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PRÓLOGO: Espiritualidad del Sacerdote Diocesano

Tenemos en nuestras manos un libro sobre la espiritualidad del sacerdocio donde se trata de exponer las grandes claves de la vida sacerdotal, teológica, espiritual y pastoral. La pretensión es de ayudar a todos los sacerdotes a que vivamos con gozo y alegría nuestra profunda identidad sacerdotal, que tiene al Corazón del Buen Pastor como nuestra referencia cristiana y que esta es la ruta de nuestra vida sacerdotal «tened los sentimientos del Corazón de Cristo», Buen Pastor que entrega su vida por las ovejas y las conoce, como ellas conocen la llamada del Buen Pastor.

Tres son las rutas que se recorren y que se pueden resumir en lo que el Magisterio de la Iglesia, con los Papas, siempre ha recordado, la vida del sacerdote no puede ser la de un «asalariado» como nos recuerda el Evangelio de Juan, capítulo X, que no es pastor que abandona porque «no le importan las ovejas». Ni hacer de nuestra vida sacerdotal un funcionariado, un cumplir con las exigencias requeridas, sin una profunda vivencia de Amor al Señor y engrosar «la unidad de quemados intensivos».

La senda para la identificación con el Corazón del Buen Pastor nos tiene que llevar a vivir de veras nuestra vocación sacerdotal, que como decía el Santo Cura de Ars «el sacerdocio es el Amor del Corazón de Jesús». También San Juan de Ávila dice a los sacerdotes que deben vivir con dignidad y verdaderamente «creyéndose» lo que es su ser y su misión, que nunca se puede vivir si se pierde de vista nuestra vida de Amor de Dios.

1.- El sacerdote debe vivir una profunda espiritualidad de interiorizar su ministerio sacerdotal, para «dar la vida» al servicio de todos.

Como nos dice el Papa Francisco «La espiritualidad del sacerdote debe fundamentarse en “estar bien arraigados en Cristo” (Col 2,7). Que en todo momento Cristo sea el centro de su vida, que él le ayude vivir su identidad sacerdotal teniéndole como modelo y referencia en su estilo de vida en su ministerio sacerdotal».

Sin esta profunda relación con Cristo, sin ese amor al Señor, que nos lanza a dar la vida, para que el mundo no muera de frio sin Cristo, no estamos en el camino de la vida verdadera, nos perdemos en su servicio.

2.- Su profundo amor a la Iglesia, al Papa, a la comunión con su Obispo.

El Papa Francisco en su carta a los sacerdotes en el 160º aniversario de la muerte del Cura de Ars nos dice «gracias por buscar fortalecer los vínculos de fraternidad y amistad en el presbiterio y con vuestro obispo, sosteniéndose mutuamente, cuidando al que está enfermo, buscando al que se aísla, animando y aprendiendo la sabiduría del anciano, compartiendo los bienes, sabiendo reír y llorar juntos, ¡cuán necesarios son estos espacios! E inclusive siendo constantes y perseverantes cuando tuvieron que asumir alguna misión áspera o impulsar a algún hermano a asumir sus responsabilidades; porque “eterna es su misericordia”».

No podemos ser sacerdotes por libre, sin una profunda relación con la comunidad eclesial. Vivir la fidelidad sacerdotal en la comunidad, con el amor compasivo a los alejados y a los que viven en todas las periferias.

3.- El sacerdote es el que vive dedicado para la evangelización, para una pastoral que se apasiona por la gente y por todas las necesidades que gritan o buscan el Amor de Dios, de su gracia.

El Papa Francisco nos dice «Para anunciar a Jesús, Pablo se ha hecho “esclavo de todos”. Evangelizar es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús» (28 de julio de 2013, JMJ).

Por todo ello, «doy gracias sin cesar por ustedes» (Ef 1,16) por vuestra entrega y misión, con la confianza siempre puesta en el Corazón de Cristo. «Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la “piedra viva” (cf. 1 P 2,4): Jesús resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él, e incluso cuando nos desanimamos, cuando sentimos la tentación de juzgarlo todo en base a nuestros fracasos, Él viene para hacerlo todo nuevo».

El sacerdote Jesús Martín, desde su profunda experiencia sacerdotal, que ha desarrollado en tantos cargos de su vida pastoral, le hacen un experto, que ayudará a todos los que se acercan a vivir el sacerdocio como nos presenta la Iglesia.

Que la Madre Sacerdotal bendiga a todos los sacerdotes del mundo.

Con mi bendición.

 Francisco Cerro Chaves

Arzobispo de Toledo, Primado de España

La espiritualidad del sacerdote diocesano

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