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Antes de la conquista española en las tierras de la actual provincia de Córdoba, las llanuras de la zona sur estaban habitadas por los aborígenes que se denominaron Taluhet (antiguos Pampas) la araucanización de estos nativos por parte de los mapuches, hizo que se conocieran años más tarde como el nombre de Pampas , estas tribus ocupaban la extensión territorial comprendida desde el curso inferior de río Negro y medio superior del río Colorado, hasta el río Diamante (Mendoza), río Quinto (Córdoba) y río Salado (Buenos Aires).

En la provincia de Córdoba se instalaron en los márgenes del río Quinto, lado sur y con el tiempo estos pueblos cruzaron el aludido río y se desplazaron hacia el norte, estableciéndose en los departamentos de Río Cuarto, Unión, Juárez Celman, Presidente Roque Sáenz Peña, Marcos Juárez, General San Martín y Tercero Arriba, es decir, se asentaron en todo el sur de la provincia de Córdoba extendiéndose hasta el centro de la misma.

Los Taluhet eran nómades, por demás de “mansos e inofensivos” y vivían de la caza de venados, ñandúes y guanacos. También eran recolectores de frutos y semillas silvestres, que molían para hacer harina, incluso llegaban a preparar una especie de harina con saltamontes, para esto cuando ocurría una plaga de tales insectos incendiaban los campos por donde pasaban las mangas y así de este modo capturaban 1miríadas de saltamontes que luego machacan y secaban al sol.

Desde fines del siglo XVII y especialmente a fines del siglo XVIII el contacto con los mapuches araucanos procedentes de Chile hizo que los taluhet se ha culturarán, adoptando muchas de sus costumbres, creencias y tradiciones. Los araucanos los llamaban, como a los guenaken (o patagones septentrionales) <puelches>, que “significa gente del este”.

Se extinguieron completamente a mediados del siglo XVIII en gran medida debido a epidemias lo cual facilitó la invasión de las "tribus" araucanas chilenas que los conquistaron y transculturaron. La nueva población de las pampas continuó siendo denominada con este nombre por los habitantes de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, gran parte de los taluhets araucanizados constituyeron la etnia mixogénica de los ranqueles.

Pampa (en quechua “llanura”), fue el gentilicio que le dieron los españoles a las comunidades de la llanura. Puelche (gente del este”) es el nombre que utilizaban los mapuches para nombrar a las comunidades que habitaban esa geografía,

El padre Alonso de Ovalle en su obra “Histórica relación del reino de Chile” relata que los pampas vestían una pampanilla y un pellón que les servía de capa larga, el “pellón no era otra cosa que un manto cuadrado confeccionado con cueros de zorrinos, nutrias, o guanacos, previamente sobados y cocidos con nervios de avestruz, comúnmente llamado quillango”. Se pintaban el rostro y el resto del cuerpo con los más variados colores, los que cambiaban de acuerdo a los acontecimientos que los motivaban.

Era usual que los viudos demostraran su dolor pintándose la cara de negro. A su vez el matrimonio en los pampas se efectuaba a través de la compra de la novia, como en los demás pueblos del sur. El precio lo fijaban los parientes de ambos contrayentes, y también la fecha de la boda. “El día anunciado, los parientes llevaban a la novia, muy tapada, al toldo del futuro marido; este la tomaba de la mano, la introducía en su toldo y al día siguiente el matrimonio estaba consumado”. Tras la consumación del matrimonio se hacían los pagos acordados entre los parientes, liquidado el negocio, se retiraban llorando a sus toldos. No se sabe a ciencia cierta cuál era la edad para el matrimonio. Sin embargo, estaba permitido el divorcio, aunque no era muy común.

Los hombres se caracterizaban sumamente por ser habilidosos para trabajar el cuero, mientras las mujeres realizaban grandes trabajos de cesterías y tejidos. En lo religioso, Los pampas creían en un Dios supremo, llamado Soichu, dueño de la tierra, hacedor de todo lo bueno, quien era venerado sin ceremonias ni culto aparente. Soichu moraba en el país de la bebida, sitio donde iban a vivir todos los muertos. Creían además en un espíritu maligno, llamado Bolichu o Gualichu, ser de maldad, algo semejante al demonio o al diablo en los pueblos cristianos, quien era la causa y origen de todas las cosas adversas, tales como las pestes, plagas, sequías, enfermedades y vejez.

Las armas que utilizaban los pampas eran, entre otras, las boleadoras (de dos y tres piedras), el arco y la flecha, bolas arrojadizas y la honda; las puntas de las flechas las hacían con maderas duras o variedades de cuarzo. A partir de la segunda mitad del siglo XVII empezaron a utilizar lanzas.

También, tuvieron su idioma propio, pero se carecen de datos concretos; solo conocemos algunos vocablos, que se detallan a continuación.

Cuando en los pajonales había muchas langostas, los pampas lo prendían fuego y así lo tostaban, para luego molerlo y con su pasta preparaban pan

Lengua ágrafa pampa

 casu: cerro

 hatí: alto

 gleter: padre

 meme: madre

 het: gente

 ma: mi

 Mikel: zorrino

 chu: tierra

 ya: cacique

 tehuel: sud

 soychu: ser supremo

 gualichu: espíritu del mal.

Por ser pueblos nómades no tenían moradas fijas, sus viviendas eran chozas de cueros de venados, muy pintados y sobados, que servían para cobijarse de las severidades del tiempo. Posteriormente utilizaron cueros de caballos para esas construcciones, las cuales eran cocidas con venas y nervios de animales previamente trabajados, que se tensaban fuertemente. Levantaban sus viviendas cerca de los ríos, arroyos y lagunas para el abastecimiento del agua y todos sus recursos.

En cuanto a su organización política debemos apuntar que los pampas no formaban originariamente una nación, sino que eran tribus independientes entre sí, vivían en parcelas separadas y con jefes propios, a quienes respetaban en épocas de normalidad. El cacicazgo era transmitido por herencia y en tiempos de guerra elegían como jefe guerrero al cacique de mayor prestigio y condiciones de mando de las diferentes tribus reunidas, a estos los llamaban “curacas”, los cuales era respetados y obedecidos ciegamente.

Alrededor de 1670 los pampas se relacionaron con los “aucaes”- aborígenes rebeldes o alzados- provenientes de Chile, nómades araucanos o araucanizados y se estableció entre ellos un comercio de trueque. Mientras los primeros les entregaban cautivos, caballos, yeguas y plumas de avestruces, los aucaes los aprovisionaban de armas ofensivas y celebraban alianzas que les permitían entrar por el lado sur y sudeste de nuestra provincia.

En el siglo XVII esta alianza quedó anulada, dando lugar a una dilatada y sangrienta guerra, de la cual sacaron ventajas los invasores por su enorme superioridad. Ante esta contingencia los pampas debieron huir finalmente a los centros poblados por los cristianos y allí buscaron refugio. Con el paso de los años se asimilaron a los centros civilizados.

A principios del siglo XIX, la población pampa que hasta entonces dominaba la inmensa llanura comenzaba a desaparecer, siendo remplazados por otras tribus de estirpe araucanas y mapuches. Estos que buscaron asentar sus tolderías en las lagunas y cañadones anegadizos de depresiones del tipo de las salinas grandes, impusieron su lengua, costumbres y creencias.

La historia de mi pueblo

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