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Los 50 patos de ‘Gallo Giro’

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Resulta que una vez yo taba de mensual en un hato llamado Mundo Nuevo, y la joda es que taba delgadita la vaina’e la tasajera. Entonces me mandó el patrón:

—Gallo Giro, ahí está la escopeta, vaya y se trae unos patos porque no hay nada pa’l almuerzo.

No se me vaya a aparecer aquí sin patos.

Cuando me fui a ir, el jediondo viejo, de lo pichirre que era, no me dio sino un solo cartucho, imagínese, y yo nervioso como taba. Al rato me asomé al estero, ahí afuera de Los Palitos y sí, había un piñusquito bien apretadito de patos y yo rápido los conté. Dije, «hay cincuenta patos». Carajo, yo claro me puse a pensar cómo los jodía a todos; entonces le saqué los plomos al cartucho y los conté; no había sino cuarenta y nueve plomos. Pija, no joda, me puse pensativo y pensé, «se me va un pato, son cincuenta y yo apenitas con cuarenta y nueve plomos».

Volví y le metí los plomos al cartucho, pero al final, antes de sellarlo, le metí un pedazo e’ cabuya que traía entre el bolsillo. Apreté y sellé esa vaina y se lo metí nuevamente a la escopeta.

En esa jedionda demora que tuve, haciendo ese estudio y contando los plomos, los patos se me regaron por la orilla del estero así como en forma de media luna, y ahí sí, cómo carajos hacía pa cogerlos todos; si los tiraba por un lao, me quedaban los del otro lao; si los tiraba de frente, se me quedaban los de los laos, que se seguían regando; desesperao como taba se me ocurrió la solución: busqué la horqueta de un palo, y haciendo palanca le doblé el cañón a la escopeta; quedó con comba, en una forma más o menos así: ). Y ahí sí, no joda, me le acomodé bien pa tirarlos por un lao, y les mandé ese tironón. Eso retumbó ese estruendo por todo lao.

En medio de esa humareda pelé el ojo y cuando se aclaró todo vi la vaina, los tumbé a todos, no joda. Ahí los vi que cayeron, uno no más quedó aletiando; cuarenta y nueve quedaron muertos en seco y el otro quedó maniao con la cabuya. Pero no se me fue ninguno, cuñao. Es que a uno le toca ser recursivo, no joda. Llegué contento adonde el patrón.

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