Читать книгу Casos y cachos llaneros - Jhon Moreno Riaño - Страница 10
Introducción
ОглавлениеLa cultura llanera, desarrollada principalmente a partir de la confluencia de españoles, indígenas y africanos, ha estado siempre atravesada por el influjo de la religión católica y especialmente por el esquema de producción agropecuaria conocido como “hato llanero”, introducido por los jesuitas hace más de 300 años a través de las reducciones que tenían por objeto evangelizar los pueblos indígenas de la Orinoquia y tomar el control del territorio a través de la ganadería y la tenencia de la tierra. En medio de una acentuada fe católica ha tenido lugar sin embargo una cultura aferrada a la superstición, a la creencia en seres míticos o sobrenaturales, a la magia, al animismo y a todo un sinnúmero de rituales y prácticas que se reflejan de manera particular en los relatos que se han creado para dar explicación a los fenómenos que escapan a la razón o, para generar un tipo de relación con el entorno. Una suerte de dualismo, que es por otro lado bastante común en el caribe y en otras culturas producto de mestizajes y sincretismos.
Krisstinn Olafsson escribió en 1999 en una compilación de relatos populares islandeses, que el islandés medio es medianamente religioso y medianamente supersticioso, porque es una cultura que lleva 1000 años siendo cristiana pero que siempre ha mantenido una dualidad entre lo sagrado cristiano y lo profano asociado a la mitología nórdico-germánica de sus antepasados. Esta característica es interesante para comprender el tipo de relatos populares que narran las personas en aquel libro de cuentos islandeses y los relatos llaneros aquí compilados, porque confluyen también en una dualidad religiosa, mitológica o supersticiosa donde se crean significados y usos de objetos y animales, donde lo inanimado cobra vida y donde los seres humanos son objetos de un destino o de un medio poderoso superior a ellos. Se podría decir entonces que el llanero tradicional, rural, el de hato y de fundo, es medianamente religioso y medianamente supersticioso y, ha transformado el lenguaje al igual que sus herramientas y los instrumentos musicales que trajeron los españoles enriqueciéndolos para expresar su mundo y comunicarlo a sus pares.
Se han compilado relatos del llano como parte de formatos de narración de las que cabe resaltar las novelas en el caso de Rómulo Gallegos o de José Eustasio Rivera y algunos registros sobre relatos llaneros como la realizada por Miguel Ángel Martín pero que conforman más una compilación de costumbres y prácticas bajo la impronta de “folclor”. También está la realizada por Miguel Matus Caile que territorializa relatos de todo tipo ubicándolos en el alto y el bajo Arauca o, la realizada por Getulio Vargas en Casanare, en un lenguaje académico y propio para una aséptica divulgación al gran público. Sin embargo, lo anteriormente mencionado deja de ser algo aislado que no tiene como fin último dar a conocer el relato en sí y más aún, no profundiza en el tipo de relato conocido como “cacho” o “caso” mostrando la riqueza en la adaptación, transformación y uso del lenguaje propio de llanero. Tampoco se trata de adaptaciones al lenguaje escrito de formas narrativas de la cotidianidad del vaquero, del trabajador de llano, es decir de cuentos de camino, casos y cachos.
Este trabajo aborda la compilación y adaptación al lenguaje escrito de relatos que poco han sido difundidos y por tanto son poco conocidos incluso en el mismo contexto local como son los “cachos” o “casos”. Este es el nombre que reciben indistintamente en algunos lugares del llano, especialmente en Casanare, este tipo de relatos que consisten en cuentos de los viejos llaneros, muchos de los cuales eran usados para competir entre ellos. La competencia era espontánea, no se trataba de ningún tipo de festival o concurso, aunque en tiempos cercanos han existido festivales de “cacho” entre los que cabe mencionar el de Cumaral, que llegó a ser muy relevante. En las antiguas tardes de competencia espontánea en el fundo o el hato, ganaba el que dijera la mentira más grande, la más exagerada, la más improbable, la más inverosímil, pero, al tiempo, la más graciosa y la más sorprendente. Es decir, la mayoría de los “cachos” no solo son relatos fantasiosos sino que también tienen carácter picaresco y una gran dosis de humor. En otras ocasiones son cuentos que se inventa un contador para fachosear y mostrarse, frente a otros llaneros, más grande e impresionante de lo que realmente es.
El “cacho” o “caso”, nace como una necesidad comunicativa y espontánea en los caneyes silleros o las caballerizas de los hatos o de los fundos llaneros que han existido desde el siglo XVII en los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y algunas zonas del Vichada, especialmente en las horas de la tarde. Cuando ya el trabajo de llano y la faena diaria han llegado a su fin, en estos lugares se reúnen los vaqueros para compartir experiencias hablando de la jornada y, como fruto de esa picardía propia de su idiosincrasia, se empiezan a tejer historias para tratar de convencer a los demás compañeros de su capacidad de trabajo, de sus dotes de enlazador o coleador, o de lo que sea que quieran contar porque los temas de los “cachos” son libres. «Después de que un llanero cuenta un “cacho”, llega otro llanero que cuenta otro más exagerado aun, y así se logra el objetivo del juego, que es “quebrarle el cacho” al compañero», decía El Cholo Valderrama en una entrevista a propósito de este tipo de relatos.
A pesar de que las temáticas de los cachos son libres, hay temáticas que se repiten por fuertes significados y valoraciones que tienen por ejemplo ciertos animales, objetos o seres sobrenaturales que han estructurado la cosmovisión del llanero. Dentro del trabajo de investigación que se ha realizado con vaqueros y trabajadores de llano de los cuatro departamentos de la Orinoquia colombiana para realizar este trabajo, se han encontrado tres animales fundamentales que suelen ser los protagonistas de los “cachos”, ellos son los toros, los tigres y los caimanes. Existe un sinnúmero de relatos alusivos a las experiencias con estos animales y tienen una importante valoración por parte del mundo llanero. De otro lado está el mundo de la aves y todo lo que estás pueden decirle, de forma literal al llanero en un medio en que todo, absolutamente todo le habla de manera concreta a los habitantes de la llanura y muchas veces de descifrar ese lenguaje depende la vida para hombres y mujeres.
Esta publicación tiene como objeto divulgar y reconocer a los depositarios de estos relatos y de sus saberes asociados a la oralidad del llano, a través la compilación de diferentes maneras narrativas, de diferentes maneras de contar y de existir a través de la palabra que representa a un pueblo a través de un puñado de participantes de los cuatro departamentos de la Orinoquía entre 2014 y 2018. Hay un dicho que dice: “lo que no se conoce no se puede aprender a querer”; esta es entonces una forma de conocer para aprender a querer estas prácticas culturales de un pueblo.