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Dedicatoria y agradecimientos

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A estas alturas de mi vida, agradezco que mi jefe no sea un idiota. De hecho, Amy Friedman, jefa ejecutiva y socia fundadora de Partners International, donde yo me encargo de la práctica de coaching ejecutivo, es una líder empresarial comprensiva y cariñosa, conocida por todos por su capacidad de mantener una relación entrañable a la par que duradera con todos los que la rodean. Mis otros dos jefes en Partners International desde 2006 hasta la actualidad, Paul Gorrell y Trish Kyle, son profesionales de gran talento, con recursos y comprometidos con el aprendizaje corporativo. Por este motivo, quiero regalar la mitad de esta dedicatoria a todos los buenos jefes que hay ahí fuera, como Amy, Trish y Paul, que son lo bastante innovadores como para entender que el ingrediente clave del éxito es saber reírse de uno mismo. La otra mitad de la dedicatoria va dirigida a todos aquellos que sufren el peso de trabajar para otro tipo de jefes. No perdáis la fe.

Esta edición no podría ver la luz si no fuera por la confianza y las magníficas dotes de mando que ha demostrado mi editor, Ron Fry, quien tuvo la genial idea de apoyar este título con relaciones públicas y marketing creativo. Laurie Kelly-Pye y Michael Pye, de Career Press, también forman parte del éxito de este libro desde su publicación original en 2003. Kirsten Dalley ha editado esta edición con brillantez, ofreciéndole a mi madre, Ruth Schultz Hoover, una gran escritora y la supereditora de la primera edición del libro, la oportunidad de seguir el proceso de esta nueva edición muy de cerca, hasta llegar a la imprenta.

Muchísimas gracias a mis águilas legales, Mark Merriman y Andy Tavel, de Frankfurt Kurnit Klein y Selz PC, de Nueva York.

Podría nombrar una legión de agradecimientos si el espacio me lo permitiera. Por ejemplo, quiero dar las gracias de todo corazón a mi buena amiga Paula Hammon, quien siempre se muestra dispuesta a dar consejos útiles a este idiota rehabilitado. A mi hermana, Ann Bourke, que es una aliada en mi misión de rescatar a personas de sus idiotas interiores, empezando conmigo. También quiero agradecer la experiencia de haber podido trabajar con colegas de gran talento en la industria del coaching ejecutivo en la Fielding Graduate University, en la City University de Nueva York y en la American Management Association. Y, sobre todo, quiero dar las gracias a mi querido Dios, que ha olvidado por completo lo burro que he sido en muchísimas ocasiones, tanto en mis asuntos personales como profesionales. Es una bendición.

Cómo trabajar para un idiota

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