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Presentación

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Convocados de manera independiente para responder vía correo electrónico un breve cuestionario en torno a la situación y perspectivas de la filosofía contemporánea, los profesores-doctores aquí reunidos terminan por desarrollar ante el lector, en realidad, una conversación. Se trata, en sentido estricto, de una conversación filosófica, es decir, de una conversación crítica, propositiva y comprometida con los más altos valores humanos. En los tiempos que corren, la razón de lo anterior debiera resultar evidente: la encrucijada moral y política que vivimos reclama reflexión profunda y, sobre todo, respuestas audaces.

Así, al llamado a integrar un libro en torno al estado actual de la filosofía que fuera al mismo tiempo diálogo, memoria y diagnóstico, respondió de manera entusiasta un grupo de destacadas voces filosóficas de nuestro tiempo: Gabriel Amengual Coll, Ronald Beiner, Mauricio Beuchot Puente, John Dunn, Otfried Höffe, María Pía Lara Zavala, Sergio Pérez Cortés, Francisco Piñón Gaytán, Viridiana Platas Benítez, Jorge Rendón Alarcón, Roberto Rodríguez Aramayo y Gabriel Vargas Lozano. Si bien, como el propio profesor Beiner hace énfasis en su colaboración, la filosofía no tiene ciudadanía y supone más bien una vocación universal, esta muestra de profesores de Alemania, Canadá, España, Inglaterra y México resulta representativa de las preocupaciones comunes que hoy en día atañen a esta disciplina del pensamiento. Las preguntas planteadas, como podrá verse enseguida, tienen que ver con la filosofía del siglo XX, las perspectivas de la reflexión filosófica en un mundo signado por la realidad virtual, el escepticismo generalizado y de Estados nacionales que tienden a cerrarse y, por último, la situación de la filosofía en su país y sus propias preocupaciones intelectuales actuales.

Cabe señalar que hemos decidido organizar las respuestas recibidas sin necesidad de volver a presentar las preguntas y tan solo señalando el número al que corresponde, excepción hecha de los profesores Dunn y Pérez Cortés, quienes decidieron enviarnos su colaboración en términos de un testimonio general de su experiencia filosófica. En ambos casos el lector no tendrá dificultades para encontrar también allí las respuestas a nuestras preguntas. En la mayoría de las colaboraciones, como editores nos hemos tomado además la libertad de organizar el índice destacando la idea que en términos generales consideramos sintetiza la perspectiva filosófica del autor en cuestión.

Toda disciplina del pensamiento de cuando en cuando se detiene para reconsiderar sus presupuestos y modificarlos o reafirmarlos. Los grandes descubrimientos científicos, por ejemplo, siempre representan un hito renovador en las llamadas ciencias de la naturaleza. Con respecto a las ciencias del espíritu lo anterior ocurre con (y contribuye también a) los cambios de época. En este caso, nuestra preocupación en torno al presente y futuro de la filosofía tiene que ver con las condiciones actuales que tiene que enfrentar esta forma de reflexión: un mundo social donde parecen imponerse los dictados del yo, el pensamiento no elaborado y un tiempo humano que parece volcado al presente y ajeno a toda permanencia. La influencia de la tecnología y las nuevas formas de comunicación acelerada son desde luego un factor importante en esta experiencia y representan un reto para una forma del pensamiento —la filosofía— que solo puede desplegarse con efectividad en los tiempos largos y desde las sustancias humanas.

El cierre político del siglo XX significó, por otra parte, el fin de las ideologías, pero también —nos parece— de toda utopía y, con ello, de aspiraciones humanas legítimas. Se canceló así, como afirma la profesora Lara, “la idea de futuro”. Lo anterior en nombre, por un lado, de supuestas realidades políticas establecidas, pero además —tenemos que señalarlo— como resultado de la exigencia de una asepsia del pensamiento que terminó por vaciarlo de contenido humano. Ocupadas sobre todo en los métodos y procedimientos más que en los contenidos, algunas de las corrientes filosóficas más destacadas del siglo terminaron por constituirse, creemos, en un reto para la reflexión misma.

Las reflexiones aquí presentadas terminan en todos los casos por rebasar el ámbito de la disciplina meramente académica para adentrarse en el presente y futuro de las sociedades actuales. Y es que, en efecto, si bien la literatura indaga en el alma de los seres humanos y las sociedades, la filosofía lo hace en sus razones, de forma tal que las voces filosóficas aquí reunidas terminan inevitablemente por expresar también su preocupación por la crisis política y moral que vivimos y se plantean posibles formas de enfrentarla. La actitud, en todos los casos, es una actitud filosófica. Como bien se sabe el propio Kant, sin duda uno de los filósofos más ocupados en lo relacionado con el rigor y la sistematicidad de la disciplina, en alguna ocasión señaló que las preguntas de la filosofía (¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué cabe esperar?), en realidad podían resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre? La filosofía es pues en primer lugar, y sobre todo, autoconocimiento.

Luego de un siglo violento y enfrentado ideológicamente que ha dado lugar al desencanto ciudadano, la crisis de las democracias y la quiebra moral que vivimos, urge recuperar los derechos de la razón para empezar a construir un mundo distinto. Habrá de ser una razón que, por supuesto, aprenda de la experiencia del siglo XX pero que, al mismo tiempo, sea capaz de recuperar su capacidad crítica y la confianza en sí misma con el objetivo de hacer valer una reflexión trascendental de carácter humano.

Por último, un libro como éste, una idea concebida en México y cuyo tema central es el presente y futuro de la filosofía, no puede dejar de tener presente al Dr. Luis Villoro, cuya autenticidad intelectual y diálogo valiente con los clásicos del pensamiento filosófico es y seguirá siendo un ejemplo para todos quienes desde este país aspiran a desempeñarse en la disciplina. Villoro, como recordamos, también se ocupó del futuro de la filosofía y al respecto señaló en 1993: “El siglo XXI será, sin duda, el de un nuevo pensamiento ético”. Esta afirmación, lejos de ser un sueño de la razón, tenía su sustento en la idea práctica con la que Villoro cierra su reflexión en ese mismo texto: “Porque si ha de advenir una nueva época, tendrá el rostro que nosotros mismos proyectemos”.1

No podemos concluir estas líneas sin reiterar nuestro profundo agradecimiento a todos y cada uno de los destacados pensadores que aceptaron nuestra invitación a colaborar y han hecho posible el presente libro.

Suzanne Islas Azaïs

Contraste Editorial

Filosofía y Sociedad hoy

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