Читать книгу Bruce Lee - John Little - Страница 8

Оглавление

PREFACIO

John Little

En el año 1963, Bruce Lee se sentó con 22 años para escribir un pequeño libro de texto elemental de 97 páginas sobre el poco conocido arte marcial del gung fu. El libro se tituló Chinese Gung Fu: The Philosophical Art of Self Dephense (Gung fu chino: el arte filosófico de la autodefensa) (por cierto, el único libro del que Lee fue el autor durante su vida). Incluso entonces, Lee había pensado en escribir un libro más grande y más profundo sobre su estimado arte, llegando a escribir en la página siete de ese pequeño libro lo siguiente:

“En un futuro muy próximo, tras mi viaje a Oriente, se publicará un libro más detallado titulado El tao del gung fu chino.

En noviembre de 1964, Lee estaba trabajando todavía en el libro, lo que menciona en una carta a un amigo:

“Me hallo en el proceso de completar un libro mucho más detallado sobre el tao del gung fu … Este libro contendrá mi visión durante los últimos 5 años. He trabajo intensamente para ello.”

Éste es aquel libro. Iba a ser publicado en 1965 y era la intención de su autor, Bruce Lee, que fuera su regalo al mundo occidental.

Si bien Lee desechó la idea de publicar este libro, no tiró las notas sobre sus investigaciones ni sus capítulos de prueba. Lee dejó una sustancial cantidad de capítulos escritos, notas, fotografías y materiales de investigación para libros sobre gung fu y su entonces recientemente creado arte marcial del jeet kune do. Para echar más luz sobre el proceso de crecimiento y desarrollo intelectual como artista marcial, estos materiales se presentan ahora como un exclusivo y exhaustivo proyecto de publicación con la participación de Tittle Publishing y del Bruce Lee Estate. Tengo el honor de haber sido seleccionado por Linda Lee Cadwell (la viuda de Lee) y Adrian Marshall (el apoderado de Lee) para acarrear sobre mis hombros esta gigantesca y honorable tarea.

Con tal fin –y para este libro en particular– le pediré al lector que se olvide de lo que sabe o, más importante aún, de lo que cree que sabe sobre las artes marciales chinas. Quiero que el lector se olvide del término “jeet kune do” y de cualquier idea preconcebida que se pueda haber formado sobre el mismo. Cuando Bruce Lee se sentó para escribir los capítulos y las notas que formaron este libro concreto era el año 1964 y su mentalidad se hallaba todavía muy influida por los maestros chinos tradicionales del pasado. Debo mencionar en justicia que Lee ya era un “no clásico” en su enfoque de las artes marciales, pero sólo en tanto había comenzado a poner en cuestión la eficacia de muchas de las llamadas artes chinas “clásicas”. No obstante, incluso su propio sistema de gung fu seguiría siendo definido por una filosofía taoísta que ponía el énfasis en la verdad, en la realidad y en la manera que son realmente las cosas, en contraposición a cómo podemos desear que sean.

Al preparar los materiales de Lee, he tomado muchas precauciones para no alterar ninguno de sus escritos originales. Siempre que había escasez de información escrita sobre un tema específico que Lee había previsto incluir en su libro, he consultado sus numerosas notas y grabaciones de audio para conocer la nomenclatura y sus intenciones. Siempre que un gran maestro se ha tomado tiempo para escribir algo, se parte de la base de que era importante y de que por tanto no debía tocarse, “interpretarse” ni alterarse de ningún modo. Con este espíritu es como he procedido con este libro (y con todos los demás proyectos de Bruce Lee en los que he intervenido). En el caso de adaptar notas no pulidas (que a menudo fueron escritas apresuradamente a bordo de un avión a 10.000 metros de altura o viajando en automóvil), he tratado de completar las anotaciones esbozadas procurando permanecer fiel a la esencia del tema tratado por Lee. Todas las modificaciones y alteraciones del manuscrito han sido examinadas por los perspicaces ojos no sólo de los estudiantes de Lee de esta era concreta, sino también por Linda Lee Cadwell, cuya profunda preocupación y pasión por preservar la integridad de los escritos de su marido no pueden ponerse en duda. Estos escritos abarcan un período de casi 12 años, y puesto que Lee estaba constantemente refinando y reduciendo el núcleo esencial de lo que acabaría siendo su arte del jeet kune do, separar los escritos sobre el arte marcial en las eras correspondientes a su estancia en Seattle, Oakland, Los Ángeles y el primero y último en Hong kong ha supuesto un trabajo considerable. Entre los estudiantes de Lee todavía hay quienes no desean que sus métodos, ideas, y opiniones sean enseñados a otros. Guardan celosamente lo que (en algunos casos) se ha demostrado que se trata de conocimientos obtenidos de primera mano del mismo Bruce Lee, como si se tratara de escrituras sagradas. Sin embargo, en la opinión de este autor este secretismo va en contra de la filosofía de Bruce Lee, un hombre que luchó toda su vida por el derecho de las personas, sin importar el color de su piel o sus orígenes étnicos, a aprender lo que crean que les puede beneficiar. Además, una postura tan reservada lo único que produce es la propagación de medias verdades y que preguntas válidas queden sin respuesta. Así se le niega justicia al legado de un gran hombre y a su posteridad, tanto de sangre como intelectual. Como filósofo, el americano y ganador del precio Pulitzer Will Durant dijo una vez en el prólogo de su libro The Story of Philosophy (La historia de la filosofía):

“No nos avergoncemos, pues, de enseñar a la gente. Aquellos celosos que ocultarían sus conocimientos al mundo sólo pueden culparse a sí mismos si su exclusivismo y su bárbara terminología han llevado al mundo a buscar en libros, en conferencias y en la educación para adultos la instrucción que ellos no han proporcionado. Dejemos que estén agradecidos de que sus vacilantes esfuerzos hayan sido apoyados por aficionados que aman lo suficiente la vida para dejar que humanice sus enseñanzas. Quizá cada uno de los tipos de maestro puede ser de ayuda para el otro: el investigador prudente que pone límites precisos a nuestro entusiasmo y el entusiasta que derrama calor y sangre en los frutos de la investigación. Entre nosotros podemos crear en América una audiencia preparada para escuchar a los genios y, por tanto, para producirlos. Todos somos maestros imperfectos, pero se nos puede disculpar si hemos hechos avanzar un poco el tema y hemos dedicado nuestros mejores esfuerzos a ello. Anunciamos el prólogo y nos retiramos; después de nosotros vendrán mejores jugadores.”

Es con este espíritu con el que ahora procedemos.

Bruce Lee

Подняться наверх