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Capítulo 1 Los estilos de aprendizaje

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Existen diversas visiones y perspectivas para definir los estilos de aprendizaje. Sin embargo, parece que la mayor parte de estas definiciones apuntan a asumir los estilos para aprender como rasgos singulares de cada persona, en cuanto a la percepción y procesamiento de la información, expresados en atributos cognoscitivos y afectivos a partir de los cuales se produce la interacción del sujeto con los estímulos y datos provenientes del mundo exterior. Para Cabrera y Fariñas (2005), la noción de estilos de aprendizaje tiene sus antecedentes etimológicos en el campo de la psicología, y conceptualmente comenzaron a utilizarse en la bibliografía especializada en los años cincuenta del pasado siglo por los llamados psicólogos cognitivistas.

De acuerdo con la visión de estos autores, Herman Witkin fue uno de los primeros investigadores que se interesó por la problemática de los “estilos cognitivos”, como expresión de las formas particulares de los individuos de percibir y procesar la información. Sus estudios y los de otros investigadores fueron considerados fundamentales dentro de las comunidades de educadores, principalmente en países como Estados Unidos, donde ya desde los años cincuenta del siglo XX venía ganando espacio la prevalencia del estudiante como actor fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje, a partir de las transformaciones curriculares generadas en los ámbitos educativos.

Según Woolfolk (1996), los educadores prefieren hablar de estilos de aprendizaje, mientras que los psicólogos denominan estas preferencias estilos cognoscitivos. De acuerdo con esta perspectiva, los estilos de aprendizaje pueden definirse como las maneras preferidas para estudiar y aprender. Tales maneras tienen que ver con la posibilidad de utilizar imágenes en vez de textos, de trabajar solos o con otras personas, de aprender en situaciones estructuradas o no estructuradas. Los estilos de aprendizaje pueden entenderse de diversas formas. Según Alonso y colaboradores (1994), son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables. El estilo de aprendizaje caracteriza al estudiante respecto a las condiciones educativas que son más favorecedoras en dicho proceso. De modo que algunas condiciones educativas le serán más favorables que otras. El término estilo de aprendizaje se refiere al hecho de que cada persona utiliza su propio método o estrategias a la hora de aprender. Aunque las estrategias varían según lo que se quiera aprender, cada uno tiende a desarrollar ciertas preferencias o tendencias globales, las cuales definen un estilo de aprendizaje.

Se puede plantear entonces que los estilos de aprendizaje aluden a las preferencias y maneras a partir de las cuales las personas aprenden, entendiendo el aprendizaje de acuerdo con la visión de Villalobos (2003), según la cual el proceso de aprender supone construcción de esquemas y reorganización cognitiva, producto de la incorporación de nuevos contenidos semánticos, procedimentales y actitudinales a la estructura de conocimiento del sujeto. Para Navarro (2008), los estilos de aprendizaje no pueden asumirse como esquemas de comportamientos fijos en las personas, que predeterminan la conducta, sino que estos corresponden a modelos teóricos que actúan como horizontes para la interpretación acerca de la posibilidad de que una persona se acerque en mayor o menor grado a un modo de aprender. Los estilos, según este autor, se caracterizan por un haz de estrategias que se dan de forma correlacionada, cuya frecuencia de aparición concurrente permite marcar una tendencia en el modo de percibir, procesar y expresar la información.

De manera que si bien los estilos de aprendizaje parecieran plantear una determinada preferencia en cada persona para procesar información, en este momento, y tras el uso masivo de las tecnologías de información y comunicación (TIC), los estudiantes podrían estar aplicando sistemas perceptuales y procedimentales de la información de carácter holístico al integrar diversos modos de acercarse a la información para asimilarla e incorporarla en la estructura cognitiva. Con ello se privilegian los estilos audiovisuales e hipertextuales requeridos preferentemente para interactuar con el texto digital y con la información y experiencias de comunicación que se dan en la denominada web social, en la cual no solo es importante consumir información, sino re-crearla, generarla y transformarla para obtener nuevos saberes y prácticas, mediados tecnológicamente.

Investigaciones realizadas sobre los estilos de aprendizaje más evidentes, con el uso de plataformas virtuales, demuestran el predominio de lo visual sobre otros esquemas de procesamiento informacional. Rumiche, Díaz y Serrano (2014) realizaron un estudio sobre los estilos de aprendizaje que se hacen más presentes en la interacción con espacios educativos virtuales y encontraron que el 82 % de los estudiantes que utilizan este tipo de plataformas recuerdan mejor lo que observan presentado bajo la forma de imágenes, diagramas, películas y demostraciones. Navarro (2008), por su parte, señala que entre el 40 % y 50 % de la población general privilegia el estilo de aprendizaje visual.

A pesar de que las tendencias indican que los estilos de aprendizaje predominantes en la sociedad actual integran diversos modos de percepción y procesamiento de información, haciendo hincapié en esquemas de comunicación cognoscitiva de tipo audio-escripto-visual, como lo había planteado Cloutier (1992), conviene estudiar las tipologías formuladas por autores en relación con las diversas formas y modos de aprender, con el propósito de considerarlas en el diseño y estructuración de programas para desarrollar competencias informativas, en el ámbito de los servicios de información.

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