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II. NATURALEZA Y EXIGENCIAS DE LA ADMINISTRACIÓN

“Una teoría general de la administración debe incluir los principios de organización que aseguren la toma de decisiones adecuadas, así como también comprender los principios que garanticen una acción eficaz”.

Hebert Simon

Precisemos primero que todo lo que se entiende por administración (management) y gestión, términos tomados generalmente como sinónimos. Según diversas definiciones consultadas, la gestión se define a menudo como un conjunto de prácticas y actividades fundadas sobre cierto número de principios que apuntan a una finalidad: la búsqueda de la eficacia, sobre todo económica. Así, la gestión es para la empresa privada lo que la administración es para la empresa pública.1 Pero el término management no designa únicamente prácticas o procesos, remite igualmente a las personas que ocupan puestos jerárquicos: los dirigentes, los managers, los gerentes y los ejecutivos. Tenemos entonces que ocuparnos de un término que a veces designa actividades y procesos, y a veces a los actores que ocupan las funciones de gestión. Finalmente, se refiere también, a menudo, a una intención científica. Se hablará entonces de ciencias de la gestión o de ciencias administrativas,2 o, entre los anglosajones, de “Management-Science”.3

Si como vimos, las ciencias sociales nacen en una sociedad que se piensa y se produce a sí misma, la administración nace directamente de las actividades comerciales e industriales de la segunda mitad del siglo XIX. En efecto, antes de ese período, la gestión moderna, como conjunto de principios y técnicas codificados es, según los historiadores de la administración, casi inexistente.4 En la industria naciente, el universo de la gestión está dominado por los ingenieros que escriben los primeros manuales de economía de las manufacturas, siguiendo el modelo de Babbage y Ure. Las consideraciones técnicas y económicas prevalecen ampliamente sobre los demás aspectos. “El objeto del presente volumen –escribe Babbage en su introducción– es mostrar los efectos y las ventajas que surgen con la utilización de las herramientas y las máquinas, y a la vez presentar las causas y consecuencias de la aplicación de la maquinaria que reemplaza la habilidad y la energía del brazo humano” (1832, p. 1). Pero, en este universo esencialmente mecánico, hay también algunas excepciones, como, por ejemplo, las técnicas de administración desarrolladas en Gran Bretaña por Boulton y Watt en su fundición de Soho, o los principios de gestión elaborados en New Lamark por G. Owen y, en Francia, el manual de negocios redactado por Courcelle-Seneuil.5

La administración como realidad codificada y como realidad social sólo aparece en la segunda mitad del siglo XIX, más propiamente en el último cuarto de este siglo. El crecimiento de las empresas en un cierto número de sectores industriales, en particular en los ferrocarriles, es responsable, según el historiador americano Chandler, de este auge del capitalismo gerencial (1977). Las exigencias del servicio, la producción y el mercado impulsan a las empresas a extenderse de manera horizontal y, luego, de manera vertical, aumentando así las necesidades de supervisión y las funciones de gestión. La mano visible aparece en la figura del dirigente y del ejecutivo asalariado, con un conjunto de funciones que, al comienzo del siglo XX, será codificado por Henri Fayol.6

A partir de ese momento, la gestión tendrá grandes desarrollos, hasta convertirse en otra manifestación del aumento de la racionalización en el mundo occidental, tal y como lo analiza Weber. Peter Drucker, uno de los teóricos americanos de la gestión, no se equivocó cuando escribió que “el surgimiento de la administración es un acontecimiento central en la historia social, pues como órgano de la sociedad especialmente encargada de hacer que los recursos sean productivos, refleja el espíritu de los tiempos modernos”.7 Este movimiento histórico se puede dividir en tres grandes momentos.

El primero va desde finales del siglo XIX hasta la segunda guerra Mundial. Durante este período, el universo de la empresa va a sistematizar sus experiencias y sus técnicas, desarrolladas en ciertos casos desde hace más de un siglo. La gestión quiere convertirse en una ciencia y dejar de ser simplemente un arte técnico. El movimiento por una administración científica hace su aparición con grandes nombres, ahora célebres, como Frederic Winslow Taylor, H. Fayol, F y L. Gilbreth, H. Le Chatelier, L. Gulick, L. Urwick, M. P. Follett, E. Solvay, W. Rathenau, H. Munsterberg, B. Rowntree, G. E. Mayo, los hermanos Citroën, etc. Es durante este período, obsesionado por el problema de la producción, que surgen los primeros dirigentes asalariados, las primeras escuelas de administración, las primeras revistas y las primeras asociaciones nacionales e internacionales, que se dedican a promover la gestión científica.8

El segundo momento va desde finales de los años cuarenta hasta comienzos de los años ochenta. Durante este período, que ve surgir la sociedad de consumo en masa, se asiste, por una parte, a un fortalecimiento de la enseñanza, la investigación y la consultoría en administración bajo la influencia americana y, por otra parte, a un aumento considerable de los empleos administrativos a causa del desarrollo de las empresas y del sector terciario de la economía. La era de la administración moderna, que se confunde con la administración americana, celebrada por Jean-Jacques Servan-Schreiber en el transcurso de los años sesenta, es decir, la era de una gestión que se apoya tanto sobre instrumentos formales como sobre técnicas sociales aprendidas cada vez más en escuelas de administración, está en pleno auge.9

A partir de los años ochenta, se entra a una tercera fase caracterizada por modificaciones importantes, tanto en los discursos como en las maneras de administrar. Una tras otra, las modas administrativas cambian rápidamente.10 Los imperativos financieros se imponen en la búsqueda de la eficacia en una economía que se abre al mundo entero y, por lo tanto, reclama organizaciones con mejores resultados, más flexibles y más computarizados. Son más los obreros, empleados, gerentes y ejecutivos que conocen la experiencia del desempleo, de la escasez y de la inestabilidad profesional. Se está en la era de la gestión estratégica.11 Además, esta búsqueda de eficacia en un contexto cada vez más internacionalizado choca con el muro de la cultura. La administración descubre, al mismo tiempo, su enraizamiento socio-cultural.12

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