Читать книгу Investigación formativa en los estudios de información documental - Johann Pirela Morillo - Страница 9

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El aprendizaje y la inteligencia han sido objeto de estudio de la psicología, principalmente de la psicología cognitiva, disciplina relacionada con las explicaciones sobre los procesos cognitivos que operan en la mente humana. Estos estudios no son tan recientes como parecen, ya que, según Gardner (1988), los griegos debatían sobre los vehículos de la inteligencia humana y las vías que hacían posible la producción del conocimiento.

Existen diversas teorías sobre el aprendizaje, las cuales no serán profundizadas en este libro, dado que no es su propósito. Interesa más bien trabajar el concepto aprendizaje orientado hacia la producción de nuevos conocimientos, lo cual es una tarea que implica “saber investigar”. De esta forma, la inteligencia investigativa se concibe a su vez como la construcción y desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes hacia el conocimiento y la investigación, es decir, el conjunto de saberes, procesos, intereses y motivaciones que los sujetos aprenden y desarrollan para conocer el mundo y acercarse a este con una mirada reflexiva, problematizadora, y generar múltiples lecturas y análisis de sus características configuradoras (Pirela y Ocando, 2002).

Este concepto de inteligencia investigativa hunde sus raíces en la perspectiva que asoma Gardner (2001), según la cual la inteligencia era entendida por los griegos como el ideal de persona dotada de agilidad física, criterio racional y una conducta virtuosa; mientras que para los romanos el ideal de ser humano estaba dado por el arrojo varonil y los seguidores del islam honraban al guerrero santo. Durante los últimos siglos, y sobre todo en las sociedades occidentales, se ha extendido el ideal de la persona inteligente de acuerdo con variaciones de las épocas y contextos socioculturales. Tradicionalmente se ha entendido que la persona inteligente es aquella que domina el lenguaje y la matemática. Puede decirse que hoy la persona inteligente es aquella que sabe “investigar” en el sentido más amplio del término, es decir, que sabe buscar, procesar y utilizar la información para convertirla en conocimiento y en acción, y lo hace mediante el uso efectivo de las tecnologías de información y comunicación (TIC).

Una de las definiciones de inteligencia que dentro del enfoque cognitivo se trabaja con mucha fuerza, y que se ubica en la perspectiva en la que se basa este libro, es la que aporta Páez (1992), según la cual para explicar la inteligencia es necesario utilizar el recurso de la pirámide, de cuatro niveles, en la que el primer nivel corresponde a los datos, el segundo a la información, el tercero al conocimiento y el cuarto a la inteligencia (figura 5). Lo que permite ascender en cada uno de los niveles es el valor que le agrega el sujeto a los elementos precedentes de la pirámide. Por tanto, para llegar al cuarto nivel de la pirámide, la inteligencia, se requiere la aplicación de operaciones de pensamiento para agregar valor a la información.

Figura 5. Pirámide explicativa de la inteligencia investigativa


Fuente: Páez (1992).

De acuerdo con la visión del autor, el dato corresponde a una noción de información como materia, es decir, registros icónicos, simbólicos, fonémicos y sígnicos, mediante los cuales se representan hechos, conceptos o instrucciones. Cuando se habla del segundo nivel de la pirámide, se habla de información, en cuanto significado, esto es, materia informacional relacionada o estructurada de manera potencialmente significativa. El conocimiento se considera el tercer nivel de la pirámide, que alude a la información como comprensión, es decir, estructuras informacionales que al integrarse a sistemas de relacionamiento simbólico logran un nivel de mayor permanencia. Por último, la inteligencia es conceptualizada como oportunidad, estructuras de conocimiento que siendo contextualmente relevantes garantizan una intervención ventajosa de la realidad.

Según esta concepción, lo importante es conocer y desarrollar los procedimientos de agregación de valor a la información para ascender en los niveles de la pirámide, hasta alcanzar el último nivel, que plantea el uso de la información en la resolución de problemas y el desarrollo individual y colectivo. Esta concepción cognitiva de la inteligencia es similar a la de Baralt-Torrijos (1993) y Acurero (1998), que señala que el concepto tiene que ver con la diferencia entre doxa y episteme. Lo que estos dos autores afirman es que existe una diferencia entre tener información y poseer o llegar a construir conocimiento e inteligencia. Estas últimas categorías son resultado de un proceso mediante el cual el sujeto compara la información nueva, con la que maneja previamente y construye el conocimiento, mediante procesos de comparación, contraste y articulación.

Junto con la perspectiva informativa y cognitiva se encuentra el enfoque de la neurociencia cognitiva, que propone una definición de inteligencia asociada con procesos cognitivos complejos o conocidos también con el nombre de procesos cognitivos de alto nivel, gracias a los cuales los sujetos pueden tomar decisiones y resolver problemas. Dentro de esta tendencia, se encuentra la postura de Castejón (2001), para quien la mente es en la medida en que se comunica con el medio social y cultural, y en esa comunicación del sujeto con el medio entran en el juego de la conformación de la arquitectura cognitiva los espacios no formales de aprendizaje, que indudablemente potencian y facilitan la plasticidad cerebral.

La perspectiva cognitiva hace referencia a un conjunto de teorías psicológicas y neurocognitivas que se ocupan de fenómenos como el pensamiento, el lenguaje, la percepción, la imaginación, el aprendizaje y la memoria. Estas teorías no surgen únicamente como reacción al introspeccionismo de principios del siglo XX, o al conductismo, tendencia que dominó la psicología hasta la segunda mitad del siglo pasado, sino que son también el resultado de una sociedad en la que se dan grandes avances en el campo de la tecnología, como lo demuestra el gran desarrollo en el tratamiento de la información y los avances de la cibernética.

El origen de la perspectiva cognitiva se encuentra quizás en la importancia que adquiere en las sociedades avanzadas el intercambio de símbolos y representaciones cognitivas. De modo que esta perspectiva comenzó a tomar auge a partir de la década de los cincuenta, con el propósito de estudiar la cognición desde el punto de vista del manejo de la información, estableciendo paralelismos entre las funciones del cerebro humano y los conceptos propios de la informática como codificación, almacenamiento, recuperación y ordenación de la información. Estos conceptos también se utilizaron como referentes explicativos de las denominadas ciencias de la información, específicamente la bibliotecología, la archivología y la documentación.

Construcción del concepto de inteligencia investigativa

Teniendo en cuenta elementos de los enfoques teóricos estudiados sobre la inteligencia y los modelos de arquitecturas cognitivas, en los cuales se fundamenta el concepto inteligencia investigativa, es posible definirla como la construcción y desarrollo de competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) que los sujetos aprenden y consolidan para conocer el mundo, acercarse a él con una mirada reflexiva, problematizadora, y generar múltiples lecturas y análisis de sus características configuradoras. Tales competencias también le permiten al ser humano expandir su campo cognitivo y modificar sus estructuras mentales para resolver problemas no solo en los ámbitos académicos, sino también en los cotidianos. La inteligencia investigativa está constituida entonces por el conocimiento y las habilidades específicas que se desprenden de seis componentes medulares: los estilos de aprendizaje, los procesos básicos del pensamiento, los procedimientos u operaciones investigativas propiamente dichas, los estilos de pensamiento, los enfoques epistemológicos y las secuencias operativas para realizar investigaciones.

Se plantea entonces que la inteligencia investigativa implica el conocimiento acerca de la relación y articulación de estos cinco componentes. Además, la inteligencia investigativa también se desarrolla a partir de la sensibilización de las actitudes hacia la investigación, que suponen motivar a los alumnos hacia la búsqueda constante, la exploración y la problematización.

Dimensiones de la inteligencia investigativa

En vista de que para desarrollar la inteligencia investigativa se requiere conocer los estilos de aprendizaje y los procesos de pensamiento que pueden ser transferidos al procesamiento de la información, y por ende a la investigación propiamente dicha, existen diferentes concepciones y tipologías de estilos de aprendizaje, de procesos básicos del pensamiento, de enfoques epistemológicos y de investigación y sus correspondientes métodos y técnicas. En el caso de este estudio, se tienen en cuenta las concepciones y tipologías de estilos de aprendizaje señaladas por Woolkfolk (1996); Villalobos (2003); Cabrera y Fariñas (2005); Rojas, Salas y Jiménez (2006); Navarro (2008); García, Santizo y Alonso (2009); y Rumiche, Díaz y Serrano (2014).

En cuanto a los procesos básicos del pensamiento, se considerarán los planteamientos de Machado (1998) y Amestoy de Sánchez (1998). En relación con los procedimientos u operaciones investigativas específicamente, se considera la propuesta de Hernández-Rojas (2000), reseñados en la tabla 1. En lo que se refiere a los estilos de pensamiento, es pertinente la propuesta de Rivero (2000). Respecto a los enfoques epistemológicos, se tienen en cuenta los señalados por Padrón (2000). Acerca de los enfoques de investigación, se asumen las perspectivas de Hernández, Fernández y Baptista (2003) y Blanco (2012). Por último, en relación con las secuencias operativas para investigar, se toma como base el planteamiento de Camacho (2000) en lo que respecta a los métodos de investigación. En conclusión, la inteligencia investigativa está compuesta por el conocimiento consciente de la relación que existe entre los estilos de pensamiento, enfoques epistemológicos, procesos de pensamiento e investigativos y secuencias operativas para investigar.

Tabla 1. Procesos de pensamiento y operaciones investigativas

Procesos de pensamiento (Machado, 1998) Seleccionar, ordenar, analizar, sintetizar, vincular,diferenciar, semenjantizar, trasladar, juntar, apartar,transformar, temporalizar, personifi car y expresar
Procesos de pensamiento (Amestoy de Sánchez, 1998) Observación, comparación, relación, clasifi caciónsimple, ordenamiento, clasifi cación jerárquica,análisis, síntesis y evaluación.
Operaciones investigativas (Hernández-Rojas, 2000) Identifi car, delimitar, taxonomizar, relacionar, metrizar,reducir, simbolizar, aplicar, explicar, generalizar,contrastar, contextualizar, argumentar, teorizar,sistematizar y comprender.

Fuente: elaboración propia.

Investigación formativa en los estudios de información documental

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