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Desde allí se encaminaron al Egipto, y habiendo llegado a la Siria Palestina, les salió a recibir Psamético, rey de Egipto, el cual con súplicas y regalos logró de ellos que no pasasen adelante. A la vuelta, cuando llegaron a Ascalona, ciudad de Siria, si bien la mayor parte de los escitas pasó sin hacer daño alguno, con todo no faltaron unos pocos rezagados que saquearon el templo de Venus Urania. Este templo, según mis noticias, es el más antiguo de cuantos tiene aquella diosa, pues los mismos naturales de Chipre confiesan haber sido hecho a su imitación el que ellos tienen; y por otra parte los fenicios, pueblo originario de la Siria, fabricaron el de Citeres. La diosa se vengó de los profanadores de su templo enviándoles a ellos y a sus descendientes cierta enfermedad mujeril. Así lo reconocen los escitas mismos; y todos los que van a la Escitia ven por sus ojos el mal que padecen aquellos a quienes los naturales llaman Enareas.

Los nueve libros de la Historia

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