Читать книгу Desafíos para la seguridad y la defensa en el continente americano 2020-2030 - John Griffiths Spielman - Страница 8
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James Stavridis
A lo largo de mi carrera en la Armada de Estados Unidos, una de las posiciones más interesantes que me tocó ejercer fue la de jefe del Comando Sur, que se encarga de todas las operaciones militares en Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. Gracias a ella pude conocer gran parte de un continente bendecido por una extraordinaria riqueza de recursos naturales, así como por paisajes sorprendentes y personas que representan diversas culturas al mismo tiempo.
Se trata de una región, además, donde la guerra entre Estados parece altamente improbable. Pero ese entorno regional, en apariencia pacífico, no nos puede llevar a engaño. Son muchos los desafíos que enfrenta nuestro hemisferio en materia de seguridad; la mayoría compartidos, dado nuestros fuertes vínculos históricos, geográficos, políticos, económicos y demográficos. En esta casa común llamada América, cada día somos más dependientes los unos de los otros.
La década 2020-2030 que comienza, sin duda, quedará marcada por el sello de una pandemia que lamentablemente ha dejado miles de muertes y que también agudizará la pobreza y la desigualdad, que son factores estructurales detrás de problemas como el narcotráfico, la violencia de las pandillas y las olas migratorias que cruzan todo el continente. A ello se suman enormes desafíos, como el cambio climático y la presencia de actores extrarregionales con agendas disruptivas.
¿Cuál será el rol que tendrán las fuerzas armadas de la región en este escenario? Esa es justamente la reflexión que este libro del centro de estudios AthenaLab busca oportunamente recoger, invitando a expertos de distintos países en este propósito. Mis más de tres décadas en el mundo militar me enseñaron que si las fuerzas armadas quieren ser exitosas en entornos complejos —como los actuales— deben ser flexibles, abiertas y siempre estar pensando un paso más adelante.
También mi experiencia en el Comando Sur, entre 2006-2009, me permitió conocer directamente a los Ejércitos, Armadas y Fuerzas Aéreas de muchos de sus países, ya que juntos realizamos entrenamientos y ejercicios, operaciones antinarcóticos, respondimos a crisis humanitarias y llevamos adelante misiones médicas. Es evidente que las capacidades, tamaños, equipos y tradiciones no son las mismas.
Sin embargo, tenemos amenazas comunes que nos están impidiendo desarrollar todo el potencial de nuestras sociedades. Vivimos en una era peligrosa, guiada por un avance tecnológico sin precedentes, donde la globalización permite potenciar a actores radicales que intentan presionar a las democracias a través de tácticas criminales y terroristas. En este sentido, cada nación se vuelve más importante para enfrentar los desafíos que depara la nueva década.
Por eso, considero muy importante que se conozca cómo los distintos países avizoran el rol de sus fuerzas armadas en los próximos años. Cómo resolverán tareas que incluyen, en algunos casos, cooperar con aliados ante amenazas transnacionales; proteger recursos naturales en mares y selvas; ayudar a los ciudadanos en caso de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, y colaborar con las policías en el marco de procesos interagenciales.
Espero que estos artículos que se han escrito sobre Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Centroamérica, Estados Unidos, México, Perú y Venezuela sirvan para entendernos mejor y tender puentes entre nuestras Fuerzas Armadas, que son vitales para cuidar esta casa común de las Américas, donde compartimos intereses, valores y metas. Si las amenazas a nuestra seguridad, prosperidad y estabilidad evolucionan, también tenemos que hacerlo nosotros, como una familia unida por un destino compartido.
Y por sobre todo, debemos navegar juntos, en una sociedad, en América.