Читать книгу Filosofía y Sociedad hoy - John Dunn, Autores Varios - Страница 6
Filosofía y evolución social, Gabriel Amengual Coll2*
Оглавление1. Cuando a finales de los años sesenta del siglo XX José Ferrater Mora (1912-1991) quiso trazar el panorama de la filosofía de mediados de siglo XX,3 lo hizo usando aquella metáfora de los tres continentes, cada uno de los cuales se dedicaba al cultivo de una determinada forma de filosofía: el europeo, dedicado a la fenomenología; el soviético, al marxismo; y el angloamericano a la filosofía analítica.
Recuerdo que para unas jornadas de filosofía a principios del siglo XXI me pidieron que hablara sobre el “Futuro de la filosofía” e hice alusión a este panorama trazado por Ferrater. En aquel momento afirmé que “la clasificación, si no totalmente exacta, era, no obstante, sugerente y reflejaba unas grandes líneas, aunque existían posibles contaminaciones y trasvases de un continente a otro y que esta clasificación, en cambio, ya dice muy poco sobre la situación de hoy, no solo porque las fronteras entre estos continentes se han vuelto borrosas, sino porque los continentes se han desfigurado o hasta han desaparecido. La filosofía marxista, si queda, es más bien residual, en todo caso, presente como telón de fondo, como es el caso de la Escuela de Frankfurt, que hoy posiblemente es más estudiada dentro del nuevo departamento de pensamiento judío que no dentro del marxista. De la filosofía analítica no se puede decir que no exista, pero ya tan mezclada con la hermenéutica, la literatura o la ciencia, que ya poco tiene de aquella analítica primera, sobria y austera, precisa y desconfiada, rigurosa y cazafantasmas, más cerca de la sintaxis y, por tanto, de la lógica que de la semántica y la pragmática, a la que finalmente la condujo el mismo Wittgenstein en su segunda época. La fenomenología seguramente es la que sigue más firme, aunque también con derivaciones hermenéuticas de todo tipo, derivaciones metafísicas y antimetafísicas, existenciales y lingüísticas, irenistas y deconstructoras”.4
Actualmente me inclino a pensar que el esquema de Ferrater sigue siendo sugerente por el esfuerzo de esquematizar y trazar compendiosamente unas líneas generales de todo el panorama y cuáles son las fuentes de las que se nutren las diferentes corrientes, obviamente enriquecidas por la conexión con otros afluentes y otros campos. Lo único que varía es que todos estos continentes se han visitado y revisitado por sus respectivos vecinos foráneos, se han establecido conexiones y préstamos, de modo que cada continente se ha transformado desde dentro. Ya en aquel momento Ferrater los presentaba no como islas, sino como continentes o imperios con fronteras borrosas, a veces incluso muy porosas, como en el caso del continente europeo, en comunicación de unos con otros, y que ninguno de ellos —quizás con la excepción de la URSS— tenía un monocultivo en exclusiva.
En concreto la filosofía analítica ha dejado de pretender aclarar el lenguaje mediante la sintaxis y la lógica y se ha abierto a la complejidad del lenguaje y especialmente a la pragmática e, incluso, a la hermenéutica. Además ha llevado a cabo una profundización en su cercanía con la ciencia; es sin duda la corriente filosófica que se presenta más cercana a la ciencia, de modo que los filósofos de la ciencia son prácticamente todos analíticos, como si éste fuera el único modo de acercarse a la ciencia, lo cual va en perjuicio de la filosofía de la ciencia, de la ciencia y de la filosofía en general. En tercer lugar la filosofía analítica se ha abierto a los clásicos, tanto los de la antigüedad como a los modernos. En el caso de Hegel puede decirse que se ha establecido un nuevo modo de estudiar a Hegel, procedente del mundo analítico, cuyo nombre más emblemático es seguramente Robert Brandon. Si ello se compara en cómo Hegel era (o pudiera ser) visto por Bertrand Russell o Alfred Julius Ayer, se hace patente la distancia entre un punto de vista y otro, aunque todos sean inconfundiblemente analíticos.
El marxismo, por su parte, ha dejado de tener una dogmática definida y controlada por una autoridad central y se estudia tomando de él inspiraciones más o menos parciales, abandonando tesis que antaño se hubieran definido como irrenunciables, aplicándolo a campos distintos. Quizás incluso se le estudie más desde otras escuelas, como la de Frankfurt o Walter Benjamin, marxistas no siempre ortodoxos. En este sentido el marxismo aparece de manera larvada, oculta, se hace uso de argumentos suyos, pero no su cuerpo de doctrina; quizás pueda decirse que ha dejado de ser un cuerpo teórico para convertirse en un elemento de la cultura general, aunque ello signifique un debilitamiento de sus posiciones. Entre estas nuevas recepciones cabe señalar la constatación que la teoría marxista es muy rica en crítica de la sociedad y de su economía (la sociedad civil), en cambio es muy pobre su teoría del Estado,5 y no solo su política sino también su ética.6 Este último problema ha llevado a establecer una clara separación en el progreso de las fuerzas productivas y el progreso moral, separación que está en la base de todo el desarrollo de la teoría comunicativa de Jürgen Habermas.7
Dado que ya se han mencionado cabe señalar la buena salud que goza el estudio sobre la Escuela de Frankfurt, especialmente Adorno y Benjamin, aunque de este último no pueda decirse que perteneciera a dicha Escuela, a pesar de los estrechos vínculos de amistad y de pensamiento especialmente con Adorno y Horkheimer y de que colaborara con la revista del Instituto de Investigación Social. Es verdad que ambos autores se encuentran también en la nómina de los Estudios Judíos, pero sin duda también por su pensamiento marxista.
Creo que cabe añadir un ítem nuevo y quizás propio del siglo XX, a saber, la filosofía de inspiración judía. Algunos autores casi cabría calificarlos como pensadores judíos, o incluso teólogos judíos como Martin Buber, Franz Rosenzweig y Emil L. Fackenheim, pero que también hacen incursiones en el campo estrictamente filosófico y además inspiran a otros pensadores judíos, estrictamente filósofos, como es el caso de Hermann Cohen, Walter Benjamin, todos los componentes de la Escuela de Frankfurt, desde Adorno y Horkheimer hasta Habermas, con sus diferentes colaboradores, Jacob Taubes. Se ha dicho que la religión que en siglo XX más ha influido en la filosofía ha sido el judaísmo. Ello es patente en autores como Emmanuel Lévinas. Este pensamiento judío filosófico se extiende a todas las ramas de la filosofía, pero especialmente al que se refiere a la historia y la memoria, la culpa y el perdón, crítica social y de la cultura, la ética radicada en el otro y abocada a él.
Finalmente quisiera reseñar la fenomenología, una corriente propia del siglo XX, que nace con él y se ha desplegado a lo largo de todo el siglo con una admirable creatividad. Quizás por su misma estructura, de ser más bien un método que un contenido, ha tenido muy fácil el diálogo con otras corrientes: tanto con la filosofía analítica como con el marxismo, e incluso con la escolástica, cuya presencia, si alguna queda en el siglo XX, va unida a la fenomenología. Su enorme creatividad ya se hace manifiesta en sus mismos orígenes, dando lugar a posiciones como la de Max Scheler y la de Alfred Schütz, que introdujo la fenomenología en las ciencias sociales; una primera ruptura —o quizás se la pueda considerar una radicalización y aplicación a la metafísica— fue el giro que le dio Martin Heidegger. Otro giro, ya iniciado por el mismo Heidegger y formulado por Hans-Georg Gadamer, es el hermenéutico; dentro de este giro cabe situar la obra de Paul Ricoeur. En Francia se ha hablado de otro giro, “le tournant théologique” de la fenomenología,8 en referencia a autores como Emmanuel Lévinas, Paul Ricoeur, Michel Henry, Jean-Luc Marion, Jean-Louis Chrétien, Jean-Yves Lacoste; tal afirmación provocó naturalmente un debate en los años noventa del siglo pasado, en el que se afirmó que sería más exacto hablar de giro levinasiano.
2. Las tendencias en el mercado de trabajo, que a su vez inciden en los planes de estudio y la formación de los estudiantes, no favorecen en absoluto a la filosofía (como tampoco al ámbito de las letras o humanidades en general). Más bien parece que va quedando relegada a formar parte de la cultura, del suplemento cultural de los periódicos, pero no del estudio riguroso, del mismo modo que en la propia cultura de una persona formada incluye el conocimiento de algunas grandes obras literarias. A ello se dedican los suplementos culturales de los periódicos para uso de los ciudadanos informados. El pensamiento está siempre más dominado por la ciencia pura y dura, de modo que ésta no solo se presenta como el oráculo de la verdad sobre la realidad, sino que implica un modo de pensar por lo menos tendencialmente positivista. Por otra parte, la ciencia misma va ampliando su campo de investigación llegando a construirse su propia epistemología y su ética, de modo que no consiste solo en un ámbito del saber, sino una perspectiva del saber más o menos omniabarcante.
Esta ampliación de su campo de acción fácilmente puede convertirse en un ejercicio puro y duro de la ideología, que siempre va a justificar lo existente, puesto que no ejerce crítica sobre sus propios presupuestos y prejuicios y por su influencia tanto en la política como en la economía. En este sentido siempre me ha hecho pensar el estudio de Habermas Ciencia y técnica como 'ideología', tanto por lo que dice como lo que insinúa. Lo que justifica lo establecido no es la religión, sino la ciencia y sus rendimientos técnicos y económicos, que provocan el asentimiento del pueblo.
A ello hay que añadir que la filosofía, además de superflua en el ámbito del conocimiento, se muestra inútil para formar la fuerza de trabajo que requiere la sociedad actual y sobre todo la del futuro. A las universidades se les pide siempre más que se dediquen a formar fuerza de trabajo, futuros técnicos y especialistas en habilidades demandadas por el mercado de trabajo, que aporten algo al avance de la técnica o en general que contribuyan “a mejorar y a aliviar la condición humana”, como dijo Fr. Bacon. Lo demás pertenece al ámbito de las actividades culturales de la universidad, como pueden ser los cursos para mayores que una vez jubilados quieren ampliar su cultura.
Frente a estas tendencias adversas a la filosofía hay que mencionar una cierta demanda de la filosofía incluso en el campo de la técnica y la empresa, considerando al filósofo como una persona capaz de pensar, formular fines y medios, organizar las diferentes finalidades y tiempos. Como también un ejercicio de cordura y sabiduría tanto en el plano empresarial o institucional como en el personal, de modo que se han abierto despachos de consulta filosófica.
A pesar de lo dicho, la dificultad de encaje, que experimenta la filosofía dentro de los desarrollos de las universidades y del mercado laboral, es una prueba más de su necesidad. Más que nunca se hace necesario pensar la evolución social, lo que es, en vez de vernos arrastrados por la corriente. No resulta fácil circunscribir unos temas de especial importancia. No obstante intento nombrar algunos:
a. Toda la problemática derivada de la investigación biológica y neurológica, así como la tecnología aplicada a estos campos, que parece va a transformar al hombre, haciendo de él una nueva especie (tal como se dice). En todo este campo me parece de primera importancia no olvidar la consideración ética, de lo contrario nos veremos abocados a hacer del hombre mismo una mercancía, ciertamente muy cara, al alcance de los ricos. Ahí tienen que trabajar juntas la antropología filosófica y la ética.
b. Las relaciones sociales entre individuos, grupos y naciones. Se trata de que el creciente individualismo no haga desaparecer el sentido de comunidad y su tejido o red de relaciones. Ello requiere la afirmación tanto de la autonomía del individuo como de la cohesión social y la solidaridad. Para ello es necesario empezar por lo más básico: una mejor distribución de la riqueza, y a partir de ahí repensar y reactivar la justicia, dinamizar la solidaridad y establecer instancias de diálogo en todos los niveles, hasta en el intercultural.
c. Repensar el papel de la religión como dadora de sentido, que es a la vez orientación y motivación. Se ha dicho que en ella se cumple la segunda ley de la termodinámica, según la cual la energía no desaparece, sino que se transforma, algo semejante ocurre con la religión; por tanto, mejor reconocerla que tenerla como algo reprimido en un Estado laico excluyente, incapaz de dar ni orientación ni motivación. Nuestras sociedades al no saber dar cauce a esta clase de inquietudes pueden convertirse en un eventual factor que más bien favorece el fanatismo y el fundamentalismo. Si antes aludí al diálogo intercultural, aquí surge la necesidad del inter-religioso.
d. El arte y la estética como el ámbito en el que uno se abre al campo del sentido. En arte lo relevante no es tanto el material como la forma y a lo que apunta, lo que dice; la obra de arte habla, ciertamente a través de los significantes que usa, pero sobre todo por su discurso, su mensaje.
En definitiva los grandes temas continúan siendo, bajo mi punto de vista, la ética, la política, la religión y el arte, cuyas raíces son la metafísica, como afirmó Descartes.
En cuanto a los autores, me parecen especialmente dignos de mención los grandes clásicos. Creo que en la formación actual de los filósofos se tiende a dar mucha contemporaneidad y poca modernidad y todavía menos filosofía clásica griega. En este sentido recomendaría sobre todo Platón y Aristóteles y San Agustín, Kant y Hegel, Marx y Kierkegaard, Husserl y Heidegger, la Escuela de Frankfurt, Wittgenstein, Zubiri. Obviamente para cualquier cuestión hay que añadir los autores competentes de entre los actuales, aquellos suministran una buena base, que después tiene que completarse desde la actualidad.
3. En términos generales puede decirse que es muy parecida a la descrita en el punto 1. Ciertamente con sus peculiaridades, la primera de las cuales es el corte que se produce con la guerra civil en 1936-39 y la consiguiente represión y exilio de muchos intelectuales y filósofos. Ello supone un corte en una situación que prometía. Es verdad que la universidad española a pesar de la cerrazón oficial de horizontes y con grandes dificultades estaba en conexión con los demás centros de pensamiento europeo y americano, de modo que las mismas “modas” o movimientos que se daban en el extranjero también estuvieron presentes en el nuestro.
Creo que también en España se dan los tres 'continentes' de que hablaba Ferrater: fenomenología, filosofía analítica y marxismo. En cuanto a la primera, unos insisten más en Husserl y otros en Heidegger o incluso en otros autores, como pueden ser Sartre, Merleau-Ponty o Lévinas; también puede cultivarse como metafísica o como hermenéutica. Ha sido muy viva la conexión de Heidegger-Nietzsche. De este último se ha traducido de nuevo toda su obra, las cartas y los fragmentos póstumos. En cambio, la edición de las obras de Heidegger se encuentra dispersa en diferentes editoriales y colecciones y no es completa, aunque sí la mayor parte. Se puede decir que esta conexión ha dado lugar a una metafísica de aire nihilista y que es de las más cultivadas actualmente. La filosofía analítica, por su parte, vive ciertamente sus horas más bajas; puede considerarse que al menos se encuentra de modo indirecto en la filosofía de la ciencia y en los lógicos, y en gran parte de los dedicados a la filosofía del lenguaje. El marxismo se cultiva más bien desde sus nuevas versiones o recepciones, como puede ser Walter Benjamin o la Escuela de Frankfurt.
Durante años la disciplina de la filosofía más cultivada era la ética, y en este caso se debía ser kantiano, aunque con correcciones y transformaciones, fueran propias o las de la ética del discurso. También excepcionalmente era permitido ser utilitarista.
En los últimos decenios se han cultivado mucho más los grandes clásicos, en especial la filosofía clásica alemana y la filosofía griega clásica, sin olvidar la Edad Media, con sociedades constituidas a tal efecto y con sus congresos o jornadas periódicas y sus revistas especializadas, como por ejemplo la Sociedad Española de Estudios Clásicos, Sociedad Española de Estudios Medievales, Sociedad Española de Estudios sobre Hegel, Sociedad Española de Estudios sobre Nietzsche, Sociedad Española de Fenomenología, etc.
Finalmente como una peculiaridad española cabe señalar el cultivo de los tres grandes pensadores españoles del siglo XX: Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y Xavier Zubiri. Solamente del segundo se cuenta con edición crítica de su obra, de los otros dos se dispone de lo más importante de su obra, aunque sin edición crítica. En todo caso todos ellos son objeto de creciente interés y estudio, quizás sobre todo Zubiri, que parece va creando escuela.
4. En líneas generales mi labor puede describirse como el cultivo de tres grandes campos: la antropología filosófica, la filosofía de la religión y la filosofía moderna y contemporánea, especialmente la de Hegel.
Mi primera incursión en el ámbito de la antropología filosófica ya empezó en mis años de estudio, con la tesina de licenciatura sobre Gabriel Marcel y la tesis doctoral sobre Ludwig Feuerbach. Un nuevo impulso vino a raíz de lo que en aquellos años se denominaba antihumanismo, del que me pareció que compartía muchas de sus críticas al humanismo, especialmente al sujeto trascendental, a la concepción de un sujeto como fundamento inconcuso, cierto de sí mismo y hecho por sí mismo. Dicha crítica la tomaba como punto de partida para una nueva concepción del sujeto y del ser humano como alguien siempre en proceso y en proceso de socialización y a la vez de personalización o individuación, lo cual se lleva a cabo por las relaciones personales y sociales, de modo que la crítica que hacía el antihumanismo me parecía como una pista de acceso a una concepción del sujeto solidario.9
Una segunda incursión vino de la propuesta de escribir un manual de antropología filosófica. Ello me obligó a plantear en conjunto toda la antropología, sus temas, su estructura, su articulación. Para mí fue muy enriquecedor, después de años de tratar cuestiones aisladas.10 A partir de esta visión, o en el curso de su elaboración, noté el malestar o incluso confusión que había en torno al concepto de persona, declarado por unos como fundamental y por otros como inútil, impertinente, en definitiva, fracasado. Me pareció que una de las causas de la crisis del concepto se debía a que de ser un concepto fundamental, un principio de la ética, presupuesto incuestionable, como en Kant, había pasado a ser un criterio de aplicación ética en el campo de la bioética. Ello me impulsó a estudiar cómo era tratado en este ámbito y en general en la filosofía analítica y en el naturalismo. En la discusión actual detecté dos grandes referentes: Locke y Kant. A su vez Locke proponía un concepto de persona reducido a unas cualidades puramente mentales, la conciencia, con ello no hacía más que recepcionar el concepto clásico que los medievales habían formulado, porque a ellos les interesaba un concepto que fuera aplicable a Dios (a las tres personas de la Trinidad) y al hombre. Sin darse cuenta del enorme traspaso que hacía, Locke convertía en antropológico un concepto teológico y por ello le resultaba el concepto puramente mentalista. Ahí noté el cambio que había que introducir y no tratar en general del concepto de persona, sino el de persona humana. Para comprobar las diferentes aportaciones busqué en la historia de la filosofía las posiciones características al respecto (antecedentes estoicos, San Agustín, Boecio, Edad Media) y las diferentes aportaciones que las corrientes actuales ofrecen: personalismo y fenomenología, filosofía analítica, el naturalismo, la bioética y algunas posiciones críticas con el naturalismo, concluyendo con un capítulo que quiere esbozar las líneas fundamentales del concepto de persona, que se deducen de la confrontación entre las contrapartes de la confrontación actual.11
Dentro de la antropología filosófica incluyo también una cierta atención a cuestiones de bioética, no tanto las morales como las antropológicas, así como a las nuevas perspectivas que parecen abrirse en la configuración de la vida humana con las nuevas tecnologías. Es lo que se ha venido en denominar transhumanismo o posthumanismo.12
Por lo que se refiere a la filosofía de la religión primero he de constatar que ha sido una ocupación algo marginal, puesto que tal materia no existe en nuestro plan de estudios, a pesar de lo cual ha sido una ocupación más bien constante. De ella me ha interesado sobre todo el diagnóstico de su situación en la actualidad, que va desde la teoría de la secularización hasta la de la desecularización, nuevas formas de ateísmo, el nihilismo, etc. Mi ocupación empezó con la tesis doctoral sobre L. Feuerbach13 y en seguida me planteé la situación de la religión en la actualidad. El estudio sobre la filosofía de la religión lo he llevado a cabo sobre todo en confrontación con el nihilismo, puesto que siempre me ha parecido el desafío más radical,14 pero también revisitando las “vías” de acceso al conocimiento o reconocimiento de Dios, especialmente desde la antropología.15
La filosofía moderna y contemporánea ha sido el principal objeto de mi docencia. Los autores que más he tratado son Kant, Hegel, Marx, Feuerbach, Kierkegaard y de los del siglo XX, además de Heidegger, Lévinas y Wittgenstein, me he ocupado sobre todo de Walter Benjamin y Jürgen Habermas. Entre ellos del que más me he ocupado ha sido Hegel, tanto coordinando una exposición general de su filosofía,16 como estudiando aspectos diversos de la evolución de su pensamiento, y sobre todo sobre la filosofía del derecho,17 y también traduciendo algunas de sus obras.18
Entre los proyectos en curso cuento con un estudio sobre el concepto de solidaridad, que quisiera fuera un estudio histórico, desde sus orígenes a mediados del siglo XIX en Francia hasta Habermas, pero también con un enfoque sistemático.19 El segundo versa sobre W. Benjamin. De este autor me ha interesado sobre todo su teoría de la historia y de la experiencia.20 Siguiendo a su amigo Gerschom Scholem, que afirma que Benjamin casi instintivamente piensa en conceptos judíos, me gustaría rastrear en sus conceptos lo que pueda haber de inspiración religiosa, judía, mesiánica, apocalíptica o también en general de filosofía de la religión. Sería un repaso general a su obra destacando los aspectos religiosos.