Читать книгу Teoría y práctica del análisis de conflictos ambientales complejos - Humberto Rojas Pinilla - Страница 12
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
En el año 2003, fui contratado, junto con Martha Reina, para trabajar para el Departamento Administrativo de Medio Ambiente —en adelante, DAMA— en la formulación de un plan participativo con miras a mejorar la calidad de vida de la población del área conocida como San Isidro Patios, un asentamiento informal conformado por cinco barrios, resultado de la urbanización ilegal sobre predios afectados por la Reserva Oriental Bosque de Bogotá. El asentamiento de San Isidro data de los años setenta y está ubicado en el kilómetro 8 de la vía a La Calera, en los límites entre la localidad de Chapinero y Usaquén del Distrito Capital (DC) de Bogotá.
De esta manera, comencé a familiarizarme con la complejidad y dinámica del proceso de urbanización ilegal llevado a cabo sobre la Reserva Forestal, iniciado antes de ser declarada como tal en 1976. Para dar continuidad al engorroso y paquidérmico tramite de legalización era necesario un proceso de reglamentación de la Unidad de Planeamiento Zonal —en adelante, UPZ—, cuyo componente técnico estuvo a cargo del arquitecto Daniel Arteaga.
En el año 2004 fui contratado, nuevamente con Martha Reina, por la Subdirección de Ecosistemas, a cargo de Germán Camargo, para elaborar un Protocolo Distrital de Pactos de Borde, con el fin de operacionalizar un acuerdo a firmar entre el Distrito y las juntas de acción comunal —en adelante, JAC—, en representación de los líderes barriales, en el que estos se comprometían en una estrecha colaboración con el DAMA para frenar la expansión urbana sobre la Reserva, para lo cual se requería ordenar tanto las formas de intervención y articulación de las entidades que componen las instituciones distritales como la adecuada participación de las comunidades, dos de los grandes obstáculos a superar identificados por las comunidades y por el DAMA para garantizar la sostenibilidad del acuerdo, detener la expansión y proceder a la legalización de cuatro de los cinco barrios que componen San Isidro.
No obstante, y a pesar de los numerosos intentos de legalización, cuyos primeros trámites datan de los años ochenta, era evidente la poca viabilidad del proceso y la situación se encontraba cada vez más lejos de resolverse, pues una vez que se lograba avanzar en alguna parte del proceso, como la Hydra de Lerna, nuevos obstáculos de carácter legal, institucional y técnico surgían.
Casi de manera simultánea, en el año 2004, Martha y yo fuimos contratados por la GTZ (agencia alemana de cooperación técnica) como parte de un equipo para diseñar un diplomado sobre conflictos ambientales para la Escuela Superior de Administración Pública (ESAB), y, a partir de este trabajo de investigación y de la formulación de los módulos pedagógicos, pudimos discutir y analizar el caso de San Isidro a la luz de diferentes escuelas de análisis y autores, en particular las escuelas de estudios de paz, resolución de conflictos y las escuelas latinoamericanas que en aquellos momentos analizaban los impactos sociales y ecológicos de los grandes proyectos minero-energéticos enmarcados en la adopción por parte de los países de la región del modelo neoliberal, unido al desmantelamiento del Estado, la privatización y la creciente desregulación.
Fue durante esta investigación que descubrí el concepto, traducido con mala fortuna, de intratabilidad, acuñado por el investigador Edward Azar, perteneciente a la escuela de estudios de paz, que a su vez sirvió de base para acuñar el concepto de conflictos ambientales intratables por parte de la escuela norteamericana, lo cual aumentó mi curiosidad académica por un tema que ya desde mis estudios de sociología y durante mis maestrías, una en Estudios de Desarrollo y otra en Ciencia Política, Problemas Contemporáneos y Relaciones Internacionales, había despertado el conflicto por la tierra y la cuestión agraria en Colombia, los enfrentamientos por recursos naturales y su relación dialéctica con la pobreza y el deterioro ambiental bajo el contexto de un Estado que en los años noventa se catalogaba como “débil y en crisis”.
Durante mis estudios doctorales, aparecieron los estudios culturales, y fundamentalmente el análisis de las relaciones de poder, desde una perspectiva para mí inexplorada, relacionada con el saber, con las disciplinas del conocimiento, el pasado colonial y las relaciones poscoloniales presentes en los países del Sur. Así, durante mis clases y lecturas bajo este eje de conocimiento, aparecía de manera recurrente y como ejemplo sumamente ilustrativo el caso de San Isidro Patios, y por esta razón decidí seleccionarlo como caso de análisis para mi disertación doctoral.
Es claro que existe una larga tradición de estudios disciplinares que han abordado el análisis de los conflictos por recursos naturales, según el lugar de enunciación y experticia de cada disciplina, de modo que han sido acuñados conceptos tales como conflictos ambientales, desde los estudios ambientales; conflictos ambientales intratables, desde los estudios de paz y resolución de conflictos; conflictos socioambientales o redistributivos, desde la ecología política, e incluso el fenómeno denominado la maldición de los recursos naturales, desde la economía, entre otros, como veremos.
Sin embargo, tratar de realizar una síntesis desde todas estas áreas de conocimiento, relacionando lo cultural, en clave de dispositivo de poder, el gobierno, el territorio y la pobreza y aplicarla para analizar un caso específico no parecía ser, a ojos de mis evaluadores, una tarea viable, dado que, por ejemplo, se ha señalado que la categoría conflictos ambientales es excesivamente amplia, etérea y compleja. Para Leff, “los conflictos ambientales constituyen un importante fenómeno que presenta un barómetro de las relaciones sociales y económicas existentes en torno al uso, acceso y aprovechamiento de los recursos naturales” (Leff, 1998, citado por Ramírez, 2009, p. 75).
Ahora que, desde el enfoque de los estudios culturales, se considera que este tipo de conflictos emerge del papel que desempeñan los dispositivos de poder, cuya función es regular la conducta de los individuos, las formas como son percibidos, valorados, apropiados y controlados, determinando los grados de acceso a los recursos de un territorio por parte de diferentes grupos de población.
Fuente: elaboración propia.
A este respecto, es importante no olvidar que lo dispositivos de poder se amparan en un deber ser, los discursos hegemónicos, que determinan lógicas y funciones, es decir, pautas legitimadas mediante las cuales cada sociedad interioriza, produce, modula y regula el acceso a los recursos (tangibles e intangibles) presentes en distintas escalas en los territorios (Aguilar, Paniagua, Garita y Red Mesoamericana de Manejo de Conflictos Socioambientales, 1999; Borel, Girot y Fonseca, 1999).
Si bien el todo es más grande que las partes, para comprender las relaciones de poder que se han tejido a lo largo del tiempo para dar lugar a la emergencia de conflictos intratables, es necesario indagar sus orígenes en profundidad, separar por niveles sus componentes, para identificar las formas como han actuado, actúan, se combinan y articulan, interceptando las distintas dimensiones y escalas del territorio; solo así es posible discernir escenarios, tiempos y posibles estrategias de manejo que permitan que el conflicto cumpla su función social: la transformación mediante un nuevo balance de poder y, en últimas, el cambio social.
Por esta razón, fue necesario recurrir a herramientas conceptuales y metodológicas que permitieran explicar su historia, el porqué y cómo se producían los rasgos de intratabilidad y las formas como estos se han ido relacionando en cada nivel, para identificar las maneras como han actuado, actúan e interceptan.
Si bien los campos de estudio que hasta ahora han abordado los conflictos por recursos naturales han realizado aportes incontestables, estos presentan las limitaciones propias de su especialización, como el uso de un solo enfoque y, en muchos casos, un único nivel de análisis, lo que ha limitado su comprensión como fenómeno de gran complejidad.
El aporte fundamental de esta investigación consiste en, mediante el uso de una perspectiva interdisciplinar y la articulación de diferentes instrumentos, validar, analizar y sintetizar en tres niveles las dinámicas que se interrelacionan en este estudio de caso, con el fin de elevar las capacidades para comprenderlos, desentrañar sus complejidades y, por ende, proponer vías para su transformación positiva.
La categoría analítica central construida fue la de conflicto ambiental intratable y el axis de su construcción, como se anotó, fueron las formas en que se ha ejercido y se ejerce el poder y cómo se han establecido las relaciones de poder en cada nivel de análisis propuesto, sus efectos sobre la complejidad del conflicto y fundamentalmente sobre sus rasgos más determinantes; la larga duración, recurrencia y fracaso de los intentos de transformación, así como las formas de articulación en cada nivel de análisis seleccionado: lo macro (lo cultural), lo meso (el gobierno y el territorio) y lo micro (la pobreza y los medios de vida de la población). En la tabla 1 se presenta la metodología general empleada en la investigación.
Así, el presente capítulo introductorio está dividido en tres grandes apartados: uno de formulación del problema de investigación, contexto e información sobre el caso de estudio, otro de elaboración teórica y uno final de planteamiento de la estrategia metodológica seguida.
La primera sección tiene como fin familiarizar al lector con el caso en cuestión: el conflicto ambiental complejo con rasgos de intratabilidad presente en San Isidro Patios (Bogotá), a partir de la documentación preliminar de sus principales ingredientes y características.
En segundo lugar, y desde la perspectiva conceptual, el siguiente apartado se encarga de describir la ruta seguida para la construcción de la categoría central de análisis: conflictos ambientales intratables. En este punto el texto busca conducir al lector por un recorrido teórico que parte de la noción más sencilla de conflicto hasta llegar a la construcción del concepto de conflicto ambiental intratable. Para esto se recurrió a enfoques y conceptos de diferentes disciplinas y campos de estudio, los cuales fueron ordenados de acuerdo con los rasgos de intratabilidad enunciados por la teoría, en clave de poder, desde el nivel más abstracto e intangible (lo cultural) hasta el más concreto y tangible (las necesidades básicas), pasando por el papel desempeñado por el Estado.
Esta segunda sección finaliza con un aporte adicional, que corresponde a un breve análisis de la evolución de los conceptos utilizados por el urbanismo para categorizar el fenómeno de la urbanización no planificada, también denominada ilegal, clandestina o espontánea, en sus inicios, hasta llegar al concepto de autoproducción del hábitat, como categoría libre de juicios de valor y de violencia simbólica.
El tercer apartado se encarga, en concordancia con la construcción de la categoría central de análisis elaborada, de introducir la estrategia metodológica, diseñada en tres niveles de análisis: macro (lo cultural), meso (el Estado) y micro (las necesidades básicas). Todo lo anterior con miras a alcanzar el objetivo planteado para la investigación: ampliar las capacidades teóricas y metodológicas para comprender los conflictos ambientales1 con rasgos de intratabilidad.
1 Entendidos como la presencia de inconformidades o enfrentamientos entre uno o más actores con respecto a cómo son percibidos, ordenados, apropiados, utilizados, controlados o distribuidos los recursos naturales. Estos involucran numerosos actores, niveles y dimensiones (Ortiz, 1999; Ramírez, 2009; Valencia, 2007).