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El Caudillo

Francisco Franco y Bahamonde

¡Viva España Única!

¡Viva España Grande!

¡Viva España Libre!

1 de octubre de 1936 – 20 de noviembre de 1975

Predecesor Miguel Cabanellas

(bando sublevado)

José Miaja Menant

(bando republicano)

Sucesor Alejandro Rodríguez de Valcárcel

(Pte. Consejo de Regencia)

Juan Carlos I

(Rey de España)

Presidente del Gobierno de España

30 de enero de 1938 – 8 de junio de 1973

Vicepresidente Francisco Gómez-Jordana Sousa (1938-1939)

Agustín Muñoz Grandes (1962-1967)

Luis Carrero Blanco

(1967-1973)

Predecesor Francisco Gómez-Jordana Sousa (bando sublevado)

Juan Negrín López (bando republicano)

Sucesor Luis Carrero Blanco

Datos personales

Nacimiento 4 de diciembre de 1892

Ferrol (La Coruña), España

Fallecimiento 20 de noviembre de 1975 (82 años) Madrid, España

Partido FET y de las JONS

Cónyuge Carmen Polo

Hijos Carmen Franco

Profesión Militar

Alma máter Academia de Infantería de Toledo

Religión Católica

Residencia Palacio Real de El Pardo (oficial)

Pazo de Meirás, Sada (privada)

Firma

Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, La Coruña, 4 de diciembre de 1892 – Madrid, 20 de noviembre de 1975), conocido como Francisco Franco, el Caudillo, el Generalísimo o simplemente Franco, fue un militar y dictador español, golpista integrante del pronunciamiento militar de 1936 que desembocó en la Guerra Civil Española.

Fue investido como jefe supremo del bando sublevado el 1 de octubre de 1936, ejerciendo como jefe de Estado de España desde el término del conflicto hasta su fallecimiento en 1975, y como jefe de Gobierno entre 1938 y 1973. Líder del partido único Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con un régimen fascista en sus comienzos, y más tarde en una dictadura, conocida como franquismo, de tipo conservador, católico y anti-comunista. Este cambio se debió a la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Aglutinó en torno al culto a su persona, a diferentes tendencias del conservadurismo, del nacionalismo y del catolicismo opuestas a la izquierda política y al desarrollo de formas democráticas de gobierno.

Introducción

El principio de la carrera militar de Franco quedó marcado por la Guerra del Rif en Marruecos, alcanzando la graduación de general en 1926, siendo la segunda persona más joven en alcanzar ese rango en Europa, después de Napoleón Bonaparte. Durante la Segunda República Española, tras dirigir la Academia Militar de Zaragoza, le fue encomendada en otoño de 1934 la dirección de las operaciones militares para sofocar y reprimir el movimiento obrero armado que había declarado la revolución social en Asturias en 1934. Tras el triunfo del Frente Popular, descubierto el intento de golpe de Estado de varios generales, y existiendo sólo sospechas sobre sus integrantes, el Gobierno alejó de los centros de poder a los generales más proclives a la sedición, destinando a Franco a las Islas Canarias.

En julio de 1936, tras muchas indecisiones, se une al golpe de Estado liderado por el general Sanjurjo y el general Mola contra el gobierno de la Segunda República Española poniéndose al frente del ejército de África. El golpe fracasó y dio lugar a una guerra civil. Tras la muerte de Sanjurjo en un accidente aéreo pocos días después del golpe, ayudado por el prestigio que cosechó con el rápido avance de sus tropas y la toma del Alcázar de Toledo, Franco ve el camino libre para convertirse en líder indiscutible de los sublevados, y siendo designado su jefe de Gobierno el 28 de septiembre de 1936, se autoproclama jefe de Estado.

Después de la victoria en la Guerra Civil del bando sublevado continuó una durísima represión ya iniciada desde principios de la guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco mantuvo una política oficial de neutralidad para pasar a la de no beligerancia a instancias de Mussolini; no obstante, colaboró encubiertamente con el Eje de diversas formas, principalmente permitiendo la escala y el aprovisionamiento de aviones y submarinos en territorio español, y enviando tropas –supuestamente autoorganizadas al margen del gobierno– para combatir junto a los alemanes en la campaña contra la Unión Soviética, la denominada División Azul, así como la mucho menos conocida Escuadrilla Azul. Con anterioridad, Franco y Hitler se habían reunido en Hendaya el 23 de octubre de 1940.

Tras la caída de Alemania e Italia, el régimen franquista sufrió la reprobación de las Naciones Unidas por su demostrada colaboración con el Eje, impidiendo la entrada de España en el recién creado organismo y recomendando la retirada de embajadores. Franco desestimó las críticas internacionales considerando que eran obra de la conspiración masónica. España sufrió un relativo aislamiento internacional roto principalmente por la Argentina de Perón y Portugal (el régimen de Salazar). En 1945, Franco retira las banderas y símbolos nazis y fascistas de los diferentes organismos, apartando del gobierno a los más significados defensores del Eje. En los siguientes años su iniciado régimen totalitario se fue desplazando hacia otras posiciones dictatoriales.

Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos, interesados en incluir a España en su línea defensiva, maniobraron para procurar la entrada de España en la OTAN. La oposición de otros países, especialmente Gran Bretaña, obligó a EE. UU. a reconducir su iniciativa y firmar un tratado bilateral que incluyó la instalación de bases militares estadounidenses en territorio español. La firma del tratado supuso un triunfo para Franco ya que con él se iniciaba claramente el desbloqueo internacional. El presidente Eisenhower y, posteriormente, Richard Nixon viajaron a España explicitando así su apoyo a Franco.

Franco intentó instaurar un sistema económico autárquico. El rechazo de las ofertas de crédito británica y estadounidense provocó la escasez de alimentos y materias primas que, sumado a la corrupción y a la generalización del mercado negro, mantuvieron a España en la penuria hasta bien entrados los años cincuenta. Después de 1959, con la entrada en el gobierno de los "tecnócratas" y el abandono de las políticas autárquicas, la economía experimentó una profunda transformación, desarrollándose planes de "estabilización y desarrollo" atendiendo a las recomendaciones internacionales que condujeron a la recuperación económica.

En su última etapa se inició un retroceso en las relaciones internacionales que exigían una apertura a posiciones democráticas. La solicitud española de entrada en la CEE fue rechazada y su posible entrada se vincula a reformas democráticas, el Proceso de Burgos supuso un nuevo descrédito internacional del Régimen. En el interior, los trabajadores agrupados, principalmente en torno a Comisiones Obreras, se mostraban especialmente activos contra el Régimen; la oposición democrática presentaba un frente común al que se sumaron sectores de la economía que consideraron al Régimen como un lastre y sectores de la Iglesia apoyan las reivindicaciones de los trabajadores y a la oposición. ETA y otras organizaciones terroristas también se convirtieron en un problema creciente.

El 14 de octubre de 1975 comienza su último deterioro físico, el 25 de octubre se le administra la extremaunción y, desde entonces, es mantenido vivo por su entorno intentado una solución sucesoria acorde con sus intereses. Franco muere, finalmente, el 20 de noviembre.

Tras su muerte, los mecanismos sucesorios funcionaron y Juan Carlos "aceptando los términos de la legislación franquista" fue investido rey, siendo aceptado con escepticismo tanto por los adeptos al Régimen como por la oposición democrática. Posteriormente, Juan Carlos desempeñaría "un papel central en el complejo proceso de desmantelamiento del régimen franquista y en la creación de la legalidad democrática".

Infancia y formación militar

Francisco Franco nació a las doce y media de la madrugada del 4 de diciembre de 1892 en el número 108 de la calle Frutos Saavedra de Ferrol (actualmente, calle María, situada en el casco histórico de la ciudad), en la provincia de La Coruña. El 17 de diciembre fue bautizado como Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo: Francisco por su abuelo paterno, Hermenegildo por su abuela materna y su madrina, Paulino por su padrino y Teódulo por el santo del día. Su padre, Nicolás Franco y Salgado-Araújo, (1855 - 1942, 87 años) era capitán de la Armada, llegando a ser intendente ordenador de la Marina (cargo equivalente a general de brigada), y su madre, María del Pilar Baamonde y Pardo de Andrade (1865 - 1934, 69 años) disfrutaba de una posición social parecida a la de su marido, hija del comisario del equipo naval de la plaza, provenía de una familia que también tenía una tradición de servicio en la Marina. Nicolás, el mayor de los hermanos, seguiría la tradición familiar como oficial de la Marina y diplomático. Su otro hermano, Ramón, fue un pionero aviador que llegó a ser muy conocido por sus hazañas aeronáuticas.

Francisco fue el segundo hijo varón de la familia. No nace en un hogar feliz, los caracteres contrapuestos de sus padres propician el desencuentro de la pareja desde los primeros momentos y acaba en ruptura.

Su padre, Nicolás, fue un hombre librepensador poco dado a los convencionalismos y, habiendo estado destinado en Cuba y Filipinas (en Filipinas tuvo un hijo natural al que reconoció antes de regresar a Ferrol), adquirió los hábitos del oficial de colonias: mujeriego, jugador de casino y aficionado a las juergas y farras nocturnas. Su madre, Pilar, era conservadora, extremadamente religiosa y muy apegada a los usos y costumbres de la burguesía de una pequeña ciudad de provincias. Ambos quedarían decepcionados mutuamente casi inmediatamente después de la boda. Nicolás no tardó en continuar con sus costumbres de oficial de colonias y Pilar se refugió en su religiosidad, resignada al cuidado de los hijos que fueron llegando. El comportamiento de su padre en casa fue autoritario rayando la violencia, siempre malhumorado no admitía que se le contradijese, y los cuatro hermanos, Francisco en menor medida dado su carácter retraído y apocado, sufrieron lo que hoy se consideraría malos tratos. Según el testimonio de su hija Pilar:

Nuestro padre era muy severo con sus hijos en todo lo concerniente a estudiar y cumplir con nuestra obligación. Pero no con palizas y misterios, como aseguran por ahí ciertos escritores sensacionalistas. Me gustaría saber de dónde han sacado tanta barbaridad. Han llegado a decir que en un momento de indignación mi padre quiso cortarle a Nicolás una mano con un cuchillo de cocina... Lo máximo que hizo fue darnos un par de bofetones a tiempo. Yo puedo atestiguar que a mí nunca me puso la mano encima. No porque no lo mereciese alguna vez. A mis hermanos sí, cuando las hacían demasiado gordas. Ahora se dice mucho que no se debe pegar a los niños, pero en aquella época era todo lo contrario; las palizas eran fuertes y frecuentes. ¡Vaya! Y recomendadas hasta por los maestros.

La madre, resignada siempre y de carácter bondadoso, se constituyó en el refugio de los cuatro hermanos, inculcándoles tenacidad y esfuerzo para progresar en la vida y ascender socialmente. Cuando su padre es destinado a Cádiz en 1907 y posteriormente en Madrid, la familia se rompe definitivamente. Ya en Madrid, Nicolás se unió a Agustina Aldana, una joven antítesis de su esposa, con ella vivió, junto con una ahijada sobrina de ésta, hasta que en 1942 le sobrevino la muerte. Sus hermanos visitaron poco a su padre, desconociéndose que Francisco lo visitara en alguna ocasión. Su padre siempre sintió predilección por sus otros hermanos y Francisco fue el que más fuertemente se refugió en su madre. Los caracteres que posteriormente lo identificaron: su desinterés por el sexo, su puritanismo, su moralismo y religiosidad, su alejamiento del alcohol y las farras, todo lo convierte en una antítesis de su padre y lo identifica plenamente con la madre.

En 1898, un acontecimiento histórico puede explicar parte de su rudimentario ideario político. La pérdida de Cuba representa la definitiva caída del que fuera el imperio español. Esto, en una época convulsa en la que frente a un liberalismo elitista no consolidado e inestable se intenta imponer el parlamentarismo democrático basado en el sufragio universal. En España, el siglo XIX estuvo presidido por un prolongado periodo de inestabilidad política y guerras civiles; los intentos liberales chocaron en todos los casos con la reacción del antiguo régimen y la Iglesia. Esta conflictividad política y social, junto con revueltas y guerras civiles, unido a las guerras coloniales, propició un sistema político corrupto e ineficaz en una España empobrecida, atrasada y con fuertes desequilibrios entre clases y regiones. A Franco, como al conservadurismo de gran parte del siglo XX, pudo serle fácil identificar la grandeza del imperio perdido, con los antiguos regímenes autoritarios, y el desastre de su pérdida, con las nuevas posiciones liberales.

En 1898 Franco cuenta cinco años de edad; la pérdida de Cuba habría pasado inadvertida para él de no ser por la reacción que suscitó en la sociedad española, que se prolongaría durante su infancia y primera juventud. La gran derrota naval se vivió en España como una humillación infligida por una nación emergente a una gran nación imperial. En los ambientes militares (y Ferrol era una ciudad con un fuerte componente militar y concretamente naval) y en parte de la población, la resistencia ofrecida por una flota obsoleta y mal pertrechada se consideró resultado del heroísmo de unos militares que lo dieron todo por la patria; y la derrota, producto de la irresponsable actitud de unos políticos corruptos que descuidaron a su ejército. El ejército, sin imperios de ultramar que defender, forzó, también como medio de lavar la derrota sufrida, las posteriores intervenciones en Marruecos, generalizándose en su seno un patriotismo exacerbado y un sentimiento de superioridad frente a la población civil, viendo en el afloramiento de los nacionalismos (principalmente el nacionalismo catalán, promovido por las elites catalanas que perdieron el mercado cubano) y en el fortalecimiento del pacifismo de la izquierda, elementos disolventes de la nación.

Franco en su infancia pudo ser blanco de las burlas y mofas de los otros muchachos por su corta estatura y voz atiplada. En la academia así fue, se conoce cómo en una ocasión le segaron el cañón del fusil quince centímetros y le obligaron a desfilar con él. Siempre se le conoció por un diminutivo: en la infancia, muy delgado y de aspecto enfermizo, le apodaron cerillito y en la academia: Franquito, teniente Franquito, comandantín,... Todavía en 1936 cuando el general Sanjurjo reprochó su falta de decisión frente al levantamiento, lo haría en estos términos: «Franquito es un cuquito que va a lo suyito», siendo apodado por los confabulados, cansados de sus vacilaciones, "miss Canarias 1936". En sus memorias, Manuel Azaña también terminará llamándole Franquito.

Según el testimonio de uno de sus compañeros de colegio «era siempre el primero en llegar y se ponía delante, solo. Esquivaba a los demás». Se reconoce en los hermanos una desmedida ambición, acrecentada en el caso de Francisco. Ambición que pudo verse fomentada por el entorno familiar.

Al cumplir 12 años, junto a su hermano Nicolás y su primo Pacón, entra en una escuela de preparación naval dirigida por un capitán de corbeta con la esperanza de, posteriormente, ingresar en la Armada. Su hermano logró en 1906 ingresar en la Escuela Naval de la Armada, pero él y su primo, al intentarlo el año siguiente, vieron negada tal posibilidad. Ese mismo 1907, a los 14 años de edad, junto a su primo, ingresa en la Academia Militar de Infantería de Toledo. Franco recordará con amargura su incorporación a la Academia al ser blanco de las (por aquél entonces inevitables) novatadas: «Triste acogida que ofrecían a los que veníamos llenos de ilusión a incorporarnos a la gran familia militar». En la academia será uno del montón que obtendrá el puesto 251 entre los 312 de su promoción.

Carrera militar

Mis años en África vienen a mí con indudable fuerza. Allí nació la posibilidad de rescate de la España grande. Allí se fundó el ideal que hoy nos rinde. Sin África, yo apenas puedo explicarme a mí mismo, ni me explico cumplidamente a mis compañeros de armas.

Franco al periodista Manuel Aznar, 1938.

Franco tuvo que insistir con su petición de un destino en África al serle denegada en primera instancia, probablemente por su mediocre calificación en la academia militar. Es destinado a Ferrol, su ciudad natal, donde pasó dos años hasta ser admitida su petición (en estos dos años se refuerza su amistad con Francisco Franco Salgado y Camilo Alonso Vega, personas que permanecerán siempre a su lado). Ya en África, en el transcurso de los diez años y medio que permaneció allí, logró una vertiginosa ascensión hasta alcanzar el generalato, convirtiéndose en el general más joven de Europa en aquella época, adquiriendo una gran popularidad entre la burguesía española y un prestigio dentro del ejército que le permitió, aun con su juventud, disfrutar de un estatus de igualdad con los más consolidados generales, siendo uno de los militares con mayor ascendencia entre la población en una época clave de la historia de España: la II República.

La guerra de África agravó la fractura entre Ejército y sociedad civil, era rechazada por las clases populares a las que les suponía una sangría de miles de muertos, jóvenes de estas familias que no podían pagar la «cuota» que los librara del servicio militar, En 1909 fue el detonante de la Semana Trágica y en 1911 crecen las protestas ante el recrudecimiento de las campañas en Marruecos. Siendo, estas protestas, vistas desde el ejército como anti patrióticas.

Cuando Franco llega a África se incorpora a un conflicto donde se entrecruzan los intereses de, principalmente, España, Francia e Inglaterra; en el que España se involucra con temeridad por las presiones de un ejército que quiere resarcirse de las derrotas sufridas en las colonias de ultramar y una oligarquía financiera con intereses, principalmente mineros, en el Magreb. También se incorpora a una casta dentro de otra castra: la casta africanista de la ya casta militar.

En África ya habían muerto miles de soldados y centenares de oficiales. Era un destino arriesgado y, también, un destino en el que las políticas de ascensos por méritos de guerra permitían una rápida carrera militar. Se incorpora a un ejército con un equipamiento deficiente y anticuado, una tropa desmotivada y una oficialidad poco capacitada que repite tácticas que ya fracasaran en las anteriores guerras coloniales.

Primer periodo en África: los Regulares indígenas

El 17 de febrero de 1912 llega a Melilla en compañía de su compañero de promoción, Camilo Alonso Vega, y su primo Pacón. Sus primeros cometidos en África fueron operaciones rutinarias; entre otras, establecer contacto entre diferentes puestos fortificados o la protección de las minas de Banu Ifrur. El 13 de junio de ese mismo año asciende al empleo de teniente, cuenta con 19 años de edad y será el único ascenso que obtendrá por escalafón; los demás los obtendrá por méritos de guerra. A petición propia, el 15 de abril de 1913, se le destina al Regimiento de Regulares indígenas, unidad de choque recientemente formada por Dámaso Berenguer y formada por mercenarios moros.

El 12 de octubre de 1913 recibe la Cruz al Mérito Militar de primera clase por su victoria en un combate el 22 de septiembre anterior y el 1 de febrero de 1914 es ascendido a capitán por su valor en la batalla de Beni Salem (Tetuán). En esta primera etapa en África demostró valor y capacidad táctica. En los combates se distinguió por su arrojo y belicosidad. Era «entusiasta de las cargas a la bayoneta para desmoralizar al enemigo» y asumió elevados riesgos encabezando el avance de su unidad. También, ayudado por ese coraje, logró que las unidades a su mando se distinguieran por su disciplina y avance ordenado, «ganándose una reputación de oficial meticuloso y bien preparado, interesado en la logística, en abastecer a sus unidades, en trazar mapas y en la seguridad del campamento». También, ya en aquella época, muestra un carácter imperturbable y hermético que le acompañará durante toda la vida.

Años más tarde, reconoció que la noche en la que se incorporó a su unidad en África, durmió con el arma en la mano; la tropa le inspiró una fuerte desconfianza. Franco no se vería obligado a desarrollar una depurada estrategia ni tácticas de guerra elaboradas (dotes que ni en aquella época proporcionaba la formación en las academias militares españolas ni se le reconocería en su trayectoria militar): los rifeños no eran estrategas ni estudiosos de las tácticas de combate modernas; el desafío se encontraba en contrarrestar su belicosidad; acostumbrados a rafias entre tribus y contra los ocupantes de turno, ponían en estos combates su vida: «Hombres acostumbrados a carreteras, a caminos o, cuando menos, a senderos de montaña; hombres, además, recién llegados de un ambiente en que la guerra se miraba como algo intolerable; hombres, finalmente, que nunca habían luchado y, al otro lado, gentes no sólo acostumbradas a pelear sino para quienes la guerra estaba conectada con el pan de cada día». (Martínez Campos), Franco, primero al mando de los Regulares indígenas y después al de la Legión, instauró una disciplina férrea, implacable con la insubordinación (en su etapa en la Legión, preocupado por una ola de indisciplina, reclamó a Millán Astray la autorización para poder recurrir al fusilamiento. Millán Astray le respondió que las penas de muerte debían dictarse únicamente atendiendo a las estrictas ordenanzas recogidas en el código de justicia militar. Días más tarde formó el pelotón de fusilamiento después de que un legionario se negase a comer y lanzara la comida a un oficial. Lo fusiló e hizo desfilar al batallón frente al cadáver). También, si no se le reconoce ninguna inquietud intelectual, sí mostró un gran interés por formarse en todo lo concerniente a su profesión militar. Se le reconoce un cierto aislamiento de sus compañeros, ocupando su tiempo libre en la lectura de tratados militares.

Miembros de su tropa llegaron a decir que con Franco al frente no perdían las batallas y el salir ileso de las refriegas (en los dos años y medio primeros de su paso por los Regulares, 35 de los 41 de sus compañeros oficiales habían resultado muertos o heridos) le invistió de un halo de invulnerabilidad ante los indígenas que lo calificaron como hombre con baraka (hombre con buena suerte). Franco pudo advertir que los mandos únicamente conseguían el respeto de la tropa si demostraban valentía, y que el elevado número de deserciones, incluso los amotinamientos, guardaban una estrecha relación con el fracaso de las operaciones, la derrota o la retirada. El cabalgar sobre un caballo blanco, cuando tuvo derecho a ello, lo hizo bien visible para su tropa.

También se distinguió por su preocupación en abastecer a su tropa en un ejército que la descuidaba por completo. En África (como en anteriores guerras coloniales) se producían más muertes como consecuencia de enfermedades que por los enfrentamientos armados.

En 1916, en una rafia en El-Biutz (entre Ceuta y Tánger) fue herido en el bajo vientre, una herida grave que pudo causarle la muerte y que lo mantuvo varios meses hospitalizado en Ceuta (sus padres, ya separados, viajaron a Ceuta para asistirle en su convalecencia).

Era norma no escrita que las heridas de guerra se recompensaran con un ascenso, ascenso que le fue negado y que Franco logró tras insistir en todas las instancias hasta llegar al Rey Alfonso XIII. El 28 de febrero de 1917 es nombrado comandante con efectos retroactivos de 29 de junio de 1916, convirtiéndose en el comandante más joven de España. Sin embargo, no consiguió que le concedieran la Laureada de San Fernando (máximo galardón en el ejército español) a la que también estaba propuesto. Años más tarde, ganada la Guerra Civil, ya como caudillo de España, se la concedió a sí mismo.

Interludio en Oviedo

Sin encontrar destino en África tras el ascenso a comandante, es destinado a Oviedo, donde llega ya con una cierta aureola de héroe. Allí se hospeda en el hotel París y entabla amistad con el que más tarde será su más dedicado hagiógrafo Joaquín Arrarás Iribarren. Es en el transcurso de esta estancia en Oviedo cuando conoce a la que más tarde será su mujer Carmen Polo y Martínez Valdés.

Durante los tres años que estuvo destinado en la península se suscita el enfrentamiento dentro del ejército entre peninsulares y africanos, los primeros consideraban abusivos los ascensos por méritos de guerra y denunciaban el favoritismo con el que el rey trataba a los africanos, y los segundos, entre ellos Franco, consideraban estos ascensos necesarios para premiar la arriesgada labor de los oficiales en África y la profesionalidad de unos oficiales que se encontraban en la «mejor escuela práctica por no decir la única de nuestro ejército» español. También vive la huelga general del 10 de agosto de 1917. El ejército reprime a los huelguitas y, aunque en el resto de España es sofocada en una semana, en Asturias, los mineros se hicieron fuertes y prolongaron los disturbios durante casi veinte días. Franco dirigió la represión allí, la casualidad quiso que se encontrara en el lugar de mayor conflictividad. Aunque algunos biógrafos sostienen que aquella fue una represión especialmente brutal que anticipaba su comportamiento posterior, lo cierto es que aun siendo brutal, no lo debió ser más que la ejercida en otras regiones dado que no existen documentos de la época que la destaquen del resto. Sí, al dirigir la represión en la región más conflictiva, le proporcionó un plus de notoriedad.

Segundo periodo en África: la Legión

En sus biografías se reconoce la gran influencia que Millán Astray pudo ejercer sobre el joven Franco. Su aspecto llegó a ser impactante: manco, sin un ojo, parte de la mandíbula destrozada y cara y cuerpo cosidos de cicatrices. Personaje histriónico que fundó la Legión a imagen de la Legión Extranjera francesa, reclutando a proscritos sin importar su nacionalidad, a los que les redimiría su permanencia en la Legión: «Os habéis levantado de entre los muertos, porque no olvidéis que vosotros ya estabais muertos, que vuestras vidas estaban terminadas. Habéis venido aquí a vivir una nueva vida por la cual tenéis que pagar con la muerte. Habéis venido a morir». Astray y Franco se conocieron cuando este último asistió en Valdemoro (Madrid) a un curso de perfeccionamiento de tiro (de septiembre a octubre de 1919). Astray estaba en el intento de crear lo que llegó a ser la Legión, acababa de estar en Francia para estudiar a su homónima, y en junio de 1920 le propuso a Franco que fuese su segundo jefe. Franco no dudó en aceptar, volvía a África como eran sus deseos y lo hacía en un cuerpo al que podría exigir a su tropa más incluso que a los Regulares indígenas.

La Legión (de nombre oficial: Tercio de Extranjeros) se fundó el 31 de agosto de 1920. El 27 de septiembre Franco es nombrado jefe de su primera bandera (la constituían tres banderas o batallones) y el 10 de octubre llegan los primeros legionarios (200) a Ceuta. Esa misma noche, los legionarios aterrorizaron a la ciudad. Murieron asesinados una prostituta y un cabo de guardia, y la refriega posterior produjo dos muertos más.

La Legión se distinguió por su férrea disciplina, la brutalidad de los castigos que se imponían a la tropa y, en el campo de batalla, por constituirse en fuerza de choque. A cambio, como válvula de escape, se les disculpó abusos cometidos contra la población civil. También se distinguió por la brutalidad ejercida contra el enemigo vencido. Se practicó el ensañamiento, la decapitación de prisioneros y la exhibición de sus cabezas cortadas como trofeos.

En 1921, el desastre de Annual, que supuso la muerte de más de 8.000 españoles, con las tropas huyendo en desbandada y los Regulares indígenas pasando a las filas de Abd el-Krim, supuso para la recién creada Legión su prestigio en la península al ser la primera fuerza en llegar a Melilla, consolidar la plaza y aún recuperar algunas posiciones. Las noticias de la brutalidad ejercida por la Legión en sus acciones llegaron a la península y tal brutalidad fue acogida con entusiasmo por gran parte de la población que la consideraron el justo castigo a los rifeños; en contraposición, se demandan responsabilidades a los oficiales que con su ineptitud fueron la causa del desastre.

Franco, que comandaba la bandera que por sorteo fue la encargada de socorrer a Melilla, vuelve a estar en el centro de un acontecimiento de gran resonancia, y por contraste («El desastre de Annual reforzó el pacifismo de izquierda y mermó la reputación del ejército y el rey» ), aumenta su prestigio, convirtiéndose en un héroe ante la opinión pública. Franco continuará hasta enero de 1922 en tareas de recuperación y consolidación de una parte de las posiciones perdidas. Es nuevamente condecorado y propuesto para el ascenso a teniente coronel por Sanjurjo, ascenso que le fue denegado al estar pendiente la investigación por los sucesos de Annual. El rey lo nombró «gentilhombre». En los permisos que solicita y aprovecha para viajar a Oviedo y visitar a la que será su mujer, es recibido como un héroe, siendo invitado a banquetes y celebraciones de la aristocracia local.

En 1922 se publicó un libro firmado por Franco (aunque tras la firma pudo estar el periodista Juan Ferragut) Diario de una Bandera, único libro completo con su firma. Narra acontecimientos vividos es esa época en África.

Millan Astray, tras unas declaraciones que respondían airadamente a la indignación de la sociedad española y la creación de una comisión de investigación para depurar las responsabilidades de los mandos africanos (comisión Picasso), fue destituido como comandante de la Legión, accediendo a su mando el teniente coronel Valenzuela, hasta entonces al mando de una de sus banderas. Muerto este en combate, Franco es ascendido a teniente coronel, sucediéndole en el mando de la Legión.

El 13 de octubre de 1923 regresa de permiso a la península para contraer matrimonio. Deteniéndose antes en Madrid para visitar al rey Alfonso XIII, este accede a ser su padrino y el 22 de octubre, la pareja Francisco Franco y Carmen Polo entran en la iglesia de San Juan de Oviedo bajo palio acompañados del gobernador militar en representación del rey.

En los años siguientes, al mando de la Legión, Franco aún protagonizó diversos éxitos militares, entre ellos el desembarco de Alhucemas, aumentando su prestigio y proporcionándole sucesivamente los ascensos a coronel y general de brigada.

El 13 de febrero de 1926, cuando Franco es ascendido a General de brigada cuenta 33 años. Pero no solo Francisco, su hermano menor Ramón es también un héroe, en su caso de la aviación. Los franco ocupan la prensa de la época: Francisco como el general más joven de Europa y Ramón como el primer piloto español que cruza el Atlántico (en el hidroavión Plus Ultra en compañía de, el más tarde cofundador de La Falange, Julio Ruiz de Alda). Ferrol, la ciudad natal de los hermanos, los festejó celebrando sus hazañas.

Franco regresa a la península, se crea la Academia Militar de Zaragoza y se le encarga su dirección, lo que supuso un éxito personal y de los africanistas. El 14 de septiembre de 1926 nace su única hija María del Carmen.

Franco en su periodo en África entró a formar parte del grupo africanista del ejército español, grupo que jugaría un papel fundamental en las conspiraciones contra la II República española. Los africanistas se constituyeron en un grupo muy cohesionado, se mantuvieron siempre en contacto y se apoyaron mutuamente frente a los oficiales peninsulares, conspiraron contra la república desde sus inicios y, posteriormente, comandaron la sublevación del 18 de julio de 1936 que condujo a la guerra civil. Sanjurjo, Mola, Orgaz, Goded, Yagüe, Varela,… y el propio Franco fueron destacados africanistas y los principales promotores del golpe de Estado. Franco en aquella época ya era consciente de su posición privilegiada:

Desde que se me hizo general a los 33 años, se me colocó en vías de grandes responsabilidades para el futuro

Notas autobiográficas.

Durante la Segunda República Española

He recibido muy bien al general [Franco]. Le digo que me dio un disgusto con su proclama y que no la pensó bien. Pretende sincerarse, un poco hipócritamente. [...] Hace protestas de lealtad, y aunque lo han buscado, ha dicho que respeta al régimen como respetó a la monarquía.

Manuel Azaña, memorias (21 de agosto de 1931)

Tras la promulgación de la II República, Franco estuvo tentado de intervenir en Madrid con los cadetes en defensa de Alfonso XIII, pero comunicándole su intención al general Millán Astray, éste le hizo partícipe de una confidencia del general Sanjurjo, según la cual, no se contaba con los apoyos suficientes; principalmente, no se contaba con la Guardia Civil. Esto le hizo desistir. Al día siguiente, el día 15 de abril, Franco dictaba una orden a los cadetes: "Si en todos los momentos han reinado en este centro la disciplina y el exacto cumplimiento en el servicio, son aún más necesarios hoy, en que el Ejército necesita, sereno y unido, sacrificar todo pensamiento e ideología al bien de la nación y a la tranquilidad de la Patria". Franco desde esos primeros momentos se mostró reticente a la República; y en julio, pasados tres meses, cuando Manuel Azaña (entonces Ministro de Defensa), dentro de sus acciones que conducían a reducir los gastos del Ejército, cierra la Academia Militar de Zaragoza, en su discurso de clausura se posicionó abiertamente contra ella. Azaña incluyó una nota desfavorable en su hoja de servicios; y cerrada la academia, Franco se encontró en situación de disponible forzoso durante los siguientes ocho meses, hasta que en febrero de 1932 se le destinó a La Coruña como jefe de aquella brigada de Infantería.

En julio de 1932, cuatro semanas antes de la Sanjurjada, Sanjurjo se entrevistó en secreto con Franco para pedirle su apoyo en el pronunciamiento. Franco no se lo dio, pero fue tan ambiguo, que Sanjurjo pudo llegar a pensar que dado el golpe, podría contar con él. La entrevista fue en Madrid, de regreso a La Coruña, Franco pidió un permiso para ausentarse de su puesto durante unos días y acompañar a su esposa y a su hija en un viaje por las Rías Bajas coincidiendo con las fechas previstas para el pronunciamiento. El permiso le fue denegado al tener que ausentarse el general de División de la plaza. En el momento del pronunciamiento, Franco se encontraba en La Coruña asumiendo, en funciones, el mando de la plaza no uniéndose a los sublevados. Fracasado del golpe, Sanjurjo fue enviado a consejo militar y solicitando a Franco que lo defendiera, éste se negó.

En febrero de 1933, tras quejarse Franco de haber perdido puestos en el escalafón, Azaña lo destinó a las islas Baleares. Este destino significaba un ascenso, era un destino que normalmente habría correspondido a un general de División y bien podría formar parte de los esfuerzos de Azaña por atraer a Franco a la órbita republicana, recompensándole por su pasividad durante la Sanjurjada:

He recibido en el ministerio al general Vera, que manda la 8ª división. Me dice que el general Franco está muy enojado por la revisión de ascensos. De hacer el número uno de los generales de brigada, ha pasado a ser el veinticuatro. Es lo menos que ha podido ocurrirle. Yo creí durante algún tiempo que aún descendería más. Se propone elevar una instancia suplicando que se revise su caso. Voy a enviarlo a mandar Baleares, donde estará más alejado de tentaciones.

Diario de Manuel Azaña, 8 de febrero de 1933.

El 19 de noviembre y 3 de diciembre de 1933 se celebraron elecciones generales que dieron la victoria a la formación de derechas CEDA de Gil-Robles. El nuevo Gobierno, a finales de marzo de 1934, ascendió a Franco a general de División, alcanzando así el techo de su carrera militar, ya que la República había suprimido el empleo de teniente general.

Revolución de Asturias

El triunfo de la derecha en las elecciones de 1933 propició que la coalición Radicales-CEDA emprendiera la anulación de las reformas que tímidamente se habían iniciado. Paralelamente, en la formación socialista los moderados fueron desplazados por los miembros más radicales. Besteiro se vio marginado y Largo Caballero e Indalecio Prieto adquirieron todo el protagonismo. Los historiadores han denominado a este periodo hasta finales de 1935 "el bienio negro", para señalar que fueron años reaccionarios y marcados por el fascismo. El agravamiento de la crisis económica, el retroceso de las reformas y las radicales proclamas de los líderes de la izquierda crearon un ambiente de sublevación popular. En las zonas donde los anarquistas eran mayoría se sucedieron las huelgas y los enfrentamientos de trabajadores con las fuerzas de Orden Público. En Zaragoza, un conato de insurrección, en el que se levantaron barricadas y se ocuparon edificios públicos, fue sofocado con la intervención del Ejército.

El 26 de septiembre de 1934 se anunció la formación de un nuevo gobierno presidido también por Lerroux al que se incorporaron tres miembros de la CEDA. La actitud revanchista del anterior gobierno Lerroux y la identificación de la CEDA con posiciones fascistas provocó la reacción de la izquierda. La UGT, los comunistas y los nacionalistas catalanes convocaron una insurrección que se materializó en diversas zonas del país como Cataluña, el País Vasco y, principalmente Asturias, donde se unió la CNT. Si en otros lugares fue sofocada con relativa facilidad, no ocurrió así en Asturias. Los mineros asaltaron la fábrica de armas de Trubia, ocuparon los edificios públicos (a excepción de la guarnición de Oviedo y la Comandancia de la Guardia Civil de Sama) y detuvieron la columna del general Milans del Bosch que acudió desde León. Se cometieron asesinatos, principalmente de sacerdotes y guardias civiles, se quemaron iglesias y se saquearon edificios oficiales.

Franco se había convertido en el general más valorado por los sectores de la derecha, el haber estado alejado del anterior gobierno de izquierdas, permitió que no se le identificase como afecto a la República, y, tras la formación del gobierno Lerroux, se vio privilegiado por su ministro del Ejército Diego Hidalgo (quien lo propuso para el ascenso de general de División). En septiembre se encontraba, invitado por Hidalgo, en las maniobras que se realizaron en la provincia de León. Cuando el 4 de octubre estalló la insurrección, Hidalgo requirió a Franco para que, como asesor y desde Madrid, coordinase las operaciones. Se hizo venir a la Legión y a los Regulares de África, una fuerza de 18.000 soldados que, al mando del coronel Yagüe, se integraron con otras unidades traídas de León, Galicia y Santander bajo el mando supremo del general López Ochoa. Las fuerzas traídas de África y dirigidas por Yagüe se distinguieron por su especial crueldad. La represión fue despiadada, y las tropas extranjeras, con el beneplácito de sus jefes, se dedicaron al pillaje, con una brutalidad que dejó atónitos a los mineros sublevados.

La insurrección y su posterior represión provocaron más de 1.500 muertes, abriendo una brecha entre la derecha y la izquierda que no lograría superarse. Los muertos de uno y otro lado alimentaron el odio y el rencor en ambos bandos.

El 15 de febrero de 1935 el Gobierno le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar y le nombró jefe de las tropas de Marruecos. Sólo tres meses después de tomar posesión de su cargo en África, tras otra crisis política que propicia una nueva remodelación del Gobierno, y entrando Gil-Robles como ministro de la Guerra, Franco regresa a la península nombrado jefe del Estado Mayor, cargo de máximo prestigio que desempeñará hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936.

Elecciones generales de 1936

A finales de 1935 la corrupción del gobierno Lerroux es destapada por el caso straperlo. El presidente Alcalá Zamora le exige la dimisión, cae el gobierno y deben convocarse nuevas elecciones. Con la caída del gobierno, ante la expectativa de unas elecciones en las que existe la posibilidad de que las gane la izquierda, arrecian los movimientos en contra de la República. La CEDA y sectores del Ejército conspiran para impedir la consulta mediante un golpe de Estado. Franco es requerido desde sectores militares y civiles para que participe en el complot; pero éste, sin rechazarlo, no se une al mismo, manteniendo una posición ambigua. Se conoce el encuentro que tuvo con Primo de Rivera, jefe de la Falange, días antes de las elecciones por las memorias de Serrano Súñer, amigo de ambos:

Fue una entrevista pesada y para mí incómoda. Franco estuvo evasivo, divagatorio y todavía cauteloso. Habló largamente; poco de la situación de España, de la suya y de la disposición del Ejército, y mucho de anécdotas y circunstancias del comandante y el teniente coronel tal,... [...] José Antonio quedó muy decepcionado y apenas cerrada la puerta del piso tras la salida de Franco (habíamos tomado la precaución de que entraran y salieran por separado) se deshizo en sarcasmos hasta el punto de dejarme a mí mismo molesto, pues al fin y al cabo era yo quien los había recibido en mi casa. "Mi padre –comentó José Antonio- con todos sus defectos, con su desorientación política era otra cosa. Tenía humanidad, decisión y nobleza. Pero estas gentes..."

Memorias, Serrano Súñer.

En enero de 1936, los rumores de la preparación de un golpe militar y su supuesta participación en el mismo se extendieron hasta llegar a conocimiento del presidente del Consejo Provisional Manuel Portela. Portela envió al director general de Seguridad Vicente Santiago al ministerio de la Guerra para que se entrevistase con Franco; éste, todavía jefe del Estado Mayor, se mostró nuevamente esquivo, manifestándole que no conspiraría hasta que no existiese un "peligro comunista en España".

Las elecciones del 16 de febrero de 1936 fueron ganadas por el Frente Popular. Tanto Franco como Gil-Robles, de manera coordinada, trabajaron incansablemente para revocar la decisión de las urnas. El 17 de febrero a las tres y cuarto de la madrugada, nada más conocerse los resultados, Gil-Robles se dirigió al ministerio de la Gobernación y, entrevistándose con Portela, intentó convencerle para que suspendiera las garantías constitucionales y decretara la ley marcial. Paralelamente Franco, esa noche, telefoneó al director de la Guardia Civil el general Pozas quien se mostró contrario a la iniciativa. Posteriormente presionó al ministro de la Guerra, el general Nicolás Molero, para que impusiera la ley marcial y obligara a Pozas a sacar a la Guardia Civil a la calle.

A la mañana siguiente se reunió el Gobierno para debatir sobre la implantación de la ley marcial. Resultado de la reunión fue la declaración del estado de alarma durante ocho días y otorgar a Portela la potestad de declarar la ley marcial en el momento que lo estimase oportuno. Franco, aprovechando el conocimiento que tuvo de la potestad otorgada, como jefe del Estado Mayor, envió órdenes a las diferentes regiones militares. Zaragoza, Valencia, Alicante y Oviedo decretaron el Estado de Guerra, otras capitanías se mostraron indecisas; pero, principalmente, al no sumarse la Guardia Civil a la intentona, ésta se vio frustrada. Ante el fracaso, cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo a Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder.

Tras las elecciones, y superados estos incidentes, Azaña fue nombrado presidente del Gobierno. Historiadores coinciden en que Azaña no advirtió la magnitud de la conspiración minusvalorándola. Conocía la existencia del complot aunque no conociera los detalles ni exactamente sus participantes, también sabía el ambiente conspirador presente en la derecha y en sectores del Ejército; y entre las escasas medidas que tomó, una fue la de alejar de los centros del poder a aquellos generales que consideraba más proclives al pronunciamiento. El general Goded fue destinado a las islas Baleares y Franco, perdiendo la jefatura del Estado Mayor, fue enviado como comandante general a las islas Canarias. Franco lo consideró como un destierro.

Como hubo que repetir las elecciones en dos circunscripciones, Cuenca y Granada, la CEDA ofreció a Franco un puesto en las listas de Cuenca que le garantizaba salir elegido. Franco ya estuvo tentado de presentarse a diputado en las elecciones del 1933. Sea que le atrajera la actividad política o que quisiera adquirir la inmunidad parlamentaria, Franco aceptó; pero presentándose en esa misma lista José Antonio Primo de Rivera, éste no admitió compartir lista con Franco y lo vetó. Serrano Súñer viajó a Canarias, se supone que con la misión de convencerle para que se retirase; el resultado del viaje fue que Franco renunció a presentarse.

Conspiración

Desde sus comienzos, la República estuvo amenazada por tramas de conspiración. Franco fue requerido para participar en estas conspiraciones mostrándose siempre indeciso y ambiguo. El verano de 1933, el general Sanjurjo, desde la cárcel diría: "Franquito es un cuquito que va a lo suyito". En 1936 no habría cambiado de opinión: "Franco no hará nunca nada porque es un cuco". Las memorias de Serrano Súñer revelan la exasperación que produjo en José Antonio Primo de Rivera su indeterminación. Y en junio de 1936 sus compañeros, los generales implicados en la conspiración, se referían a él como "Miss Islas Canarias 1936" para significar sus vacilaciones e indecisión:

La imprecisión, vacilaciones y coqueteos políticos de Franco llegaron a enfurecer de tal manera a Mola y al grupo de conspiradores de Pamplona que éstos acabaron llamándole en privado con el mote de "miss Islas Canarias 1936".

José Mª Iribarren, conversación con Stanley G. Payne en Pamplona el 25/11/1958.

Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 estas tramas conspiratorias convergen y adquieren fuerza. Fracasados los esfuerzos para proclamar la ley marcial que anulase las elecciones, los conspiradores continuaron reuniéndose. El 8 de marzo, un día antes de que partiera con destino a las Islas Canarias (más concretamente a la isla de Tenerife), Franco asistió a una reunión con otros generales en el domicilio del corredor de bolsa José Delgado, amigo de Gil-Robles. Entre otros, se reunieron Mola, Fanjul, Varela y Orgaz, así como el coronel Valentín Galarza, jefe de la UME (Unión Militar Española). Los reunidos decidieron que el golpe lo comandara Sanjurjo, Franco se limitó a sugerir astutamente que cualquier pronunciamiento debería carecer de etiqueta determinada alguna. No contrajo compromisos firmes. De una u otra forma, se había visto involucrado en la conspiración contra el Frente Popular desde un comienzo, y, sin embargo, se mostraba muy reticente a comprometerse en cualquier propuesta específica de revuelta armada.

Con Franco en Canarias, la sublevación sigue su curso. Mola, designado por Sanjurjo, se encargó de coordinar los preparativos. En abril dio su primera instrucción en la que incluía los métodos que debería seguirse en el momento del golpe: Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos, para estrangular los movimientos de rebeldía o huelga. Los dos próximos meses, Mola los dedicará a preparar el golpe de Estado.

Franco, informado puntualmente de la conspiración, en todo momento se mostró reticente. Según Paul Preston, La idea de no poder dar marcha atrás ni cambiar de opinión debía ser para él poco menos que una de las torturas del infierno. Ante el entusiasmo del general Orgaz, Franco le comentaría: Estás realmente equivocado, va a ser enormemente difícil y muy sangriento. No contamos con todo el ejército, la intervención de la Guardia Civil se considera dudosa y muchos oficiales se pondrán del lado de la autoridad constitucional, algunos porque es más cómodo; otros, a causa de sus convicciones. No se debe olvidar de que el soldado que se rebela contra la autoridad constitucional nunca puede echarse atrás ni rendirse, porque será fusilado sin pensárselo dos veces.

Mola, en un segundo comunicado, el 25 de mayo, concretaba las estrategias para el levantamiento en las diferentes regiones militares. En ese momento, Franco todavía se muestra indeciso. El 30 de mayo un emisario de los conspiradores llegó a Canarias para asegurar su participación y que abandonase "tanta prudencia". El coronel Yagüe le dijo a Serrano Súñer que le desesperaba la mezquina cautela de Franco y su negativa a correr riesgos. Mola también se sintió molesto, consideraba que la participación de Franco, con su prestigio entre la derecha española y en el Ejército, era imprescindible para el éxito del pronunciamiento.

La situación social se agravó en estos meses. El paro se disparó y las dificultades para hacer avanzar las reformas frustraban las expectativas que suscitó el triunfo del Frente Popular. Los enfrentamientos en la calle se multiplicaron. La Falange practica su táctica de acoso e intenta crear un clima de terror. La Falange y los anarquistas practican la "acción directa". Una locura asesina a la que el tiempo otorgará la dimensión de suicida se apodera de los anarquistas y los campesinos pobres. El odio y el temor al adversario se hizo presente lo mismo en la izquierda como en la derecha. La inacción del Gobierno ante la violencia y el catastrofismo de la prensa y los líderes derechistas alimentaron el pánico de las clases media y alta a la amenaza comunista. Y la oligarquía financiera y los terratenientes se retiraban, algunos a Biarritz o París, permaneciendo a la expectativa o sumándose con su financiación a la conspiración.

Los rumores de la conspiración debieron llegar al Gobierno, pero éste, como en el caso de la violencia, no actuó con la suficiente firmeza. El entonces ministro de la Guerra y presidente del Gobierno, Casares Quiroga, quiso decapitar la conspiración de Marruecos desplazando al coronel Yagüe, pero titubeó ante la cerrazón de éste y lo mantuvo en su puesto. También, un intento de descubrir la conspiración se frustró. El general Mola fue señalado como posible conspirador. El 3 de junio envió a Pamplona decenas de camiones cargados de policías para efectuar un minucioso registro (con la excusa de investigar el tráfico de armas a través de la frontera francesa), pero Mola fue advertido por el coronel Galarza con tiempo suficiente para ocultar cualquier huella de la conspiración.

El 23 de junio Franco envió una carta al presidente del Gobierno Casares Quiroga advirtiéndole del descontento existente en el seno de ejército y brindándose para corregir esa situación. La carta era una obra maestra de ambigüedad. Se insinuaba claramente que si Casares concedía el mando a Franco, podría desbaratar las conspiraciones. En esa etapa, Franco, ciertamente habría preferido lo que él consideraba restaurar el orden, con la sanción legal del gobierno, en vez de arriesgarlo todo en un golpe. Muchas veces se ha sugerido la pregunta sobre cuáles eran las intenciones de Franco. Algunos han querido ver en esta carta una última muestra de lealtad hacia el gobierno legítimo. Otros la han interpretado como una maniobra destinada a cubrirse las espaldas en caso de fracaso. En la carta se instaba al gobierno para que se dejase aconsejar por los generales que, "exentos de pasiones políticas", se preocupaban por las inquietudes y preocupaciones de sus subordinados ante los graves problemas de la Patria. Casares Quiroga no respondería a la carta.

A finales de junio los preparativos del pronunciamiento estaban prácticamente ultimados, únicamente faltaba cerrar el acuerdo con los carlistas y asegurar la participación de Franco. Yagüe y Francisco Herrera (amigo personal de Gil-Robles) recibieron el encargo de convencerle para que se sumarse, y a finales de junio Franco debió llegar a algún compromiso, porque el 1 de julio Herrera llegó a Pamplona para que Mola diese el visto bueno al plan según el cual se alquilaría un avión para que trasladase a Franco desde Canarias a Marruecos.

El 3 de julio Mola dio el visto bueno al plan. El día 4 el financiero Juan March, instalado en Biarritz, entregó un cheque en blanco al marqués de Luca de Tena, propietario del diario ABC, para financiar la operación. El avión se alquiló en Londres, un Dragon Rapide que el día 12 ya se encontraba en Casablanca en espera de concretarse el día del pronunciamiento. Ese mismo día Franco envió un comunicado cifrado a Mola en el que planteó su retirada alegando "geografía poco extensa", lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando Mola leyó el mensaje, montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante.

El día 13, en Madrid, fue asesinado Calvo Sotelo por miembros de la Guardia de Asalto como represalia por el asesinato de su mando el teniente José del Castillo. La noticia de estos asesinatos provocó la indignación general, sectores de la derecha se mostraron especialmente activos y convocaron a la sublevación militar como único medio de restaurar el orden. Numerosos indecisos se sumaron a la conspiración, los rumores de un inminente golpe de Estado se extendieron y, por la tarde, Indalecio Prieto visitó a Casares en nombre de los socialistas y los comunistas para pedirle que distribuyera armas entre los trabajadores ante la amenaza de pronunciamiento, algo a lo que éste se negó. El día 14 Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración. Es evidente que el general Franco no se distinguió por su rebeldía o resolución el 18 de julio de 1936, circunstancia que sus hagiógrafos se han encargado de silenciar debidamente.

A pocas semanas del golpe de Estado, en el momento en que el general Francisco Franco Bahamonde está a punto de convertirse en Franco a secas, hubiese sido decisivo saber si actuaba movido por un sentido del deber o por estrategia. Pero ese general corriente posee un rasgo excepcional: a partir de 1936, hasta su muerte, es y desea ser impenetrable. Nunca, ni en conversaciones privadas ni en entrevistas públicas, revelará cuáles habían sido sus intenciones últimas aquel verano de 1936, y sólo ofrecerá sistemáticamente algunos datos contradictorios.

Golpe de Estado

Con el Dragon Rapide ya en Gando, Gran Canaria, Franco deberá trasladarse allí desde su residencia de Tenerife sin levantar sospechas. A dos días de la fecha del levantamiento, el 16 de julio, el comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, muere de un disparo en el estómago. Su muerte permite que Franco se traslade a Gran Canaria sin levantar sospechas con la excusa de asistir a su entierro. También permite que el general Orgaz, que siempre estuvo implicado en la conspiración, sea el encargado de llevar a cabo el levantamiento en las islas Canarias. Franco, cuando el día 18 parte para Marruecos, le deja órdenes rigurosas que cumpliría ejerciendo una durísima represión en las islas.

El 17 por la mañana Franco ya está en Las Palmas de Gran Canaria con su mujer y su hija, donde asisten al entierro del general Balmes. Esa misma tarde se produjo el levantamiento en África. Rumores de que los conspiradores iban a ser detenidos hizo que se adelanten un día a la fecha fijada. Franco fue despertado a las 4 de la madrugada del 18 de julio para comunicarle que se habían sublevado con éxito las guarniciones de Ceuta, Melilla y Tetuán. Aquella mañana, Franco embarcó a su mujer y a su hija con destino a Francia, y él, a las dos de la tarde subió al Dragon Rapide que le llevaría a Marruecos. Antes, desde la comandancia de Las Palmas envió el siguiente telegrama a las otras comandancias:

GLORIA AL EJÉRCITO DE ÁFRICA. ESPAÑA POR ENCIMA DE TODO. RECIBE EL ENTUSIASTA SALUDO DE ESTAS GUARNICIONES QUE SE UNEN A TI Y A OTROS CAMARADAS DE LA PENÍNSULA EN ESTOS MOMENTOS HISTÓRICOS. FE CIEGA EN NUESTRO TRIUNFO. VIVA ESPAÑA CON HONOR. GENERAL FRANCO.

Después de hacer escala en Agadir y Casablanca, a las 5.00 de la madrugada del día 19, partió para territorio español y, una vez Tetuán, el avión sobrevoló varias veces su aeródromo hasta que Franco reconoció a uno de los oficiales sublevados, entonces comentó: "Podemos aterrizar, he visto al rubito". Eran las 7.30 de la mañana, una vez en tierra, Franco fue recibido con entusiasmo por los sublevados. Recorrió las calles de Tetuán repletas de gente que gritan ¡Viva España! ¡Viva Franco! hasta llegar al Alto Comisionado Español donde redactó un discurso que se emitiría por las radios locales en el que daba por hecho el triunfo del golpe de Estado: "España se ha salvado"; y termina diciendo: "Fe ciega, no dudar nunca, firme energía sin vacilaciones, porque la Patria lo exige. El movimiento es arrollador y ya no hay fuerza humana para contenerlo". La noticia de que Franco asumía la dirección de la insurrección en África supuso que, en la península, oficiales indecisos se sumasen al pronunciamiento.

De los veintiún generales de División se sublevaron sólo cuatro: Franco, Goded, Queipo de Llano, y Cabanellas. En 44 de las 51 guarniciones del Ejército español se produjo algún tipo de rebelión, llevada a cabo, principalmente, por oficiales adscritos a la UME (Unión Militar Española). El Golpe de Estado triunfó de forma casi inmediata en África y en el Norte y Noroeste de la península. Franco se encontró con un ejército sublevado ya triunfante y Mola, con el apoyo de los carlistas, no encontró resistencia en Navarra. Burgos, Salamanca, Zamora, Segovia y Ávila también se sublevaron sin encontrar oposición. Valladolid cayó tras ser arrestado el jefe de la VII región militar, el general Nicolás Molero, por generales rebeldes, y tras aplastar la resistencia de los ferroviarios socialistas. Y en Andalucía: Cádiz cayó al día siguiente del levantamiento con la llegada de fuerzas procedentes de África; y Sevilla, Córdoba, Granada y Huelva se sumarían al bando sublevado una vez aplastada, de modo sangriento, la resistencia obrera.

La clave del éxito o fracaso de la sublevación en las diferentes zonas estuvo marcada por la posición de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Allí donde estos cuerpos permanecieron al lado de la República la sublevación fracasó y, por el contrario, donde se sumaron a los rebeldes, ésta triunfó.

En las grandes ciudades y principales centros industriales fracasó la sublevación. En Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao los obreros se adelantaron al titubeante gobierno, se apoderaron de las armas y repelieron a los sublevados. Los milicianos de Madrid, una vez sofocada la sublevación en la capital, se dirigieron a Toledo para frustrarla allí. El golpe de Estado había parcialmente fracasado y se inició lo que sería la Guerra Civil Española.

Guerra Civil

Tras el golpe de Estado, la geografía española quedó dividida en dos zonas: la que permaneció fiel a la República y la que cayó en manos de los sublevados. Los aproximadamente 130.000 soldados del ejército con plaza en la península y la Guardia Civil, una fuerza de unos 30.000 hombres, se dividieron casi en partes iguales entre sublevados y fieles a la República. Esta igualdad estaba desequilibrada a favor de los sublevados por el ejército de África, perfectamente pertrechado y único del ejército español curtido en el campo de batalla.

Los generales sublevados, a pesar de que el golpe fracasó en parte, se mostraron optimistas. Generales como Orgaz se habían aventuraron en la creencia de que el golpe triunfaría en cuestión de horas, a lo sumo días. Mola, con el fracaso en Madrid, pensó que la victoria se retrasaría varias semanas, el tiempo que le llevase concluir con éxito una operación de tenaza con las fuerzas del Norte y las tropas de África avanzando sobre la Capital. Franco fue uno de los generales que más se acercó a la realidad, aun así fue en exceso optimista conjeturando que su consolidación no llegaría hasta el mes de septiembre: "En septiembre volveremos a las Canarias, felices y contentos, después de obtener un rápido triunfo sobre el comunismo" La realidad fue que al golpe originó una guerra encarnizada que se prolongaría casi tres años.

El Gobierno, con su indecisión ante la sublevación, se vio superado por las fuerzas populares que inmediatamente se enfrentaron a los sublevados. Esta decidida reacción, sorprendiendo a los sublevados, hizo fracasar el golpe en zonas donde éstos contaban con su éxito. Este fue el caso de Barcelona donde fracasó el general Goded, uno de los puntales de la conspiración. El paradójico efecto de la sublevación fue que en las zonas donde fracasó, se inició una revolución social, justo lo que se supone querían evitar los rebeldes al sublevarse.

Manuel Azaña, presidente de la República, cesó a Casares Quiroga y encargó la formación de un nuevo gobierno a Martínez Barrio que intentó formar un gobierno de concentración excluyendo a la CEDA por la derecha y a los comunistas por la izquierda. Barrio creyó que todavía era posible evitar la Guerra Civil y el 19 de julio se puso al habla con el general Mola, éste descartó toda posibilidad de reconciliación: "Ni pactos de Zanjón, ni abrazos de Vergara, ni pensar otra cosa que no sea una victoria aplastante y definitiva". Barrio, el 1 de agosto diría:

Simplemente se trata de sustituir la voluntad general del pueblo entero por la de una clase deseosa de perpetuar sus privilegios. Ni amor a España, ni inquietud por el cuerpo de la Patria, ni temores de desmembramiento, no zozobra por el desarrollo de su economía. Nada de lo que se ha dicho y propagado es el verdadero origen de la revuelta. Se disfrazan con frases sonoras para encubrir la turbia e inconfundible realidad.

El diario ABC de Sevilla, ese mismo agosto, recogía una proclama de Franco: "Este es un movimiento nacional, español y republicano que salvará a España del caos en que se pretendía hundirla. No es el movimiento de defensa de determinadas personas; por el contrario, mira especialmente por el bienestar de las clases obreras y humildes". Los sublevados pronto se auto denominaron "nacionales" y al levantamiento y posterior Guerra Civil los calificarían de "Cruzada": "Está probado hasta la saciedad que nuestra Cruzada fue una lucha clara como la luz entre el cristianismo y el espíritu del mal".

El inicio de la Guerra civil desató los odios incubados durante largo tiempo. En el territorio controlado por la República los revolucionarios se dedicaron al asesinato de todos aquellos que identificaba como enemigos. Los curas y frailes fueron especialmente perseguidos y en las grandes ciudades se generalizaron los paseos. En la zona nacional, al odio se unió la estrategia. Yagüe tras tomar Badajoz, después de desatar una feroz represión que acabó con la vida de miles de personas, comentaría a un periodista: "Naturalmente que los hemos matado, qué suponía usted iba a llevar a 4.000 prisioneros rojos en mi columna, teniendo que avanzar contra reloj o iba a dejarlos en retaguardia para que Badajoz fuese roja otra vez". Desde el primer día se pudo percibir el odio en las proclamas de los sublevados. Queipo de Llano el 18 de julio, el mismo día del levantamiento, diría a través de Radio Sevilla: "Los moros cortarán la cabeza a los comunistas y violarán a sus mujeres. Los canallas que aún pretendan resistir serán abatidos como perros”.

Inmediatamente iniciada la sublevación comenzaron los juicios sumarísimos y los fusilamientos. El General Mola ya había mandado instrucciones días antes de la sublevación: "Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que aquel que no esté con nosotros está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el movimiento triunfante será inexorable". Los generales Batet en Burgos, Campins en Granada, Romerales en Ceuta, Salcedo, Caridad Pita y el Contralmirante Azarola en Ferrol, Nuñez de Pardo en Zaragoza, así como otros, son fusilados por no sumarse a la sublevación. Y en la zona republicana los generales Goded y Fernández Burriel en Barcelona, Fanjul en Madrid, García Aldave en Alicante, González de Lara en Salamanca, Milans del Bosch en Menorca, Patxot en Málaga, también junto a otros, fueron fusilados por sublevarse contra el Estado. Cuando llegó Franco a Tetuán, su primo hermano Ricardo de la Puente Bahamonde, comandante del aeródromo, estaba en espera de que se tomase la decisión de fusilarlo por haber permanecido al lado de la República. Franco, fingiendo estar enfermo, cedió el mando para que otro firmase la orden de ejecución. Mola diría: "Esta es una guerra sin consideraciones. Yo veo en las filas contrarias a mi padre y lo mato".

La Guerra civil fue calificada desde el bando sublevado como una “gran cruzada”, un enfrentamiento entre “la verdadera España” contra la “anti-España”, entre “las fuerzas de la luz” y las “fuerzas de las tinieblas”.

Primeros meses de guerra

Inmediatamente llegó a Tetuán, Franco, entre las primeras medidas que tomó, una fue la de procurar la ayuda internacional. Envió a Bolín en el Dragon Rapide a Lisboa para informar a Sanjurjo y posteriormente viajar a Italia para garantizar su apoyo y negociar la compra de aviones. También envió emisarios con la misma misión a la Alemania de Hitler. Otras medidas fueron: subir el sueldo a la legión para garantizar su fidelidad, la recluta de mercenarios marroquíes y condecorar al visir Sidi Ahmed el Gamnia con la más prestigiosa medalla al valor militar, la Laureada de San Fernando, para procurarse el beneplácito de Marruecos.

El 20 de julio tiene lugar un acontecimiento crucial en la carrera de Franco hacia la jefatura del Estado. En Estoril se estrella, al intentar despegar, el avión que, conducido por el falangista Ansaldo, trasladaba a Sanjurjo a Pamplona. Sanjurjo, el encargado de capitanear el golpe de Estado, muere carbonizado.

Entre tanto, Franco se encuentra con dificultades para el traslado de las tropas a la península. Antes de su llegada a Tetuán, por mar, se había logrado transportar a varios cientos de hombres a Cádiz (tropas que fueron decisivas para la toma de la ciudad) y Algeciras; pero pronto, las tripulaciones se amotinaron y el transporte de tropas se limitó al que permitían pequeñas Falucas marroquíes. Casualmente, el general Kindelán, fundador de la aviación española y participante en la sublevación, se encontraba en Cádiz y propuso a Franco el traslado de tropas por aire. Kindelán organizó un puente aéreo que seguió siendo insuficiente para transportar los más de 30.000 hombres de las tropas africanas.

El 22 de julio, el Marqués de Luca de Tena y el propio Bolín, se entrevistaron con Benito Mussolini en Roma. Pocos días después, el 27 de julio de 1936, llegó a España el primer escuadrón de aviones italianos. La ayuda alemana tampoco tardaría en llegar. El 25 de julio el Führer recibe al grupo enviado por Franco. Las primeras reticencias, al conocer la falta de fondos, se salvaron apelando a la lucha contra el peligro comunista. Al terminar la entrevista, Hitler, bajo el nombre de operación "Fuego Mágico" decidió duplicar la ayuda enviando 20 aviones en lugar de los 10 solicitados. La ayuda se llevó en secreto a través de dos empresas privadas que se crearon para tal fin. Las ayudas de Alemania, como las de Italia, se canalizarían a través de Franco.

Los aviones italianos y alemanes se sumaron al transporte de tropas. No obstante, su capacidad siguió siendo insuficiente. Franco esperó la oportunidad para poder transportar las tropas por mar, tomando la decisión de hacerlo el 5 de agosto cuando se consiguió suficiente cobertura aérea. Ese día, anulando la fuerza aérea italiana la resistencia de la marina republicana, se lograron transportar 8.000 soldados en el denominado Convoy de la victoria. Al día siguiente a la cobertura aérea italiana se sumó Alemania enviando 6 cazas Heinkel He-51 y 95 pilotos y mecánicos voluntarios de la Luftwaffe. Desde ese día los rebeldes recibieron con regularidad armamento y municiones de Hitler y Mussolini. Los barcos de transporte rebeldes cruzaron el estrecho con regularidad y se intensificó el transporte aéreo. En los tres meses siguientes 868 vuelos transportaron a cerca de 14.000 hombres, 44 piezas de artillería y 500 toneladas de pertrechos, constituyendo una estrategia militar innovadora que contribuyó a aumentar el prestigio de Franco.

El paso del estrecho de las tropas africanas causó el desánimo en la zona republicana donde todavía mantenían el recuerdo de la brutal actuación de estas tropas en octubre de 1934 al sofocar la revolución de Asturias. Este traslado de tropas supuso un difícil reto que Franco solventó brillantemente, posibilitando la consolidación de las posiciones rebeldes en el Sur. A principios de agosto, la situación en el oeste de Andalucía es suficientemente estable y permite organizar una columna de unos 15.000 hombres bajo el mando del entonces teniente coronel Juan Yagüe que el 2 de agosto marcha a través de Extremadura hacia Madrid. En los dos primeros días logra avanzar 80 kilómetros. El terror que rodeaba el avance de los moros y los legionarios fue una de las mejores armas de los nacionales en su camino hacia Madrid.

Con la superioridad aérea local que les proporcionaba la aviación italiana y alemana, tomaron con facilidad pueblos y ciudades en su camino desde Sevilla a Badajoz (El Real de la Jaca, Monasterio, Lerena, Zafra, Los Santos de Maimona, Almendralejo,...). Se practicó un sistemático exterminio de los milicianos de izquierdas y de todo aquel sospechoso de simpatizar con el Frente Popular. En Almendralejo se fusiló a mil prisioneros, incluidas cien mujeres. En apenas una semana avanzaron 200 kilómetros.

El 7 de agosto Franco vuela a Sevilla e instala su cuartel general en el lujoso palacio de la marquesa de Yundari.

El 11 de agosto es tomada Mérida y el 15 de agosto, Badajoz (tras la toma de esta ciudad se produjo lo que se conoce como la masacre de Badajoz en la que las tropas moras asesinaron a varios miles de personas) lográndose unir las tropas rebeldes de las dos zonas controladas, Norte y Sur. Las dificultades que Yagüe encontró para tomar Badajoz hicieron que Italia y Alemania se decidan a incrementar su ayuda a Franco. Mussolini envió un ejército de voluntarios, la Corpo Truppe Volontarie (CTV), de unos 12.000 italianos plenamente motorizado, y Hitler, un escuadrón de profesionales de la Luftwaffe (2JG/88) con alrededor de 24 aviones.

El 26 de agosto Franco traslada su cuartel general al palacio de Los Golfines en Cáceres.

El 3 de septiembre las tropas de Franco toman Talavera. La publicidad de la ferocidad desplegada por las tropas moras en Badajoz provocó que parte de las milicias republicanas y de la población, huyeran de la ciudad antes de presentar batalla. El 20 de septiembre, las columnas llegan a Maqueda, a unos 80 km de Madrid). La decisión de Franco de avanzar por Extremadura en lugar de hacerlo directamente por Córdoba, había sido cuestionada; pero después de avanzar a un ritmo vertiginoso más de 500 kilómetros en dos meses, conquistando las principales ciudades del suroeste, su prestigio nuevamente se vio reforzado.

Con las tropas en Maqueda, casi a las puertas de Madrid, Franco desvía fuerzas hacia Toledo para liberar el Alcázar. Esta controvertida decisión permitió a los republicanos reforzar las defensas de Madrid, pero personalmente le supuso un gran éxito propagandístico. El Alcázar era un foco de resistencia donde en los primeros días de la sublevación se habían refugiado un millar de guardias civiles y falangistas con sus mujeres e hijos. Estaban ofreciendo una resistencia desesperada. Las tropas de Franco los liberaron el 27 de septiembre, convirtiendo esta liberación en una leyenda y afianzando su posición dentro de los líderes rebeldes.

Ascenso al poder

Sanjurjo había sido elegido por unanimidad para capitanear la sublevación. Con su muerte, la sublevación quedó descabezada, y los fracasos de Goded en Barcelona y Fanjul en Madrid dejaron al general Mola sin competidores en la carrera por dirigir el levantamiento. El 23 de julio, Mola creó una Junta de Defensa Nacional integrada por siete miembros y encabezada por Miguel Cabanellas (el general más antiguo) en la que no figuraba Franco. Fue el 3 de agosto cuando Franco es incorporado a la Junta. Para entonces, las primeras unidades de África habían cruzado el estrecho y Franco disfrutaba de unas relaciones privilegiadas con Italia y Alemania. En conversación telefónica, el 11 de agosto, ambos generales valoraron que no era efectivo duplicar los esfuerzos para conseguir la ayuda internacional y Mola cedió a Franco la relación con los que ya eran sus aliados y con ello, el control de los suministros.

A las dificultades que encontró Mola en su avance hacia Madrid (Mola tuvo que distraer tropas para responder al ejército republicano en el norte y su avance se vio frenado en el puerto de Somosierra) se contrapuso el vertiginoso avance de Franco. Si en los primeros momentos del levantamiento Franco no disponía de posibilidades de liderarlo, ya en septiembre (no habían pasado dos meses) se había convertido en el más sólido candidato para encabezarlo. El 15 de agosto Franco tomó una iniciativa que permite suponer que ya contempla esa posibilidad y que probablemente contribuyó a consolidar su posición. Franco, sin consultar con Mola, en un solemne acto público celebrado en Sevilla, adoptó la bandera roja y gualda. Posteriormente, la Junta de Defensa Nacional, forzada por esta iniciativa, confirmó oficialmente la bandera. Sólo dos semanas antes, Mola había rechazado contundentemente a Juan de Borbón, el heredero de la corona, cuando intentó incorporarse al levantamiento. Franco se aseguraba así el apoyo de los monárquicos.

A finales de agosto, Messerchmidt, representante en España de la operación alemana para enviar los suministros a los rebeldes, se entrevistó con Franco. Inmediatamente después envió el siguiente comunicado a Alemania: "Excuso decir que todo debe quedar en las manos de Franco para que pueda haber un dirigente que lo mantenga todo unido". Franco, por entonces disponía de un grupo de militares (Kindelán, Nicolás Franco, Orgaz, Yagüe y Millán Astray) dispuestos a maniobrar para elevarlo a comandante en jefe y jefe de Estado.

El 14 de septiembre se celebró en Burgos una reunión de la Junta en la que no se planteó el tema del mando único. El 17 de septiembre Queipo de Llano y Orgaz fueron incorporados a la Junta como vocales; y el 21 de septiembre, convocada por Franco, se reunió nuevamente la Junta, esta vez en Salamanca. En una reunión tensa, Kindelán insistió reiteradamente, con el apoyo de Orgaz, para que se tratase el tema del mando único. La reunión se había iniciado a las 11 de la mañana, se pospuso al mediodía y al reanudarse a las 4 de la tarde, Kindelán insistió: “Si en el plazo de ocho días no se nombra Generalísimo yo me voy”. Kindelán propuso a Franco y contando incluso con la conformidad de Mola, Franco fue nombrado Jefe de los ejércitos, "Generalísimo". No contó con el apoyo de Cabanellas que propuso una dirección colegiada y recordó las vacilaciones de Franco para unirse al levantamiento hasta el último momento. La reunión terminó con el compromiso de mantener en silencio la decisión hasta que no se publicase en el decreto.

Ese mismo día, Franco, retrasando el avance sobre Madrid, decide desviar sus tropas hacia Toledo, una plaza mucho más asequible que la capital, para liberar el Alcázar. El día 27 el Alcázar es liberado y en Cáceres se celebra una manifestación de exaltación a Franco.

Al día siguiente en Salamanca, el 28 de septiembre, se celebró otra reunión de la Junta de Defensa Nacional. Kindelán llevaba preparado un borrador del decreto por el que se nombraría a Franco Generalísimo de los ejércitos y jefe del Gobierno durante el periodo de guerra. Ante las reticencias del resto de miembros de la Junta a unir el mando militar y el político, Kindelán propuso una pausa para almorzar; y en el transcurso de ésta, presionó junto con Yagüe al resto de miembros del consejo para que apoyasen la propuesta. Reanudada la reunión la propuesta fue aceptada por todos excepto por Cabanellas y con las reticencias de Mola. El consejo quedó con el encargo de redactar el decreto definitivo. El general Cabanellas comentaría a miembros de la Junta:

Ustedes no saben lo que han hecho porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte.

Si bien la propuesta de Kindelán contemplaba que el nombramiento fuese durante el periodo de guerra, en el decreto no figuró esa limitación. Y habiendo sido nombrado "Jefe del Gobierno", Franco comenzó a referirse a sí mismo como "Jefe del Estado". Al día siguiente, los medios de comunicación franquistas daban la noticia de que había sido investido "jefe de Estado"; y, también ese mismo día, Franco firmó su primera orden como "jefe de Estado".

Desde la batalla de Madrid hasta el final de la Guerra Civil

Una vez autonombrado jefe del Estado, comenzó el culto a su personalidad. Se inició una campaña de propaganda al estilo fascista, la zona sublevada se inundó de carteles con su efigie, los periódicos debían encabezarse con el eslogan: “Una Patria, un Estado, un Caudillo”. Franco escogió, al igual que Mussolini escogiera “Duce”, la distinción de “Caudillo”. A su paso, en sus discursos y en actos públicos se le aclamaba “¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!” y se difundió masivamente sus supuestas virtudes: inteligencia, voluntad, justicia, austeridad,... Surgieron sus primeros hagiógrafos calificándolo de “Cruzado de Occidente, Príncipe de los Ejércitos”. A su dechado de virtudes se le sumaban dotes excepcionales: “Mejor estratega del siglo”. Expresiones, citas, ocurrencias y discursos suyos se repitieron insistentemente en todos los medios de comunicación. Desde entonces, una de sus obsesiones fue la de controlar los medios de comunicación.

Franco envió telegramas a Hitler y Rudolf Hess en los que, en tono cordial, les comunicaba su proclamación. Hitler le respondió a través del diplomático alemán Du Moulin-Eckart, quien se entrevistó con Franco el 6 de octubre, ofreciéndole el apoyo de Alemania, pero retrasando el reconocimiento del gobierno rebelde hasta la previsible toma de Madrid. Du Moulin informó en Berlín de la disposición de Franco: “La amabilidad con la que Franco expresaba su veneración por el Führer y Canciller, su simpatía por Alemania y la delicada efusividad de mi recepción, no permitían ni un momento de duda sobre la sinceridad de su actitud hacia nosotros”. El 3 de octubre se trasladó a Salamanca ocupando el palacio Episcopal que le ofreció el obispo Pla y Deniel. Una estancia que supone breve, hasta el definitivo traslado a Madrid. El 7 de octubre diría: “Pronto estaré oyendo misa en Madrid”. En esta época aumentó su fervor religioso, oía misa diariamente a primeras horas de la mañana, había tardes en las que rezaba el rosario junto a su esposa Carmen Polo y, a partir de entonces, siempre dispuso de un confesor personal.

Las dos semanas siguientes a su nombramiento, Franco las dedicó a consolidar su posición de poder, las operaciones militares se retrasaron y hubo que esperar hasta el 18 de octubre para que la ofensiva contra la Capital estuviese perfectamente preparada. El 15 de octubre, habían empezado a llegar al puerto de Cartagena las primeras armas soviéticas: 108 bombarderos y 50 tanques y 20 coches blindados que se embarcaron para Madrid, proporcionando al ejército de la República una breve igualdad de fuerzas. Desde entonces se iniciaría un nuevo tipo de guerra. Hasta entonces las tropas de África habían avanzado enfrentándose a milicianos mal pertrechados y a componentes de un ejército con escasa experiencia militar. Fue un tipo de guerra parecida a las coloniales que tanto estaban acostumbrados Franco, la Legión y los Regulares. Con la llegada del armamento soviético y la presencia del italiano y alemán, se inició una guerra de frentes en la que este armamento adquirió el protagonismo. No parece que Franco supiera adaptarse a esa nueva circunstancia. El 6 de noviembre el ejército franquista estaba frente a Madrid preparado para su asalto final. Ese mismo día el Gobierno de la República había abandonado apresuradamente la Capital, y desde el bando franquista se vaticinaba que en cuestión de horas se presentarían en la Puerta del Sol, centro emblemático de la ciudad.

El 8 de noviembre comenzó la batalla de Madrid. Al ejército franquista dirigido por el general Varela se opuso a un heterogéneo conglomerado de combatientes bajo la dirección del teniente coronel Vicente Rojo Lluch. Aunque el ejército franquista llegó a atravesar el río Manzanares y ocupar varios barrios periféricos, finalmente y en combates cuerpo a cuerpo (principalmente en la Ciudad Universitaria), fue repelido. En días posteriores, al ejército popular se sumarían las Brigadas Internacionales y la columna anarquista Durruti. El 23 de noviembre, ante la imposibilidad de tomar la ciudad, Franco decidió posponer el ataque. La resistencia de Madrid permitió que la República contuviera el avance franquista más de dos años, hasta el 1 de abril de 1939, día en el que Franco se alzaría con la victoria.

Consecuencia de esta derrota fue la definitiva internacionalización del conflicto. Ya a finales de octubre, Alemania había enviado al almirante Wilhelm Canaris y al general Hugo Sperrle a Salamanca para que investigasen el porqué de las dificultades que Franco estaba encontrando en la toma de Madrid. El resultado fue que el ministro de la Guerra alemán instó a Sperrle para que comunicara “enérgicamente” a Franco que sus tácticas de combate, "rutinarias y vacilantes", estaban impidiendo sacar partido a la superioridad aérea y terrestre que mantenía, lo que hacía peligrar las posiciones ganadas. Alemania desde ese momento intensificó su ayuda militar bajo la condición, aceptada por Franco, de que las fuerzas Alemanas estuviese bajo el mando de oficiales alemanes. A principios de noviembre la legión Cóndor ya estaba en España bajo el mando del general Sperrle (una de sus primeras misiones, durante la batalla de Madrid, consistió en el bombardeo masivo de sus barrios populares. También protagonizaría el bombardeo de Guernica), otras fuerzas equipadas con carros de combate, armas motorizadas y bombarderos llegaron a Sevilla y, el 26 de noviembre, desembarcaron en Cádiz unidades compuestas por 6.000 hombres, aviones, artillería y vehículos blindados. Mussolini, que también intensificó su ayuda, igualmente achacó a Franco el fracaso de las últimas operaciones y el 6 de diciembre nombró unilateralmente al general Roatta jefe de todas las fuerzas armadas italianas que actuaban en España y de aquellas que se sumasen en el futuro. El Ejército del Frente Popular, paralelamente, se vería reforzado por la ayuda militar soviética.

Posteriormente, en enero de 1937, Franco se vio obligado a aceptar un Estado Mayor conjunto italogermano y a incluir en su Estado Mayor a diez oficiales italianos y alemanes; así como asumir las estrategias militares que le marcaron, principalmente, los generales italianos. Franco fue aceptando muy a regañadientes todas estas imposiciones. Ante las exigencias del general italiano Faldella, Franco diría:

Al fin y al cabo, se han enviado aquí tropas italianas sin pedir mi autorización. Primero me dijeron que venían compañías de voluntarios para incorporarse a los batallones españoles. Luego me pidieron que formaran por su cuenta batallones independientes y consentí. Después llegaron oficiales de alta graduación y generales para mandarlos, y por fin empezaron a llegar unidades ya constituidas. Ahora usted quiere obligarme a permitir que luchen juntas a las órdenes de del general Roatta, cuando mis planes eran muy diferentes.

La estrategia italiana de lograr una victoria rápida chocó con la de Franco que pretendía un lento avance consolidando perfectamente las posiciones: “En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática del territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios”.

A las críticas Alemanas e italianas también se sumaron las de generales que estuvieron muy cerca de él. Kindelán, poco después de terminada la guerra, escribiría a propósito del frente Norte y la toma de Bilbao:

El enemigo fue derrotado pero no perseguido; el éxito no se aprovechó, la retirada no se convirtió en desastre. Esto se debió al hecho de que, aunque la concepción táctica era magistral, como lo fue la ejecución, por otro lado, la concepción estratégica fue mucho más modesta.

Kindelán, Mis cuadernos de guerra.

Unos y otros coincidieron en que Franco, en los momentos cruciales, tomaba las decisiones con lentitud, siendo excesivamente cauteloso; y también, coincidieron en criticar su tendencia a distraer tropas de los objetivos estratégicos importantes. El general Sanjurjo diría de él: “No es que sea un Napoleón”. No obstante, juzgar a Franco por su capacidad para elaborar una estrategia elegante e incisiva es equivocarse del tema. Logró la victoria en la Guerra Civil del modo y en el tiempo en que quiso y prefirió. Aún más, obtuvo de esa victoria lo que más ansiaba: el poder político para rehacer España a su propia imagen, sin impedimentos por parte sus enemigos en la izquierda y de sus rivales en la derecha.

Franco, que diría: “Esto no es una guerra, es una cruzada”, durante el tiempo de guerra se preocupó de afianzar su poder político. Consiguió el apoyo incondicional de la Iglesia española y venció las primeras reticencias del Vaticano, hasta conseguir también su apoyo. Alejó al heredero de la corona procurando no incomodar a los monárquicos que lo apoyaban: cuando Juan de Borbón intentó de nuevo incorporase al movimiento, diplomáticamente lo puso con los pies en la frontera, aduciendo que sería mejor para el heredero de la corona no tomar partido en la guerra. Intento crear un partido político franquista al estilo del creado por el dictador Primo de Rivera apoyándose en miembros de la CEDA, pero las reticencias de Falangistas y carlistas, movimientos que habían adquirido una considerable fuerza desde la sublevación, le hicieron desistir y cambiar de estrategia. Descabezada la Falange tras el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, Franco se preocupó de silenciar su muerte hasta que encontró la oportunidad de hacerse con su control. Aprovechando un enfrentamiento entre los líderes de la Falange, en abril de 1937 decretó su fusión con los carlistas, se autoproclamó jefe supremo del partido resultante y prohibió el resto de partidos políticos. Franco ya tenía un ejército y un partido en los que apoyarse para perpetuar su poder una vez terminada la guerra.

La dictadura

Concluida la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, se produjo el exilio de cerca de 400.000 españoles al extranjero de los cuales se calcula que 200.000 permanecieron en un exilio permanente.

El 19 de mayo de 1939 se celebró el desfile de la victoria. 120.000 soldados desfilaron frente a Franco y se le impuso la más alta condecoración militar española: la Gran Cruz Laureada de San Fernando. La celebración se prolongó el día siguiente con otra ceremonia de carácter religioso celebrada en la iglesia de Santa Bárbara. Franco entró bajo palio (honor reservado al Santísimo Sacramento y a los reyes). Su acto central, en el que deposita la espada de la victoria a los pies del Gran Cristo de Lepanto, traído ex profeso desde Barcelona, parecía recrear una ceremonia guerrera medieval. Ya en 1937 se proclamó su autoridad absoluta y se elevó hasta el punto de no responder sino ante Dios y la Historia. Franco adquirió más poder que ningún otro gobernante en España. Poder que fue ampliando mediante sucesivos decretos. Franco mantuvo siempre al gobierno subordinado a sus decisiones. Leyes, decretos, y en general todas las acciones de gobierno y legislativas, fueron fruto de sus decisiones personales.

Instauró un régimen autárquico que pasó desde el totalitarismo de carácter fascista a la dictadura autoritaria. La ausencia de un ideario definido le permitió transitar de unas fórmulas dictatoriales a otras, rozando el fascismo en los cuarenta y a las dictaduras desarrollistas en los sesenta. La característica principal de su régimen fue el enorme peso del ejército en las funciones políticas. También se apoyó en diferentes estamentos que se dio en llamar “familias”: los militares, la Iglesia, la Falange tradicionalista como partido único y sectores monárquicos y conservadores. Grupos con diferentes intereses y en casos contrapuestos que Franco supo manejar apoyándose unas veces en unos, otras veces en otros, según sus intereses del momento.

La ideología del franquismo se ha definido como nacional catolicismo destacando su nacionalismo centralista y la influencia de la Iglesia en la política y demás ámbitos de la sociedad. Aunque política e ideológicamente Franco se define sobre todo por rasgos negativos: antiliberalismo, antimasónico, antimarxista, etc. En su rudimentaria ideología destacaba una mentalidad cuartelaria que trasladó a los diferentes ámbitos de la sociedad española. Desde su posición de poder absoluto intentó controlar todas las esferas de la vida española. Mediante la censura, la propaganda y la educación se puso en marcha una de las hagiografías más alucinantes que ha conocido la historia contemporánea. Un hombre corriente, aunque habilísimo y tenaz para aprovechar con el mayor rendimiento sus circunstancias particulares fue revestido de unos loores completamente desorbitados y, sin embargo, para muchos de sus seguidores ha sido no ya un gobernante excepcional sino el más grande de los últimos siglos:

Todos los españoles tenemos que meditar sobre este discurso. Hay en él tanta profundidad de ideas. Tantas y tan admirables anticipaciones propias de un espíritu ungido por Dios para conseguir la grandeza de un pueblo, tantas perspectivas luminosas abiertas a nuestro futuro, que lo juzgamos de una inmensa trascendencia para España.[...] Franco, que ganó la guerra con la espada, nos gana la paz con su certera visión de estadista y su esfuerzo permanente lleno de amor sin límites por la Patria querida.

ABC, Madrid, 2 de enero de 1940.

En 1939 con la ley de Responsabilidades Políticas se empezó a purgar a los trabajadores de la cultura, especialmente a los periodistas. Todos los directores de los periódicos y revistas fueron nombrados por el Estado y tenían que ser falangistas. Franco llegó a identificar el destino de España con el suyo propio, a juicio del general Kindelán, el que más obrara para su nombramiento como jefe del Estado, Franco estaba “atacado por el mal de altura”.

Represión

“La represión franquista, que fue brutal, no se puede comparar con las represiones estalinistas”, tampoco fue tan brutal como la de Hitler. Cualquier otra comparación sirve para descubrir la desmedida represión que ejerció finalizada la guerra. Las 50.000 ejecuciones del franquismo no admiten comparación con los centenares de ejecuciones que se produjeron tras la Segunda Guerra Mundial en Francia, Alemania o Italia. En las cárceles de Franco en la posguerra llegaron a hacinarse más de 270.000 personas en condiciones infrahumanas, y a las ejecuciones habría que sumar las muertes de aquellos que fallecieron en las cárceles por causa de estas condiciones. «Los avances en la comprensión de la represión como un fenómeno de más amplio alcance que las ejecuciones y los asesinatos van haciendo cada vez más inteligible la nueva realidad social que se fue configurando en torno al régimen».

Se mataba para eliminar a los peligrosos o potencialmente peligrosos, pero también se mataba pensando en los que sobrevivían. La población se constituye en carne de laboratorio para un proyecto totalitario de doctrina militarista, fascista y clerical. Hombres y mujeres serán sometidos a un proceso de trituración de la personalidad con el objeto de hacer posible su posterior reeducación en la doctrina victoriosa.

Mirta Núñez Díaz-Balart.

La represión se ejerció en muchos ámbitos, no sólo fueron las ejecuciones y largas condenas de cárcel, se creó una sociedad donde los vencidos estaban excluidos de la vida política, cultural, intelectual y social. También hay que añadir la represión económica durante la primera etapa del régimen en virtud del favoritismo con que actuaba el Estado en favor de los vencedores o penando a los vencidos. En ese sentido puede decirse que este terreno hubo, por así decirlo, un botín de guerra. la corrupción y el amiguismo vinieron a empeorar las condiciones de vida de la posguerra y la desnutrición y las enfermedades provocaron al menos 200.000 muertes por encima de la tasa de mortalidad anterior a la guerra.

Segunda Guerra Mundial. La etapa fascista

La primera etapa de la dictadura franquista se caracterizó por su acercamiento al fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán y las personales aspiraciones imperialistas de Franco:

Hemos hecho un alto en la batalla, pero solamente un alto en la batalla. No hemos acabado nuestra empresa. No se ha derramado sangre de nuestros hermanos para volver a los tiempos blanduchos que nos trajeron los tristes días de Cuba y Filipinas. No queremos volver al siglo XIX. Hemos derramado la sangre de nuestros muertos para hacer una nación y forjar un imperio.

Franco en el 4º aniversario del alzamiento, 17 de julio de 1940.

El 27 de marzo de 1939 Franco había firmado el acuerdo Anti-Komintern junto a Hitler y Mussolini y el 31 de marzo el tratado de amistad hispanoalemana. El 8 de mayo Franco sacó a España de la Sociedad de Naciones y ese verano programó dos visitas, una a Mussolini en Italia y otra a Hitler en Berlín, visitas que se pospusieron por el estallido de la Guerra. Hitler le expresó a Franco sus deseos de sumarse al Eje, pero Franco le planteó que España necesitaba tiempo para recuperarse militar y económicamente, y remodeló su gobierno incorporando a él falangistas y simpatizantes del Eje. Hitler diría que junto a Mussolini, Franco era el único aliado seguro. Declarada la guerra, Franco lamentó que se hubiese declarado demasiado pronto y adoptó una posición de neutralidad ante la invasión de Polonia, haciendo un llamamiento a la neutralidad a las grandes potencias. Era evidente que sus llamamientos a la paz trataban de ayudar al Eje, y hace más difícil a las demás potencias la intervención en defensa de Polonia. Posteriormente, cuando en junio de 1940 Italia entra en guerra al lado de Alemania, a instancias de Mussolini, Franco cambia su declaración de neutralidad por la de no-beligerancia. Con motivo da la caída de Francia, Franco felicitó a Hitler:

Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el glorioso curso de la lucha que ellos consideran propia. [...] No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que es para mi satisfacción al presentarle en toda ocasión servicios que usted estima como valiosos.

Carta de Franco enviada Hitler el 3 de junio con motivo de la caída de Francia.

En un principio Hitler desestimó el ofrecimiento de Franco, pero las dificultades que encontró en su guerra contra Inglaterra le hicieron pensar en la conveniencia de que España se incorporara al conflicto. El 8 de agosto, Berlín elaboró un informe sobre los costes y beneficios de la entrada de España en la guerra. España, sin la ayuda de Alemania difícilmente soportaría el esfuerzo bélico. Con esta previsión, la ventaja se centraba en la supresión de las exportaciones españolas de minerales a Inglaterra, el acceso de Alemania a minas de Hierro y cobre de propiedad inglesa en España y el control del estrecho de Gibraltar. Los inconvenientes serían: una previsible ocupación inglesa de las islas Canarias y Baleares, la ampliación de Gibraltar, la posible conexión de las fuerzas británicas con las francesas en Marruecos y la necesidad de abastecer a España de productos de primera necesidad y combustible (ya que España se abastecía en terceros países de estas materias); también, la necesidad de rearmarla, añadiendo las dificultades que las carreteras estrechas y el diferente ancho de vía supondrían para el transporte de material bélico. Un segundo estudio pormenorizado de la ayuda que España necesitaría para entrar en la guerra desanimó a los alemanes. Ese verano existieron numerosos contactos entre España y Alemania. El entusiasmo que mostró Franco ante la entrada de España en la guerra, que con el posterior reparto de África colmaría sus ambiciones imperialistas, contrastó con el escepticismo mostrado por Alemania.

El 23 de octubre de 1940, Franco acudió al histórico encuentro con Hitler en Hendaya con la esperanza de obtener una adecuada recompensa a sus reiteradas ofertas de unirse al Eje. Posteriormente sus propagandistas afirmarían que Franco contuvo brillantemente a las hordas nazis en Hendaya manteniendo a raya a un Hitler amenazador. De hecho, el examen del encuentro no indica una presión desmesurada por parte de Hitler a favor de la beligerancia española. Serrano Súñer, comentaría que, ante las expectativas de poder anexionarse Marruecos, Franco estaba como “un niño ilusionado, encariñado con lo que había sido su deseo de siempre: el mundo en el que se había formado como gran jefe militar”. El encuentro se prolongó durante varias horas. Las exigencias coloniales de Franco, que chocaban con otros intereses de Hitler, no fueron atendidas por éste; y Hitler no consiguió flexibilidad por parte de Franco en sus pretensiones. Ambos comentarían la reunión en tono despectivo. Hitler diría que “con estos tipos no hay nada que hacer” y que preferiría que le sacasen tres o cuatro muelas antes que volver a conversar con Franco. Por su parte, Franco comentaría a Serrano Suñer que: “Es intolerable esta gente; quieren que entremos en guerra a cambio de nada”.

Todavía, en el verano de 1941 Franco confiaba plenamente en la victoria del Eje:

Yo quisiera llevar a todos los rincones de España la inquietud de estos momentos, en que con la suerte de Europa se debate la de nuestra nación, y no porque tenga dudas de los resultados de la contienda. La suerte está echada. En nuestros campos se dieron y ganaron las primeras batallas.[...] Se ha planteado mal la guerra y los aliados la han perdido.

Discurso ante el Consejo Nacional de FET, 17 de junio de 1941.

Con el fin de la guerra y la derrota de Alemania e Italia se desvanecieron las aspiraciones imperialistas de Franco y su intento fascista. Si bien el naciente régimen político franquista asumió plenamente la decisión de crear ex novo un estado totalitario alternativo al liberal-democrático, al igual que sus aliados naturales: el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, no pudo consumar su sueño, y la derrota de Hitler y Mussolini primero, el aislamiento internacional y la guerra fría después, le obligaron a renunciar a sus objetivos forzándole a renunciar al “ideal totalitario” en beneficio del “autoritarismo pragmático”.

La España de la posguerra mundial

En el encuentro de Hendaya Franco había adquirido el compromiso de adherirse al Eje, compromiso que dejaba en manos de España la fecha de esa adhesión que nunca se materializaría. Los requerimientos de Hitler para su incorporación nunca fueron atendidos. Alemania pidió la intermediación de Italia. Franco se entrevistó con Mussolini en Bordighera el 12 de febrero de 1941; la entrevista fue muy cordial; Mussolini entendió los argumentos españoles y salió con la certeza de que Franco no podía ni quería ir a la guerra. No obstante, Franco, sin alterar su declaración de no-beligerancia, prestó apoyo a Alemania. Los submarinos alemanes utilizaron los puertos españoles como base para sus reparaciones y abastecimiento, lo que les permitió extender su radio de acción. También, los aviones alemanes utilizaron los aeropuertos españoles con los mismos fines, quedando demostrado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que operaron desde ellos en misiones contra la flota aliada. Y en junio de 1941, tras una beligerante campaña de prensa, se creó la División Azul que lucharía junto a Alemania en el frente soviético hasta 1944.

Con la evolución de la guerra, ante la inminente derrota de Eje, la primera evolución del franquismo fue su "desfascistización". En 1943 la delegación nacional de Propaganda daba instrucciones muy concretas:

Como norma general deberá tenerse en cuenta la siguiente: en ningún caso, bajo ningún pretexto, tanto en artículos de colaboración como en editoriales y comentarios…, se hará referencia a textos, idearios ejemplos extranjeros al referirse a las características y fundamentos políticos de nuestro movimiento. El Estado español se asienta exclusivamente sobre principios, normas políticas y bases filosóficas estrictamente nacionales. No se tolerará en ningún caso la comparación de nuestro Estado con otros que pudieran parecer similares, ni menos aún extraer consecuencias de pretendidas adaptaciones ideológicas extranjeras a nuestra Patria.

La España franquista en sus documentos.

Aunque no cesó la colaboración, el Régimen se fue alejando paulatinamente del Eje, y con la caída del Tercer Reich, se enviaron directrices para que la derrota se viese como el triunfo del Régimen ya que España, según estas directrices, se había mantenido alejada de la guerra y siempre estuvo preocupada por la paz. En el plano internacional, Franco iniciaría en el otoño de 1944 una operación de cosmética política que daría al Régimen una fachada más aceptable. El 3 de noviembre, Franco declararía a la agencia de noticias United Press que España nunca había sido nazi o fascista.

En 1945, la recién creada ONU rechazó el ingreso de España y recomendó a sus miembros la retirada de sus embajadores en 1946: "No hay lugar en las Naciones Unidas para un gobierno fundado sobre principios fascistas". Franco respondió convocando una gran manifestación en la Plaza de Oriente de apoyo al «Régimen», como haría en sucesivas ocasiones en las que la presión internacional le obligarían a mostrar un respaldo. El pueblo español sufrió las consecuencias del aislamiento que le impusieron al régimen naciones como Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, que no veían con buenos ojos la pervivencia de un régimen fascista en Europa. Sólo la Argentina de Perón firmó un tratado de relaciones comerciales en enero de 1947, ratificado con la visita de Evita, la Primera Dama, en junio del mismo año.

Esta situación terminó, en parte, durante la Guerra Fría, cuando las necesidades geoestratégicas de Estados Unidos le hicieron colaborar con España. Estados Unidos intentó incluir a España en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ante la oposición de países europeos, principalmente el Reino Unido, reconduce su estrategia que acabará con la firma de un tratado bilateral.

El Reino Unido tuvo una decisiva influencia en el mantenimiento del cerco diplomático. Como representante más cualificado de los gobiernos europeos, y con el visto bueno de Francia y otros países, presionó a Estados Unidos para que supeditara la política española al conjunto de la política hacia Europa occidental. […] Si se incluía a la España franquista [en el bloque atlántico] esta política se convertiría en sinónimo de anti comunismo, una opción demasiado vinculada a actitudes conservadoras que restaría apoyo social. Franco, como símbolo del fascismo, no podía ser incluido sin poner en peligro el soporte social y liberal.

Florentino Portero y Rosa Pardo, 2007,

En 1950 la ONU revoca su resolución de 1946 para la retirada de embajadores y Estados Unidos nombra un embajador, pero es especialmente a partir de la firma del pacto de 1953 con EE.UU., el ingreso en la ONU en 1955 y la posterior visita del presidente Dwight D. Eisenhower a Franco en 1959, para establecer bases militares estadounidenses en España, cuando se produce una mayor apertura internacional del régimen franquista.

Años 60. El desarrollo económico

España se caracterizó en la década de los sesenta por el fuerte crecimiento de su economía, lo que se dio en llamar "el milagro económico español". Durante esa década España creció a un ritmo del 7%.

Las raíces de esta expansión económica habría que buscarla en la década de los cincuenta. El modelo autárquico impuesto por Franco había colocado a España al borde de la bancarrota. Durante esa década, aun con las reticencias y la oposición de los sectores falangistas del Régimen y del propio Franco, se produjo una lenta liberalización de la economía. También, las ayudas norteamericanas, tras la firma del tratado bilateral, tuvieron los efectos de paliar esa crítica situación económica. El periodo que desde el final de la II Guerra Mundial incluye estas décadas, fueron años decisivos para Europa, se emprendió la reconstrucción que culminó con su unificación, proceso del que estuvo excluida España, pero que no evitó que se viese favorecida por el fuerte y sostenido crecimiento económico que generó. “El contexto económico internacional fue, en este sentido, decisivo”.

España, en los años cincuenta, no se sumó plenamente al avance económico que experimentaron los países de su entorno hasta que con el progresivo desplazamiento de los falangistas del gobierno y el acceso de los llamados "tecnócratas" (su núcleo principal, miembros del Opus Dei), con una mejor formación técnica en economía, se materializara el alejamiento del modelo autárquico. En 1959, el Plan de Estabilización, con la supervisión del FMI y la OCDE, significó el definitivo lanzamiento de la economía española. España, a cambio de recibir ayudas financieras, envió un memorando al FMI en el que se comprometía a “adoptar las medidas necesarias para situar a la economía española en condiciones de solvencia y estabilidad económica”. La reacción fue inmediata y durante toda la década de los sesenta se creció a un rimo medio del 7%, solamente superado por Japón. España partía de un suelo muy bajo, era uno de los países más pobres de Europa, junto a Grecia y Portugal, con una renta per cápita inferior a la de algunos países latinoamericanos, y las claves de su crecimiento estuvieron relacionadas con la expansión económica de los países de su entorno: la entrada de capital extranjero, la afluencia del turismo y las remesas procedentes de la emigración (la emigración permanente superó los 800.000 españoles, a los que deben sumarse otros tantos emigrantes temporales). Este desarrollo, en cierto modo desordenado, y la afluencia de gente del campo a la ciudad, propició la gran expansión del chabolismo que rodeó a las grandes ciudades. También, las altas tasas de crecimiento económico, no vinieron acompañadas de la consecuente creación empleo (la necesidad de industrialización del país, primó el aumento del factor capital frente al factor trabajo), fue la emigración a Europa lo que evitó que la escasa capacidad de crear empleo no se tradujese en un aumento de las tasas de paro.

Aunque parte de los recursos generados para modernizar la economía fueron a parar a manos de personas cercanas al poder, lo que generó un desequilibrio en la distribución de la riqueza, esto no logró evitar que gran parte de la población experimentase una mejora en su calidad de vida. Paralelo al desarrollo económico vino la modernización de la sociedad, se pasó de una sociedad agraria a una industrial, con avances en la educación, alcanzándose una tasa de escolarización del 90% y reduciéndose el nivel de analfabetismo. Otro avance fue la tímida incorporación de la mujer al trabajo y a los estudios. Se produjo un aumento del bienestar, una mejora en las infraestructuras del país y, también, el contacto con el exterior propició la extensión de hábitos y costumbres más liberales: la minifalda, el pelo largo masculino, la ropa desenfada, el biquini, la música pop y rock. También se experimentó un cambio en la sexualidad (la venta de píldoras anticonceptivas superó el millón de unidades en 1967).

En esta década se extendió la movilización social. Crece la militancia obrera agrupada, principalmente, en torno a Comisiones Obreras; que surge, no como un sindicato, sino como una plataforma sindical, impulsada por el Partido Comunista Español, que, con una estructura clandestina, utiliza las estructuras del sindicato vertical para llevar las reivindicaciones a la calle, procurando la movilización de masas (también, otras centrales sindicales comienzan a mostrarse activas: USO y UGT). "La movilización reivindicativa de la clase obrera durante la década de los sesenta fue, sin duda, el mayor desafío que tuvo que afrontar el régimen de Franco. [...] La constitución de las Comisiones Obreras como movimiento de ámbito nacional es indisoluble de esa lenta transformación antifranquista del nuevo movimiento obrero español, gracias a la acción conjunta de militantes comunistas y de católicos progresistas". La universidad dejó de ser un feudo del SEU, el sindicato falangista. En el curso 1955-1956 se crean las agrupaciones de estudiantes Frente de Liberación Popular (el Felipe) de adscripción comunista y la Asociación Socialista Universitaria (ASU) auspiciada por el PSOE. Y Durante los años siguientes las universidades, también, serán escenario del activismo contra el régimen de Franco.

"No cabe duda que la acción reivindicativa de segmentos significativos de la clase obrera española fue una condición necesaria para la consecución de mejoras sustanciales en el nivel de vida y las condiciones laborales". La represión ejercida por Franco tras ganar la guerra hizo innecesarias las mejoras laborales. Si en el resto de Europa, desde 1942, se venía trabajando para conseguir mecanismos e instituciones que universalizaran la protección social, en España no fue hasta 1963, con la promulgación de la Ley de Bases de la Seguridad Social, cuando se comenzara "a forjar una nueva configuración de las prestaciones sociales en España, dentro de un auténtico sistema de seguridad social". Aun con la inexistencia de una reforma fiscal que la dotara de medios y la ineficacia en la gestión de recursos, la puesta en marcha de la Seguridad Social, supuso un importante avance en protección social, permitiendo que, en 1973, cuatro de cada cinco españoles tuvieran cobertura sanitaria.

Franco, durante esta década de logros económicos, resultó "intocable" para las diferentes facciones que formaban el conglomerado franquista. No resultaba así en el exterior, la Comunidad Económica Europea se negó a iniciar conversaciones para la entrada de España en la comunidad, algo que Franco achacó a las fuerzas hostiles contra España. Como también achacó a esas supuestas fuerzas hostiles las movilizaciones obreras y estudiantiles.

En 1966 se presentó en las Cortes la Ley Orgánica del Estado. "Se decidió que no hubiera debate sobre la compleja ley. Sería sometida primero a las Cortes y luego al pueblo español sin examen público de sus ventajas y desventajas ni demasiadas explicaciones". El 14 de diciembre se votó en referéndum con una participación del 88% y tan solo un 1,81% de votos negativos.

Franco, durante la segunda mitad de los sesenta, recibió presiones de su entorno (en forma de reiteradas sugerencias) para que nombrara sucesor. Franco mostraba ya una creciente decrepitud y se temía por la continuidad del Régimen. En ese tiempo surgieron varios candidatos, entre ellos don Juan que intentó, en diversas comunicaciones con Franco, hacer valer su legitimidad. Juan Carlos fue el candidato elegido, se había mostrado "gris" en sus opiniones, "Juan Carlos era dolorosamente consciente desde hacía mucho tiempo de su estrecho margen de maniobra". El entorno de Franco lo consideraba débil de carácter y sin capacidades políticas para tomar decisiones que lo pudieran enfrentar a las instituciones del Régimen. Estimaron que con su elección, al menos durante un tiempo, la continuidad del Régimen estaría asegurada. Cuando en enero de 1969 Franco le comunicó su decisión de nombrarlo sucesor, Juan Carlos se preocupó de consultar con su muy estimado ex tutor y hombre de confianza, Torcuato Fernández Miranda, que "le garantizó que serían perfectamente posibles nuevas reformas una vez hubiese heredado plenamente la estructura legal del Estado franquista" (Fernández Miranda, con Juan Carlos ya jefe de Estado, diseñó la auto defenestración de Régimen, contribuyendo activamente a ella desde su puesto de presidente de las Cortes, al que accedió por designación de Juan Carlos). Franco, por fin, en julio de 1969 presentó al consejo del Reino y a las Cortes a Juan Carlos como sucesor, siendo aprobada la designación por éstas sin apenas oposición (419 votos a favor y 19 en contra).

En 1967, producto de la Ley Orgánica, un tercio de los procuradores de las Cortes fueron elegidos por "cabezas de familia" en votaciones que simulaban un proceso democrático. "No se trataba de una liberalización significativa: todos los procuradores eran miembros del Movimiento y cerca de la mitad eran funcionarios del Estado. En cualquier caso, Franco no dejó de señalar a uno de sus ministros. Las Cortes no eran soberanas. Solo el Caudillo podía sancionar las leyes.

Últimos años. El tardofranquismo

A principio de los años 70 el Régimen se divide en “continuistas”, más moderados, e “inmovilistas”, que intentan parar todo tipo de reformas y a los que se les terminará denominando “el búnker”. Entre las acciones de los inmovilistas estuvo el intento de sustituir en la sucesión a Juan Carlos de Borbón por Alfonso de Borbón, prometido de la nieta de Franco con la que posteriormente se casaría. Desde el movimiento se instó a los gobernadores provinciales a que restaran importancia a las visitas de Juan Carlos y destacaran las de Alfonso de Borbón. En ese tiempo, desde el interior del Régimen ya se toman posiciones para el momento posterior a su muerte.

En septiembre de 1970 Franco recibió la visita de Nixon y Kissinger. Una visita que reforzaba la imagen del dictador fuera y dentro de España y que marcó el punto de máxima tolerancia de las democracias occidentales con el franquismo.

Dos meses después de la visita, el proceso de Burgos, que terminó condenando a la pena de muerte a tres etarras, hizo retroceder treinta años la situación de España en el mundo. El 17 de diciembre convocada por el "búnker", una multitud se concentró en la plaza de Oriente de Madrid. En ella pudo verse a Franco saludando desde el balcón muy debilitado físicamente, ya en aquella época sufría Parkinson. La excusa de la manifestación era contestar a las críticas que se multiplicaban en el exterior y a la contestación interior de la oposición democrática; pero, realmente, fue una demostración de capacidad de convocatoria del búnker en sus intentos de desplazar de los puestos de poder a tecnócratas y continuistas. La imagen de Franco aclamado por la multitud y su deterioro físico, tuvieron el efecto en la oposición democrática de no intentar precipitar su caída, y en el búnker, el de aceptar que "mientras Franco viviera, contra él no iría nada". Las sentencias de muerte fueron finalmente conmutadas. Franco, muy reticente a conmutarlas, atendió en última instancia la insistencia, principalmente, de López Rodó y Carrero Blanco preocupados por las seguras repercusiones internacionales (también le escribió su hermano Nicolás pidiéndole que las conmutara). Franco en el discurso de aquel fin de año justificó las protestas internacionales con su fijación persecutoria: "La paz y el orden de que hemos disfrutado durante más de treinta años han despertado el odio en las potencias que siempre han sido el enemigo de la prosperidad de nuestro pueblo". En el interior, el proceso de Burgos tuvo el efecto de unir a las fuerzas de oposición democrática que ampliaron su área de influencia. La Iglesia comenzó a mostrarse crítica y los más aperturistas del franquismo vieron al Régimen como "un barco que se estaba hundiendo".

En los años setenta se generalizaron las movilizaciones obrera y estudiantil iniciadas ya en los sesenta; sectores, como la Democracia Cristiana, hasta entonces cercanos a El Régimen, se posicionan frente a él, desde el propio falangismo surgen grupos de oposición, en el ejército, una asociación clandestina, la UMD, desafía la disciplina militar para hacer también oposición; y, su mayor aliada, la Iglesia, se muestra dividida. El Vaticano ya había dado muestras de alejamiento del régimen de Franco y durante esos años se sucedieron las muestras de desaprobación, en el interior, el cardenal primado Vicente Enrique y Tarancón se mostró especialmente beligerante. Para completar una situación insostenible, ETA y otros grupos terroristas adquirieron una fortaleza creciente, multiplicando sus acciones. El 20 de diciembre de 1973, coincidiendo con el denominado Proceso 1001, juicio contra diez dirigentes de Comisiones Obreras, que pretendía ser ejemplar, ETA atenta contra el presidente del Gobierno y principal apoyo de Franco, Carrero Blanco, causándole la muerte.

Franco se enfrentó a estas tensiones iniciando un giro hacia posiciones inmovilistas. El 1 de octubre de 1971, en la celebración del aniversario de su nombramiento como jefe de Estado, con nuevas concentraciones en la plaza de Oriente, Franco dejó claras sus intenciones de no retirarse. Desde el sector continuista comenzó a temerse la previsible perdida de facultades físicas y mentales de Franco antes de sustanciarse la transmisión de poderes. En esta última etapa el Parkinson se hizo muy evidente, a finales de 1974 mostraba claros síntomas de senilidad.

"En el verano de 1975, la sensación de desmoronamiento del régimen era omnipresente". En septiembre de 1975, otro juicio, el de ocho miembros de la organización terrorista FRAP, condenados los ocho a la pena de muerte y dando su conformidad y ejecutándose cinco de las penas, aisló aún más al Régimen internacionalmente. Quince países europeos retiraron a sus embajadores, produciéndose protestas y ataques a las embajadas de España en la mayoría de los países europeos. Como reacción a aquél desmoronamiento, el 1 de octubre, Franco vuelve al balcón de la plaza de Oriente y "repite ante la muchedumbre su discurso de siempre y una vez más, con una voz que la enfermedad hace aún más trémula, denuncia en medio del fervor general de sus incondicionales el complot judeomasónico contra España y la subversión comunista-terrorista"

La agonía de Franco fue lenta y dolorosa, siendo sometido a numerosas intervenciones innecesarias y de efectos desastrosos. El 17 de octubre, después de varias crisis de su salud, aún preside el Consejo de Ministros. El 22 de octubre sufre su tercer ataque cardíaco, el 24 sufre otro y se agravan sus otras dolencias. Desde entonces, todos los intentos de su entorno son los de prolongarle la vida, intentando que sobreviva al 26 de noviembre, momento en que debería renovar el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel como presidente del consejo del Reino y de las Cortes y, así, garantizarse una persona "fiable" con poderes para influir en la elección del futuro presidente del Consejo de Ministros. El 25 de octubre se le administra la extremaunción y, finalmente, el 20 de noviembre, se certifica su muerte.

Durante las cincuenta horas que estuvo abierta la capilla ardiente en la sala de Columnas del palacio de Oriente, se calcula que pasaron por ella para mostrarle su último respeto entre 300.000 y 500.000 personas, formándose largas colas de varios kilómetros. El sepelio desde Madrid al Valle de los Caídos, donde fue enterrado en una solemne tumba junto a la de José Antonio Primo de Rivera, fue presenciado, también, por una gran multitud. Sólo asistieron tres jefes de Estado: el príncipe Rainiero de Mónaco, el rey Hussein de Jordania y el general Augusto Pinochet de Chile.

Tras su muerte, los mecanismos sucesorios funcionaron y Juan Carlos "aceptando los términos de la legislación franquista" fue investido rey, siendo aceptado con escepticismo tanto por los adeptos al Régimen como por la oposición democrática. Posteriormente, Juan Carlos desempeñaría "un papel central en el complejo proceso de desmantelamiento del régimen franquista y en la creación de la legalidad democrática". Se inicia el proceso conocido como Transición Española.

Ideología

Franco adquirió más poder que ningún otro gobernante en España, ejerciendo esos poderes para intervenir en todos los ámbitos de la sociedad española. En opinión de Alberto Reig Tapia: política e ideológicamente Franco se define sobre todo por rasgos negativos: antiliberalismo, antimasónico, antimarxista, etc. Esto coincide con la creencia de Franco de haber sido elegido para salvar a España de estos peligros. Lo cual no define una ideología, pero es difícil ir más allá dado el carácter hermético del personaje. Se conoce su repudio al parlamentarismo anterior, incluso, a los años 30 y su principal obsesión fue la de una supuesta "conspiración masónica y comunista" contra los intereses de España. Uniendo a estas fobias su admiración a todo lo relacionado con el mundo militar y que desde su nombramiento como líder de los sublevados contó con un confesor personal, comenzaba el día oyendo una misa y rezaba el rosario casi a diario, podríamos obtener su armazón ideológico.

En sus gobiernos, los militares siempre jugaron un papel importante, "Franco confió muy especialmente en personalidades del mundo del ejército. Como es lógico, así sucedía no solo en los niveles más altos de la administración sino también en los inferiores"; y la Iglesia participó activamente proporcionando una justificación moral e intentando modelar las costumbres de la sociedad. Políticamente Franco se distinguió por su pragmatismo, las diferentes tendencias que lo apoyaban tuvieron un mayor o menor peso en sus gobiernos dependiendo de los intereses del momento.

Tras su victoria en la Guerra Civil, Franco intentó instaurar un estado totalitario de estilo fascista, eran los tiempos en los que el fascismo italiano y el nacional socialismo alemán estaban en auge. Probablemente vio en ellos no solo un modelo, sino también un medio para colmar sus aspiraciones imperialistas. A Franco, en ese tiempo, le obsesionaba la idea de anexionar a España el norte de África. Fue con la derrota del Eje cuando, al menos formalmente, se aleja de las posiciones fascistas y no será hasta el final de los años cincuenta cuando modifique el modelo económico autárquico. No obstante, hasta la caída del franquismo, quedaron reminiscencias de ese intento totalitario, como los sindicatos verticales, espejos del corporativismo fascista italiano, o la dedicación del Movimiento al adoctrinamiento: en la educación, mediante la "formación del espíritu nacional" en las escuelas, y en la formación de la opinión de la sociedad con el control de los medios de comunicación.

La ausencia de un ideario definido le permitió transitar de unas fórmulas dictatoriales a otras, rozando el fascismo en los cuarenta y a las dictaduras desarrollistas en los sesenta.

La corrupción durante la dictadura

Durante la dictadura franquista fueron numerosos los casos de corrupción que salpicaron a los círculos familiares (especialmente por parte de Nicolás Franco, de Pilar Franco y su yerno el Marqués de Villaverde), políticos y de amistad que rodeaban al dictador, siendo acusado de laxitud y tolerancia con la misma, por ello, en numerosas ocasiones los propios poderes públicos se encargaban de enmascarar estos escándalos, lo cual era posible gracias a la inexistencia de libertad de prensa y la represión. Por ejemplo en el caso de "Manufacturas Metálicas Madrileñas", el propio hermano del dictador fue penalmente amnistiado por el Consejo de Ministros. Su hermana Pilar, viuda madre de 10 hijos, cuyos únicos ingresos eran los que provenían de una módica pensión por viudedad de la época, acumuló una inmensa fortuna y diversas propiedades, recibiendo finalmente 12 millones y medio de pesetas en concepto de pensión hasta su muerte.

Entre otros, fueron de especial relevancia los escándalos de la estafa piramidal inmobiliaria SOFICO, el fraude en las ayudas a la exportación MATESA o a la industrialización en el caso de "Confecciones Gibraltar", y la desaparición de 4 millones de litros de aceite del Estado en el asunto REACE.

Tras el final de la guerra civil, la destrucción y el hambre agudizó el estraperlo y el comercio ilegal a través de las fronteras. Posteriormente, numerosas fortunas florecieron gracias al desarrollo económico, utilizando para ello las influencias del llamado "Clan del Pardo", que era el nombre que englobaba a los círculos cercanos al dictador por ser el Palacio del Pardo su residencia oficial, y la evasión de capitales al extranjero, principalmente con destino a Suiza y José Antonio Martínez Soler, afirmó que:

"Debajo de la dictadura había una corrupción constante y generalizada".

La familia Franco acumuló gran cantidad de bienes y propiedades durante la dictadura como la casa señorial gallega del "Pazo de Meirás" o el "Palacio de Cornide", "El Canto del Pico" en las cercanías de Madrid. Según Mariano Sánchez Soler, que ha publicado diversos libros de investigación sobre la fortuna acumulada por los Franco, la familia poseía un entramado de más de 150 empresas diversas y un patrimonio valorado entre 6.000 y 10.000 millones de pesetas.

En el año 2008, el partido político Izquierda Unida, presentó una proposición parlamentaria para posibilitar la devolución al Estado del patrimonio del dictador, finalmente el gobierno socialista aprobó que los bienes fueran declarados de interés cultural, lo que permite que sean visitados por la ciudadanía, pero permaneciendo en poder de la familia Franco. Por su parte, el Partido Popular se opuso a cualquiera de las iniciativas presentadas.

Vida privada

Lo único que se conoce a ciencia cierta de la vida privada de Francisco Franco es lo que se hacía oficial y público. Estaba casado con Carmen Polo y tuvo una hija, María del Carmen Franco Polo, Duquesa de Franco. Su yerno era Cristóbal Martínez-Bordiú, Marqués de Villaverde, y uno de sus bisnietos es Luis Alfonso de Borbón y Martínez-Bordiú, hijo de Alfonso de Borbón y Dampierre y de María del Carmen Martínez-Bordiú. La familia Franco pasaba sus vacaciones en el Pazo de Meirás, en La Coruña.

Entre sus aficiones destaca la caza y la pesca, convirtiéndose estas aficiones en propaganda de sus proezas, apareciendo en la prensa cobrando numerosas piezas y, principalmente, pescando ejemplares de gran tamaño. También le gustaba jugar a las cartas, pasaba muchas horas viendo la televisión y su conversación favorita siempre versó sobre Marruecos.

Literatura y cine

Con su propio nombre publicó en 1922 el libro (pretendidamente verídico) Diario de una bandera. Con el seudónimo de Jaime de Andrade, Franco escribió la novela Raza, que inspiró la película del mismo título en 1942. También con seudónimo, pero de Jakim Boor, publicó una serie de artículos antimasónicos y antisemitas en el órgano de Falange, el diario Arriba, publicados todos ellos más tarde en el libro Masonería.

Además ha sido utilizado como personaje en varias novelas, películas e historietas de ficción:

En 1964, José Luis Sáenz de Heredia, que ya filmara la película Raza, se hizo cargo también del filme documental Franco, ese hombre.

Otro film documental rodado en la clandestinidad fue Caudillo de Basilio Martín Patino, biografía del dictador centrada sobre todo en su vida anterior a la finalización de la guerra civil, con entrevistas y documentos audiovisuales de ambas partes.

En Dragón Rapide (1986) su papel fue interpretado por Juan Diego, una de las interpretaciones más logradas del dictador, por la que fue nominado al Goya y centrada en los días previos al Alzamiento Nacional.

En Espérame en el cielo (1988) fue encarnado por José Soriano, una película en clave de humor en la que el actor interpreta tanto a Franco como a su doble.

En Madregilda (1993) su papel lo interpreta Juan Echanove, película con toques surrealistas con la que Echanove consiguió ganar su segundo Goya por su caracterización de Franco.

En Operación Gónada (2000) lo interpreta Xavier Deltell.

En ¡Buen viaje, excelencia! (2003) es interpretado por Ramón Fontserè.

En 20-N: Los últimos días de Franco (2008) por Manuel Alexandre

En Balada triste de trompeta (2010) por Juan Viadas

En la miniserie Alfonso, el príncipe maldito (2010) por Francisco Vidal.

En la miniserie Suárez, el presidente (2010) lo interpreta Francisco Merino.

En la miniserie Sofía (2011) lo interpreta Eduardo McGregor.

También aparece, aunque como personaje sin identificar, en el film cómico ...Y al tercer año, resucitó (1980).

En los cortometrajes Franco no puede morir en la cama (1998) y Hendaya: cuando Adolfo encontró a Paco (2007) es interpretado por Luis Ciges y José Macías respectivamente.

Tiene un cameo en la película Evita (1996), interpretado por Peter Hughes.

Aparece como personaje recurrente en el programa Pólònia de TV3 interpretado por Manel Lucas; también ha sido parodiado en otros programas de televisión como Caiga quien caiga, DEC donde fue interpretado por el cómico imitador Carlos Latre y en los Premios Ondas de 2008 por David Fernández.

En la comedia musical Hendaya, mon amour fue interpretado por César Goldi, y en el cortometraje de Luis García Berlanga El sueño de la maestra (2002) aparece como imágenes de archivo pero doblado por Luis Figuerola Ferretti como parodia de ¡Bienvenido Mr. Marshall!.

Aparece en el cortometraje de Álex de la Iglesia La tragedia de Francisco Franco interpretado por Carlos Areces.

Además, él mismo se interpretó en la película muda La malcasada (1926) donde aparecen cameos de importantes personalidades de la época como José Millán Astray, José Sanjurjo, Ramón del Valle-Inclán o el dictador Miguel Primo de Rivera entre muchos otros.

Emblema personal de Franco, estandarte, guion y escudo

Franco utilizó como emblema personal el víctor ('Victorioso', en latín) un símbolo originado en el ocaso del Imperio romano y que derivaba del crismón. También fue empleado por la universidad de Salamanca.

Este emblema se utilizó mucho durante la guerra, y estuvo en la tribuna desde la cual Franco contempló el desfile de la victoria de 1939, cayendo en un relativo desuso a partir de entonces.

En 1940 se crearon el estandarte y el guion que fueron empleados hasta su muerte por el general Francisco Franco como jefe de Estado. Se recuperó de esta forma, hasta el mes de noviembre de 1975, la Banda de Castilla. La propia banda y los dos dragantes estuvieron acompañados, como en el caso de Carlos I, por las Columnas de Hércules con fuste de plata, base y capitel corintio de oro o dorados, y ambas coronadas con una corona imperial (la columna más cercana al lado del mástil y una real antigua, abierta (la más alejada). La columna del lado más cercano al mástil aparecía colocada en el borde inferior, mientras que la otra lo estaba en el borde superior.

El estandarte, la bandera que fue izada en residencias oficiales, acuartelamientos y naves de la Armada consistió en una enseña cuadrada con los elementos mencionados.

El guion, la señal de posición, de uso castrense, fue muy semejante al estandarte pero poseía, en el lado opuesto al mástil, tres carpas redondas salientes y dos entrantes intermedias. Estuvo rodeado por flecos y acompañado de un cordoncillo, ambos de oro.

Los elementos mencionados también formaron parte del escudo personal que empleó Franco como jefe de Estado. En este escudo también figuraron, como adornos exteriores, la Cruz Laureada de San Fernando y una corona abierta, sin diademas, denominada corona militar de caudillaje.

Predecesor:

Miguel Cabanellas

(presidente de la Junta de Defensa Nacional, bando sublevado)

José Miaja

(presidente del Consejo Nacional de Defensa, bando republicano)

Jefe de Estado de España

(de facto hasta 1947)

1936-1975

(en Guerra Civil: 1936-1939)

Sucesor:

Juan Carlos I

(como rey de España)

Predecesor:

Francisco Gómez-Jordana

(presidente de la Junta Técnica del Estado, bando sublevado)

José Miaja Menant

(presidente del Consejo Nacional de Defensa, bando republicano)

Presidente del Gobierno de España

1938-1973

(en Guerra Civil: 1936 – 1939) Sucesor:

Luis Carrero Blanco

Franquismo

Fascismo

NO-DO

Lemas del franquismo

Simbología del franquismo

Dictadura de Francisco Franco

Cronología del franquismo

Gobiernos de la dictadura de Francisco Franco

Tabla cronológica de reinos de España

Represión del catalán

Imputados por el Juez Garzón en la causa contra el Franquismo

Referencias y notas

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2. Historia de España del siglo XX (II). La crisis de los años treinta: República y Guerra Civil, Editorial Taurus, Madrid 1999

3. Historia de España del siglo XX (III). La Dictadura de Franco, Editorial Taurus, Madrid 1999

4. Dictadura franquista y democracia. 1939-2004, Editorial Crítica, Barcelona 2005. ISBN 84-8432-622-5

5. La Época de Franco, Cap.: Gobierno y Oposición (1969-1975), Editorial Espasa Calpe, 2007, Madrid, ISBN 978-84-670-2627-6

González Duro, Rafael (2008). Farnco. Una biografía psicológica (1ª edición edición). Editorial Raíces. ISBN 978-84-86115-62-3.

Azaña, Manuel (2007). Obras completas. Edición: Santos Juliá. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Ministerio de La Presidencia.. ISBN 987-84-259-1358-7.

Fernández Santander, Carlos (2005). Franco. Un dictador en un tiempo de infamia. Barcelona: Crítica. ISBN 84-8432-690-X.

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Gustau Nerín, La Guerra que vino de África, Crítica S. L., Barcelona, 2005, ISBN 84-8432-618-7 Vista parcial en Google libros

Enlaces externos

Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Francisco Franco. Commons

alberga frases célebres de o sobre Francisco Franco.

Wikisource contiene el documento histórico «Testamento de Francisco Franco».Wikisource

Wikisource contiene el documento histórico «Relations of Members of the United Nations with Spain».Wikisource

Wikisource contiene el documento histórico «Condecoraciones otorgadas por Francisco Franco a Benito Mussolini y a Adolf Hitler».Wikisource

Wikinoticias

Artículos en Wikinoticias: Garzón ordena la exhumación de 19 fosas de la guerra civil española

Biografía muy detallada (en inglés)

Fundación Nacional Francisco Franco

Need for international condemnation of the Franco regime (Consejo de Europa)

Informe de Amnistía Internacional sobre la violaciones de los derechos humanos bajo el régimen franquista

Cronología del franquismo

Años 1930

1936

17, 18 y 19 de julio: Fallido golpe de estado contra la II República meses después de la victoria en las urnas del Frente Popular. Se inicia la Guerra Civil Española.

18 de julio:Acusa recibo de Melilla telegrafiando a los sublevados mostrando su apoyo. Declara el Estado de Guerra en el Archipiélago Canario difundiendo por las calles el cartel (05:00 Tenerife) y mediante una alocución a las (05:15 Gran Canaria). Parte a Melilla.

24 de julio:Establecimiento en Burgos de la Junta de Defensa Nacional, gobierno colegiado del bando nacional. En ella, Franco es sólo un vocal al igual que los otros generales implicados en el golpe de estado.

18 de agosto: Es asesinado el gran poeta y escritor español Federico García Lorca, quien había participado en algunas actividades contra la dictadura franquista.

29 de septiembre: La Junta de Defensa Nacional nombra a Franco jefe de gobierno del Estado Español asumiendo así todos los poderes del nuevo Estado.

1937

19 de abril Creación de FET de las JONS, que será el partido único del Régimen, uniendo las organizaciones carlistas y falangistas.

20 de mayo Mediante Decreto se asigna sueldo a los prisioneros de guerra acusados de delitos no graves que quisieran ejercer su derecho al trabajo.

23 de agosto Decreto de creación del Servicio Nacional del Trigo, la primera disposición de carácter civil y alcance nacional, la primera batalla ganada de la paz.

27 de agosto Presentación en Salamanca de credenciales de Eberhard von Stohrer, embajador alemán.

1938

30 de enero: Franco asume oficialmente los cargos de Jefe de Estado y de Gobierno.

1 de febrero: Formación del primer gobierno del bando nacional bajo la autoridad de Franco. En él destaca la figura de Ramón Serrano Súñer, conocido como el Cuñadísimo y nombrado Ministro de Gobernación.

9 de marzo: La promulgación del Fuero del Trabajo, la primera de las ocho Leyes Fundamentales del Reino de inspiración fascista, inspirada el ideario de José Antonio Primo de Rivera y en la doctrina social de la iglesia católica basada en la encíclica Rerum Novarum . Sería la espina dorsal del nacional-sindicalismo al crear los sindicatos verticales con el fin de disciplinar al proletariado.

27 de agosto: Se constituyó de nuevo el Tribunal Supremo bajo la presidencia de Felipe Clemente de Diego: de los veinte magistrados que lo componían, trece ocupaban otra vez su puesto.

1939

13 de febrero: Promulgación de la Ley de Responsabilidades Políticas con la que se legaliza la represión política hacia los vencidos.

22 de marzo: Nombramiento de Comandante General de la Escuadra al Contralmirante habilitado de Vicealmirante don Manuel Moreu Figueroa.

1 de abril: Franco anuncia que la Guerra Civil Española ha terminado. Comienzo de la Dictadura de Franco (hasta 1975).

7 de abril: Franco hace pública su adhesión al Pacto Antikomintern.

9 de agosto: Formación del Segundo Gobierno nacional de España (1939-1941).

Años 1940

1940

12 de junio: España pasa de neutral a estado no-beligerante en la Segunda Guerra Mundial como muestra de las simpatías del Gobierno hacia el Eje.

La

.

20 de octubre:Reunión en Hendaya de Hitler y Franco para negociar una participación española en la Segunda Guerra Mundial.

Se crea la "Ley de Unidad Sindical",en teoría -sindicatos verticales-.

1941

20 de mayo: Formación del Tercer Gobierno nacional de España (1941-1942), Francisco Franco asume oficialmente los cargos de Jefe de Estado y de Gobierno

13 de julio: Salida de los primeros integrantes de la División Azul hacia Alemania.

25 de septiembre: Creación del INI con el objetivo de promover el desarrollo de la industria dentro del contexto de la autarquía y el aislamiento económico, siguiendo el modelo de la Italia fascista.

1942

3 de septiembre: Ramón Serrano Súñer es apartado del Gobierno marcando el inicio de la cautelosa separación del Régimen respecto a las potencias del Eje.Agresión falangista en torno a la Basílica de Begoña. Se dicta la Ley Constitutiva de las Cortes. Ambas circunstancias provocan la formación del Cuarto Gobierno nacional de España (1942-1945).

1943

16 de marzo: Comienzo de la I Legislatura de las Cortes Españolas (1943-1946).

10 de octubre: Comienzo de la repatriación de la División Azul.

1944

19 de octubre: Invasión del Valle de Arán por alrededor de 6.000 guerrilleros antifranquistas en la conocida como "Operación Reconquista de España".

1945

17 de julio: Promulgación del Fuero de los Españoles que establece unos hipotéticos derechos y deberes de los españoles. Se pretende, tras la definitiva derrota de los países del Eje en la Segunda guerra mundial, realizar un lavado de cara del Régimen pero sin llegar a reconocer los Derechos Humanos dentro del territorio español. Se produce en México la Reunión de las Cortes de la República.

18 de julio Formación del Quinto Gobierno nacional de España (1945-1951).

1946

12 de diciembre: La Asamblea General de la ONU recomienda la no-admisión del Régimen de Franco en su organización, y en los organismos dependientes de ésta, por su alineación pro-fascista durante la Segunda Guerra Mundial.

1947

26 de julio: Promulgación de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, la quinta de las Leyes Fundamentales del Reino, por la que se describe el estado español como reino pero sin nombrar sucesor. Esta medida estuvo encaminada a contentar a los apoyos monárquicos del Régimen sin entrar en la disputa entre carlistas y alfonsinos.

1 de mayo: La huelga secundada por el Gobierno Vasco en el exilio es secundada por unos 20.000 obreros industriales vizcaínos. La dura represión de la dictadura paraliza la conflictividad obrera durante unos años pero no extingue el malestar y el rechazo pasivo de los obreros.

1948

28 de agosto: Reunión entre Franco y Juan de Borbón en la que se acuerda que el príncipe cursaría sus estudios en España.

Años 1950

1950

9 de mayo: Se funda la SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo, S.A) por iniciativa del INI.

1951

1 de marzo: La subida de las tarifas del tranvía de Barcelona sirve de detonante de un boicot dirigido contra este servicio, seguido de una huelga secundada por entre 250.000 y 500.000 huelguistas contra el alza del coste de la vida y las penosas condiciones laborales. Estas movilizaciones dan el pistoletazo de salida para el aumento de una nueva conflictividad social.Se produce la ruptura del Pacto de San Juan de Luz,entre las Fuerzas Monárquicas y el PSOE.

18 de julio Formación del Sexto Gobierno nacional de España (1951-1956).

1952

22 de marzo: El Consejo de ministros anuncia se acaba con el sistema de racionamiento que venía funcionando en el bando nacional desde mayo de 1939. Se inicia así la liberalización de la economía que culminará después de 1959.

1953

27 de agosto: Firma del Concordato con el Vaticano con el que el Régimen Franquista comienza a salir del aislamiento internacional por su apoyo a los países del Eje durante la IIGM.

26 de septiembre: Firma de los acuerdos económicos y militares con los EE. UU. por lo que el régimen permite el establecimiento de bases militares estadounidenses en la península a cambio de apoyo económico y diplomático.

1955

15 de diciembre: El Estado Español ingresa en la ONU respaldado por la estrategia de los EE. UU. en la Guerra Fría.

1956

16 de febrero: Formación del Séptimo Gobierno nacional de España (1956-1957), presidido por Francisco Franco

7 de abril: Franco reconoce la independencia del Marruecos español tras hacer lo propio Francia un mes antes.

junio: Declaración del Partido Comunista de España en el que define su estrategia para el cambio en España de Reconciliación Nacional.

6 de octubre: Fue inaugurado por Francisco Franco Pueblonuevo del Guadiana que comenzó su construcción en el año 1948 como consecución del Plan Badajoz.

28 de octubre: Se funda Televisión Española.

1957

25 de febrero: Formación del Octavo Gobierno nacional de España (1957-1962), presidido por Francisco Franco, va a suponer una nueva orientación de la política económica conducente a la puesta en práctica del Plan de Estabilización.

27 de mayo:Sale de la fabrica de SEAT en Barcelona el primer Seat 600, símbolo de la entrada de España en la sociedad de consumo.

30 de agosto: Muere en Barcelona acribillado por la policía el guerrillero urbano anarquista José Luis Facerías.

1958

17 de mayo: Se promulga la Ley de Principios del Movimiento Nacional

15 de septiembre: España entra en la OECE (Organización Europea para la Cooperación Económica, predecesora de la OCDE), el Fondo Monetario Internacional y en Banco Mundial.

1959

2 de abril: Inauguración por el dictador del Valle de los Caídos que será la tumba de José Antonio Primo de Rivera y la suya propia.

21 de julio: Se inicia el Plan de Estabilización tras el visto bueno de del FMI y la OECE. Este plan pretende sanear la economía española y reducir la alta tasa de inflación. Para esto sigue un plan ortodoxo de estabilización, es decir hacer cargar el peso del saneamiento a los sectores populares mediante congelación de salarios, recorte del gasto social, etc.

31 de julio: Fundación de ETA.

21 de diciembre: El presidente estadounidense Eisenhower visita España dando un definitivo espaldarazo al régimen franquista buscando apoyos para la política estadounidense en la Guerra Fría.

Años 1960

1960

5 de enero: Muere, asesinado por la policía, el célebre guerrillero libertario Quico Sabaté.

1962

5-8 de junio: Se produce el Contubernio de Múnich por el que representantes de todas las tendencias democráticas solicitan a la entonces CEE que exija al régimen condiciones democráticas para su ingreso en la organización europea.

10 de julio: Formación del Noveno Gobierno nacional de España (1962-1965), presidido por Francisco Franco, con la entrada de ministros tecnócratas miembros del Opus Dei, quienes comenzarán una política económica conducente a la puesta en práctica del Plan de Desarrollo.

1963

1 de abril: Creación del Tribunal de Orden Público adquiriendo gran parte de las funciones del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.

20 de abril: Ejecución del comunista Julián Grimau por sus actividades en la Guerra Civil Española.

17 de agosto: Ejecución de los anarquistas Granados y Delgado, por un atentado con bomba en Madrid. Fueron ejecutados pese a que 3 días antes de la ejecución sus verdaderos autores dieron una rueda de prensa desde Francia autoinculpándose. El temor a presiones internacionales llevó al régimen a cumplir la pena de muerte 17 días después de haber sido detenidos los acusados.

1965

25 de febrero: 5.000 estudiantes se manifiestan en Madrid. Como consecuencia, Agustín García Calvo, Enrique Tierno Galván y Arangunen, entre otros profesores, son separados de la universidad por su apoyo al movimiento estudiantil.

7 de julio: Formación del Décimo Gobierno nacional de España (1965-1967), presidido por Francisco Franco,

1966

17 de enero: Incidente de Palomares en el que el ejército estadounidense perdió un bombardero con armas nucleares en la costa almeriense.

1967

10 de enero: Se aprueba la Ley Orgánica del Estado que establece una división de poderes entre Jefe del Estado y Jefe de Gobierno, así como la creación de la figura del procurador familiar

7 de julio: Formación del XI Gobierno nacional de España (1967-1969), presidido por Francisco Franco.

1968

2 de agosto: ETA asesina a Melitón Manzanas, jefe de la Brigada de Investigación Social de la comisaría de San Sebastián por su supuesta participación en innumerables torturas.

12 de octubre: Se proclama la independencia de Guinea Ecuatorial.

1969

julio: Estalla el Caso Matesa.

22 de julio: Las Cortes franquistas nombran a Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco. El futuro rey jurará los principios del Movimiento Nacional.

29 de octubre: Formación del XII Gobierno nacional de España (1969-1973), presidido por Francisco Franco.

Años 1970

1970

3 de diciembre: Arranca el Proceso de Burgos a 16 personas acusadas de pertenecer a ETA y de la ejecución del Melitón Manzanas, jefe de la Brigada de Investigación Social de la comisaría de San Sebastián

1973

11 de junio: Formación del XIII Gobierno nacional de España (1973-1974), presidido por Luis Carrero Blanco.

20 de diciembre: Muere el presidente de gobierno y favorito de Franco, Carrero Blanco, en un atentado de ETA.

1. Se inicia el Proceso 1001 en el que se juzga a 10 dirigentes del sindicato comunista CCOO.

1974

2 de marzo: Ejecución por garrote vil del libertario Salvador Puig Antich, militante del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) junto a Georg Michael Welzel, alias Heinz Ches, un preso común.

25 de abril: La Revolución de los Claveles. Levantamiento militar y, después, popular pro-democrático que puso fin a la Dictadura Salazarista en Portugal. Este levantamiento progresista del ejército portugués inspirará a una serie de militares españoles que, en agosto de ese año crearán la Unión Militar Democrática.

19 de julio: Juan Carlos de Borbón asume, hasta el 2 de septiembre la jefatura del estado de forma interina a causa de la enfermedad del dictador.

24 de julio: Creación de la Junta Democrática de España por iniciativa del PCE.

1975

11 de junio: Creación de la Plataforma de Convergencia Democrática alrededor del PSOE.

27 de septiembre: Fusilamiento de dos militantes de ETA y tres del FRAP en medio de una fuerte protesta internacional e interna contra el Régimen.

20 de noviembre: Muerte de Franco y fin de su regimen.

Cronología de la Guerra Civil Española

Franquismo

Gobiernos de la dictadura de Francisco Franco

Simbología del franquismo

La simbología del franquismo es el conjunto de símbolos que se utilizaron como referente icónico para identificar visualmente al régimen franquista y a las personas e instituciones que se identificaban con él, y marcar la apropiación simbólica de lugares emblemáticos, muchos de ellos utilizados como espacios de la memoria. Se utilizó masivamente, siguiendo las modernas técnicas de propaganda para conseguir una presencia abrumadora en todos los ámbitos públicos y privados: banderas, escudos, efigies, monumentos, sellos, medallas, insignias, uniformes y distintivos de todas clases. Incluso los asientos de los transportes públicos eran objeto de apropiación simbólica para perpetuar el recuerdo de la Gloriosa Cruzada: un cartel que indicaba Reservado para caballeros mutilados.

La ausencia de legitimidad democrática del régimen de Franco impulsó la búsqueda de legitimidades alternativas de corte carismático, en consonancia con el fascismo italiano o el nazismo alemán, sus aliados al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La ausencia de crítica interna (prohibida la oposición y hábilmente gestionados por el Generalísimo los contrapesos entre las distintas familias del régimen), produjo desde muy temprano un verdadero culto a la personalidad del Caudillo.

La parafernalia simbólica del franquismo se originó durante la Guerra Civil (1936-1939), tras su exaltación a la jefatura del Estado, adoptando en buena medida la desarrollada en los años anteriores por Falange Española de las JONS, a la que se sumó la de los tradicionalistas o carlistas, y la propia del Ejército (sobre todo de algunos cuerpos particularmente vinculados a Franco, como la Legión Española). De hecho, el partido único creado por la fusión de falangistas y tradicionalistas (la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, más conocida como Movimiento Nacional) fue dotado con un uniforme que sumaba a la camisa azul falangista la boina roja carlista y los correajes militares (que ya se utilizaban con anterioridad marcando el carácter paramilitar de la Falange); también incluía una corbata negra como luto por José Antonio. Continuó utilizándose durante todo el periodo de la dictadura de Franco.

A pesar de la retirada de algunos de estos símbolos en los primeros años de la Transición —destacadamente los grandes emblemas de yugo y flechas de la emblemática Casa Sindical (torre de ladrillos construida en estilo racionalista frente al Museo del Prado) y de la sede central del Movimiento en la calle Alcalá de Madrid o la recuperación del nombre de calles (por ejemplo, en Madrid, la Gran Vía, hasta entonces Avenida de José Antonio, o el Paseo de la Castellana, hasta entonces Avenida del Generalísimo)— muchos de ellos permanecieron, y en parte la simbología franquista sigue presente hoy en día, más de treinta años después de la muerte de Franco. La ley denominada Ley de Memoria Histórica (aprobada por el Congreso de los Diputados el 31 de octubre de 2007) establece la retirada de estos símbolos, obligando a las instituciones públicas a ello, y privando de ayudas a las instituciones privadas que no las retiren. Fue objeto de particular redacción lo referente a los símbolos que puedan afectar a la Iglesia Católica, introduciéndose una salvaguarda por razones religiosas, junto a la que exceptúa a los monumentos con valor artístico.

Banderas y emblemas: el "escudo del águila"

En las jornadas del Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936, las fuerzas militares sublevadas usaron la bandera nacional con el escudo de armas vigente, es decir, la vigente "tricolor" con el escudo de 1869, que eran los aprobados por la Constitución española de 1931. Sin embargo, los sublevados pronto advirtieron en el terreno operacional la confusión que se creaba a la hora de distinguir sus unidades de las del bando gubernamental, especialmente en los combates aéreos y navales. Por otra parte, dentro de la heterogeneidad de familias políticas del bando sublevado, los tradicionalistas y requetés en Navarra demandaron ir a los frentes con banderas "rojas y gualdas" o bien, con blancas en las que bordaban aspas rojas, llamadas de borgoña o de San Andrés, incluyendo una diversidad de emblemas entre los que había una mezcla de simbología monarquista y religiosa, esta última particularmente dirigida hacia el culto del "Sagrado Corazón". El gobierno de la Junta de Defensa Nacional resolvió esta situación en cuanto al capítulo de banderas, mediante el Decreto de 29 de agosto de 1936, firmado por el general Miguel Cabanellas Ferrer, que restablecía la bandera roja y gualda. Curiosamente, no se hizo referencia ni a las dimensiones ni al escudo, de manera que las fuerzas sublevadas emplearon multitud de escudos distintos. Para resolver esta situación, la Junta completó el Decreto con la Orden de 13 de septiembre de 1936 firmada por el coronel Federico Montaner, por la que se establecía que las formas y dimensiones de las banderas de las unidades del Ejército fueran las mismas de antes de la proclamación de la República y que el escudo fuera el republicano. Finalmente, y tras considerar las pretensiones de la entonces influyente Falange, un nuevo diseño para el escudo fue formalmente descrito y regulado por el Decreto nº 470 de 2 de febrero de 1938 firmado por el general Franco.

El escudo entonces representativo del bando sublevado y de su ideología, popularizado como el "escudo del águila", sería impuesto al término del conflicto como escudo nacional de España vigente, incluso tras algunos ligeros retoques técnicos aprobados en 1945, no solamente durante el periodo del régimen franquista propiamente, sino también durante el periodo de la Transición democrática hasta 1981, si bien que con ciertas modificaciones de valor simbólico aprobadas en 1977.

Por expresa voluntad del gobierno franquista, el diseño del escudo supuso una novedad con respecto a la tradicional configuración para el escudo nacional desde 1868, momento a partir del cual, las armas de España como Estado dejaron estar asociadas a las de la dinastía reinante, sin perjuicio de emplear los elementos básicos de ésta como era el cuartelado con los blasones de Castilla, León, Aragón y Navarra y «entado» en punta con el de Granada, con la inclusión de otros elementos heráldicos históricos a los que se confirió una distinta simbología:

«El haz y el yugo de los Reyes Católicos, cuya adopción como distintivo constituye uno de los grandes aciertos de nuestra Falange, debe figurar en las armas oficiales para indicar cual ha de ser la tónica del Nuevo Estado».

El Águila presente en el escudo de Franco no es un símbolo original del régimen, sino que era ya utilizado en las armas de los Reyes Católicos. Éste era el Águila de San Juan que Isabel la Católica incorporó como soporte al escudo por la devoción al evangelista con la que la soberana añadió el lema «sub umbra alarum tuarum protege nos» (protégenos bajo la sombra de tus alas). Incluso se hizo coronar reina de Castilla el día de su festividad. Se utilizó una heráldica semejante a la empleada por los Reyes Católicos, sustituyendo las armas de Aragón-Sicilia por las de Navarra, se añadieron las Columnas de Hércules y la divisa Una, Grande y Libre.

El Yugo, el Haz y el nudo gordiano

Origen

En la tradición heráldica española, el yugo, el haz de flechas y el nudo gordiano fueron elementos que, junto con el ramo de granadas y el lema Tanto Monta conformaban la divisa personal propia más difundida de los Reyes Católicos, tal y como fue plasmada en el cancionero de Pedro Marcuello. Esta divisa fue incorporada a la combinación de las armas familiares de ambos esposos a partir de 1475, según se pactó en las capitulaciones de la llamada Concordia de Segovia y de la cual una representación gráfica del escudo que identificaría la reunión de los dos reinos más importantes de la península, es la imagen del escudo más antigua conservada. Según Faustino Menéndez Pidal de Navascués la significación de la divisa era por entonces de carácter galante, formando un juego mutuo simbólico fundado en las iniciales de los nombres de ambos esposos, siguiendo una costumbre de la época por la que cada cónyuge empleaba las iniciales de su correspondiente en la firma de documentos, tal y como lo declararon los mismos reyes en 1497 mediante la ordenanza que regulaba el grabado de las monedas de plata, con un significado genuino de igualdad de ambos soberanos.

Atribuidos en su conjunto erróneamente a Antonio de Nebrija, a quien según Menéndez Pidal solo le correspondería la creación del lema Tanto Monta, su interpretación ha sido objeto de diversas conjeturas por distintos autores muchos de los cuales se refieren a explicaciones fantásticas o leyendas infundadas. Propia del Rey era la divisa del nudo gordiano, de arraigo en la corona de Aragón, y que se disponía perpendicularmente al yugo, como así aparece en el cancionero de Marcuello o en los entramados del Palacio de la Aljafería de Zaragoza, pero que en Castilla causó confusión y fue asociado a las coyundas del yugo. Las flechas por su parte fueron representadas en un número variable, pero siempre apuntando hacia abajo. Con el tiempo esta divisa propia de los Reyes Católicos como esposos se difundió a otras composiciones heráldicas, siendo adoptadsa en alguna de sus variantes como parte de los emblemas no solamente de villas y ciudades, como por ejemplo Ronda, Marbella o Málaga, sino también de Estados como Puerto Rico o los Países Bajos.

Emblema de la Falange

La adopción de este símbolo se produjo a causa de una explicación de un profesor de la Universidad de Granada, Fernando de los Ríos, de inclinaciones socialistas, que en una clase de Derecho Político instruyendo sobre el Estado Fascista y sus símbolos, hizo un apunte en el encerado con un ramillete de flechas entroncadas con un yugo, indicando que ese sería el símbolo del fascismo de haber nacido o surgido en España:

Si algún día hubiese un fascismo español, éste podría ser el emblema

Un alumno asistente a esa clase, Juan Aparicio López, fue el que insinuó la adopción de este símbolo para las JONS de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). También propuso la bandera "roja y negra" y el lema "España, una, grande y libre".

Quien diseñó la yuxtaposición con que fue adoptado el símbolo de la JONS fue el burgalés Escribano Ortega, firmante del manifiesto de los gallos de marzo en el que convergían su cualidad de dibujante con su personalidad tradicionalista. En una cuartilla rayó la verticalidad oblicua de las flechas y la horizontalidad maciza del yugo y se dispuso a unirlos por su convergencia y así fue como renació el emblema al que Ramiro Ledesma adoptó como representativo de las nuevas JONS y que más tarde perduraría y sería adoptado por Falange en el momento mismo de la fusión el 13 de febrero de 1934 representada por Ramiro y José Antonio en un ático de la Gran Vía madrileña. Más tarde, José Antonio Primo de Rivera, el 19 de octubre del mismo año, en una comunicación entre otras cosas decía[cita requerida]:

Oído el parecer del Consejo Nacional, esta Jefatura ha acordado lo siguiente: sobre el bolsillo izquierdo, en la misma camisa o en un trozo intercambiable de tela del mismo color, irá bordado el emblema de las cinco flechas y el yugo.

El poeta y militante falangista Rafael Sánchez Mazas evocó en una edición de la revista El Fascio de 1933 las motivaciones para la adopción por parte de la Falange Española de algunos de los elementos de la divisa de los Reyes Católicos, llegando a atribuir su origen a varias de las obras del poeta romano Virgilio (70 a. C. – 19 a. C.), el simbolismo de las flechas, como expresión de la guerra evocada en su obra Eneida, y el yugo, para las labores agrarias, basada para las Geórgicas, con el que se pretendía conferir a la divisa un significado propio al ideario falangista:

(..) Repongamos en el escudo yugo y haz. Si el yugo sin las flechas resulta pesado, las flechas sin el yugo corren peligro de volverse demasiado voladoras. Tornemos, más que a una política, a una disciplina, a una conducta, a un estilo, a un modo de ser, a una educación.

Sánchez Mazas, El Fascio, Haz y Yugo, 1927, Madrid, 16 de marzo de 1933.

Para los responsables del ideario falangista, como José Antonio Primo de Rivera, Juan Aparicio, Ernesto Giménez Caballero, Ramiro Ledesma, Orbegozo, que dejaron sus reflexiones en la revista Fascio el emblema elegido también se aproximaba al del fascismo italiano, éste a su vez inspirado en el fascio o símbolo de los líctores romanos, mediante la asociación polisémica en español de la palabra haz, también del latín fasces, que se entiende como haz de flechas o de trigo, o como el imperativo del verbo hacer, adecuándose al espíritu revolucionario que se quería dar a la Falange y a la grave cuestión de la reforma agraria, tema de la actualidad política de los primeros años de la Segunda República. Sánchez Mazas volvía a recordar la intencionalidad simbólica asociando el haz de flechas a un vocablo propio del campesinado, que incluso inspiró un cuento tradicional: el del padre que al morir manda a sus hijos mayores partir un haz, cosa imposible, mientras que el hijo pequeño lo consigue fácilmente quebrando las espigas de una en una. La moraleja es que, permaneciendo unidos como el haz, serán invencibles. El yugo y el haz de flechas querían simbolizar una forma de vida y una forma de gobernar, prudente y a la vez emprendedora:

El yugo sin las flechas resulta pesado, las flechas sin el yugo corren peligro de volverse demasiado voladoras.

El diseño del yugo y el haz de flechas fue descrito en la pragmática expedida por los Reyes Católicos en Medina del Campo en el año 1497, para llevar a cabo su reforma monetaria donde pretendían unificar el sistema monetario además de regular el funcionamiento de las casas de moneda y monederos.

En las monedas introdujeron el yugo, el haz y el nudo gordiano.

El emblema del Yugo fue el propuesto por Antonio de Nebrija a Fernando como emblema de su esposa Ysabel, que anteriormente le había pedido que el emblema comenzara por Y. El poeta le propuso el Yugo porque fue el objeto al que estaba atada una cuerda con el "nudo gordiano", un nudo que era imposible de desatar menos para quien estuviera destinado a ser el conquistador del mundo. El mismo Alejandro Magno sacó su espada y lo cortó exclamando "Tanto monta" (da lo mismo), para que el rey tomara la acción directa para hacer valer su posición.

Los miembros y pedazos de España, que estaban por muchas partes derramados, se redujeron y ayuntaron en un cuerpo y unidad de reino. La forma y travazón, del cual casi está ordenada que muchos siglos vivirá y tiempos, no lo podrá romper ni desatar.

Y ofrecido en el año 1516 al Emperador Carlos V:

Vuestra alteza debe venir a tomar en la mano aquel yugo que el católico rey vuestro abuelo os dejó, con el cual tantos bravos y soberbios se domaron y en la otra las flechas de aquella reina sin par, vuestra abuela, Doña Isabel, con que puso a los moros tan lejos.

El decreto de 1938, que especificaba el nuevo escudo de armas del régimen, incluyó estos elementos según la disposición usada en el siglo XIV, es decir, con el haz de flechas apuntando hacia abajo, pero a partir de 1945, el nuevo diseño varió esa posición y desde entonces, el haz apuntaría hacia arriba, aproximándola a la interpretación falangista. Este símbolo fue adoptado por el franquismo como símbolo del nuevo y único partido del régimen, Falange Española Tradicionalista de las JONS (FET JONS), fruto de la unión de Falange Española de las JONS y Comunión Tradicionalista (carlistas) en el que también se integraron miembros del resto de los partidos y grupos derechistas que apoyaban la sublevación y que habían quedado disueltos tras el inicio de la Guerra: la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), monárquicos alfonsinos y otros partidos de significación derechista, agrarios, etc.

El víctor

El víctor es un símbolo acuñado en el Antiguo Imperio romano y que derivó del crismón.

A partir del Edicto de Milán en el año 313 de nuestra era, el crismón aparecía en monedas, estandartes y con el tiempo pasó a formar parte también de los escudos de los legionarios romanos. Según la leyenda, al emperador Constantino en sus sueños, la noche anterior a la batalla del Puente Milvio, se le apareció el crismón junto a las palabras de «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Al día siguiente éste sustituyó el águila imperial por el crismón o labarum y ganó la batalla.

Poco a poco fue transformándose en los escudos romanos hasta adoptar otra forma muy diferente. Se había convertido en otro símbolo: el Víctor, Escudo de la Victoria o Victorioso.

Fue adoptado por algunas universidades españolas desde el siglo XIV, como la de Salamanca y más tarde la de Alcalá de Henares como emblema para los doctores, en inscripciones murales con pintura roja o negra que se conservan hoy en día. Finalmente, se eligió como adecuado para ser utilizado en el Desfile de la Victoria (18 de julio de 1939) y, a partir de entonces, durante toda la dictadura franquista, como emblema propio de Franco.

Erróneamente se piensa que fue diseñado por el ocultista Corintio Haza, que habría incorporado al emblema símbolos astrológicos para proteger simbólicamente al Caudillo.

Estandarte, guion y escudo de Franco

En el año 1940 se creó el estandarte y guion que fueron empleados hasta su defunción por el dictador. La propia banda y los dos dragantes contenían las columnas de Hércules con fuste en plata, base y capitel corintio en oro y ambas timbradas con una corona imperial en la columna próxima al lado del mástil y una corona real abierta en la más alejada. La columna del lado más cercano al mástil aparecía colocada en el borde inferior, mientras que la otra lo estaba en el borde superior.

En la creación del estandarte se utilizó de base la Banda Real de Castilla, que era una banda personal de los reyes de Castilla y posteriormente usada por los Habsburgo.

El estandarte, la bandera que fue izada en residencias oficiales, acuartelamientos y naves de la Armada, consistió en una enseña cuadrada con los elementos mencionados.

La Banda de Castilla y las Columnas de Hércules también formaron parte del escudo personal que empleó Franco como Jefe de Estado. En este escudo figuraba asimismo acolada la Cruz Laureada de San Fernando y una corona abierta, sin diademas, denominada corona militar de caudillaje.

Las estatuas del Caudillo

Son las representaciones escultóricas que existen de todo tipo del dictador: eran bustos, estatuas ecuestres, etc., que, durante el régimen, se colocaban en las plazas o lugares emblemáticos de muchas ciudades españolas.

En cuanto al número y significación de estas estatuas en cada uno de los periodos del franquismo, se ha propuesto una interpretación según la cual hasta el año 1959 (sobre todo en los años cuarenta) se pretendía legitimar el régimen y "perpetuar la memoria de la victoria"; en los años sesenta se rendía "homenaje particular a Franco y a su obra" (en un espíritu coincidente con el de la conmemoración de los XXV Años de Paz -1964-); y en el último periodo (prolongado tras la muerte de Franco hasta 1978) se pretende "fijar la memoria" con un "objetivo inmovilista".

Lugares donde se encuentran estas estatuas en la actualidad:

Ferrol: aquí se halla el símbolo franquista por excelencia en la villa natal de Franco. Estatua de más de seis metros de altura que durante años presidió la Plaza de España y que actualmente está en el exterior del Museo Naval de Herrerías, dentro del Arsenal Militar.

Toledo: se encuentra en un lateral de la fachada principal de la Academia de Infantería de Toledo.

Valencia: estatua ecuestre del dictador que se retiró de Valencia en 1983 y ahora se conserva en el patio del convento de Santo Domingo.

Melilla: conserva la única estatua de Franco de pie que puede contemplarse en una vía pública y que, después de ser retirada en 2005 debido a unas obras que se iban a realizar, se volvió a colocar a unos 50 metros de su anterior ubicación.

Tenerife: existe otro monolito con su busto en el municipio de El Rosario, que recuerda que en junio de 1936 el entonces comandante general jefe de Canarias se reunió en ese lugar con oficiales de la guarnición para preparar la sublevación.

La Coruña: existen esculturas y placas de Franco en diversos puntos de la ciudad, como la imagen del dictador a caballo rodeado por la guardia mora del Palacio de María Pita.

Salamanca: en la Plaza Mayor hay un medallón de piedra con su busto.

Oviedo: junto al Parque San Francisco y dentro del complejo de edificios pertenecientes al Gobierno Civil de Asturias, se alza un monumento que en un lateral lleva un medallón de bronce orientado hacia el parque con la efigie de Franco.

Últimas estatuas retiradas

Hasta febrero de 2010 en Ceuta se encontraba un monumento denominado «Los pies de Franco», donde estaban sus huellas junto a la única ermita de la ciudad.[cita requerida]

La última estatua ecuestre de Franco en Santander fue retirada el 18 de diciembre de 2008.

Una estatua de Franco que se hallaba en el patio de la Academia General Militar de Zaragoza fue retirada en agosto de 2006.

Un busto que permanecía situado en un lugar público de la Comunidad Valenciana se retiró en septiembre de 2005, en Puebla de Vallbona.

En Guadalajara se acordó el mes de marzo de 2005 retirar la escultura del general Franco de la plaza Beladíez y el busto de José Antonio Primo de Rivera del parque de la Concordia.

El 17 de marzo de 2005 se retiró la estatua situada en los Nuevos Ministerios junto al Paseo de la Castellana de Madrid.

Monumentos y placas a los «Caídos por Dios y por España».

Los monumentos y placas por los «Caídos por Dios y por España» se colocaron en muchos pueblos, la mayor parte en el exterior de las iglesias, y contenían una lista de nombres de los muertos de ese pueblo pertenecientes al bando nacional y seguida del grito de ¡Presentes! similar al de José Antonio Primo de Rivera. Las placas solían estar hechas de mármol y rematadas con bronce o con algún otro tipo de metal, aunque las había de muchos tipos. En ocasiones las placas se colocaban en las paredes de las iglesias o lugar del fallecimiento de las víctimas que aparecían en éstas si había alguna pared cerca; si no se solía también hacer un monumento en forma de cruz o en obelisco de baja altura y allí grababan los nombres o bien adosaban la placa al monumento. En muchos municipios se ha optado por trasladar este tipo de monumentos a los cementerios, y en algún caso se han reconvertido en homenajes a los "caídos" de ambos bandos.

Hubo otro tipo de placas de inauguración de instituciones e infraestructuras, tales como líneas de ferrocarril, estaciones, pantanos, etc., que aún perduran en la actualidad.

Muchas de estas placas y monumentos ni se mantienen ni se retiran. De este modo, quedan expuestas al público que pueda acceder a estos monumentos y placas que se encuentran invadidos por el deterioro o son objeto de vandalismo.

Toponimia

En la actualidad quedan una decena de pueblos que conservan el recuerdo de Franco en sus denominaciones oficiales. El único de ellos que tiene categoría de municipio es Llanos del Caudillo (Ciudad Real) con 726 habitantes. Muchos otros pueblos y ciudades que tuvieron nombres semejantes durante décadas, como El Ferrol del Caudillo (hasta 1982, en La Coruña), o Barbate de Franco (hasta 1998, en Cádiz), los retiraron tras la recuperación de la democracia. Franco también quiso honrar a generales del bando nacional durante la guerra poniendo sus nombres a diversas localidades, que aún conservan:

El caso de Numancia de la Sagra (Toledo) es muy particular. Esta localidad se había denominado desde la Edad Media como Azaña, pero durante la Guerra Civil coincidió con el primer apellido del entonces Presidente del Gobierno español en 1936, Manuel Azaña, por lo que ese mismo año se sustituyó. Azaña significa noria (vocablo árabe-mozárabe), del que tomaría nombre en un principio. Actualmente se llama Numancia por el regimiento que lo tomó y la Sagra por la comarca a la que pertenece.

Nomenclátor del callejero

El recuerdo de Franco sigue presente también en los nombres de calles, plazas y avenidas de diversos pueblos y ciudades. Entre las más importantes está la Avenida del Generalísimo de La Coruña. También hay aún calles, avenidas y plazas en muchas de las ciudades y pueblos de España con nombres de generales del bando nacional durante la Guerra Civil, altos mandos militares como Mola, Sanjurjo, Moscardó, Yagüe, etc. Fueron utilizados asimismo como iconos franquistas las efigies y nombres de personajes como José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo, José Calvo Sotelo, etc. aunque su relación con el régimen de Franco no pudo ser personal —no les dio tiempo, ya que murieron antes o durante la guerra; el mismo José Antonio, que estaba encarcelado, se opuso al Alzamiento Nacional y a formar parte de la conspiración previa—.

Monumentos

El Arco de la Victoria

El Arco de la Victoria de Madrid (erróneamente denominado a veces «Puerta de la Moncloa» por tener cierta similitud con las puertas de Alcalá, Toledo, etc.) es un monumento construido entre 1953 y 1956 por orden de Francisco Franco como conmemoración de su victoria en la Guerra Civil. Está situado en el distrito de Moncloa-Aravaca y tiene casi 40 metros de altura. En su interior se encuentran diversos planos y una maqueta de la Ciudad Universitaria de Madrid (lugar en el que se desarrolló la Batalla de la Ciudad Universitaria), a la que administrativamente pertenece. Tras él se encuentra el Edificio-monumento a los caídos por Madrid (en la actualidad el edificio en el que reside la Junta Municipal del Distrito de Moncloa - Aravaca).

Monumento a los Caídos en Pamplona

El popularmente conocido como Monumento a los Caídos, realmente «Navarra a sus Muertos en la Cruzada», como figura en su fachada (en la actualidad denominado «Sala de Exposiciones Conde Rodezno»), es un edificio en memoria de los navarros fallecidos pertenecientes al bando nacional durante la Guerra Civil, que se encuentra en pleno centro de la ciudad de Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra y hoy día acoge pequeñas exposiciones municipales.

Según cifras oficiales murieron en combate 4.540 navarros. De ellos 1.766 eran soldados, 1.700 requetés y 1.074 falangistas.

Monumentos militares

Franco tras la guerra mandó construir monumentos en forma de cruz, de monolito, altar, etc., para recordar acontecimientos importantes que sucedieron durante la contienda y durante algunas batallas o hechos señalados como la batalla de Belchite, la batalla del Ebro, las matanzas de Paracuellos, entre otros.

Cuartel de La Montaña

El Cuartel de la Montaña fue una edificación militar de Madrid que alcanzó gran notoriedad por tratarse del lugar en el que se inició en la capital la sublevación militar de julio de 1936.

Su relevancia proviene de su papel en la sublevación militar de 1936 en Madrid. El 19 de julio de 1936, el general Fanjul, militar sin mando de tropas en Madrid, pero encargado de la sublevación de la ciudad, entró, vestido de civil, en el cuartel de la Montaña. Sin embargo, en lugar de salir con las tropas para tomar los puntos vitales de la capital, proclamó simplemente el estado de guerra y se hizo fuerte junto con 1.500 de sus hombres (de los que había unos 140 oficiales) y unos 180 falangistas en el Cuartel de la Montaña.

Esa tarde, el cuartel fue rodeado por tropas leales al gobierno de la República, guardias de Asalto, civiles y milicias populares, pobremente armadas. Al amanecer del día 20, se inició el cañoneo del cuartel. Los sublevados sólo resistieron algunas horas. Las diferencias de opinión entre los propios sublevados llevaron a unos a enarbolar la bandera blanca mientras otros seguían disparando sobre los asaltantes. Cuando se utilizó la aviación contra ellos, el cuartel cayó, siendo prácticamente destruido. La entrada de las fuerzas asaltantes se tradujo en el asesinato de la mayor parte de la oficialidad (noventa de unos ciento cuarenta) y de los falangistas. Se contabilizaron entre 150 y 300 muertos.

Francisco Franco

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