Читать книгу Compadre Lobo - Gustavo Sainz - Страница 9

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Amigo mío, estamos como en tu Barca de la Muerte.

Ninguno nos sirve ya de los treinta y dos vientos;

en torno a nosotros el mar feroz,

y sobre nuestras cabezas, la roja nube de la tormenta.

¿Qué importa que te trague el tiburón o te deshaga el rayo?

Viene a ser lo mismo, y ninguna cosa mejor

te anunciará ningún profeta. Por eso tápate los oídos

como yo lo hago y da libertad a tus apetitos más secretos;

ése es el último derecho del consagrado a la muerte.

Thomas Hebbel, Los nibelungos

A nadie importa la muerte, amigo mío,

ni la tuya ni la mía, solamente a la chingada madre,

a las cien putas muertes de su madre. Yo mismo construyo

mi muerte para asesinar a la mía propia y, rendido acaso,

la mortaja me espera, el vientre de la madre me llama

con su boca llena de tierra. Caigo, me levanto de nuevo,

dejo la tumba vacía, floto en la savia inédita,

comienzo a deambular por esta tierra,

presuroso tomo rumbo y el calor invade mi ser…

Ahuecado en mí, llamo a la puerta de la vida.

Pedro Coronel, Catálogo Sala Nacional INBA ,

octubre-noviembre 1975

Y qué es lo que vas a decir

voy a decir solamente algo

y qué es lo que vas a hacer

voy a ocultarme en el lenguaje

y por qué

tengo miedo.

Alejandra Pizarnik, El infierno musical

Compadre Lobo

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