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1 Anatomía y biomecánica del área psoas


El grupo muscular psoasilíaco: ubicación y acciones

Entre la articulación de la cadera anterior y la parte inferior de la columna se encuentra el músculo psoas mayor. A veces conocido como el “poderoso psoas”, es el músculo esquelético más importante del cuerpo humano, ya que se trata del único músculo que conecta la extremidad superior a la extremidad inferior (la columna a las piernas). Esto lo convierte en un músculo postural muy significativo, y en el agonista y estabilizador de dos articulaciones diferentes: la articulación iliofemoral y la columna lumbar. El músculo también se encuentra cerca del centro de gravedad del cuerpo, por lo que su función es regular el equilibrio, e influir en la inervación, así como en las energías sutiles.


Figura 1.1: Psoas mayor.

El psoas comprende un músculo mayor y otro menor, principalmente sinérgicos en la columna lumbar. La diferencia está en sus fijaciones distales: el mayor es el que conecta el fémur a la columna (extremidades inferiores a superiores); el menor conecta la pelvis a la columna. Algunos dicen que el menor acabará desapareciendo, ya que sólo era importante cuando los humanos andábamos a cuatro patas, por lo que ya no es necesario. Es un agonista muy débil. De hecho, algunas personas sólo lo tienen en un lado o no lo tienen en absoluto. Cuando se utiliza únicamente la palabra psoas, por regla general se refiere al psoas mayor o a una combinación del mayor y el menor como grupo muscular.

Ambos psoas forman parte de un grupo muscular más amplio llamado psoasilíaco, que también incluye al gran ilíaco. Este grupo, que se contrae simultáneamente, flexiona la cadera. Es el flexor más profundo de la cadera y, posiblemente, el más fuerte de los grupos musculares. El ilíaco está fijado del fémur al hueso ilíaco de la pelvis, mientras que el psoas mayor está fijado distalmente al fémur y proximalmente (la parte más cercana al centro del cuerpo), pasando la pelvis, a las apófisis transversas de la primera a la quinta vértebras lumbares y, algunas veces, de la duodécima vértebra torácica. La mayoría de las fuentes afirman que esto permite, al menos a parte del psoas, flexionar la columna lumbar, aunque está sujeto a debate. Si el fémur está fijo, el ilíaco actúa en la pelvis, mientras que el psoas puede actuar sobre la columna lumbar. Puede utilizar, incluso, sus fibras lumbares para extender la columna. Esta contradicción se explica más detalladamente un poco más adelante en este libro.


Figura 1.2: Ilíaco.

El ilíaco también puede ayudar a inclinar la pelvis hacia delante, junto con otros flexores de la cadera como el recto femoral. Esta inclinación hacia delante tiene tendencia a marcar aún más la lordosis lumbar (acción de curvar la columna), por lo que el psoas debe ser fuerte, pero lo suficientemente flexible como para ayudar a la estabilización del área en caso de lordosis demasiado avanzada o lomo curvado, una de las afecciones más comunes como resultado de una mala postura. Los abdominales también pueden ayudar a contrarrestar esto (especialmente el recto del abdomen), así como los extensores vertebrales. El psoas se convierte en su propio antagonista en la estabilización entre la flexión y la extensión de la columna lumbar.

Centrar la pelvis con otros músculos que no sean el psoas mayor y mantener una curva vertebral neutra (natural) son claves para permitir que el psoas cumpla su principal función sin fatigarse.

Existen investigaciones que sugieren que los músculos psoas, al formar un grupo de músculos en torno a la columna lumbar con los músculos transverso-espinosos inferiores, también pueden intervenir en la erección de la parte inferior de la columna, mientras que otras fibras pueden flexionar el área. Sea como sea, como músculo central, el psoas es una fuerza con la alineación corporal adecuada. También es de vital importancia en la transferencia de peso entre tronco, y piernas y pies durante el movimiento (e, incluso, al permanecer de pie), ya que ayuda a colocar la columna, la pelvis y el fémur en relación de unos con otros.


Figura 1.3: el grupo muscular psoasilíaco. Imagine la estructura muscular a ambos lados del cuerpo para hacerse una idea de la extensión total del grupo.

El grupo profundo pero poderoso del psoasilíaco está compuesto por tres músculos que, al trabajar juntos, pueden mover el muslo anteriormente (flexión de la cadera) junto con otros músculos anteriores de la cadera. Cuando la pelvis permanece fija, es posible aislar el psoas mayor levantando la pierna hacia la parte delantera del cuerpo mientras se está sentado, formando una especie de V. Al tener la resistencia de la gravedad, el psoas se activa para apoyar a la columna lumbar y también afecta levemente a la cadera.


Figura 1.4: posición en V para aislar el psoas mayor.

Al igual que la mayoría de los músculos de la columna, el psoas también ayuda a doblar lateralmente la parte inferior de la columna (el psoas derecho se contrae para doblar la columna hacia la derecha, ipsolateralmente) y a la rotación contralateral (el psoas derecho se contrae para producir la rotación hacia la izquierda). Se trata de contracciones muy pequeñas y débiles del psoas en comparación con las del resto de sus funciones.

Proximidad del psoas mayor a otras estructuras

El psoas trabaja con muchos otros músculos importantes para producir y estabilizar el movimiento, como veremos a lo largo de este libro. Aquí hablaremos del grupo de apoyo de los extensores vertebrales inferiores.

El grupo muscular transverso-espinoso forma parte de los músculos posteriores más profundos, concretamente el semiespinoso, el transversoespinoso y los músculos rotadores. Estos dos últimos forman un grupo en torno a la parte inferior de la columna junto con el psoas mayor y ayudan a erguir la columna, lo que genera un conflicto con la acción de flexión de la columna lumbar del psoas. Y aquí es donde intervienen los conocimientos prácticos y la obra Vías anatómicas, de Thomas Myers (2009). En este libro, Myers explica que las fibras superiores y anteriores del psoas en la porción lumbar, según parece, intervienen en la flexión, mientras que las fibras inferiores e internas ayudan en la extensión. Otros científicos opinan justo lo contrario. Mientras el “jurado sigue deliberando”, lo más importante que hay que recordar es que el psoas en una columna erecta actúa más como estabilizador que como agonista, y son los músculos vertebrales extensores y flexores más potentes los que se encargan de la mayor parte del trabajo de contracción.


Figura 1.5: los músculos posteriores profundos en relación con el psoas mayor.

Para palpar (tocar) el área del psoas, habría que empezar por la parte delantera del cuerpo, a unos 8 centímetros por debajo y al lado del ombligo, para luego pasar por los abdominales, algunos órganos y otros músculos (algo que es casi imposible). Ahí, en la parte más profunda del núcleo, se encuentra el psoas, uno a cada lado de la parte inferior de la columna. Es bastante difícil llegar a este músculo debido a su proximidad a órganos, arterias y nervios, por lo que, por lo general, no se recomienda su palpación. El músculo baja por la parte delantera de la pelvis y el cuello del fémur hasta fijarse al trocánter menor en la parte interior del fémur superior. Pasa por detrás de los ligamentos inguinales, que van de la espina ilíaca anterosuperior (EIAS) de la pelvis al tubérculo del pubis y que son puntos prominentes que sobresalen por la parte delantera de la pelvis y fáciles de localizar. Es posible sentir la contracción de los flexores de la cadera buscando el borde exterior inferior de la EIAS y presionando ahí, mientras el muslo está levantado hacia delante flexionando la cadera.

El nervio ilioinguinal proporciona sensibilidad al área y ha de tenerse en cuenta a la hora de tratar el músculo, así como a la proximidad de la arteria ilíaca externa junto al borde medial del músculo. La continuación directa de la arteria ilíaca externa es la arteria femoral, que proporciona sangre a la mayor parte de la extremidad inferior. El nervio genitofemoral también puede verse afectado por la proximidad del psoas y ha de tenerse en cuenta durante el tratamiento.

Como ya se ha dicho, puede haber órganos asociados al psoas debido a su ubicación central. Los riñones, el uréter y las glándulas suprarrenales son muy prominentes en la sección media y deben manipularse con cuidado durante el tratamiento del psoas.

El psoas está cubierto por una fascia, al igual que otros músculos. La fascia es un tejido conectivo que rodea y separa el músculo. La fascia lumbar (también llamada aponeurosis lumbar) se fusiona con la fascia del psoas, que se extiende desde la primera vértebra lumbar hacia el sacro, y desde la cresta del ilion al cuadrado lumbar y el ilíaco. La fascia ilíaca conecta y acepta el tendón del psoas menor (si lo hay), así como el ligamento inguinal. Hacia el muslo, las fascias ilíaca y del psoas forman una sola estructura llamada fascia iliopectínea. Esta fascia pasa por detrás de los vasos femorales y, a su vez, las ramas de los nervios del plexo lumbar pasan por detrás de la fascia, lo que convierte la zona en un área extremadamente compleja.

Hay una bolsa grande (un saco lleno de fluido que proporciona amortiguación) en la cavidad articular de la cadera. Esta bolsa suele separar el tendón del psoas mayor de la cápsula articular y el pubis.

La posición del psoas en relación con la pierna, la pelvis y el tronco es lo más importante. El psoas actúa como conducto estructural que guía el apoyo de la columna mientras sus fibras musculares van hacia abajo y hacia fuera. Sin embargo, estas fibras musculares vuelven hacia dentro, hacia el muslo, lo que hace que el psoas mayor sea un músculo fusiforme. Se trata de un músculo con forma de huso, más ancho en el centro y más delgado a ambos lados, al igual que el bíceps braquial. Parece tener forma de trapecio alargado, pero debe observarse desde el punto de vista tridimensional, ya que forma una leve espiral a lo largo de la estructura pélvica que resalta.

La suspensión del psoas desde el tronco a las piernas ayuda a canalizar el movimiento desde la columna y a transferir el peso del torso a los muslos en los movimientos locomotores como, por ejemplo, andar. Si el psoas de un lado no está equilibrado con el del otro lado, imagine lo que esto puede afectar a la marcha o zancada al andar. Si ambos psoas (derecho e izquierdo) gozan de buena salud y se pueden mover con libertad, se produce un flujo constante de movimiento y energías dentro del cuerpo.


Figura 1.6: el psoas en equilibrio al andar.

El psoas como mecanismo principal

El psoas se considera un músculo fundamental que actúa como piedra angular, central y superior al “arbotante” que forman fémures y músculos de los muslos. Este importante concepto arquitectónico también se puede ver en la relación esquelética entre pelvis y pierna, e implica que soporta el cuerpo humano como un arco soporta las estructuras de un edificio.

El psoas transcurre verticalmente desde la columna a la pierna y cruza diagonalmente la pelvis. Como músculo esquelético que cruza más de una articulación, se convierte en biarticular (un músculo que trabaja en dos articulaciones). Éste es el concepto más importante, pero es interesante tener en cuenta otra función del psoas: una especie de estante que soporta los órganos internos, junto con la pelvis como cuenco, y el suelo pélvico.

Por lo tanto, cualquier fuerza del psoas (contracción muscular) puede estimular y masajear órganos como los intestinos, los riñones, el hígado, el bazo, el páncreas, la vejiga y/o el estómago. Incluso los órganos reproductores se ven afectados. A algunos órganos profundos, internos y centrales se les denomina vísceras, por lo que la comunicación entre los órganos y el cerebro podría llamarse comunicación visceral. El psoas, dada su proximidad a los principales órganos, puede actuar como reactor de estos estímulos, lo que comúnmente se conoce como “intuiciones”.


Figura 1.7: proximidad de nervios (complejo de los nervios lumbares) y arterias al psoas.

El psoas también puede afectar al suministro nervioso, sobre todo al complejo de los nervios lumbares que lo atraviesa. La aorta (la arteria más grande) se encuentra en una situación parecida respecto al psoas, por lo que la circulación y el ritmo sanguíneos corporales también pueden verse influidos por el psoas.

Otro hecho remarcable es que el psoas y el diafragma, un músculo vital para la respiración, se unen en un punto conocido como plexo solar. No se trata de un elemento anatómico real, como un órgano, un hueso o un músculo, sino de un área detrás del estómago, cerca del ombligo y delante de la aorta y el diafragma donde se encuentra toda una red nerviosa. Está asociado al antiguo sistema de chakras y lo trataremos más en profundidad en la sección espiritual (parte III) de este libro.


Figura 1.8: el psoas y el diafragma se unen en un punto conocido como plexo solar.

No es de extrañar que el psoas sea tan especial. Se le ha llamado el “bromista escondido”, el “psoas obstinado”, el “gran farsante”, un “conductor” y el “músculo de la lucha o la huida”, entre otras muchas cosas. Mi maravilloso fisioterapeuta, el doctor Gary, lo llama el “culo de delante”. ¡Qué gran identidad!

El psoas puede:

•equilibrar el núcleo;

•estimular órganos y nervios;

•contraerse, liberarse, estabilizarse, neutralizarse o deteriorarse como cualquier

otro músculo;

•conectar la parte inferior y superior del cuerpo;

•crear movimiento y flujo para que se transmita por todo el cuerpo.

También puede adaptarse a las diferencias de muchas maneras, siempre y cuando esté en estado de relajación (ni rígido ni “inmóvil”) y goce de buena salud. En los capítulos siguientes mostraremos cómo se puede mantener el músculo equilibrado mediante diferentes tipos de ejercicios, y discutiremos su función dentro del estado emocional y espiritual del cuerpo humano.

El psoas afecta a toda la persona.

El psoas

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