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ОглавлениеOrigen y evolución del Camino Real al Perú en la jurisdicción de San Miguel de Tucumán
El Camino Real al Perú fue el primer derrotero que atravesó el territorio de Tucumán. Posteriormente, nuevos caminos fueron creados para la comunicación de la población que crecía junto al aumento del comercio y las actividades económicas de localidades como Trancas y Monteros que, detrás de San Miguel de Tucumán, fueron las más importantes de la jurisdicción (Setti, 1968).
Se pueden establecer cuatro períodos fundamentales de la historia del Camino Real al Perú, según el desarrollo social y económico y la presencia de poblaciones que fueron los bastiones de la colonización moderna.
1.Desde 1542 hasta 1593
2.Desde 1593 hasta 1685
3.Desde 1685 hasta 1772
4.Desde 1772 hasta 1876
1.La primera ruta usada por Diego de Rojas y los hombres que lo acompañaron, en las campañas militares del sur del Perú, fueron los “caminos incas” que comunicaban el centro del Imperio ubicado en Cuzco con el Collasuyo, parte a la cual pertenecía el noroeste de nuestro país. El camino era vía militar que atravesaba la Puna jujeña y los valles Calchaquíes, con tambos incaicos ubicados estratégicamente cada tres o cuatro leguas castellanas (6368 km)1 para el descanso y aprovisionamiento de comida y agua a los “chasquis”, preparados para recorrer hasta catorce leguas diarias (72 km).
Los conquistadores, con Rojas a la cabeza, salieron de Cuzco, atravesaron Charcas y Tarija. Luego ingresaron a la Puna jujeña y valles Calchaquíes, siguiendo el derrotero inca. En Chicoana hicieron una parada para esperar al resto de la expedición. Por boca de los habitantes originarios, existía en el este una región rica en oro, por lo que Rojas se desvió del Arauco (Chile), en dirección a Santiago del Estero. Pasaron por Angastaco (actual San Carlos) y luego por el pueblo de los tolombones y por Gualaqueni, al sudeste de la actual Amaicha en los Zazos. Los expedicionarios pasaron por el Abra del Infiernillo hasta llegar a Tafí del Valle; luego ingresaron a la Quebrada del Portugués por su boca, circulando por el río Los Reales, afluente del río Pueblo Viejo. Los expedicionarios descansaron al este de Cañete, en la actual Florida. En 1543, Rojas marchó hacia la región de los juríes, ubicada en la actual Santiago del Estero, donde fue abatido por guerreros de este pueblo.
Nicolás de Heredia se hizo cargo de la expedición y retornó por el mismo camino de su jefe, hasta llegar cerca de Monteros, donde se abasteció, para luego retornar al norte, pasando por los Lules y por la actual San Miguel de Tucumán, atravesando Humahuaca y la Puna, luego al Alto Perú, en 1546.
Núñez del Prado fue el fundador de la primera población permanente en Tucumán y fue quien continuó el uso de la ruta, empleado por su antecesor, Rojas, en territorio del norte argentino. Partió de La Plata a Potosí, atravesó la quebrada de Humahuaca y los valles Calchaquíes, Chicoana; siguió la ruta de Rojas y llegó al llano tucumano cerca de Pueblo Viejo. Núñez del Prado intentó fundar una población aquí, pero, finalmente, lo hizo cerca de Escaba, al sur de Río Chico, en agosto o septiembre de 1550, con el nombre de Barco I (según Lozano). Otra probable ubicación fue la actual ciudad de Concepción (según Cabrera) o también, a diez kilómetros al sur de Ibatín (según Jaimes Freire). En junio de 1551, Núñez del Prado trasladó la ciudad (Barco II) al valle del río Quiriquiri, afluente del río Santa María. En 1552, por orden de la Audiencia de Lima, tuvo que trasladar nuevamente la ciudad (Barco III), esta vez al llano, en la margen derecha del río Dulce, a dos kilómetros al sudoeste del actual Santiago del Estero (capital).
En 1552, el gobernador de Chile, Valdivia, reemplazó a Núñez del Prado por Francisco de Aguirre, quien trasladó la ciudad al noroeste del río Dulce, llamándola Santiago del Estero.
Esta ciudad, hasta 1558, fue la única población española existente en la inmensidad que hoy es el territorio argentino.
Para conectar Santiago del Estero con la red caminera incaica, se hizo necesario fundar otras ciudades: Londres, sobre el camino a Chile, en 1558, en Catamarca; la segunda, llamada Córdoba de Calchaquí, sobre el camino al Perú, en 1559, en los valles Calchaquíes; la tercera, Cañete, en 1560, ubicada al pie del Aconquija, cercana al lugar donde fue fundado el Barco I en 1550. Las tres ciudades fueron destruidas por los indígenas del valle, encabezados por el cacique Juan Calchaquí, quien dio su nombre al valle.
De esta forma, Santiago del Estero quedó como única ciudad española, nuevamente en 1562.
En 1563, el conflicto jurisdiccional entre Chile y Perú se soluciona con la creación de la Gobernación del Tucumán, que dependía administrativamente del virreinato del Perú, con sede en Lima y judicialmente de la Audiencia de Charcas. Posteriormente, en 1565, al pie del Aconquija, se funda San Miguel de Tucumán, ciudad que perduraría 120 años, emplazada a la vera del Camino Real, que bajaba de los valles por la quebrada del Portugués.
En 1565, por mandato de Francisco de Aguirre, su sobrino Diego de Villarroel recibe el título de teniente gobernador, y la tarea de fundar una ciudad: San Miguel de Tucumán (1565). Esta facilitaría la comunicación desde los valles Calchaquíes hacia el resto del virreinato del Perú, con las ciudades del centro y litoral (Santiago, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires). San Miguel de Tucumán, en Ibatín, tenía el valor estratégico de encontrarse frente a la principal salida de las montañas, por donde el tránsito de soldados y comerciantes bajaba de la ruta real que atravesaba el Alto Perú, Puna, Humahuaca, valles Calchaquíes, hacia la ruta del llano que desembocaba en el Atlántico.
El Camino Real, recorrido por Rojas y Aguirre y descripto por el licenciado Juan Matienzo, oidor de la Audiencia de Charcas, fue el que usaron los españoles en el s. XVI. Este derrotero unía los valles con el llano tucumano, entraba a la sierra, frente a Amaicha, seguía por Tafingasta, donde estaba la Tambería del Inca; se dirigía al lugar donde estaba Cañete, por la quebrada hoy llamada del Portugués. Francisco de Aguirre avizoró que una ciudad fundada sobre el Camino Real a la salida de dicha quebrada serviría para controlar a los belicosos pueblos originarios.
Por La Ciénaga, ubicada al pie de cerro, pasaba el Camino Inca, que iba de Tolombón a Tafí. En este lugar estaba el tambo, que era la parada del camino, construida de pircas. Este derrotero estaba lejos del río y dominaba el valle, por lo que fue usado por los españoles para mayor protección. El camino de la Ciénaga es un cruce en donde, del lado de la derecha viniendo de Tolombón, se va a Londres. Por el otro camino se va a Cañete.
Actualmente, el cruce de caminos conduce, por la derecha, a Amaicha y, por la izquierda, a El Moyar.
Gualaqueni, según Carrizo, es el actual Moyar, ubicado a tres leguas de la Ciénaga, y a una legua de la Tambería del Inca, señalada por el oidor Matienzo, ubicada posiblemente, entre el río Blanco y Tafí, al sur de Gualaqueni.
Según Matienzo, desde la Tambería del Inca hasta la boca de la Quebrada, hay cinco leguas coincidentes; según Carrizo, con las cinco leguas entre Tafí y el abra al sur el Rincón de Las Carreras. A la altura de la boca de la quebrada, Matienzo menciona otro camino, posiblemente el que sigue el curso escabroso del río la Angostura, o bien, el que cruza la cumbre de La Ventanita, actualmente usado.
Matienzo menciona nueve leguas de la boca de la quebrada, a Cañete; siete, por medio de la quebrada. Al poniente de las faldas del Ñuñorco y a la altura del paso del Mato, hay dos leguas a Cañete, ubicada en San Miguel, en Ibatín.
Este itinerario fue el que realizó Francisco de Aguirre en 1565, al regresar de los valles a Santiago del Estero, derrotado y dolido por la muerte de su hijo, Valeriano. Para evitar los ataques de los diaguitas, mandó a su sobrino Diego de Villarroel a fundar San Miguel, en Ibatín (31/5/1565), ubicada a la salida de la quebrada, sobre el Camino Real, camino a Santiago del Estero.
San Miguel de Tucumán fue durante el s. XVI una pequeña aldea con pocas posibilidades de progreso, fundamentalmente por estar alejada del Camino Real al Perú, que se dirigía en nuestra jurisdicción hacia nuestra Señora de Talavera (Esteco el Viejo). Además, expuesta a los ataques de los belicosos lules. En 1582, cuenta Sotelo de Narváez, que Esteco tenía 50 vecinos encomenderos, mientras que San Miguel, solo tenía 25.
En el itinerario del oidor, licenciado Juan Matienzo, según la carta a Felipe II, del 2 de enero de 1566, el Camino Real partía de la ciudad de La Plata (actual Bolivia), atravesaba Humahuaca, los valles Calchaquíes, Chicoana, hasta la ciudad de Córdoba, despoblada por el alzamiento calchaquí. Desde este lugar, a los Tolombones y la Ciénaga. En este punto, el Camino Real se apartaba del Camino Inca, para dirigirse a la ciudad de Londres, y de esta ciudad, hacia Chile, por la cordillera en la Ciénaga, el camino se desviaba hacia el este y pasaba por Cañete y Santiago del Estero.
Se menciona a la Ciénaga, distante tres leguas de Gualaqueni, y de este Lugar, a la Tambería del Inca, cuatro leguas. Desde este punto a la boca de la Quebrada, había cinco leguas a Cañete. Había una distancia de siete leguas de Cañete al río Yomancuna. Desde este, siete leguas al paraje de Lules, y había seis leguas de allí a Tipiro, y otras cinco más, hasta Santiago del Estero.2
La ciudad de San Miguel de Tucumán, en Ibatín, a seis leguas del río Grande o Salí, luego del cual, más al este, se encontraba el Camino Real al Perú. La ciudad de San Miguel de Tucumán era una parada en el camino, para el descanso en alguna vivienda de la población o en la plaza, con cabalgaduras, acompañantes y equipaje.
En 1585, el gobernador de Tucumán, Ramírez de Velasco, ordenaba a las ciudades de la Gobernación a poseer un mesón donde los viajeros podrían satisfacer necesidades básicas como alimento, bebida y alojamiento. Existían en Ibatín pulperías que serían el equivalente a los bares de la actualidad, también estaba la posibilidad de conseguir o reparar monturas, calzados, trajes, sombreros, muebles, carretas, como también obtener el descanso, pastaje y la compra de animales de tiro, como bueyes, mulas y caballos.
La arteria principal era la calle real que circulaba de oeste a este desde el descenso de la quebrada del Portugués a la zona del llano, en dirección a Santiago del Estero.
Ibatín o Ebatín deriva de la voz tonocotés Eatym (chacra sementera de maíz, según el Tonocoté de Machoni). Tierra labrada, para los indígenas; y para los españoles, tierras de panllevar, tierra próspera, o sea tierra de promisión.
La ubicación de San Miguel de Tucumán en Ibatín se estableció según un profundo conocimiento del terreno del conquistador Francisco de Aguirre, el cual localizó la ciudad en el centro de la Gobernación de Tucumán, en el lugar bisagra, que separaba el llano de la zona de los valles, sobre el camino desde Lima hasta el Río de la Plata. El lugar donde se abandonaba la montaña para introducirse en la llanura.
En este lugar se habían establecido El Barco I, de Núñez del Prado (1550) y Cañete, de Pérez de Zurita (1560), lo cual no significa que las tres ciudades estuvieran exactamente en el mismo lugar.
Las tres poblaciones estaban cerca del pie de la cuesta, que se usaba para bajar desde el valle de Tafí que, a su vez, era el camino hacia los Valles Calchaquíes, formando parte de una de las rutas posibles desde el Alto Perú.
La cuesta se llama hoy quebrada del Portugués, que bajaba de El Mollar, directamente hacia el sur y era la ruta usada por los diaguitas y, seguramente, los incas, para bajar de los valles Calchaquíes a la selva, para la búsqueda de recursos para su supervivencia (carne, madera, granos, etc.).
La antigua ciudad, limitada al norte por el río Pueblo Viejo (de la Quebrada o del Tejar), afluente del río Balderrama, al sur, a unos 7 kilómetros con Seco, afluente del Salí, al oeste, con las primeras estribaciones del Aconquija cerca del poblado de Pueblo Viejo.
2.Hacia fines del s. XVI, el derrotero que habían seguido los conquistadores (Rojas) dejó de usarse, y el sistema de comunicación de origen incaico retrocedió a una marcada desorganización, después de la conquista (Salas).
El primer antecedente del itinerario del Camino Real al Perú, en la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, en la zona del llano, evitando los valles Calchaquíes, fue el recorrido por Nicolás de Heredia en su regreso al Perú, en 1545. Desde Tocaima (Tacanas) atravesaron el actual departamento de Leales, de este a oeste, hasta llegar al río Salí en la confluencia con el río Lules. Siguiendo el curso del Salí por la banda occidental, hacia el norte, pasaron por el sitio actual de San Miguel de Tucumán, desde donde puede verse el amplio valle formado por las cumbres de San Javier y del Taficillo, al oeste, y las sierras de la Ramada y de Medina al este. Transitaron después por la zona donde actualmente está construido el dique Celestino Gelsi, ingresando en la cuenca Tapia-Trancas, hasta la altura del río Acequiones, desviando el itinerario hacia el oeste, paralelo al río, culminando la travesía en el suroeste del valle de San Pedro de Colalao, en el paraje llamado Hualinchay, desde donde arranca un antiguo camino que une el norte tucumano con la localidad salteña de Tolombón, otrora cabecera de la provincia Quiri-Quiri. Este camino posee las características de camino de montaña incaico: trazado en zigzag, pendiente uniforme en cada tramo, ancho parejo de más o menos 3 metros, muros de contención para afirmar la ladera, pircado en casi toda la extensión. La documentación histórica y la tradición oral apoyan la hipótesis, ya que los lugareños llaman a la vía Camino Real (Piossek Prebisch, 2005).
El itinerario del Camino Real utilizado hasta el s. XVII, coincide con el descripto por el oidor Matienzo: desde la Florida o las ruinas de San Miguel de Tucumán o Cañete, bajaba hasta Gastona, probablemente por Río Seco o por Amberes, y desde Gastona, hasta dar con el río Yomansuma3.
En un documento de 1606, sobre medición de tierras, se cita el “Camino Real de Carretas”, que va de Gastona, para Yomansuma, viaje de Santiago, y en otro documento de 1586, se cita una merced de tierras en Tucumán, donde uno de los límites es el camino viejo, que va por el pueblo de Yomansuma, al de Santiago del Estero, llamado Solicitas, siete leguas poco más o menos de la ciudad de Tucumán (Lizondo Borda, 1943).
El camino de la Puna y los valles, por ser peligroso, dejó de ser transitado, y en el s. XVII, la ciudad de San Miguel de Tucumán quedó a trasmano, o fuera del Camino Real al Perú que atravesaba Humahuaca, pasaba por Salta y seguía por el norte de Tucumán, directamente a la ciudad de Santiago, cabeza o capital de la gobernación (Lizondo Borda, 1965).
El Camino Real al Perú, en el s. XVII, eludía los valles Calchaquíes que eran hostiles por los ataques frecuentes de los pueblos originarios, y se desarrollaba en un territorio no siempre tranquilo, por los ataques de los pueblos originarios del Chaco, pero sí, más llano, sin el obstáculo de grandes montañas, más fácil para el tránsito de carretas y carruajes que frecuentemente circulaban en caravanas, custodiadas por soldados o por viajeros armados4.
Bajo el gobierno de Juan Ramírez de Velasco, la jurisdicción de San Miguel de Tucumán se vio favorecida en el proceso de colonización, en el sur de los departamentos de Río Chico y Graneros, por la fundación de La Rioja en 1591. Y en el departamento Capital y Trancas, el tráfico comercial con el Perú se vio beneficiado por la fundación de Nueva Madrid de las Juntas, en la confluencia de los ríos Piedras y Pasaje, y San Salvador de Jujuy, el 2-2 y el 19-4 de 1593, respectivamente.
En 1609, cuando se funda Talavera de Madrid o Esteco, de nuevo, cerca de la confluencia del río Piedras con el Pasaje. Todo el tráfico comercial con el Perú cambió su ruta, en vez de ir de Santiago por Esteco el Viejo, constituyendo a fines del s. XVI el que se llamó De las Juntas y luego camino del Perú. Este derrotero fue, a fines del s. XVI, el límite y la referencia de las primeras mercedes, como la de Melián de Leguisamo y las de Francisco de Urueña
A partir de 1593, luego de la fundación de Madrid de las Juntas, de Jujuy y de la fundación de Esteco en 1609, el itinerario seguido recorría un territorio ubicado en las riberas del Salí al norte. Camino denominado por aquel entonces como “de las Juntas” o Camino Real al Perú (Setti, 1968).
Por el norte de la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, el Camino Real al Perú atravesaba el valle de Choromoros5, en el cual están los afluentes del río Salí, o Grande (ríos Tapia, Vipos, Choromoros, Zárate o Acequiones) y el arroyo del Saladillo. En esta parte del camino, las tierras fértiles de las haciendas y estancias servían para aprovisionar a las caravanas de viajeros y tropas de soldados que hacían sus paradas en los cascos y puestos6 de estas. Estas propiedades vieron como límites y referencias el Camino Real al Perú.7
En la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, en la segunda mitad del s. XVI, los departamentos de Monteros, Famaillá y Simoca fueron los primeros en ser colonizados por los españoles, por la fertilidad de sus tierras y por la seguridad que ofrecían la ciudad en San Miguel de Tucumán y el Camino Real al Perú, que descendía de los valles por la quebrada del Portugués.
En el gobierno de Ramírez de Velasco se consolidó la conquista, con el sometimiento de los lules, tras lo cual se concedieron mercedes en confines por donde atravesaba el Camino Real, a orillas del río Salí, entre los departamentos de Simoca y Leales (Simón de Villadiego en 1586), y en la provincia de los Lules, en el actual departamento Capital (Melián de Leguisamo en 1592).
En 1600 se concedieron mercedes al norte del departamento Capital, a Francisco de Urueña, y en 1605, a Diego González de Tapia, en Duluxit, a orillas del río Tapia, en el itinerario del Camino a Talavera de Madrid.
En el sur de la provincia, el gobernador Ramírez de Velasco atravesó esta parte de nuestra jurisdicción (departamento de Río Chico) en mayo de 1591, abriendo el tráfico entre San Miguel, Santiago, Catamarca y La Rioja, en el camino que pasaba por Huacra, que fue el que facilitó la ocupación española en los confines entre Tucumán y Catamarca. (Ver anexo “Mercedes de tierras”).
La fundación de Esteco, en 1565, en territorio salteño, al norte de Santiago, estableció un nuevo camino que comunicaba a San Miguel de Tucumán con el Perú, sin pasar por los valles Calchaquíes, atravesando un terreno no tan montañoso, hasta llegar a la quebrada de Humahuaca. Al principio fue poco usado, pero, en las décadas siguientes, la necesidad de pasar por Salta —fundada en 1582 y Jujuy en 1593— hizo que el derrotero comenzara a transitarse más frecuentemente por el medio de transporte de la época, la carreta, imposibilitada esta de atravesar el primer camino utilizado por Diego de Rojas y los primeros conquistadores y colonizadores.
El Camino Real que pasaba por Ibatín continuó siendo usado hasta 1630, ya que los viajeros eran atraídos por el mercado alcanzado por San Miguel de Tucumán, y por los acarreos de ganado y el transporte a mula.
El Camino Real que atraviesa los Valles Calchaquíes, permitió que los jesuitas fundaran, en 1613, las misiones de Santa María y San Carlos, abandonadas en 1622 por el peligro de los pueblos originarios de los valles Calchaquíes. Posteriormente, las guerras calchaquíes hicieron que el movimiento comercial y de viajeros se volcara hacia el camino nuevo, que desviaba San Miguel, favoreciendo el desarrollo de las ciudades a la vera del nuevo camino, como Madrid de las Juntas, Salta y Jujuy, que los viajeros pasaban en su camino del norte a sur o viceversa. La etapa de San Miguel de Tucumán, antes obligada, pasaba a ser una opción más, aislando a la ciudad en Ibatín. Décadas más tarde, el nuevo camino se impuso hasta colocar a San Miguel a trasmano del movimiento comercial (Piossek Prebisch, 2012).
Hacia fines del s. XVI se hablaba del Camino Real del Perú o Pirú, tal como figura en la primera merced de tierras de Famaillá, concedida por Mercado de Peñalosa a Tomás Díaz, en San Miguel de Tucumán, el 4-3-1596.
El itinerario del camino que venía desde Santiago, seguía la Banda este de río Salí, rumbo norte y a la altura de La Toma (actual San Miguel) se lo reconocía como Camino Real a la Juntas, según se menciona en la encomienda de Francisco de Urueña de 1600, ubicada en Burruyacú (Carrizo, 1937).
En 1674, el Camino Real, a la altura del río Balderrama, había caído en desuso8 quizás por los pantanos formados a orillas del río, por lo que se trasladó más al poniente. Se conocía como Camino de los Lules y pasaba por Amaicha, antes de llegar a La Toma, según lo señala el acta de protesta de la traslación de San Miguel a La Toma en 1684 (Carrizo 1937). La Toma: en esta misma acta se menciona otro camino que pasaba por Amaicha y que unía al Río de la Plata con el Perú, a 6 leguas al este de San Miguel y cuyo itinerario pasaba paralelo al río Salí, en su Banda Oriental.
Itinerario del Camino Real al Perú en la jurisdicción de San Miguel de Tucumán en el s. XVII (Setti, 1968)
El Camino Real al Perú en la jurisdicción de San Miguel de Tucumán ingresaba desde el norte:
Paralelo a la ruta 9 à por Leocadio Paz.
Pasa en dirección noroeste – sudeste à por Pozo del Pescado.
Pasa por à Villa Vieja de Trancas, cruza en dirección noroeste – sudeste à ruta 9 y FF. CC.
Atraviesa à río Zárate, o Acequiones, y el camino a San Pedro.
A la altura del río Zárate à tuerce hacia el este.
Atraviesa una zona baja, cruzada àpor varios arroyos tributarios del río Zárate.
Se acerca a à 6 km al oeste de Benjamín Paz.
Tuerce al sur paralelo al FFCC à, cruza el río Choromoros y pasa por su población.
Paralelo al FFCC à cruza el río Vipos y pasa cerca de su población.
Tuerce al sudeste à cruza el río India Muerta.
Pasa à a 5 km al sudeste de Tapia y río del mismo nombre.
Hacia el sudeste à elude la sierra de San Javier.
Cruza el à arroyo el Saladillo.
Hacia el sur à costea ladera oriental de la sierra.
Bordea à ladera oriental de las sierras.
Pasa à por el oeste de Tafí Viejo.
Sigue à la ruta del ingenio San José.
Al sur de Tafí viejo à pasa por Cebil Redondo.
Entra à al límite oeste de San Miguel de Tucumán con orientación norte-sur – cruza ruta 38.
Cruza à vías del FF. CC. Gral. Belgrano.
Tuerce el sudeste paralelo al arroyo Manantial.
Atraviesa à ramal sudeste del FF. CC. Gral. Belgrano (curso superior).
Antes de llegar al río Salí à toma dirección norte-sur al río.
Pasa por à población Santa Bárbara.
Sigue paralelo al río Salí.
Dirección noroeste – sudeste à cruza el río Lules.
Pasa a 2 km de à Bella Vista à corre entre vías de FF. CC. Gral. Belgrano y el río Salí.
Pasa por à Amaicha del Llano (sur de Bella Vista)9.
Cruza el à curso inferior del río Colorado.
Cruza el à arroyo Manchalá o Manchala, hoy Agua Blanca.
Cruza el à arroyo Aranilla.
Pasa a à 3 km de Monteagudo Viejo.
Pasa à río Potrero.
Dirección noroeste –sudeste à cruza las vías del FFCC.
Pasa à por el oeste de Simoca.
Atraviesa à río Seco.
Pasa à por San Pedro.
Al sur de San Pedro à en dirección sudeste.
Atraviesa à vías del FFCC, en Atahona.
Paralelo al río Gastona à cruza el río Salí, a la altura de poblado Herreras.
El itinerario marcado por el profesor Setti es el seguido por el Camino Real, muchos años antes del traslado de la ciudad de San Miguel Tucumán hacia La Toma. La ciudad en Ibatín era un lugar óptimo por la fertilidad de sus tierras y su ubicación cercana a Santiago del Estero, pero estaba expuesta a los ataques de los indios de las faldas y los valles Calchaquíes.
A pesar de estos beneficios, la ciudad era frecuentemente inundada, en parte por el río de la quebrada que se había desviado hasta llegar junto a ella, y más las fiebres palúdicas ocasionadas por los bañados próximos, pero principalmente San Miguel de Tucumán, había quedado a trasmano del único camino usado para ir y venir del Perú (Lizondo Borda, 1965). Es por este motivo por el que San Miguel de Tucumán fue trasladada en 1685, a la Toma, paraje ubicado a poco más de una legua al este del Camino Real, por donde circulaba el comercio cada vez más intenso entre el norte (Salta, Jujuy, Chuquisaca, Potosí) y el sur (Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires). La nueva ciudad fue creciendo, y progresando, gracias a la vinculación estrecha con el comercio de animales (mulas y bueyes) y al transporte de mercancías por el Camino Real al Perú, ejidos al oeste, tabladas de las tropas y ganados10.
Así lo describía, en 1770, Concolorcorvo, cuando al referirse a San Miguel de Tucumán en su paso como funcionario del correo dice: “… hay algunos caudalitos que, con frugalidad mantienen, y algunos aumentan con los tratos y crías de mulas; pero su principal cría es la de bueyes, que amansan para el trajín de las carretas que pasan a Buenos Aires y a Jujuy. La abundancia de buenas maderas les facilita la construcción de buenas carretas”11.
La ciudad, en su nueva ubicación, estuvo amenazada no por los pueblos originarios de los valles, ya que en la campaña de la segunda mitad del s. XVII fueron sometidos. El peligro provenía del Chaco, de los mocovíes principalmente, pueblo que atacó en varias oportunidades a Esteco hasta su desaparición tras el terremoto de 1693. Los habitantes de Esteco emigraron, en gran parte, al valle de Choromoros, que formaba parte de Esteco, y pasó a la jurisdicción San Miguel de Tucumán, que reemplazó a Esteco como parada obligada de abastecimiento, defensa y control del tráfico comercial, a lo largo del Camino Real.
De los emigrados de Esteco, José de Heredia se estableció en una estancia sobre el río Vipos y otra sobre el río Choromoros, ambos atravesados por el Camino Real al Perú. Heredia fue el fundador de una dinastía de ganaderos que daría importantes dirigentes tucumanos, como Alejandro y Felipe Heredia, ambos oriundos de Zárate, localidad cercana al Camino Real al Perú, a la altura de Pozo del Pescado (Murga, 1981).
Hacia 1659, los pueblos originarios de los valles calchaquíes se levantaron en armas contra la opresión española, pero fueron vencidos por el gobernador Alonso de Mercado y Villacorta. Posteriormente, los vencidos fueron “repartidos” en encomiendas, en parajes ubicados en el valle de Choromoros como Chuscha y San Pedro de Colalao, de origen Calchaquí (Murga, 1981).
A los militares vencedores se les otorgó encomiendas, y los parajes donde estaban establecidas recibieron el nombre de sus encomenderos; por ejemplo, Riarte, proviene del apellido deformado del Maestre de Campo Juan Martínez de Iriarte. Pedro de Ávila y Zárate, vecino de Esteco, recibió la encomienda de los pueblos Tafíes, Solcos y Lules. Desde 1681 recibió la estancia que hoy lleva el nombre de Zárate. El general Antonio de Alurralde, encomendero del Pueblo de Colalao en el partido de Choromoros, recibió dichas tierras en recompensa a su importante participación en las campañas calchaquíes, hacia fines del s. XVII (Murga 1981). El apellido Alurralde fue el del paraje y río, que era atravesado por el Camino Real. El río Alurralde (hoy Choromoros) representaba en el s. XVII la línea fronteriza de los indios lules nómadas. En 1665 se fundó el fuerte de San Miguel de Choromoros, que tenía como objetivo la defensa de las poblaciones del sur y a los viajeros que circulaban por el Camino Real al Perú (Setti, 1968).
El peligro constante de las incursiones de exterminio y saqueo de los lules creó la necesidad de la fundación de un fuerte en la línea de frontera, en la gobernación de Alonso de Mercado y Villacorta, que corría entre el río Mojotoro en Salta, donde se levantó el fuerte de Cobos (1693) hasta el río Chuscha, en cuyas proximidades se construyó el fuerte de San Miguel de Choromoros cerca de San Julián, en el paraje llamado San Miguel.
El fuerte, fundado en 1665, tenía como objeto también contener los posibles levantamientos de los diaguitas extrañados que poblaban el valle de Choromoros.
Es posible su desmantelamiento en 1685, cuando no hacía falta un fuerte en la zona, por la presencia de la ciudad de San Miguel de Tucumán en La Toma. En 1756, en el libro de bautismos del Archivo Parroquial de Trancas, figuraba una capilla en el paraje de San Miguel.
Luego de las campañas contra los calchaquíes, prosigue la lucha contra los pueblos del Chaco. El vecindario de San Miguel interviene en la guerra, pero los mocovíes atacaron la ciudad en 1690, con un saldo de cincuenta vecinos muertos (Páez de la Torre, 1983).
San Miguel de Tucumán, en su nuevo emplazamiento, estaba expuesta a los ataques de los nuevos enemigos de la urbe que, con facilidad, hostigaban a viajeros que transitaban por el Camino Real, y que utilizaban los ríos y bosques para su ocultamiento o fuga, en los ataques.
3.Hacia fines del s. XVII, Tucumán, en la región fronteriza por el norte, es una de las ciudades que más sufre los ataques de los pueblos del Chaco, y se caracteriza por la retracción, despoblamiento e inseguridad de la vía de comunicación del Perú. Esteco había sufrido los ataques de los pueblos del Chaco, a lo largo del s. XVII, y San Miguel de Tucumán padecería la hostilidad de los mocovíes y otras naciones guerreras, como Tobas, Vilelas, Avipones, Malvalás. En 1698 llegaron a entrar hasta las chacras vecinas a la ciudad (Páez de la Torre [h], 1983).
A pesar de las campañas del gobernador Esteban Urizar y Arespacochaga, entre 1711 y 1712, y la instalación de fuertes en las “fronteras” (Miraflores, Pantanillo, San José, Balbuena, río del Valle, San Luis de Pintos, San Bernardo y Cobos) para defender las ciudades del oeste y el Camino Real al Perú (Gómez 2011), los ataques continuaron en 1730. Los españoles respondieron con las campañas del Chaco de 1731. En 1734, dos partidas que iban en dirección al fuerte de Balbuena son sorprendidas y aniquiladas.
En 1735 sucede lo mismo con otra partida; en 1739, los mocovíes ingresaban a San Miguel de Tucumán, sitian el templo de San Francisco, saquean, matan y toman cautivos (Lizondo Borda, 1965).
La población de San Miguel de Tucumán, en la primera mitad del s. XVIII, se trasladó al campo, y las autoridades del Cabildo reclamaban el poblamiento de la ciudad. Las causas de esta situación fueron los frecuentes ataques tanto a la ciudad como a las estancias que ofrecían mayor seguridad. Las ciudades perdieron su carácter urbano, ya que sus habitantes se establecieron en sus estancias. El comercio de tránsito fue la única fuente de ingresos de las ciudades, pero fue frecuentemente interrumpido por la guerra con los indios: los jinetes tobas procedentes del Chaco atacaban las carretas y establecimientos agrícola-ganaderos de Tucumán. (Morner, 1959)12.
1 Antes de la llegada de los conquistadores, los incas disponían de un eficiente servicio de comunicaciones asentado sobre el trazado de una red de caminos, postas o “tambos”, y relevos. De este modo, los “chasques” especialmente adiestrados eran capaces de recorrer hasta catorce leguas diarias (Salas).
2 Los pueblos originarios de la jurisdicción de Tucumán: diaguitas, lules, y tonocotés recorrieron su territorio rico en recursos, estableciéndose definitiva o transitoriamente, utilizando caminos marcados por accidentes geográficos que favorecían la circulación (cauces de ríos, quebradas, llanos, aguadas, lagunas, sendas utilizadas por animales, etc.). Por ejemplo, el paso de los Lules que cruzaba el río Salí, entre el río Seco y el Gastona, o la senda macomitas, que unía los valles Calchaquíes con el Chaco, pasando por San Miguel de Tucumán Ibatín, utilizando las aberturas naturales de la montaña y los pasos migratorios de las manadas de animales. Este camino es señalado por Matienzo, y es el que unía San Miguel de Tucumán con Santiago del Estero.
El Camino Real, en el s. XVI, atravesaba la quebrada, hoy llamada del Portugués, por este paso circulaba la mayor parte del tráfico, pero Matienzo denunciaba, en su carta de 1566, otro camino que, según Carrizo, sería el actual a Tafí, por la Cumbre de la Ventanita, o el de Mala Mala, o el que sigue el curso del río La Angostura, alternativa poco utilizada por lo escabrosa.
3 “Yomansuna: de Yuma-Yuman = aguijón, dardo de los insectos, semen humano, y de sumac-suma= hermoso, lindo, significa: pueblo o río del lindo aguijón.
Yuma-Yuman = fiesta o día 1 de Sumac-suma= hermosa, linda, significa pueblo o río de hermosa fiesta.
Ubicación: poblado situado entre los ríos Seco y Gastona, en el departamento Simoca, muy posiblemente en el lugar actual emplazado en los Sandovales y San Antonio de Padua” (Gutiérrez Colombres, 1990).
4 “El camino partía del Perú, atravesaba el Alto Perú (actual Bolivia), por Suipacha ingresaba al país de los Humahuacas por la quebrada del mismo nombre, pasaba por Maimará, atravesaba el valle de Jujuy y de Lerma hasta Esteco, entre los ríos piedras y Pasaje o Juramento, luego seguía por el paraje de Madrid de las Juntas, fundada por Ramírez de Velazco en 1593, al sur del río Piedras y su unión con el Juramento y, a partir de allí, bordeando el oeste de las sierras subandinas, hasta San Miguel y Santiago” (Setti, 1965).
5 El gran valle accidentado de Choromoros, de 87 kilómetros de extensión de sur a norte, y 35 kilómetros de este a oeste en la parte más ancha al norte, 25 kilómetros al oeste de Trancas hasta Las Tipas y 10 kilómetros hasta las faldas de la sierra de Medina, la naciente; disminuyendo al sur hasta cerca de la ciudad (Tucumán) a 15 kilómetros, atraviesa varios ríos y arroyos, goza de los beneficios del agua para riego casi ilimitado en cada río. En cada valle secundario se hallan establecidas las ricas estancias con ganado fino y mestizo, cada una con sus campos de prados de alfalfa y maíz (Correa, 1925).
6 “Las tierras de las explotaciones principalmente ganaderas de Trancas fueron en el s. XVI y s. XVII otorgadas en merced de tierras por los servicios militares de las campañas contra los pueblos originarios hostiles.
Las tierras de estancas y haciendas tuvieron como referencias y límites al Camino Real, y figuran en los títulos de propiedad de sus dueños”.
7 Las haciendas y estancias del s. XVII, a la vera del Camino Real, fueron en tierras otorgadas en mercedes de tierras a los militares que intervinieron en las campañas militares organizadas para mitigar el peligro de los pueblos originarios, principalmente mocovíes.
8 Así lo consigna el litigio de los sucesores de Tomás Díaz. Ver anexo plano de la estancia de Santo Tomás.
9 Amaicha: por este pueblo debió cruzar el Salí, camino al Perú que, saliendo de Santiago del Estero costeaba al río por su banda izquierda en 1684.
El acta de protesta de la traslación de San Miguel al sitio de La Toma fechada el 15/3/1684 habla del camino de San Miguel a La Toma, llamado “Camino de los Lules” y del “Camino de Amaicha”.
Este camino (de Amaicha) cruzaba el Salí por Amaicha, y el acta se refiere al Camino Real así: “Hacia el Oriente cae el río Grande hacia arriba dicho, que pasa por la ciudad de Santiago, con distancia de seis leguas de esta ciudad (San Miguel) y de la dicha Banda de dicho río (izquierda), donde está inmediatamente el camino carril y comercio arriba referido, de estas provincias el reino del Perú”.
10 En el acta del 4 de octubre de 1685, en la que se determinaban el perímetro que debía comprender San Miguel de Tucumán, se establecían hacia el oeste de los ejidos para tablada de las tropas y ganado que pasaron por la ciudad (AHT Secc. Adm., vol. 1. Fs. 265).
Octubre 4 de 1685
Acta del Cabildo por la que se determina el perímetro que debe comprender la ciudad de San Miguel de Tucumán y su municipio.
Facultades que se da al Ilustre Cabildo para la distribución y donaciones de solares y chacras.
“… Y medidas se señalen a la Ylgesia Matriz los dos Solares que pertenecen, como los tenía la punta antigua en el dho Sitio Viejo y asimesmo se Señale Sitio para las casas de cavildo y carzel en la Planta, dándole el terreno necesario en medio de la cuadra y aún estaba en la ciudad vieja a la parte del oriente. Sobre tarde salia el Sol, de manera que causaba grandísima yncomodidad a los Señores del cavildo y restaba este cabildo ensi dar otro tanto sitio acuyo fuere en diferentes sitios por convenir así al útil y la fabrica de la dha ciudad y adorno de ella y a los conventos del Señor San Francisco, Ntra Señora de las Mercedes y colexio de la compañía de jhs seles de otro tanto terreno como lo tiene en el Sitio Viejo; y a los vecinos feudatarios y moradores que tienen Solares en el dho Sitio Viejo seles de en esta dha nueva ciudad como los tienen alla con el dho gravamen que los tienen y atenido y los demas Solares que quedaren Vacos juntamente con los añadidos. Reserba este cavildo en si repartirlos a diferente Personas Prefiriendo a ls Venemeritos. Señalanda la porsion que le pareciere comodo aplicando para propios de esta dha ciudad por no tener ninguno, y lo montaren dhos propios segastara en las obras publicas de la Yglesia martiz casas de cavildo y carza y prisiones de ella, y assimesmo sele de a esta dha ciudad para ronda de estamuros veynte y cuatro baras de ancho a la redondo y circunferencia de ella y por la parte del oriente se señala para exijos de esta ciudad media Legua y otra media a la parte del Sur y tres cuartos de Leguas a la parte Norte, azia, la Toma, y ala parte del Poniente otra media legua los cuales exijos se asignan en la forma siguiente quen los exidos señalados a la parte del Sur y Norte se señala para Chacras a la distribución de este cavildo y lo restanto de exijos a la parte del Poniente se señalan para Tablada de tropas y ganados que pasaron y se sacaren los cuales dhos exios se amojonaran y mediran…”.
11 López de Albornoz, 1994: “Los principales vecinos de San Miguel de Tucumán se dedicaron a la cría de ganado para el mercado local y para el regional. El ganado vacuno y sus derivados (grasa y cueros) era enviado a pie para abastecer las ciudades de Salta, Jujuy, Charcas y Tarija. El ganado mular era usado para transportar mercaderías en zonas montañosas.
Las mulas eran vendidas en las ferias anuales de la tablada de Salta, donde los comerciantes de mulas compraban animales para ser enviados al Alto Perú. Las mulas eran transportadas desde Santa Fe de San Ignacio, por el término de dos años y luego fletadas para su engorde y luego trasladados a la feria de Salta por los fleteros. Y los fleteros y comerciantes tucumanos, por la intermediación, lograron acumular capital, especialmente capital fijo (tierra, haciendas ganaderas, carretas, esclavos, joyas y ajuares), pero poco circulante.
Los fleteros y comerciantes tucumanos lograron favorecer su actividad por medio de medidas proteccionistas que aseguran el negocio de flete y de arrias”.
12 Morner, Magnus. Panorama de la sociedad del Río de la Plata durante la primera mitad del s. XVIII.
“Todas las ciudades que no eran etapas de la ruta del comercio entre Buenos Aires y Potosí, durante la primera parte del s. XVIII casi habían perdido cuanto carácter urbano tuvieron anteriormente, ya que muchos habitantes preferían establecerse en los alrededores, como estancieros o tramperos. Así, el comercio de tránsito se convirtió en la única fuente verdadera de ingresos de la provincia y, con frecuencia, había querella de unas ciudades con otras para sacar de ello mayor cantidad de derechos y otras ventajas. Por esta razón, cuando Santiago del Estero abrió una carretera directa a Jujuy, en el año 1714, esto provocó inmediatamente indignadas protestas por parte de San Miguel de Tucumán, siguiendo una larga disputa. Pero tanto el comercio, el trabajo, o la haraganería rural, se ven frecuentemente interrumpidos por la guerra con los indios”.
En el primer tercio del s. XVIII, muchas estancias fueron despobladas (Pozo del Pescado, el Tala y otras) por los ataques de los pueblos del Chaco.
En 1752, el gobernador Juan Martínez de Tineo realizó treinta y tres expediciones, afianzando, repoblando los fuertes y creando otros (San Juan del Pongo, Lavallén, Ledesma, Dolores, Santa Bárbara y San Luca) (Gómez, 2011). Estas acciones permitieron entregar tierras de este, en Merced, para ser ocupadas y trabajadas, dando origen a numerosas haciendas que se establecieron cerca de los fuertes, o sobre el Camino Real al Perú (Gómez, 2011). Este derrotero, debido a estas medidas, se trasladó más al este, lo cual figura en varios documentos referidos a propiedades rurales que mencionan al antiguo camino.
La guerra culminó con el gobierno de Espinosa y Dávalos (1757-1764), quien logró reducir y aquietar a las naciones guerreras del Chaco, apaciguando el ambiente tenso vivido por los habitantes de los poblados de las fronteras y los viajeros y miembros de caravanas que circulaban por el Camino Real. Como consecuencia, las estancias y estanzuelas ubicadas en las márgenes del Camino Real adquirieron más valor económico.