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HACER DEL TRAUMA UN OBJETO BELLO

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IVÁN RUIZ ACERO

El origen de Otras voces escritas se remonta al año 2010. Este podría ser un modo de empezar esta presentación. Ese año, concretamente el 19 de junio, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis organizó un Foro en Barcelona sobre el autismo, que reunió a más de seiscientas personas. La convocatoria se hacía desde la urgencia: era necesario responder a dos propuestas, una del Partido Popular, dirigida al Senado de España, y otra, formulada por una asociación de padres al Parlament de Catalunya. Para los psicoanalistas de orientación lacaniana, pero también para maestros, profesores, psicólogos, fisioterapeutas, logopedas, pediatras, musicoterapeutas, artistas, científicos, familias afectadas por el autismo y otras tantas personas, se trataba de poner de manifiesto:

Que es necesario explicar los riesgos de la evaluación limitada a la cifra, que silencia lo particular de cada ser humano [...] que el tratamiento del autismo no puede reducirse a modelos de adiestramiento de la conducta ni a simplificar la complejidad del habla y del lenguaje humano a ejercicios de comunicación [...] y que limitar la oferta de tratamiento a un único modelo teórico vulnera el derecho de los ciudadanos a elegir qué trata21

Estos fueron algunos de los presupuestos que llevaron a los psicoanalistas a tomar una posición decidida en una cuestión de especial relevancia ética, política y social. Todavía hoy se constatan los efectos de esa jornada. Otras voces escritas es, sin duda, uno de ellos, aunque no el último, pues, el 11 de diciembre de 2015, se celebrará en Barcelona un nuevo encuentro que lleva como título: «¿Insumisos de la educación? Foro sobre autismo».

En efecto, convenía en aquel momento elaborar un documento audiovisual que hiciera llegar al público más amplio la orientación que el psicoanálisis lacaniano aporta al abordaje del autismo. No nos hemos ocupado suficiente de hacerlo, y este documental pretendía servir para ello. Era imprescindible, así, crear un objeto bello que hiciera transmisible el real insoportable que es a menudo el autismo de un sujeto que rechaza, al menos de entrada, toda identificación con su semejante y, por tanto, el vínculo con él. Corríamos el riesgo de caer en el optimismo fácil aunque lo que encontramos fue, más bien, un tono vitalista, ciertamente más complejo de obtener.

Queríamos hacer una película que hablase del autismo, también del psicoanálisis, pero, sobre todo, de lo singular que determina la vida de cada sujeto, de cada uno de nosotros —de ti, lector—. Para ello, era imprescindible que el documental estuviera atravesado por el discurso psicoanalítico. Un psicoanalista al encuentro de una cineasta podría producir un relato fílmico que invitase al espectador a escuchar de otro modo. Así, gracias a Miquel Bassols conocí a Sílvia Cortés, una realizadora catalana que, junto a Marta Alonso, me brindaron su laboratorio de ideas (Teidees Audiovisuals, S. L.). Podría destacar muchas cualidades de Sílvia Cortés pero las dos que más beneficiaron a Unes altres veus fueron su tozudez por rescatar la diferencia y su amor por el psicoanálisis. Si esta película es fundamentalmente una película sobre el amor, sobre el amor de transferencia al que Freud se refería, es también por esa razón.

¿Qué se escucha del psicoanálisis lacaniano más allá de lo que en ella se dice? Sílvia sabía muy bien la importancia de situar a los psicoanalistas sobre el diván —ellos no pueden ser ajenos a lo que dicen—, o escuchar a los padres en un lugar donde su palabra estuviera protegida —ellos no saben a veces que saben—, o invitar a Albert a tomar la palabra —él encuentra las palabras que, a menudo, otros perseguimos—, o hacer posible que Héctor se desplazase a contraluz —él persigue con su cuerpo construir el espacio que, a menudo, otros hemos ya interiorizado—. Pero el discurso lacaniano se hace presente también cuando los cortes en el relato permiten al espectador encontrarse con la evocación de lo último dicho. El guion, escrito después de lo que obtuvimos de los participantes en el rodaje, plantea cuestiones que solo el espectador podrá reconocer eventualmente como propias. Vaya aquí mi reconocimiento a los colegas, padres, madres y abuelos que aceptaron, hace ya cuatro años, prestar sus voces a esta película. Este libro contiene el texto de todas esas voces.

Era imprescindible también encontrar la financiación para llevar a cabo un objeto cinematográfico de calidad. De nuevo, la transferencia, como decía Jacques Lacan, está al inicio. Y respondieron a ella cientos de personas conocidas —pero también otras de las que nunca supe nada—, que prestaron su apoyo y que se sumaron a las instituciones que esponsorizaron el documental. La Asociación TEAdir de padres, madres y familiares de personas con autismo, que hizo suyo desde el inicio este proyecto, se ocupó de canalizar todas estas ayudas. Vaya aquí mi agradecimiento a todas estas personas y entidades por su confianza y generosidad.

No existe la imagen del autismo. Eso fue finalmente lo que el propio proyecto nos mostró. La no imagen del autismo debía permitir, entonces, hablar de cada niño o adolescente llamado autista, considerado sujeto de pleno derecho por el mero hecho de que, hablando de él, ya existe en el lugar común del discurso. No filmar directamente a ningún niño fue una de las decisiones más relevantes que tuve que tomar. Esto hace de Unes altres veus una película en la que no hay nada para ver, solo un relato para escuchar.

Desde su estreno, el 3 de abril de 2013, he viajado mucho acompañando la película. Un gran número de colegas de todo el mundo ha hecho posible que Otras voces llegase a lugares en los que el discurso del psicoanálisis se encuentra seriamente amenazado por la ideología del «cognitivismo democrático», es decir, un «cognitivismo para todos». Eso ocurre del mismo modo que las libertades ven hoy su espacio reducido por el imperio de la cifra y el control de los ciudadanos que pretenden restringir los efectos de la palabra. El mundo sería diferente si no existiera el psicoanálisis, y los psicoanalistas presentes en muchos lugares del planeta demuestran la validez y la eficacia de este discurso. De esta transferencia de trabajo también se benefició Unes altres veus, que se proyectó, y todavía sigue haciéndose, en multitud de ciudades: Barcelona, Niza, Sant Boi de Llobregat, Angers, Rennes, Tarragona, París, Madrid, Montpellier, Bretigny, Orly, Orléans, Igualada, Buenos Aires, Lleida, Bruselas, Zaragoza, Turín, Grenoble, Bilbao, Estrasburgo, Pessac, Caracas, L’Hospitalet de Llobregat, Santiago de Chile, Aguasdulces, México D.F., Dublín, Berga, Ruán, Lyon, Urdúliz, Étampes, Clermont-Ferrand, Palencia, Évreux, Santa Fe, Cádiz, Chiclana de la Frontera, Alicante, Granada, San Sebastián, Guatemala, Metz, A Coruña, Londres, Santander, Venecia, Ginebra, Hauteville, Berlín, Sevilla, Saint-Germain Laxis, Huesca, Toledo, Nueva York, Gavà, Ciutadella, Miami, Manresa, Salvador de Bahía, Bogotá, Murcia, Andorra, Reus, Tirana, Valencia, Nothingam, Belo Horizonte, Río de Janeiro. Los debates posteriores a la película, las preguntas, los cuestionamientos, el encuentro con las familias y los sujetos afectados por el término «autismo», y la hospitalidad de los colegas de cada lugar; todo ello ha hecho de la difusión del documental una experiencia sin igual. En la sección «Leer la película», incluida en este volumen, se encuentran algunas de las elaboraciones que me ha sido posible hacer durante ese tiempo. Vaya también aquí mi agradecimiento a todos aquellos que han hecho de Unes altres veus un objeto artístico y una herramienta de transmisión del discurso psicoanalítico.

Otro modo de empezar esta presentación podría haber sido mi encuentro con el autismo. Hace ya muchos años, el Instituto del Campo Freudiano en España invitó a Antonio Di Ciaccia para hablar de la Antenne 110, una de las instituciones pioneras en el trabajo asistencial con sujetos psicóticos y autistas, y creador de la «práctica entre varios», una expresión propuesta por Jacques-Alain Miller para denominar el tipo de trabajo genuino que parte de la aplicación de la enseñanza de Jacques Lacan al funcionamiento de la institución. El modo como Di Ciaccia se refería a la función que se puede esperar de una institución que considera seriamente la posición límite que el llamado autista toma con relación a la palabra produjo en mí un impacto decisivo. Decisivo para viajar durante algún tiempo a Le Courtil, una institución en Bélgica orientada también por el psicoanálisis lacaniano, y para inscribir, en esta película, el deseo de crear en España una institución con esa misma orientación. En Unes altres veus, está entonces el deseo, falta la institución...

Pero también otra manera de hablar de los orígenes de este documental sería hacer referencia al encuentro con el autismo de mi hijo Héctor. No hay duda, se trató de un encuentro traumático. Cualquier explicación sobre la causa se convertía en una verdad mentirosa y solo me quedaba la pregunta: «¿Qué y cómo hacer con eso?». Debido, seguramente, a mi recurso a la sublimación, me vi empujado a llevar un poco de luz a la oscuridad que ocupaba el trauma. Mi propio psicoanálisis me permitió introducir con el objeto voz un velo a la angustia y hacer del trauma un objeto bello. Quizá por esta razón, la película, una vez terminada, sobrepasó el proyecto inicial de sus autores y adquirió la misma autonomía que la de aquellos objetos que pueden ser usados por otros.

Y, finalmente, Albert: «Acustuflant!». Recordando la función que Freud atribuye al chiste y a su relación con el inconsciente, esta es la palabra nueva que surgió allí donde no se la esperaba. «Acustuflant» es el momento de la película que, más allá del malentendido de las lenguas y de los países por los que Unes altres veus ha viajado, provoca cada vez la risa en el espectador. Aunque «apustuflante» es una palabra que existe en el ámbito radiofónico, por ejemplo; «acustuflant» es el nombre de lo radicalmente diferente. No tanto por la palabra en sí sino por el modo como Albert, en la última parte de la película, la usa. «Acustuflant» es la salida a la serie de adjetivos con los que describe el documental, pero que a la vez lo aprisionan en una metonimia, de la que le es difícil salir. Esa es una de sus salidas del autismo, por el mismo hecho de que quien escucha esa salida toma registro de ello. Esta fue para mí una de las razones principales para invitar a Albert a participar en este proyecto, cuyos efectos pueden verse hoy en el trabajo de escritura que se inició para él a partir del estreno del documental. Su primer testimonio escrito puede leerse al final de este libro. Vaya aquí, también, mi agradecimiento a su honestidad y al apoyo que su familia me brindó en todo momento.

Escribir y compilar Otras voces escritas ha sido la manera de recoger muchos de los efectos que esta película ha producido desde el día que surgió el proyecto. Los testimonios de los padres y las madres —ricos en enseñanzas— que conocí después de rodar la película o las interesantes colaboraciones de algunos colegas psicoanalistas de diversas partes del mundo son beneficiarios de los viajes que la película me ha brindado. Llevar el cuerpo de un lugar a otro es también, de algún modo, el trabajo de escritura que el llamado autista realiza con su cuerpo. Es un ejercicio que lo aproxima a la instancia de la letra y a la escritura de una voz que se resiste a ser la suya propia.

Otras voces escritas

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