Читать книгу Meditaciones diarias para la vida espiri - Henri J. M. Nouwen - Страница 6

FEBRERO

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1 DE FEBRERO

Mi verdadera identidad

Lo primero que me sorprendió cuando vine a vivir a una casa con gente con discapacidad mental fue que el que les gustara yo o no no tenía absolutamente nada que ver con todas las cosas útiles que había hecho yo hasta entonces. Como nadie podía leer mis libros, mis libros no impresionaban a nadie, y como la mayoría de ellos nunca habían ido al colegio, mis veinte años en Notre Dame, Yale y Harvard no eran importantes, no me servían como presentación...

El no poder usar ninguna de las habilidades que me habían resultado tan útiles en el pasado era una verdadera fuente de inquietud. Me vi de pronto frente a mi yo desnudo, abierto a aseveraciones y rechazos, abrazos y puñetazos, sonrisas y lágrimas, y todo ello dependía únicamente de cómo me veían en ese momento. En cierto modo parecía como si estuviera comenzando mi vida de nuevo. Ya no podía dar por hechos mis relaciones, mis contactos ni mi reputación.

En muchos sentidos, la experiencia fue, y sigue siendo, la experiencia más importante de mi nueva vida, porque me obligó a redescubrir mi verdadera identidad. Aquellas personas rotas, heridas y completamente humildes me obligaron a deshacerme de mi yo relevante (el yo que puede hacer cosas, mostrar cosas, demostrar cosas, construir cosas) y me impulsaron a recuperar ese yo desnudo y sin adornos en el que soy totalmente vulnerable y estoy abierto a recibir y a dar amor sin que los éxitos tengan ninguna importancia.


En el nombre de Jesús

2 DE FEBRERO

Dios plantó su tienda entre nosotros

Cuando san Juan dice que el amor perfecto expulsa el temor, está indicando un amor que proviene de Dios, un amor divino. No habla de amor humano, de compatibilidades psicológicas, de atracción mutua ni de profundos sentimientos interpersonales. Todo eso tiene su valor y su belleza, pero el amor perfecto del que habla san Juan acoge y trasciende todos los sentimientos, emociones y pasiones. El amor perfecto que expulsa todo nuestro temor es el amor divino, en el que estamos invitados a participar. El hogar, el lugar íntimo, el lugar de verdadera pertenencia, no es, por tanto, un lugar hecho por manos humanas. Está construido por Dios, quien vino a plantar su tienda entre nosotros, a invitarnos a su casa y a prepararnos una habitación en su propia casa.


Signos de vida

3 DE FEBRERO

Ama profundamente

No dudes en amar, y en amar profundamente. Es posible que tengas miedo al dolor que puede causar un amor profundo. Cuando aquellos a quienes amas te rechacen firmemente, te dejen o mueran, tu corazón se romperá. Pero esto no debe impedirte amar profundamente. El dolor que procede del amor profundo hace que tu amor dé aún más fruto. Es como un arado que rompe el terreno para dejar que la semilla eche raíces y crezca hasta convertirse en una planta fuerte. Cada vez que experimentes el dolor del rechazo, de la ausencia o de la muerte, tienes ante ti una elección. Puedes amargarte y decidir no volver a amar de nuevo o puedes plantar cara a tu dolor y dejar que el terreno que pisas se haga más fértil y más capaz de dar vida a nuevas semillas.


La voz interior del amor

4 DE FEBRERO

El amor da sus frutos

A pesar de mis buenas intenciones, siempre me encuentro luchando para adquirir más poder. Cuando doy algún consejo, quiero saber si se ha seguido; cuando ofrezco mi ayuda, quiero que me den las gracias; cuando presto dinero, quiero que se utilice a mi manera; cuando hago algo el bien, quiero que se me recuerde. Puede que no me erijan una estatua o no coloquen una placa conmemorativa en mi honor, pero vivo constantemente preocupado porque no me olviden, por permanecer de algún modo en el pensamiento y en los actos de los demás.

Sin embargo, el padre del hijo pródigo no vive preocupado por sí mismo. Su vida, llena de tantos sufrimientos, le ha convertido en un hombre que no siente ningún deseo de controlar. Sus hijos son su única preocupación; quiere entregarse completamente a ellos, y por ellos se desborda por completo.

¿Soy yo capaz de dar sin pedir nada a cambio, amar sin poner condiciones a mi amor? Cuando pienso en mi necesidad de que se me reconozca y de que se me valore, me doy cuenta de que tengo una dura batalla que librar. Pero también estoy convencido de que cada vez que consigo vencer esta necesidad y actúo libremente puedo confiar en que mi vida es verdaderamente capaz de dar los frutos del Espíritu de Dios.


El regreso del hijo pródigo


5 DE FEBRERO

El gozo de vivir procede de vivir bien con los demás

En mi propia comunidad, con muchos hombres y mujeres gravemente discapacitados, la mayor fuente de sufrimiento no es la discapacidad en sí, sino los sentimientos que la acompañan, el sentirse inútil, inservible, irrelevante y no querido. Es mucho más fácil aceptar la incapacidad de hablar, caminar o alimentarse por sí mismo que aceptar no poder llegar a tener un valor especial para alguien. Los seres humanos somos capaces de sufrir inmensas privaciones con una gran entereza, pero, cuando sentimos que ya no tenemos nada que ofrecer a nadie, perdemos enseguida el apego a la vida. Instintivamente sabemos que el gozo de la vida nos viene de las formas en que vivimos juntos y que el dolor de la vida viene de las numerosas maneras en que no conseguimos hacerlo bien.


Tú eres mi amado

6 DE FEBRERO

Soledad

La soledad humana más básica es lo que nos amenaza y tan difícil nos resulta de afrontar. Con frecuencia hacemos todo lo posible para evitar la confrontación con la experiencia de estar solos, y a veces somos capaces de crear los inventos más ingeniosos para evitar que se nos recuerde esta situación. Nuestra cultura se ha convertido en experta en la elusión del dolor, no solo el dolor físico, sino nuestro sufrimiento emocional y psíquico también. No solo enterramos a nuestros difuntos como si aún estuvieran vivos, sino que enterramos también nuestros sufrimientos como si no estuvieran realmente ahí. Nos hemos acostumbrado tanto a ese estado de anestesia que nos aterrorizamos cuando no hay nada ni nadie para distraernos. Cuando no tenemos ningún proyecto que terminar, ningún amigo que visitar, ningún libro que leer, ningún programa de televisión que ver, ningún disco que escuchar, y cuando nos hemos quedado completamente solos, a solas con nosotros mismos, estamos tan cerca de la revelación de nuestra soledad humana básica y tenemos tanto miedo a experimentar ese sentimiento omnipresente de soledad, que hacemos lo que sea para volver a estar ocupados y seguir con el juego que nos hace creer que, a fin de cuentas, todo va bien.


Abriéndonos

7 DE FEBRERO

Busca la fuente de tu soledad

Cuando te sientas solo, trata de buscar la fuente de esa sensación. Te sentirás inclinado a huir de tu soledad o a permanecer en ella. Cuando huyes de ella, tu soledad no disminuye en realidad; simplemente la obligas a salir de tu mente de forma temporal. Cuando empiezas a permanecer en ella, tus sentimientos se hacen más fuertes y caes en la depresión.

La tarea espiritual no es huir de tu soledad, no es no dejarte caer en ella, sino buscar su fuente. No es fácil de hacer, pero, cuando puedes identificar de algún modo el lugar de donde surgen esos sentimientos, perderán parte del poder que tienen sobre ti. Esta identificación no es una tarea intelectual: es una tarea del corazón. Debes buscar ese lugar con tu corazón y sin miedo.

Es una búsqueda importante, porque te ayuda a discernir algo bueno sobre ti mismo. El dolor de tu soledad puede estar arraigado en tu vocación más profunda. Quizá te des cuenta de que tu soledad está vinculada a tu llamada a vivir completamente para Dios. Y entonces tu soledad se te puede revelar como la otra vertiente de tu don singular. Cuando hayas experimentado esta verdad en lo más íntimo de tu ser, descubrirás, quizá, que tu soledad no es solo tolerable, sino incluso fructífera. Lo que al principio parecía doloroso puede convertirse en un sentimiento que, a través del dolor, abre ante ti el camino hacia un conocimiento aún más profundo del amor de Dios.


La voz interior del amor

8 DE FEBRERO

Del aislamiento a la soledad

Para llevar una vida espiritual debemos encontrar el valor para entrar en el desierto de nuestro aislamiento y cambiarlo, por medio de suaves y constantes esfuerzos, en un jardín de soledad. Esto no requiere solo valor, sino también una fe firme. Por duro que resulte creer que un seco y desolado desierto puede albergar infinitas variedades de flores, es igual de difícil imaginar que nuestra soledad esconde una desconocida belleza. Sin embargo, pasar del aislamiento a la soledad es el comienzo de toda vida espiritual, porque es pasar de la agitación de los sentidos al espíritu reposado, de los deseos exteriores a la búsqueda interior, del apego temeroso al juego intrépido.


Abriéndonos

9 DE FEBRERO

La soledad es una invitación

El modo de vida cristiano no nos libra de la soledad; la protege y la cuida como un precioso don.

A veces parece que hacemos todo lo posible para evitar la dolorosa confrontación con nuestra soledad humana básica, y nos dejamos atrapar por falsos dioses que nos prometen una satisfacción inmediata y un alivio rápido. Pero quizá la dolorosa percepción de la soledad sea una invitación a trascender nuestras limitaciones y mirar más allá de las fronteras de nuestra existencia. Percibir nuestra soledad puede ser un don que debemos proteger y conservar, porque nuestra soledad nos revela un vacío interior que puede ser destructivo cuando es mal comprendido, pero lleno de promesas para aquellos capaces de soportar su dulce tormento.


El sanador herido

10 DE FEBRERO

La soledad hace posible la verdadera fraternidad

Si convertimos poco a poco nuestro aislamiento en una profunda soledad, crearemos ese precioso espacio donde poder descubrir la voz que nos habla sobre nuestra necesidad interior, es decir, nuestra vocación. Si nuestras preguntas, problemas e inquietudes no se ponen a prueba y maduran en soledad, no podemos razonablemente esperar respuestas que sean verdaderamente nuestras... Es una tarea muy difícil, porque en nuestro mundo nos vemos constantemente apartados de nuestro yo más íntimo y animados a buscar respuestas y no a escuchar las preguntas. Una persona aislada no tiene tiempo ni descanso interiores para esperar y escuchar. Quiere respuestas, y las quiere aquí y ahora. Pero en soledad sí podemos prestar atención a nuestro yo interior. Esto no tiene nada que ver con el egocentrismo o la malsana introspección, porque, en palabras de [Rainer Maria] Rilke: «Cuanto acontezca en lo más íntimo de su ser será siempre merecedor de todo su amor» 2. En soledad podemos estar presentes para nosotros mismos... Y allí podemos también estar presentes para otros, abriéndonos a ellos, no ávidos de atención y afecto, sino ofreciéndonos para ayudar a construir una comunidad de amor. La soledad no nos aleja de los demás seres humanos; al contrario, hace posible una verdadera fraternidad.


Abriéndonos

11 DE FEBRERO

Una nueva forma de ser humanos

El amor de Dios es un amor incondicional, y solo ese amor puede hacernos capaces de vivir juntos sin violencia. Saber que Dios nos ama profundamente y que siempre seguirá amándonos, sin importar quiénes seamos y qué hagamos, nos permite no esperar de los otros seres humanos más de lo que pueden ofrecernos, perdonarles generosamente cuando nos han ofendido y responder siempre con amor a su hostilidad. De este modo hacemos visible una nueva forma de ser humanos y una nueva forma de responder a nuestros problemas del mundo.


Cómo vivir una vida espiritual en un mundo material

12 DE FEBRERO

Proclama tu verdad

Resulta esencial que comprendas perfectamente que tu valía y tu valor no dependen de nadie más. Tienes que proclamar tu propia verdad interior. Eres una persona digna de ser amada y llamada a ofrecer amor, no porque nadie lo diga..., sino porque has sido creado por amor y vives en el abrazo de Dios, que no dudó en enviar a su único Hijo a morir por nosotros... Que seas bueno y digno de amor no depende de ningún ser humano. Tienes que seguir repitiéndote a ti mismo: «Soy amado por un amor incondicional e infinito, y ese amor me permite ser una persona libre, centro de mis propias acciones y decisiones». Cuanto mejor comprendas esto, más capaz serás de perdonar a quienes te hayan ofendido y de amarlos en su quebrantamiento. Sin un profundo sentimiento de respeto a ti mismo no puedes perdonar y siempre sentirás odio, resentimiento y venganza. El más grande acto humano es el perdón: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». El perdón está en el centro del amor que Dios nos tiene y también en el centro del amor que nos tenemos unos a otros. Amar a alguien significa perdonarse una y otra vez.


Love, Henri (Con cariño, Henri)

13 DE FEBRERO

Hacer visible el amor incondicional de Dios

Siempre que, contrariamente al espíritu de venganza del mundo, amamos a nuestro enemigo, mostramos parte del perfecto amor de Dios, cuyo deseo es reunir a todos los seres humanos como hijos de un mismo Padre. Siempre que perdonamos en vez de enfadarnos unos con otros, bendecimos en lugar de maldecirnos, curamos las heridas de los demás en lugar de echar sal en ellas, animamos en lugar de descorazonar, damos esperanza en lugar de empujar a la desesperanza, abrazamos en lugar de acosar, acogemos en lugar de mostrar frialdad, damos gracias en lugar de criticar, alabamos en lugar de difamar... en resumen, siempre que optamos por el otro en lugar de ir en su contra, hacemos visible el amor incondicional de Dios; disminuimos la violencia y hacemos surgir una nueva comunidad.


Cómo vivir una vida espiritual en un mundo material

14 DE FEBRERO

Lleva una vida de amor

Conocerse a sí mismo y amarse a sí mismo es el fruto de conocer y amar a Dios. Así puedes entender mejor la intención del gran mandamiento: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dejar nuestros corazones totalmente abiertos a Dios nos lleva a amarnos a nosotros mismos de una manera que nos permite ofrecer un amor incondicional a los demás seres humanos. Dentro de nuestro corazón aprendemos a conocer la presencia oculta de Dios; y con ese conocimiento espiritual podemos llevar una vida de amor.


Cómo vivir una vida espiritual en un mundo material

15 DE FEBRERO

Entra en la casa del amor

Cuando entramos en la casa de Dios, nos percatamos de que la fragmentación de la humanidad y su agonía crecen a partir de las falsas suposiciones de que todos los seres humanos han de luchar por su derecho a ser valorados y queridos. En la casa del amor de Dios comenzamos a ver con nuevos ojos y a escuchar con oídos nuevos, y de este modo nos damos cuenta de que todas las personas, sea cual sea su raza, su religión, su sexo, su riqueza, su inteligencia y su origen, pertenecen a la misma casa. La casa de Dios no tiene muros de separación ni puertas cerradas. «Yo soy la puerta –dice Jesús–, quien entre por mí se salvará» (Jn 10,9). Cuanto más completamente entremos en la casa del amor, más claramente comprenderemos que estamos juntos con toda la humanidad y que en Cristo y por Cristo somos hermanos y hermanas, miembros de una misma familia.


Signos de vida

16 DE FEBRERO

La verdadera voz del amor

El miedo es el mayor enemigo de la intimidad. El miedo nos hace huir unos de otros o aferrarnos unos a otros, pero no crea verdadera intimidad. Cuando Jesús fue arrestado en el huerto de Getsemaní, los discípulos se vieron dominados por el miedo y «todos lo abandonaron y huyeron» (Mt 26,56). El miedo nos hace apartarnos unos de otros y mantener una distancia «segura» o movernos unos hacia otros hasta una cercanía «segura», pero no crea el espacio donde pueda existir la verdadera intimidad.

A quienes están torturados por un temor interior o exterior, y a quienes buscan desesperadamente la casa del amor, donde puedan encontrar la intimidad que su corazón desea, Jesús les dice: «Tenéis un hogar... Yo soy vuestro hogar... llamadme vuestro hogar... comprenderéis que es el lugar íntimo donde yo he encontrado mi hogar... está justo donde estáis vosotros... en vuestro más recóndito ser... en vuestro corazón». Cuanta mayor atención prestemos a estas palabras, más nos percataremos de que no tenemos que ir muy lejos para encontrar lo que estamos buscando. La tragedia es que estamos tan dominados por el miedo que no confiamos en nuestro ser más íntimo como un lugar íntimo, sino que vagamos nerviosamente de un lado a otro esperando encontrarlo donde no estamos. Tratamos de encontrar ese lugar íntimo en el conocimiento, en la competencia, la fama, el éxito, los amigos, las sensaciones, el placer, los sueños, o en estados de conciencia inducidos artificialmente. Y así nos convertimos en extraños para nosotros mismos, personas que tienen una dirección postal, pero que no están nunca en casa y que, por eso, no pueden escuchar la verdadera voz del amor.


Signos de vida

17 DE FEBRERO

Haz espacio para el extranjero

En nuestro mundo lleno de extranjeros, alienados de su propio pasado, cultura y país, de sus vecinos, sus amigos y familiares, de su más profundo yo y de su Dios, somos testigos de su dolorosa búsqueda de un lugar acogedor donde vivir sin miedo y encontrar una comunidad. Aunque muchos, e incluso podríamos decir la mayoría, de los extranjeros de este mundo se convierten con frecuencia en víctimas de una temible hostilidad, los hombres y mujeres pueden, y los cristianos deben, ofrecer un espacio abierto y acogedor donde los extranjeros puedan despojarse de su condición de extraños y convertirse en nuestros prójimos humanos. Pasar de la hostilidad a la hospitalidad es duro y entraña muchas dificultades. Nuestra sociedad parece estar cada vez más llena de gente con miedo, recelosa, agresiva, que se aferra con ansiedad a sus propiedades y tiende a observar el mundo que la rodea con desconfianza, temiendo siempre que aparezca de pronto un enemigo, un intruso, y le haga daño. Y, aun así, esa es nuestra vocación: convertir al hostis en un hospes, al enemigo en un invitado, y crear el espacio libre y sin miedo donde la hermandad de hombres y mujeres pueda construirse y experimentarse plenamente.


Abriéndonos

18 DE FEBRERO

Hospitalidad

La hospitalidad significa, en primer lugar, la creación de un espacio libre donde el extranjero puede entrar y convertirse en amigo en lugar de en enemigo. La hospitalidad no consiste en cambiar a la gente, sino en ofrecer un espacio donde pueda tener lugar un cambio. No es acercar a hombres y mujeres a nuestro lado, sino ofrecer una libertad que no esté interrumpida por líneas divisorias... La paradoja de la hospitalidad es que quiere crear vacío, no un vacío aterrador, sino acogedor, donde los extraños puedan entrar y descubrirse a sí mismos como creados libres; libres para entonar sus propias canciones, hablar sus propias lenguas, bailar sus propias danzas; libres también para marcharse y seguir su propia vocación. Brindar hospitalidad no es invitar a venerar el estilo de vida del anfitrión, sino ofrecer al invitado la oportunidad de encontrar el suyo propio.


Abriéndonos

19 DE FEBRERO

Estar en casa

Crear un espacio para el otro no es tarea fácil. Exige una gran concentración y un trabajo articulado... De hecho, no pocas veces, la rivalidad y la competitividad, el deseo de poder y de obtener resultados inmediatos, la impaciencia y la frustración, y, sobre todo, el puro miedo, tienen sus propias y categóricas exigencias y tienden a llenar todos y cada uno de los posibles rincones de nuestra vida. El espacio vacío tiende a crear miedo. Mientras nuestra mente, nuestro corazón y nuestras manos estén ocupados, podemos evitar enfrentarnos a las desagradables preguntas a las que no solemos prestar demasiada atención y que no queremos que salgan a la superficie...

Cuando pensamos en los lugares donde nos hemos sentido más como en casa, nos damos cuenta enseguida de que son aquellos lugares donde nuestro anfitrión nos dio la preciada libertad de entrar y salir en nuestros propios términos y no nos reclamó para sus propias necesidades. Solo en un espacio libre puede tener lugar la recreación y encontrarse la nueva vida. El verdadero anfitrión es el que ofrece un espacio donde no tengamos que sentir temor y donde podamos escuchar nuestra propia voz interior y encontrar nuestro propio camino personal de ser humanos. Pero para ser un anfitrión así primero tenemos que sentirnos en casa en nuestra propia casa.


Abriéndonos

20 DE FEBRERO

Intimidad humana

Una intimidad humana madura requiere un intenso y profundo respeto por el espacio libre y vacío que debe existir en y entre compañeros y que exige una permanente y mutua protección y cuidado. Solo así puede una relación ser duradera, precisamente porque el amor mutuo se experimenta como una participación en un amor más grande y más temprano hacia el que apunta. De este modo, la intimidad puede ser abundante y fructífera, dado que se le ha proporcionado un espacio cuidadosamente protegido en el que crecer. Esta relación no es ya un aferramiento del uno al otro, sino un baile libre que deja espacio para moverse hacia adelante y hacia atrás, formar siempre nuevos diseños y verse el uno al otro como siempre nuevo.


Payasadas en Roma

21 DE FEBRERO

La mesa es el lugar de la intimidad

La mesa es el lugar de la intimidad. En torno a la mesa nos descubrimos unos a otros. Es el lugar donde oramos. Es el lugar donde preguntamos: «¿Qué tal tu día?». Es el lugar donde comemos y bebemos juntos y decimos: «Anda, toma un poco más». Es el lugar de las viejas y nuevas historias. El lugar de las sonrisas y las lágrimas. La mesa es, también, el lugar donde la distancia se percibe más dolorosamente. Es el lugar donde los hijos sienten la tensión entre los padres, donde hermanos y hermanas expresan sus enfados y sus celos, donde se hacen acusaciones, donde los platos y los vasos se convierten en instrumentos de violencia. En torno a la mesa sabemos si hay amistad y comunidad u odio y división. Precisamente porque la mesa es el lugar de la intimidad para todos los miembros de la familia, es también el lugar donde la ausencia de dicha intimidad se revela más dolorosamente.


Con el corazón en ascuas

22 DE FEBRERO

La intimidad humana crea un hogar para Dios

El matrimonio no es la atracción que dos individuos sienten el uno por el otro toda la vida, sino una llamada que dos personas reciben para ser juntos testigos del amor de Dios. La intimidad del matrimonio en sí mismo es una intimidad basada en la participación común de un amor mayor que el amor que dos personas pueden ofrecerse una a la otra. El verdadero misterio del matrimonio no es que [dos personas] se amen tanto una a la otra que sean capaces de encontrar a Dios cada uno en la vida del otro, sino que Dios los ama tanto que pueden descubrirse más el uno al otro como memoria viva de la presencia divina de Dios. De hecho, se les ha reunido tal como dos manos en oración se levantan hacia Dios y forman así un hogar para Dios en este mundo.

Lo mismo es válido para la amistad. Una amistad profunda y madura no significa que debamos estar siempre mirándonos a los ojos y quedar impresionados o embelesados por la belleza, el talento y los dones del otro; significa que miramos juntos a Dios, que nos llama a su servicio.


Payasadas en Roma

23 DE FEBRERO

Cumpleaños

Hay que celebrar los cumpleaños. Creo que es más importante celebrar un cumpleaños antes que un examen aprobado, una promoción o una victoria. Porque celebrar un cumpleaños significa decirle a alguien: «Gracias por ser tú». Celebrar un cumpleaños es exaltar la vida y alegrarse por ella. En un cumpleaños no decimos: «Gracias por lo que hiciste, o dijiste, o lograste». No, decimos: «Gracias por haber nacido y estar entre nosotros».

En los cumpleaños celebramos el presente. No nos quejamos de lo que ya pasó ni especulamos sobre lo que pasará, sino que hacemos que alguien se levante y todos decimos: «Te queremos».


Aquí y ahora

24 DE FEBRERO

Los niños son nuestros invitados

Pertenece al mensaje cristiano el que los niños no son una propiedad que poseer y sobre la que gobernar, sino dones que atesorar y cuidar. Nuestros niños son nuestros invitados más importantes, que entran en nuestra casa, piden una atención esmerada, se quedan durante algún tiempo y luego se van para seguir su propio camino. Los niños son extraños que tenemos que llegar a conocer.


Abriéndonos

25 DE FEBRERO

Protege tu santuario interior

Hay una falsa forma de honestidad que sugiere que nada debe permanecer oculto y que todo debe hablarse, expresarse, comunicarse. Esta honestidad puede ser muy dañina, y, si no hace daño, al menos hace que las relaciones se vuelvan simples, superficiales, vacías y a veces muy aburridas. Cuando tratamos de librarnos de nuestra soledad creando un medio sin fronteras que lo limiten, podemos quedar enredados en una cercanía estancada. Es nuestra vocación prevenir la dañina exposición de nuestro santuario interior, no solo para nuestra protección, sino también como un servicio a los demás seres humanos, con quienes queremos entrar en una comunión creativa. Igual que las palabras pierden su poder cuando no surgen del silencio, la apertura pierde su significado cuando no puede cerrarse.


Abriéndonos

26 DE FEBRERO

Agotamiento

¿No estás esperando, como yo, que alguna persona, cosa o acontecimiento salga a tu encuentro para ofrecerte ese sentimiento final de bienestar interior que tanto deseas? ¿No esperas a menudo «que este libro, idea, curso, viaje, trabajo, país o relación satisfagan mi deseo más profundo»? Pero, mientras esperas ese misterioso momento, seguirás yendo apresuradamente de un lado a otro, siempre nervioso y agitado, siempre lascivo y enfadado, y nunca enteramente satisfecho. Sabes bien que es el estado compulsivo el que nos hace seguir adelante y mantenernos ocupados, pero al mismo tiempo nos hace preguntarnos si el largo camino que recorremos nos está llevando a algún sitio. Es el camino de la extenuación y el agotamiento espiritual.


Tú eres mi amado

27 DE FEBRERO

El Reino de Dios está dentro

Las palabras de Jesús: «Buscad sobre todo el reino de Dios [...] y todo esto se os dará por añadidura», resume perfectamente cómo somos llamados a vivir nuestra vida. Con nuestros corazones puestos en el Reino de Dios. Ese Reino no es una tierra lejana que esperamos alcanzar ni es la vida después de la muerte o un estado ideal de las cosas. No. El Reino de Dios es, principalmente, la presencia activa del Espíritu de Dios dentro de nosotros, que nos ofrece la libertad que verdaderamente deseamos.

Y así surge la pregunta principal: ¿cómo ponemos nuestros corazones primero en el Reino, cuando nuestros corazones están preocupados con tantas cosas? De un modo u otro es preciso un cambio radical de corazón, un cambio que nos permita experimentar la realidad de nuestra existencia desde el lugar de Dios.


Aquí y ahora

28 DE FEBRERO

Perteneces a Dios

No eres lo que haces, aunque hagas mucho. No eres lo que has acumulado en términos de amistad y contactos, aunque tengas muchos. No eres la popularidad que has recibido. No eres el éxito de tu trabajo. No eres lo que la gente dice de ti, ya hablen bien o mal de ti. Todas estas cosas, que te mantienen bastante entretenido, bastante ocupado, y con mucha frecuencia bastante preocupado, no expresan la verdad de lo que eres. Estoy aquí para recordaros en nombre de Dios que sois las hijas amadas y los hijos amados de Dios, y que Dios os dice: «Te he llamado desde toda la eternidad y estás tatuado para siempre en las palmas de mis manos. Eres mío. Me perteneces y te quiero con un amor eterno».


Belovedness (Nuestra capacidad de ser amados)

29 DE FEBRERO

Una oración

Querido Dios:

Traigo ante ti a toda la gente que ha experimentado un fracaso en su búsqueda de una relación creativa y amorosa. Muchas personas solteras se sienten solas e incapaces de mantener una amistad durante un largo período de tiempo; muchas personas casadas se sienten frustradas en su matrimonio y se separan de distintas maneras, y muchos padres han acabado sintiendo miedo de sus hijos. A mi alrededor veo la sed de amor y la incapacidad para experimentarlo de forma profunda y duradera.

Señor, mira favorablemente a tu pueblo y transmítenos tu amor, no como una idea o concepto, sino como una experiencia viva. Solo podemos amarnos unos a otros porque tú nos amaste primero. Permítenos conocer ese amor para que veamos todo el amor humano como un reflejo de un amor más grande, un amor sin condiciones ni límites.

Cura a aquellos que se sienten heridos en lo más profundo de su ser, a aquellos que se sienten rechazados, incomprendidos e incluso utilizados. Muéstrales tu amor sanador y ayúdales en su camino hacia el perdón y la reconciliación.

Amén.


Oraciones desde la abadía

Meditaciones diarias para la vida espiri

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