Читать книгу Darwin en Patagonia - Jaime Said - Страница 8

Оглавление

Capítulo I

Los antecedentes

Desde el inicio de las cruzadas, las rutas comerciales hacia la especería eran terrestres. Marco Polo las reforzó cuando llegó a China, otorgándole el control del comercio a Venecia. Le siguieron las exploraciones marítimas en busca de una nueva ruta. Primero Vasco da Gama en nombre de Portugal navegó por el sureste de África, a través del cabo de Buena Esperanza y descubrió la ruta del mar Indico hasta el archipiélago de indonesia. Mas adelante Cristóbal Colón por España atravesó el océano atlántico hacia el oeste llegando hasta las Antillas en el mar del caribe. Continuaron las exploraciones de España con Américo Vespucio y Hernando de Magallanes por las costas del océano atlántico en América del sur.

Durante treinta años, España persistió en su deseo de abrir una nueva ruta navegable por el oeste hacia el archipiélago de Indonesia. Esta situación permitió descubrir América del Sur denominado como el nuevo mundo. Desde sus costas descubrió un paso por el canal que une los dos océanos, Atlántico y Pacifico, bautizándolo como Estrecho de Magallanes en Patagonia.

En ese periodo renacentista surgió una revolución de ideas y reformas que enriquecieron el conocimiento científico y permitieron explorar lo desconocido. España tomó la delantera, en su búsqueda por los mares hacia el oeste del océano Atlántico logrando diversas conquistas de territorios en tierra firme para el rey Carlos V. La expansión hispana se debió a la necesidad de encontrar nuevas tierras agrícolas para alimentar a sus ejércitos, gobiernos y a su población.

El próspero comercio Veneciano de la seda, perlas, té, especias y esclavos se convirtió en un modelo monopólico durante tres siglos dominado por Venecia, lo que provoco a los reinos de la península Iberica intentar fracturar ese control comercial sin entrar en conflictos bélicos, mediante la soberanía de nuevas rutas marítimas hacia la especería. Se desarrollaron intensas campañas navales para capturar el control del comercio entre occidente y el continente asiático y así remplazar la ruta veneciana por rutas marítimas desde ultramar.

En la búsqueda de un nuevo camino seguro hacia la especiería, se emprendieron consorcios Reales para explorar y conquistar las islas de indonesia. Le siguió el apetito por buscar El Dorado que, según la leyenda de Sebastián Caboto1, poseía inmensas riquezas en oro, piedras preciosas y aguas de la eterna juventud. Este territorio descrito por Caboto se encontraba entre el sur del Amazonas y Patagonia. Era la ilusión de todo capitán encontrar aquel lugar y conquistarlo. Esta idea de conquistar tierras y riquezas para el reino y a la vez para sí mismos, fue el imán que alentó a muchos marinos a adentrarse por el océano Atlántico, atravesándolo en naves a vela en largas y riesgosas travesías. Cuando descubrían nuevas islas, tierra firme, ríos y océanos, los bautizaban en nombre de la corona y volvían por ellos con tropas y hombres de ciencia para conquistarlos. De este modo se fue dibujando la nueva cartografía del mundo y sus rutas navegables. Aparecían en la cartografía renacentista nuevos continentes y océanos, junto al detalle de sus vientos, corrientes, mareas y la meteorología predominante; también se publicó bastante información valiosa referente a los nativos y a sus costumbres. Se estudiaron las potenciales riquezas, así como su accesibilidad para conquistar dichos territorios.

Grandes riesgos


En España, existieron exhaustivos análisis de los datos y bitácoras de las exploraciones en América del sur. El alto mando naval del reino desarrollo una estrategia de conquista de esos territorios australes. La planificación fue comandada desde la casa de contratación de Indias en Sevilla. El tratado de Tordesillas de 1494 había definido un reparto de las zonas de navegación y conquista del oceano Atlántico y del nuevo mundo o mundus novus (América) mediante una línea situada a 370 leguas (1.800 kilometros) al oeste de las islas de Cabo verde, para evitar un conflicto de intereses entre España y Portugal. En la práctica, el acuerdo garantizó a Portugal que los españoles no interfirieran en su ruta marítima del Cabo de Buena Esperanza, por el Sur de Africa y el mar Indico; a España se le dio seguridad que los Portugeses no lo harían por las Antillas. Las bulas Alejandrinas otorgadas finalmente por el papa Alejandro VI ( Rodrigo Borgia), redefinieron detalles del tratado de Tordesillas sobre la linea de las Azores, en donde dicha línea se definió más al oeste de ese punto, en donde España sería soberana, de los mares y tierras de las Antillas y mar del Caribe y de las tierras encontradas al oeste del meridiano Alejandrino. Portugal por su parte se quedaría con el territorio del Brasil.

Entre 1490 y 1520 se extendieron las exploraciones por los mares del mundo. Se trató de un intenso movimiento marítimo, cuyo fin era encontrar nuevas rutas hacia la especiería y el nuevo mundo, en una verdadera competencia entre ambos reinos. Así, la ruta descubierta por Portugal para llegar al oriente a través de las costas de África, había aumentado la riqueza de este reino y debilitado la de Venecia. Tras cada descubrimiento, los exploradores organizaban variadas empresas con sus reinos y sus tripulaciones, compartiendo así los resultados de los nuevos descubrimientos y posesiones Reales.


Carlos V e Isabel de Portugal por Rembrandt

Ahora el reino de Portugal intervenía en el comercio de las especias, seda, marfil y esclavos. España entró en escena 20 años más tarde, esta vez desde el océano Pacifico por el oeste, hacia el mismo territorio de las islas Molucas en Indonesia.

Desde un punto de vista geopolítico, esta situación permitió romper definitivamente el monopolio que poseía Venecia por más de dos siglos. Por ello fue necesario consolidar esos pasos marítimos, y asegurar para los reinos de Castilla y Portugal el dominio total de sus islas y tierra firme. Esta figura se consolidó al casarse el emperador Carlos V con Isabel de Portugal en 1526.

Previo a los años de la boda imperial, la bahía de San Julián en Patagonia había sido avistada por primera vez por el hombre europeo el 31 de marzo de 1520, cuando arribó a la costa una expedición española en busca de un paso hacia las Indias por el sur de América. La expedición, comandada por el portugués Fernando de Magallanes, constaba de cinco naves, una de las cuales era la Nao Victoria, barco que finalmente acabaría dando la primera vuelta al mundo.

Durante la estadía de la expedición de Magallanes abundaba la simbología religiosa a la hora de bautizar nuevas tierras. El nombre de la bahía fue impuesto por haberla descubierto el día de San Julián de Cesarea. Magallanes mandó a poner una cruz en la elevación más alta, un cerro de 285 metros, desde el que se domina toda la bahía, y lo bautizó con el nombre de Monte Cristo, aunque hoy se llama Monte Wood y dicha región Santa Cruz. Al día siguiente del arribo de la expedición, el primero de abril, día de domingo de ramos, Magallanes hizo oficiar una misa, la primera que se registró en la actual Argentina, lo cual se convirtió, para la mayoría de la población católica de la zona, en un símbolo de identidad religiosa.

La expedición se había visto complicada en las costas de Patagonia. Esto hizo que Magallanes, encontrando abrigada la bahía decidiera pasar el invierno ahí para luego seguir con su expedición hacia el sur. Cuatro capitanes de las cinco naves tramaron un complot con el objeto de asesinar a Magallanes para así abandonar la búsqueda del paso y regresar a España, pues la tierra que se iba avistando al avanzar hacia el sur era cada vez más desierta y el clima más crudo. La tripulación española había perdido toda esperanza de encontrar el paso por el oeste hacia la especería y consideraba que la persistencia de Magallanes había llegado al límite de la obsesión.

En los días siguientes, los cuatro capitanes de las cinco naves se amotinaron para llevar a cabo su plan y volver a España. El complot fue descubierto y los capitanes amotinados fueron enjuiciados y condenados a pena de muerte, haciéndoles matar de forma brutal al estilo de la época, descuartizando a unos, apuñalando a otro y al ultimo Gaspar de Quesada por organizar el complot, se le perdonó la vida, ya que había sido nombrado capitán por el propio Carlos V, entonces Magallanes lo expulso de la escuadra y lo abandonó en la tierra de los patagones, dejándolo en la bahía de San Julián solo con un sacerdote que había sido su cómplice. En el Puerto de San Julián, la expedición de Magallanes realizó el primer contacto con aborígenes de la etnia aonikenk, a quienes describe el cronista Antonio Pigafetta como “gigantes”2.

La escuadra corría grandes riesgos navegando en pequeñas embarcaciones de madera por el océano Atlántico. La cartografía de la época era imprecisa y se reescribía cada día con las noticias y datos de cada nueva exploración, las que quedaban registradas meticulosamente en el Archivo General de Indias en Sevilla.

Recién en la década de 1660 el holandés Joan Blaeu editó el Atlas Maior obra cartográfica maestra que despejó muchas incógnitas y dio a conocer el mundo por primera vez en forma detallada, lo cual sirvió para la planificación de las expediciones futuras.


Atlas Maior, Joan Blaeu 1660

En América se desarrollaba un proceso de asentamiento y, por lo tanto, de conquista y gobierno, que más adelante se entrelazó con las autoridades, los sistemas políticos y militares provenientes de Europa, particularmente de España y Portugal. Las imprecisiones cartográficas entre los siglos XVI y XIX aceleraron la especulación acerca de cómo era el mundo, qué tan cerca quedaban los países y sus culturas.

En 1773, el Capitan de la marina británica James Cook en su circunnavegación llegó a la Antártica y se percató de que el lugar donde se había escondido Sir Francis Drake doscientos años antes, denominado Terra Australis Incognita, no era otro que el mar del Sur. Entonces, en su honor, rebautizó esa área entre el cabo de Hornos y la Antártica como mar de Drake. Así acabó este misterio: el sur del continente americano quedó claramente descrito en la cartografía venidera.

Patagonia comenzaba a delinearse, tomando forma de un continente sin reino e imaginario. Sin embargo, durante la formación de las repúblicas en América del Sur, Patagonia se subdividió en dos zonas conocidas como Patagonia oriental argentina y Patagonia occidental chilena. La cordillera de Los Andes hizo de frontera natural entre Argentina y Chile. Cada lado del macizo andino representaba características notoriamente diferentes.

Tierra del Fuego

Es importante señalar que Tierra del Fuego no está tan cerca del Polo Sur como lo están Suecia y Noruega respecto del Polo Norte. Esta fue una observación hecha más tarde por Charles Darwin durante su estadía por tierra del fuego y en realidad, hoy con precisas mediciones podemos observar que existe una distancia de 2.300 kilómetros más hacia el sur respecto de ambos polos hacia los respectivos continentes.

Dentro de los limites de Tierra del Fuego hay una infinidad de islas grandes y pequeñas, que forman una complicada red de canales, bahías y senos, las que están dominadas en su mayoría por montañas de nieves eternas y glaciares milenarios. Durante miles de años fueron habitados por pueblos indígenas, que por mucho tiempo fueron conocidos con el único nombre de “fueguinos”. Aunque se les diferenciaría después de la mitad del siglo XIX, cuando se efectuó la expedición hidrográfica al mando del comandante Phillip Parker King, contralmirante de la marina Real Británica. Parker King se destacó por los trabajos hidrográficos que efectuó como comandante del HMS Adventure y comandante en jefe de una expedición integrada también por el HMS Beagle en su primer viaje a la región austral de Patagonia entre los años 1817 y 1822 en Australia y entre 1825 y 1830 en la parte meridional de América del Sur. Tras Parker King, a los fueguinos se los denominaría de los siguientes modos: kawéskar (o alacalufes), yaganes (o yámanas), aonikenk (o tehuelches), selknam (u onas) y haush (o mánekenks).

Ya hacia el reinado de Isabel I, muchísimas embarcaciones inglesas emprendían viaje rumbo a Norte América. Al arribar al nuevo mundo, los colonos ingleses se encontraban con pueblos que se interponían a sus pretensiones imperialistas. Un sinnúmero de aventureros y hombres de letras solían sumarse a la empresa con fines puramente ilustrativos; otros para mantener informada a la corona británica de los movimientos del entorno inexplorado de Sancti Espíritus, y seguirían la curiosidad de encontrar la abundante riqueza o potencial cercanía con la ciudad de los Cesares de El Dorado. Allí Sebastián Caboto como se indicó antes fundó los primeros establecimientos españoles en el Río de la Plata en el año 1527 que culminó con el supuesto descubrimiento de la ciudad encantada de El Dorado.

Este mito se convirtió en el principal imán de las exploraciones y de las conquistas en tierra firme hacia el interior del territorio de Patagonia. Mas tarde en 1759 Voltaire durante su exilio en Inglaterra se inspiró en esta leyenda y escribió Cándido o el optimismo, un libro filosófico sobre las aventuras de la exploración de el El Dorado la que supuestamente estaba ubicada entre la Amazonia y Patagonia. Su relato con tal imaginación indica; «Recibió el anciano a los dos extranjeros en un sofá de plumas de colibrí y les ofreció varios licores en vasos de diamante…Yo tengo ciento sesenta y dos años...»Haciendo referencia al agua de la eterna juventud. «Un Ingles nombrado el caballero Raleigh, llego aquí hace cerca de unos cien años…» Luego sobre la religión. Que religión era la de El Dorado. «¿Acaso puede haber dos religiones? Nuestra religión es la de todo el mundo; adoramos a Dios de noche y de día…». Sobre lo que pedían a Dios en El Dorado. No le pedimos nada y nada tenemos que pedirle, pues nos ha dado todo cuanto necesitamos.» Estos relatos revisados por Charles Darwin y muchos exploradores que le antecedieron, otorgaron interesantes estímulos para la investigación, la exploración y la posible conquista de esos territorios desconocidos.

Los avances hacia las máximas latitudes del sur fueron alcanzadas en los paralelos 58º Sur, navegadas por Francis Drake, las que posteriormente fueron superadas por el capitán James Cook en 1774, quien llegó hasta la latitud 66º Sur, doscientos años después que Drake y cincuenta y ocho años antes que Darwin. En Tierra del Fuego, el capitán Cook también se encontró con fueguinos, tal como le sucediera a los navegantes anteriores. Dichos encuentros serían luego relatos y bitácoras que se sumarían al registro de un área geográfica que se terminaba de cartografiar, y que serviría a los futuros navegantes como una descripción detallada de esa área austral del mundo.

Durante los constantes saqueos a las flotas españolas por parte de Drake y Cavendish el almirantazgo español dio orden de captura a los corsarios ingleses en particular a Drake quien era el mas metódico en asaltar barcos españoles y recurrente en esas latitudes.

El Canal Beagle

La zona magallánica fue investigada por la marina real británica desde 1826 en adelante. Una época en la cual las nacientes repúblicas de Argentina y Chile habían dejado de ser subordinadas a la corona española y comenzaban a gozar de un gobierno republicano independiente. En el mes de enero de 1830 arribó a las costas patagónicas una expedición conformada por los bergantines HMS Adventure y HMS Beagle, al mando de los capitanes Phillip Parker King y Robert FitzRoy, respectivamente. Estando el HMS Beagle fondeado en el puerto Townshend en la costa oeste de la isla de Tierra del Fuego en Latitud 55º Sur y Longitud 67º West, el oficial Matthew Murray junto con algunos marinos fueron enviados en un bote desde Bahía Orange hacia el noreste de bahía Nassau. Ahí la tripulación avisto un canal de 3 kilómetros de ancho que mas tarde se midió su longitud de 280 kilómetros (152 millas náuticas), desde el océano Atlántico por el sur de Tierra del Fuego hasta el océano Pacifico. Este canal fue bautizado en la cartografía de Fitz Roy como el canal Beagle en honor a su embarcación.


Darwin en el Canal de Beagle 1833

La expedición tenía el propósito de realizar un levantamiento hidrográfico del litoral de la Patagonia austral y evaluar una posible relación con los habitantes de la región. El contacto con los nativos fue progresivo y comenzó con el trueque de productos naturales (pescados, pieles y grasas) a cambio de botones, cuentas y otros elementos de poco valor en el mercado europeo. Eran los Yaganes y otras tribus nativas de Patagonia.

Los rehenes

Tras una serie de inconvenientes con los fueguinos que habían robado una pequeña embarcación ballenera o bote de desembarco al teniente Murray, en su primer viaje a Tierra del Fuego, el capitán Robert FitzRoy como represalia decidió llevar prisionero a cuatro nativos a Inglaterra. A cambio de un canasto tomó a una niña de 9 años, que llamó Fuegia Basquet. Otro joven de 24 años fue capturado en el promontorio de la catedral de York y bautizado como York Minster. Al tercero, de 14 años, lo llamó Jemmy Button; el apellido lo recibió en nombre del botón de nácar con el que FitzRoy pagó por su captura. Al último, de 20 años, lo bautizó como Boat Memory, que en español quiere decir “la memoria del barco”. FitzRoy los llevó a Inglaterra para educarlos y luego traerlos de regreso a su tierra natal. Así podría conocer más de sus costumbres y de su idioma nativo, y podrían ser útiles como intérpretes en los viajes futuros.


Fueguinos

Con FitzRoy y los aborígenes a bordo, el HMS Beagle regresó a Inglaterra en 1830. Pese a haber sido vacunado, Boat Memory murió de sarampión en Plymouth. FitzRoy no se detendría por eso: su navío pronto volvería a América del Sur con los otros tres fueguinos.

En todo caso, el capitán necesitaba hacer cambios en su tripulación antes de regresar. En el segundo viaje necesitaba un compañero de mesa para compartir los hallazgos de cada día. Ese acompañante debía tener un alto nivel de educación. También necesitaba que ese tripulante se dedicara a tiempo completo para observar y estudiar la naturaleza, porque en el primer viaje lo había hecho un cirujano en sus tiempos libres. Las observaciones eran cotidianas y a FitzRoy le interesaba documentarlo todo. Ambos requerimientos los cubriría Charles Darwin.

Antes del inicio del viaje de Darwin hacia Patagonia es importante comprender la historia de la familia de Charles, su educación y su sentido científico de ver la naturaleza. La vida de Charles Darwin antes del viaje era muy distinta a la que experimentó durante el viaje en el HMS Beagle. Su desarrollo intelectual y de ciencia maduró durante los cinco años de circunnavegación por el mundo. La investigación se apoderó de su mente y las conclusiones a las que llegó respecto de la evolución del hombre es producto de aquel viaje.

La génesis del alma científica de la familia Darwin comienza en el siglo XVIII con Erasmus Darwin, abuelo paterno de Charles . Si bien Erasmus había fallecido antes del nacimiento de su nieto, es interesante comenzar el análisis de esta destacada familia desde ese periodo, dada la relevancia que tuvo Erasmus en el mundo de la investigación y de la ciencia.

Darwin en Patagonia

Подняться наверх