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El estudio de un libro no debe hacer abstracción de su contexto; ningún análisis puede ciertamente descontextualizarlo, ni aun en el caso de aquellas publicaciones a las que el tiempo y/o su propia profundidad han aureolado con el quizá quebradizo, pero ineludible, argumento de autoridad o con la respetuosa y a veces enmohecida pátina del clasicismo. Esto es especialmente cierto cuando lo que se desea no es solo conocer la información directa que tal libro pueda suministrar, sino más bien llegar a una comprensión adecuada de este, lo que conlleva simultáneamente tanto una justificación correcta como una fundamentada y minuciosa crítica.

Por ello no hay que olvidar –con lo que esto supone– las específicas coordenadas espacio-temporales subyacentes al texto que tenemos ahora entre las manos: Estados Unidos, posguerra mundial (1946).

La historia de la Estética, entre nosotros, ha descuidado, durante numerosas décadas, con frecuencia de forma lamentable, sobre todo en una buena parte de la segunda mitad del siglo XX, las corrientes anglosajonas, en beneficio explícito de las de raíz germánica en primer lugar y, en segundo grado, de las de cuño italiano o galo. Todo lo cual viene a coincidir, aunque con ciertas alteraciones, con lo acaecido generalmente en el dominio de la filosofía, entendido este en su más amplio sentido, hasta fechas ya próximas al siglo XXI.

En concreto, desde una postura que pretendidamente quiere ser aséptica y neutral, común a muchos intentos enraizados de modo directo o indirecto en el análisis textual, se abordan en el volumen principalmente dos bloques de cuestiones, ya enmarcadas en el propio título del trabajo: las relativas al significado y la verdad en el dominio artístico, aunque paralelamente otra serie de nociones –como «realidad», «conocimiento»–, estrechamente imbricadas con ellas, sean asimismo tamizadas de manera sutil en sus páginas.

Como es lógico suponer, dada la estrecha relación existente entre tales nociones, se desarrolla una constante revisión (a veces quizá reiterada) del uso que de esos correspondientes términos hace el lenguaje, tanto en el ámbito cotidiano como en el científico y el artístico. De esta tripartita indagación diferencial se intenta precisamente extraer la especificidad lingüística y la corrección práctica en el campo del correspondiente criticismo artístico.

Las corrientes de pensamiento vigentes en aquellas fechas (al margen de la influencia ejercida por la situación sociopolítica concreta), herederas en gran medida de la actividad filosóficocientífica centroeuropea, sazonadas con los frutos del naturalismo y servidas con la particular guarnición del pragmatismo americano, explican sobradamente la línea básica de desarrollo cultivada por el profesor John Hospers en este estudio, que quiere ser de carácter propedéutico a una Estética más ambiciosa.

No extrañará por tanto (aunque se note, en cierto modo) la ausencia de los nuevos planteamientos estéticos subsiguientes, deudores del estrecho contacto mantenido por la teoría del arte con el devenir prolífico de la praxis artística posterior (entre la que no puede olvidarse la envidiable salud del arte «made in Usa» desde la posguerra) y motivados, en gran medida, por las metodologías más recientes. Tampoco habrá que esperar enfoques enlazados a supuestos ideológicos distintos o extraños a las coordenadas concretas a las que, históricamente, se hizo ya referencia.

Esto aclarará por qué, quizá, algunas explicaciones, ciertos matices o diversas ejemplificaciones no sean fácilmente extrapolables al arte más actual, con toda su sorprendente diversificación, o asimilables a los planteamientos lingüístico-filosóficos más modernos. No obstante, el propio interés de la obra (típica de un determinado momento histórico y ejemplo de un concreto desarrollo sistemático) nos movió, ya en su momento, a tenerla en cuenta al pensar en una colección de textos dedicada explícitamente al eje definido entre «Estética & Crítica». Y a ello nos atuvimos en la primera edición (1980), ya agotada hace tiempo y ahora rescatada y revisada, de nuevo, en esta segunda oportunidad (2019), gracias a la colaboración y diligencia eficaces de Publicacions de la Universitat de València (PUV), que ha retomado la versión castellana, que la profesora Maite Beguiristáin puso a punto en el seno del equipo histórico de investigadores que integramos el Departamento de Estética y Teoría de las Artes y el Instituto Universitario de Creatividad e Innovaciones Educativas de la UVEG, cuyos cuarenta años de existencia intergeneracional acabamos de celebrar oficialmente.

Por otra parte, el propósito de verter al castellano esta concreta obra de John Hospers (con el fin primordial de que el estudioso de temas estéticos tuviera fácil acceso a ella) era un plan que, desde hace años, teníamos pendiente. Concretamente el proyecto nació en los años setenta en un seminario monográfico impartido en el Departamento de Estética en torno a «La significación en el dominio artístico».

El talante crítico del análisis que Hospers realiza, estrechamente vinculado, por un lado, a las diversas teorías de los múltiples autores que baraja y comenta –próximos a su medio cultural–, así como el repertorio de los numerosos ejemplos de obras de arte, que paralelamente cita y señala (como constatación de las distintas posturas estudiadas), nos parecieron sumamente idóneos para servir de base a concretos trabajos de discusión en grupo o de directa aplicación al análisis crítico de textos sobre arte.

Por otro lado, el hecho de que la corriente del pensamiento analítico, de alguna manera, se hubiera difundido en nuestro país muy considerablemente en los últimos años del postrer tercio de siglo (a partir de una innegable actividad centrada en diversos núcleos universitarios, que nos son tan caros como próximos) era un aliciente más que nos decidía a decantar, en la medida de lo aconsejable, nuestra atención hacia esta corriente filosófica, aunque buscando su aplicación y desarrollo dentro del «ámbito de la Estética», sector este, hay que reconocerlo, muy abandonado aún entre nosotros, a pesar de los diferentes trabajos (y contadas traducciones) que simultáneamente se estaban llevando a cabo, de modo progresivo, en tales décadas, que clausuraban la anterior centuria.

Si es cierto que algunas doctrinas estéticas provienen de otras teorías estéticas precedentes, por contraste o por simpatía,1 no es menos cierto que la reflexión directa sobre los objetos artísticos mismos y acerca de los problemas que en su entorno operativamente se desarrollan ayuda claramente a la decidida «relectura» de los planteamientos teóricos y a su crítica, desde la base de las cuestiones actuales que el hecho artístico en su complejidad nos brinda. Por ello, el recorrido analítico que el profesor Hospers2 nos ofrece en esta obra puede ser muy útil, como punto de discusión, en lo que respecta, por un lado, al estudio de las interpretaciones de lo que se entienda por significado y verdad en los distintos géneros artísticos (especialmente en la Música, la Pintura y la Literatura), y, por otro lado, para la clarificación y adecuada puesta a punto del «lenguaje de la Estética».

La ambición por elaborar «sistemas de Estética» es una tentación en parte casi vencida, desde hace ya algunos años, siendo reemplazada en ciertos medios por una labor más cauta y concreta en lo concerniente al análisis y la revaluación de determinados «conceptos básicos», con técnicas desarrolladas principalmente por la filosofía del lenguaje.

En esta línea esclarecedora, que quizá muy confiadamente lo esperaba todo –o casi todo– del método que empleaba, se halla la obra de John Hospers. No cabe duda, como se ha dicho,3 de que fue una época de atareada forja y refinamiento de herramientas de trabajo, aunque en ciertos ámbitos se era escéptico de lo que por este camino pudiera lograrse. De hecho –y esto es innegable–, mucha «innecesaria maleza intelectual» fue eliminada o al menos detectada, aunque a veces se pudiera efectivamente tener la impresión de que lo que quedaba tras el proceso analítico y depurador se reducía a un entramado escuálido, insuficiente y pobre para captar quizá toda la diversa riqueza de la realidad estética con la que se enfrentaba.

Pero toda esta reducción metodológica (que no siempre drásticamente perentoria), esta revisión instrumental y este replanteamiento de los propios fundamentos se convierte en algo básico, saludable e imprescindible, que es positivo que ocurra periódicamente en el desarrollo de cualquier proceso investigador, para poder, conociendo las propias posibilidades y subsiguientes limitaciones, volver a nuevos intentos reestructuradores y encarar quizá el futuro con más suspicacia analítica y nuevas abarcadoras perspectivas.

No cabe duda de que, en cierta medida y alcance, esto se ha logrado. Las grandes aspiraciones sistemáticas se han moderado, centrándose en estudios más restringidos y definidos con mayor propiedad, a la vez que metodológicamente también más estrictos, como pueden ser, entre otros puntos:

a) cuestiones específicas, propias de las artes particulares;

b) problemas abiertos en torno a la significación artística y sus implicaciones diferenciales, frente a la ciencia, la tecnología y la cotidianidad;

c) aspectos diversos relacionados con el eficiente y eficaz alcance de la creatividad artística (tanto a nivel social como individual).

Estos vendrían a ser, asimismo, grosso modo, algunos de los puntos en los que el profesor John Hospers se centra, contraponiendo las opiniones de las posturas más relevantes y conocidas del momento, lo que enriquece considerablemente, por cierto, su aportación comparativa. Por ello, pues, el enfoque de la obra (cuya ordenación y claridad sobresalen minuciosamente) tiene una valiosa función propedéutica y didáctica en estas materias. Lo que no le exime de complejidad en el desarrollo de sus razonamientos críticos, especialmente en su segunda parte, dedicada explícitamente al siempre complejo problema de la «verdad» en el arte.

Si su trabajo lntroduction to Philosophical Analysis ha sido justamente alabado,4 no debe serlo menos este texto que hoy presentamos, de nuevo, al público, repescado del río dispar de las publicaciones existentes, pero cuyo valor, a nuestro parecer, sigue, de hecho, en líneas generales, vigente como hemos tenido ocasión de constatar reiteradamente, a nivel docente, toda vez que tras conocer el cauto desarrollo del libro de Hospers, el lector se vuelve más agudo en la clarificación de los distintos posibles sentidos adoptados por los términos fundamentales de la filosofía del arte. La ambigüedad y vaguedad con que habitualmente nos topamos en este y otros dominios afines nos resultan más fáciles de detectar, analizar y resolver en sus distintas opciones, con lo que las posteriores lecturas suelen ser más críticamente juzgadas. No es este, por lo tanto, un mérito que se deba desechar, tampoco, en el siempre revisable ámbito universitario actual.

Por otra parte, como reconocía recientemente un consagrado crítico de arte, este tipo de análisis, aunque solo aportase una función correctora (metacrítica) a nivel lingüístico-con-ceptual, ya podría considerársele mucho más que justificado, especialmente si se le aplicara a la siempre arriesgada actividad evaluativo-prescriptiva que la crítica artística ejercita, la cual con frecuencia lamentable acaba por ser tan considerada como esotérica y tan celebrada como ambigua y estetizante.

Sabido es que la Metaestética debe considerarse como una de las ramas de la Estética, la que genuinamente encarna y objetiva el autoanálisis y la subsiguiente revisión que toda ciencia, en cuanto tal, debe esforzarse en mantener y realizar sobre sus propios supuestos y principios, sus métodos y terminología. Pues bien, Hospers puede ser incluido en la nómina de pensadores que, en este dominio metaestético, se afanan por estudiar y clarificar los problemas generales planteados por la interpretación de la experiencia estética, especialmente conectada al dominio artístico.

Muy influido, asimismo, por las corrientes teóricas del naturalismo estético (sobre todo por J. Santayana y John Dewey, aunque también por otros cultivadores de orientaciones similares como D. W. Prall, C. I. Lewis o Stephen C. Pepper) y buen conocedor igualmente de los enfoques «ampliamente» considerados como semióticos (Ch. S. Peirce, I. A. Richards, Ch. W. Morris, W. M. Urban o S. K. Langer), él mismo se inclina a considerar la Estética como una «rama de la filosofía que se ocupa de analizar los conceptos y resolver los problemas que se plantean cuando contemplamos objetos estéticos».5 Sobre todo si se tiene en cuenta, como a su vez subraya el propio Hospers, que

hay quienes niegan la existencia de cualquier tipo de experiencia específicamente estética, aunque no niegan, sin embargo, la posibilidad de formular juicios estéticos o de dar razones que avalen dichos juicios. En realidad, podemos compartir que el recurso a la expresión «objetos estéticos» incluiría, pues, aquellos objetos en torno a los cuales se emiten tales juicios y se dan tales razones.6

Este es el terreno preferido, al fin y al cabo, por el profesor Hospers, siendo explícitamente consciente de no pretender elaborar sistema alguno de estética, sino, como ya hemos dicho, de apuntar y aplicar abiertamente un método capaz de someter a cierta revisión los ya existentes. Con este fin –insistimos una vez más–, ofrecemos este texto, de nuevo, al público de habla castellana, que ya disponía, desde luego, en adecuadas versiones, de otros títulos, como hemos comentado, del mismo autor,7 cuyas principales preocupaciones han ido siempre preferentemente dirigidas –dentro del campo prioritario del análisis filosófico– hacia el tándem conformado por el dominio de la Ética8 y el de la Estética,9 respecto a los cuales solía postular y practicar un fluido diálogo.

Primavera, 2019.

ROMÀ DE LA CALLE

Universitat de València-Estudi General

1. G. Morpurgo-Tagliabue: La Estética contemporánea, Buenos Aires, E. Losada, 1971, p. 9.

2. El profesor John Hospers nació en Pella (Iowa) en 1918 y se doctoró en la Universidad de Columbia. Ha impartido docencia en diversas universidades como las de California, Los Ángeles o Londres. Desde 1956 profesó en el Brooklyn College. En 2002, un vídeo de una hora de duración acerca de la vida, Trabajo y filosofía de Hospers, fue publicado por Liberty Fund de Indianápolis como parte de su serie Clásicos de la Libertad. Falleció en el año 2011 en Los Ángeles. Se dedicó asimismo a la vida política como público ejercicio aplicado de sus planteamientos teóricos.

3. H. Osborne (ed.): Estética, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, p. 9.

4. En inglés ya ha tenido diversas ediciones y en castellano fue editado por la editorial Macchi, Buenos Aires, 1965, y posteriormente también por Alianza Editorial, Madrid, 1976. Es una obra fundamental para quien desee introducirse en esta corriente del pensamiento.

5. Hospers y Beardsley: Estética: Historia y fundamentos, Madrid, Cátedra, col. Teorema, 1976, p. 97. Un texto que fue también propiciado/pro-

logado por nosotros y que resultó sumamente útil en su contexto histórico, realizándose varias ediciones de él, por su versatilidad de cara a los estudios no solo de filosofía, sino también de historia del arte, arquitectura, bellas artes y literatura.

6. Ibíd.

7. Ya se han señalado, paulatinamente, en notas anteriores, dos de tales publicaciones: Introducción al análisis filosófico y Estética: Historia y fundamentos (con participación, en la parte histórica, de Monroe C. Beardsley). También es notable su voluminosa obra La conducta humana, vertida al castellano igualmente en la editorial Tecnos, colección Estructura y Función, Madrid, 1964. En esta obra se explicitan directamente sus ideales frente al egoísmo humano. En tal sentido diferencia de forma abierta entre el egoísmo de carácter psicológico y el egoísmo de cuño ético.

8. Además de Human Conduct es autor (junto con el profesor Wilfrid Sellars) de una cuidada selección comentada de trabajos en torno a cuestiones éticas titulada Readings in Ethical Theory. Asimismo, en su Introducción al análisis filosófico dedica también una muy considerable porción al análisis de cuestiones relativas a la Ética y la filosofía política. Por otra parte, hay que subrayar que, en 1971, publicó su destacado trabajo Liberalism. A Political Philosophy for Tomorrow. En dicho volumen describe lo que bien podría ser asumido como la filosofía política y económica del Libertarismo. De hecho, Hospers complementó sus actividades docentes e investigadoras con su directa participación en la vida política americana. Efectivamente, fue el primer candidato que se presentó, en 1972, a unas elecciones para la presidencia de Estados Unidos por parte del Partido Libertario (LP). Buen ejemplo, pues, de la vertiente pragmática de sus posturas filosóficas y sociales.

9. Aunque es precisamente Significado y verdad en el arte su obra fundamental de Estética, tiene también un volumen, sumamente útil, por su habilidad selectivamente didáctica, titulado Introductory Readings in Aesthetics (1969), y el resumido estudio sobre «fundamentos de Estética» comentado ya (nota 5). Igualmente dedica a cuestiones de análisis de problemas estéticos el último capítulo de su Introduction to Philosophical Analysis. Obligado es citar dos publicaciones más sobre esta área: Artistic Expression (1971) y Understanding the Arts (1982).

Significado y verdad en el Arte

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