Читать книгу Niño Inteligente - Javier Fabris - Страница 8

Оглавление

2

Controversias

Pasaron algunos años y el mozuelo llegó a adolescente. Maduró más y continuó investigando.

—Mamá ¿ya sabes por qué sentenció a muerte, el Santo Oficio, a Galileo Galilei?

—Bueno, ¿será porque dijo que la Tierra no era el centro del Universo?

—Respuesta incorrecta, mami.

—Ya vas a empezar –se inconformó su madre.

—Eso lo dijo Copérnico, y Galileo, sólo lo confirmó, pero no fue ése el motivo por lo que la Santísima Iglesia lo condenó a muerte.

La mamá, algo ruborizada por la evidente ignorancia ante su hijo, le preguntó titubeante.

—Entonces, ¿por qué?

—¿No te acuerdas de aquella famosísima frase de: sin embargo, se mueve?

—Sí, pero, ¿qué “se mueve”? ¿La Tierra?

— ¡Eureka madre! ¡Perfectamente bien contestado!

—Ahí vas con tu sarcasmo.

—Es que, comprende esto: hoy en día, hasta un niño de primer año de primaria, sabe que la Tierra tiene un movimiento de rotación, y que de ese movimiento se produce el día y la noche; y nadie lo sentencia a muerte, ni por saberlo ni por decirlo.

—¿Por eso lo sentenciaron a muerte?

—Por eso. Pero desconoces tú, y casi todos los creyentes, la razón que realmente se opone a la creencia de un Dios como ése. Cuando comento con algunos de mis compañeros, incluso hasta de mis maestros, de estas cuestiones absurdas de la Biblia, siempre se sacan un as de la manga; para justificar algo que no se puede aceptar con el uso de la razón. Les digo que se meten puros supositorios.

—A ver si no te metes tú en problemas por estarte burlando de ellos.

—Ya me metí. Me suspendieron en la escuela una semana por pelearme con otro compañero.

—Ah, ¿así que no vas a ir a la escuela esta semana?

—Así es mamá.

—Entonces me vas a ayudar a lavar los platos y lavar tu ropa y las ventanas, porque no te la vas a pasar de haragán ¿eh?

Alzando un poco la voz y haciendo teatro exclamó:

—¡Doble castigo, me siento Galileo Galilei! ¡La historia me redimirá! Déjame explicarte la razón por la que lo sentenciaron a muerte.

—Pero realmente, no lo mataron ¿verdad?

—No, porque le exigieron que se retractara. Sin embargo, lo sentenciaron a cadena perpetua; y gracias a que el Papa Urbano VIII fue su amigo antes de que se hiciera Papa, lo condonaron y le dieron arresto domiciliario perpetuo.

—¿En serio? ¿A pesar de haberse retractado?

—Sí, a pesar de eso. Pero Galileo era muy listo y se mudaba de domicilio.

—Bueno, ¿qué es lo tan delicado que la Tierra gire, y haya día y noche, y por qué se opone tanto a Dios y al clero católico?

—Porque en la Biblia dice en el versículo Josué 10:12 “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón.Y tú Luna, en el valle de Ajalón. 13. Y el Sol se detuvo y la Luna se paró. Hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos”.

Esto nos indica claramente tres cosas: Dios racista, sólo ama a los hijos de Israel; Dios vengador y genocida, al matar a muchos inocentes: mujeres, niños y hombres y Dios ignorante, ya que no podía detener al Sol, ¡porque era la Tierra quien tenía el movimiento! ¡No se puede detener lo que está inmóvil! En ese momento debió desaparecer el judaísmo y el cristianismo, si hubiera sensatez, pero no lo hubo y lo ocultaron, consintieron el credo a pesar de tantos errores, muy evidentes. Me hace pensar que los grandes jerarcas de la Santísima Iglesia son ateos, ya que ellos no desconocen todas estas omisiones.

—¡Vaya hijo! Estoy sorprendida. Sí que te has puesto a investigar.

—Y reflexionar, que también es importante. Veo a tantos creyentes que leen la Biblia, algunos hasta se la saben de memoria, pero no reflexionan, no comprenden; sólo aceptan todo sin cuestionar. Parecen zombies. También me obliga a inferir esto: ¡Es casi todo el mundo! ¡Están bajo el mismo oscurantismo! ¡En pleno siglo XXI!

Llegó el domingo, sus padres se disponían a salir, casi a hurtadillas, cuando el joven Arturo los sorprendió.

—¿A dónde van tan bien acicalados?

—¿Eh?

Respondieron al unísono, titubeando.

—Este…, vamos a misa.

—¿A la iglesia? ¡Papá, mamá! ¿Después de todo lo que les expliqué, de las mentiras de esa religión, que sólo ha traído desgracias a la humanidad, van a la iglesia? ¡No lo puedo creer!

—Es una costumbre, una tradición, hijo. Tienes razón en lo que dices, pero no tiene nada de malo. Encontramos a nuestros amigos, charlamos y nos sentimos bien con nosotros mismos.

— ¡Vaya! Toman el templo como punto de reunión social.

—Pues sí, algo así.

—¿Creen irse al cielo yendo a su templito?

—Mira, no te burles, si creemos en eso, es nuestro problema y no el tuyo. Nosotros te dejamos que pienses en lo que quieras, tú déjanos igual. Te dimos tu derecho a pensar libremente ¿No te parece justo que hagamos nosotros lo que nos plazca?

—Sí, tienen razón; debo ser tolerante.

Bajando la cabeza, el chico añadió:

—Es que no lo puedo creer. Con todo lo que les dije. Ok, ok.

Detrás de unas horas de estar fuera de la casa, los padres del joven Arturo volvieron. El muchacho los esperaba. Los saludó.

—¿Cómo les fue?

—Bien, hijo. ¿No saliste a ninguna parte?

—No jefe. No tengo a ningún lado a donde ir.

—Deberías buscarte una novia –le aconsejó su mamá.

—No estoy en edad, apenas cumplí quince años.

—¡Uy hijo! –se entrometió el papá–, yo a tu edad ya tenía varias novias.

—¿Ah sí? –Se quejó la señora–, pues eso no me lo sabía.

—Fue mucho antes que te conociera, mi amor. No te pongas celosa.

—Bueno, ya no discutan –los detuvo el chico–, no me interesa ninguna amiga por el momento. Tengo otros planes. Se tardaron, ¿eh?

—Nos encontramos a los Fernández y nos invitaron a comer.

—¿Saben? Después que partieron a la iglesia, me quedé meditando.

—¿En qué piensa esa cabecita? –le preguntó su madre.

—¿Qué hay en el altar de casi todos los templos?

—Pues qué ha de haber, un Cristo. Ya lo sabes; aunque ahora seas ateo, nos acompañaste muchas veces.

—Sí, por eso. ¿Saben? En la cruz sacrificaron a Jesucristo, pero ésa era una costumbre romana, muy común en tiempos de Jesús; en esas cruces ejecutaban a todos los delincuentes. De hecho, ése mismo día sacrificaron a Dimas y Gestas, dos ladronzuelos. Todo el tiempo había ejecutados: violadores, ladrones, asesinos, etcétera. Y mi pregunta es: ¿qué habría pasado si lo hubieran ahorcado? ¿Cómo se persignarían? ¿Habría una horca en el altar?

—¡Ay ya, hijo! Nos atosigas con tus controversias –se molestó su progenitora.

—Está bien, sólo díganme una cosa ¿si lo hubieran sacrificado en la guillotina o en la silla eléctrica o con una inyección letal? ¿Cómo se persignarían y qué habría en los altares?

—Hijo, te lo decimos en serio –reclamó el señor–. Quedamos que nos dejarías en paz con nuestras costumbres ridículas. Ya te entendimos, pero ése es nuestro deseo, gusto, estupidez o como le quieras llamar. ¿Está claro?

—Sí, perdón, sólo quería saber qué me respondían, no que me regañaran.

—Ya te dijo tu mamá. Consíguete una novia y déjanos en paz.

—De acuerdo, pero no critiquen después si es atea como yo.

Los señores se voltearon a ver sorprendidos.

—Bueno –respondió su madre–, mientras no sea tan criticona como tú…

Niño Inteligente

Подняться наверх