niños que acuden a sincerarse al viejo monje que encabeza el cortejo, flujo de deseo y de sexualidad, iniciando cada cual la aventura por amor, y más o menos directamente arrastrado por el oscuro deseo póstumo y pederástico del conde de Vendôme, con círculos de convergencia —lo fundamental no es lo que los flujos hagan. ‘Uno o múltiple’, ese ya no es el problema: hay un agenciamiento colectivo de enunciación, un agenciamiento maquínico de deseo, incluidos el uno en el otro, y en conexión con un prodigioso afuera que de todas formas hace multiplicidad”. (Deleuze y Guattari, Rizoma, p. 27).
70. Fray Servando es enviado al reclusorio Los Toribios, en Sevilla. “Ésta era la más bárbara de las instituciones sarracéni-cas de España”. “Fui entonces destinado a una torre de dos altos, y me añadieron a los grillos un grillete puesto en una barra de hierro de tres o cuatro arrobas”. Se fuga desmoronando una pared y arrancando una ventana de hierro. Nuevamente detenido en la prisión de Cádiz, trasladado a Los Toribios, reforzados sus grillos, enferma y pasa muchas peripecias hasta que consigue huir nuevamente.
71. “El Descubrimiento no fue un diálogo de culturas, ni un encuentro de pueblos: fue violencia, depredación y conquista”. (José Saramago, El País, p. 873, 23 de septiembre, 1998).
72. Los instrumentos con los cuales se modeló la Sociedad Liberal fueron muchos: la pluma (corrosiva) de Voltaire; la espada (puritana) de Cromwell; el telescopio de Galileo; la revolución copernicano-cartesiana; el misticismo (evangélico) de Lutero; la lógica (y el ascetismo ultramundano) de Calvino; el optimismo (naturalista) de Rousseau; y el realismo (político) de Maquiavelo. (Emmet John Hughes, The Church and the Liberal Society, p. 3).
73. Sermón del padre Bringas del 7 de diciembre de 1810. “El cura Hidalgo y sus secuaces —reitera una y otra vez— penetrados del espíritu de la política reprobada del impío Napoleón Bonaparte, intenta sepultar en sus ruinas nuestra América, consumar, si pudiesen, la pérdida de la España y aniquilar la Iglesia de Jesucristo”. (Fray Diego Manuel Bringas, Antología del Centenario, p. 131).
74. Mezcladas, junto a los reclamos auténticos de los insurgentes se mezclan otros que prevalecían ante la publicación del Manifiesto comunista. ¿Pero ustedes quieren abolir la propiedad? ¿Quieren la comunidad de las mujeres? ¿Quieren abolir la religión? ¿La familia? La patria?
75. Se refieren a la creación de dos Comandancias de Provincias Internas, así como a la enajenación de capellanías y obras pías.
76. Alusión a John Dee, que en el siglo xvi, a través o de su médium Edward Kelly, hablaba con los ángeles en lengua revelada (el enoquiano), y que con su libro Mónada jeroglífica pretendió dar la clave para conocer los secretos del cosmos.
77. El ciclo está escrito en el cielo, en el retorno de las constelaciones. El terror de la matanza es fundamentalmente terror de que no exista cielo, de que el animal no retorne, de que el astro no reaparezca. El ligero desorden en el cielo (la oblicuidad eclíptica, la precesión de los equinoccios) corresponde al inmenso desorden sobre la tierra (la muerte). (Calasso, op. cit., p. 215).
78. En 1802 Carlos IV, o mejor dicho Godoy, valido de la reina y monarca de hecho, nombró a José de Iturrigaray virrey de la Nueva España. Este hombre dio muestras de su codicia al apenas llegar, pues habiendo obtenido permiso de la monarquía “para traer libremente en caso de ropas de su uso aquellas piezas que no haya podido concluir al tiempo de su marcha”, introdujo mercancías a la Nueva España por valor de 119 000 pesos a fin de venderlas, según aparece en la sentencia pronunciada en su contra años más tarde. A este abuso escandaloso siguieron otros semejantes que le enajenaron todo prestigio y toda respetabilidad. (Genaro García, El Plan de Independencia de la Nueva España en 1808, p. 91).
79. Asociado Yermo a don Juan Lavat, no libre tampoco de ciertas rencillas personales “lo hice salir de la capital violentamente —decía el virrey a la Junta de Sevilla— dos años o más hace; porque estaba atrincherado en ella tomando los sueldos y sin haber arbitrio después de años de que fuera a España, como estaba mandado por S. M. a hacer el servicio”. Cancelada calcula que los conjurados serían trescientos, “todos los más del Comercio”; “unos Cajeros —según Beye de Cisneros— muchachos sin dinero”; Jáuregui asegura que apenas llegaban a doscientos treinta y dos. Cancelada pone entre ellos a “algunos criollos”, pero le desmiente el propio Yermo, quien afirma “que la gloria de esta empresa es sólo de los europeos”; podemos por lo mismo, creer al virrey, conforme al cual, entre los conspiradores “no hubo siquiera un mexicano”. (Lucas Alamán, Historia de Méjico desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la época presente, pp. 4, 149) .
80. Florescano mostró que medio siglo antes del inicio de la insurrección, los hacendados y los productores de alimentos en Nueva España habían logrado controlar los precios del mercado. Entre 1742 y 1810 la población de la Nueva España casi se duplicó, lo que hizo necesario el abastecimiento en gran escala. Ade-más, después del auge económico de la década de 1780, las grandes haciendas aumentaron de tamaño, a veces apoderándose de las tierras de los pequeños granjeros independientes y de los indí-genas. Por ello, las dos principales instituciones destinadas a impedir el hambre en la ciudad de México, la Alhóndiga y el Pósito, los graneros públicos, dejaron de funcionar correctamente. (Anna, op. cit., p. 161).
81. Enrique Muñi establece la logia escocesa masónica.
82. “No hay corazón, no hay corazón, sino un problema, es decir, una distribución de puntos relevantes; ningún centro, pero siempre descentramientos, series con, de una a otra, la claudicación de una presencia y una ausencia —de un exceso y un defecto. Hay que abandonar el círculo, mal principio de retorno, abando-nar la organización esférica del todo: es por la derecha que todo vuelve, la línea derecha y laberíntica. Fibrillas y bifurcación (sería recomendable analizar deleuzianamente las series maravillosas de Leiris)”. (Michel Foucault, Theatrum Philosophicum, p. 8).
83. Destitución y prisión del virrey Iturrigaray. Toma el go-bierno Pedro Garibay.
84. El laberinto clásico, el de Knosos, es unidireccional: al entrar sólo se puede llegar al centro (y del centro sólo se puede encontrar la salida). Si desarrolláramos el laberinto unidireccional, nos encontraríamos en las manos un único hilo. El hilo de Ariadna, que la leyenda nos presenta como el medio (extraño al laberinto) para salir del laberinto, cuando en realidad no es sino el laberinto mismo. Por cierto que en dicho laberinto debe haber un minotauro para que el asunto tenga interés, ya que el recorrido (aparte del extravío inicial de Teseo que no sabe adónde irá a parar) conduce siempre adonde debe conducir y no puede dejar de conducir. (Umberto Eco, “El antiporfirio”, Il pensiero debole, p. 383).