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CAPÍTULO UNO
El Fin Por El Cual
Dios Creó el Mundo

¿Por Qué Publicar
un Libro Antiguo?

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Un Asunto Personal y Público

El mensaje de Jonathan Edwards en El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo es un asunto intensamente personal para mí y una palabra de gran significado público. En este libro se despliega una visión de Dios que me ha cautivado por treinta años y ha puesto su sello en cada parte de mi vida y ministerio. Pero más importante que mi experiencia, es el inmenso significado de la visión de Dios de Edwards para un público más amplio en nuestros días.

SECCIÓN UNO

Una Tragedia Americana

Jonathan Edwards es uno de los grandes padres del cristianismo evangélico en América. Pero es una gran tragedia, como Mark Noll observa, que “el énfasis teocéntrico de Edwards haya jugado un asombroso minúsculo papel en la historia de los Protestantes evangélicos.”12 Hay razones para esto. Parcialmente se debe a que nuestra cultura en su totalidad es renuente a esa visión de la vida tan radicalmente centrada en Dios. Noll alega que desde los días de Edwards, 250 años atrás,

los evangélicos no han reflexionado acerca de la vida desde el fundamento como cristianos porque la cultura en su totalidad ha dejado de hacerlo. La piedad de Edwards continuó basándose en la tradición de los avivamientos, su teología continuó basándose en la academia calvinista, pero no hubo sucesores a su cosmología poseída por Dios o a su filosofía profundamente teológica. La desaparición de la perspectiva de Edwards en la historia del cristianismo en América ha sido una tragedia.13

Insuperable en su Grandeza Teológica

Esta es la razón por la que la publicación de El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo es de importancia cultural, religiosa y evangélica. El libro de Edwards (junto con su libro La Verdadera Virtud14), según Noll, es “probablemente el mejor lugar para encontrar tanto la asombrosa visión de la gloria divina como el esfuerzo humano para absorber esa visión.15” Yo estoy de acuerdo.También David Brand lo está en su libro, Perfil del Ultimo Puritano. Refiriéndose a El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo él dice, “es una obra que he llegado a considerar como insuperable en términos de su grandeza teológica.16

Mi oración es que la iglesia evangélica hoy pueda contemplar con asombro “la asombrosa visión de la gloria divina” declarada con “grandeza teológica” en El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo. Esta es una razón por la que me he dado a la tarea de publicar el libro.

Difícil y Útil Para los Pragmáticos Impacientes

Las dificultades que surgen en el camino para ver esta visión son intimidantes pero esperanzadoras. Son intimidantes porque como Noll indica, “el esfuerzo humano que se requiere para adquirir esta visión” es inmenso. El libro es difícil de leer. Era difícil de leer en su propio día,17 y es más difícil hoy. Los americanos, en general, (y los evangélicos difieren muy poco en esto), no son dados a pensar mucho, menos al nivel de pensamiento que Edward demanda de nosotros. Esto es especialmente cierto respecto a la doctrina. Nosotros somos pragmáticos. Demandamos soluciones rápidas. Definimos el éxito en medidas cuantitativas. Tenemos poca paciencia con la precisión doctrinal, y los pastores que estamos infectados con el virus del pragmatismo tendemos a justificar nuestra indiferencia a la doctrina aduciendo que tal reflexión no es lo que la audiencia busca. Además, crea tensión en las relaciones.

Las recientes protestas18 por el desvío del evangelicalismo hacia un cristianismo pragmático, doctrinalmente vago, dirigido hacia la audiencia y que no cuestiona la cultura son, a mi juicio, validas y necesarias, a pesar de que a nivel académico profesional ha habido notables avances en los últimos cincuenta años.19 En general y en las dominantes fuerzas modeladoras del evangelicalismo, la crítica de Harry Blamires en 1963 es probablemente más verdadera que nunca, “No hay mente cristiana…la mente cristiana ha sucumbido a las corrientes culturales en un grado de debilidad sin comparación en la historia cristiana.”20

El creciente abandono de la verdad y de los absolutos morales21 en nuestra cultura, mientras la diversidad militante amenaza toda convicción firme, ha influenciado dramáticamente la mentalidad evangélica. Los manipuladores políticos que se especializan en desviar la atención de la verdad hacia los sentimientos, las relaciones y los estilos tienen su contraparte en la tendencia evangélica a evitar las disputas doctrinales describiendo los temas en términos de actitud y método en lugar de la verdad. Los desacuerdos serios se evaden, mientras que con un lenguaje vago y preocupaciones pragmáticas se preserva una unidad superficial a expensas de la sustancia teológica y la claridad y el poder bíblicos.

Una Voz de Protesta en Sri Lanka

El lamento por el vaciamiento pragmático de la convicción evangélica puede sentirse con inusual agudeza cuando viene, no de la elite intelectual, sino de personas como Ajith Fernando, quien dirige Juventud Para Cristo en Sri Lanka. Él no solo expone sólidamente la Escritura alrededor del mundo sino que trabaja con los pobres y ha llorado los horrores de las 50,000 víctimas de la insurgencia que hubo en un año en tiempos conmoción en Sri Lanka. Eso sucedió en 1989 y él simplemente dice, “yo luché mucho con el desánimo ese año.”22

Su fortaleza, dice, vino de la verdad, y en ese contexto lamentó lo que veía en el occidente: “un cambio importante…ha tenido lugar en el evangelicalismo occidental donde la verdad ha sido reemplazada por el pragmatismo como la mayor influencia de pensamiento y vida. Este camino es suicida.” Él está animado de que las voces estén siendo levantadas, pero luego dice “sin embargo, siento que muchos líderes evangélicos están tan atrapados y enceguecidos por la cautividad del pragmatismo que aunque acepten con entusiasmo los ruegos para retornar a una mayor dependencia de la verdad, su aceptación hace poco efecto en el estilo de sus ministerios y en sus estrategias.”23 Hay simplemente muy poca paciencia con las particularidades de las proposiciones bíblicas que encarnan doctrinas preciosas que sostienen la vida.

Demasiado del Hombre, Muy Poco de Dios

Jonathan Edwards tuvo una profunda percepción respecto al estado de las cosas, y tiene que ver directamente con la ausencia de la centralidad de Dios: “una de las grandes razones por las que los temas especulativos [de doctrina] son considerados de poca importancia es que la religión moderna escasamente consiste en el Ser Divino y casi totalmente en la benevolencia de los hombres.”24 En otras palabras, la enfermedad que necesita sanarse es el principal estorbo para el remedio.

Esto significa que “el gran estilo de sentir y pensar” de Jonathan Edwards “no es el nuestro y es ajeno a nuestra forma de vida.”25 La absoluta seriedad de Edwards—“su intensa gravedad,” como Thomas Chalmers le llamó—lo pone fuera de tono con nuestra espiritualidad informal, humorística, caricaturesca y orientada al entretenimiento.26 La sensibilidad de Edwards respecto a la desesperada condición de la humanidad sin Dios es tan abrumadora que nos deja sin respiración. H. Richard Niebuhr comentó que la conciencia de Edwards sobre lo precario de la vida lo ponía en una rara clasificación: “Él reconocía lo que Kierkegaard quiso decir cuando describió la vida como flotar en el agua con diez mil brazas de profundidad debajo de nosotros.”27

Necesitamos Mucho Más que a Benjamín Franklin

Pero es en este preciso punto que las formidables dificultades para lograr la gran visión que Edwards tenía de Dios pueden dar lugar a la esperanza. Puede ser que el empobrecimiento teológico de la iglesia americana, la precariedad de la vida y el cansancio de la superficialidad “exitosa” hagan que la voz de Jonathan Edwards sea más irresistible de lo que ha sido por siglos.

Muchos otros han tenido esta esperanza al contrastar la influencia de Edwards con su contemporáneo Benjamín Franklin. Randall Stewart argumenta que,

Franklin nos introdujo al camino del paraíso de los entusiasmados por la tecnología. Pero ahora se hace más asombrosamente claro que los artefactos tecnológicos no pueden salvarnos y pueden más bien destruirnos con facilidad… Ahora que el pararrayos del Dr. Franklin comienza a lucir, desde nuestra perspectiva, como un patético símbolo del orgullo y la insuficiencia humana, mientras que los sondeos del alma de Edwards parecen más penetrantes a esta generación de lectores de lo que han parecido antes, es posible que Edwards surja, y ya está surgiendo, como más el más útil, verdaderamente más útil, de estos dos hombres.28

Perry Miller, quien profesaba no compartir la fe de Edwards, tenía una visión similar de nuestra condición: "[Edwards] es un recordatorio de que, aunque nuestra civilización ha escogido deambular en los más placenteros prados a los que Franklin invitaba, hay periodos en los que por causa de los desastres o de la auto-reflexión, la ciencia aplicada y The Way to Wealth [El Camino a la Riqueza] de Franklin, parecen no ser suficientes como filosofía de vida nacional."29 Esta declaración, hecha en 1949 me parece que se queda corta a medida que termina el siglo. El pragmatismo de Franklin se halla moral, teológica, y espiritualmente en bancarrota. Esa misma bancarrota cultural puede despertar a los evangélicos de la necedad de la imitación.

Edwards Contra la “Inteligencia Humana Iluminada”

Durante el pináculo del optimismo del siglo diecinueve, Oliver Wendell Holmes se mofó de las convicciones de Edwards como

No solo falsas, no solo absurdas, sino fuerzas desorganizadoras en medio del aparato pensante. El sistema de Edwards parece, frente a la luz del día de hoy, barbárico, mecánico, materialista, pesimista. Si él hubiese vivido cien años más tarde, y respirado el aire de libertad, no habría escrito con ese barbarismo del viejo mundo…La verdad es que [su] sistema completo de creencias… está siendo sutilmente desechado por la inteligencia humana iluminada, y nos cuesta comprender cuanta tiranía ejerció en otro tiempo sobre muchas de las más fuertes mentes.30

La visión de Edwards no se ha desvanecido. Está siendo recuperada y reconsiderada hoy quizás más extensamente y con más vigor que en sus propios días.31 La razón por la que Oliver Wendell Holmes lo descartó, y por la que hay esperanza de que nosotros no lo haremos, es que el siglo veinte demostró que la “inteligencia humana iluminada” de Holmes ha sido la fábrica de los más grandes males globales jamás perpetrados en la historia humana. Mark Noll comenta, “puesto que la mayor parte del siglo 20 ha sido un periodo tan oscuro, estamos en mejor posición de oír con más claridad a Edwards de lo que estaba la generación progresista de Holmes.”32 En otras palabras, la enfermedad puede hacer que el remedio tenga sentido.

C. S. Lewis Sobre la Necesidad de Libros Viejos

C. S. Lewis señala otra razón por la que deberíamos ver nuestros sombríos días como una apertura alentadora para El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo de Edwards. Lewis nació en 1898 y murió el mismo día que John F. Kennedy, en 1963. Su vida fue virtualmente paralela al siglo veinte hasta ese punto. Desde esa perspectiva dijo, “he vivido casi sesenta años conmigo mismo y con mi propio siglo y no estoy tan enamorado de ninguno de los dos como para desear no mirar un mundo más allá de ellos.”33 Si, y si hubiese vivido hasta el fin del siglo hubiese estado menos enamorado de su siglo de lo que lo estuvo durante la mitad que lo vivió.

Después de esto Lewis enfatiza que él quiere y necesita leer libros que no sean de su siglo. Sus razones pueden motivar al sabio a leer a Jonathan Edwards.

Hay una extraña idea en el extranjero de que para cada tema los libros antiguos deben ser leídos solo por los profesionales y los aficionados deben contentarse con los libros modernos…Esta errada preferencia por los libros modernos y esta timidez con los antiguos no es tan rampante en otras áreas como en la teología…Ahora, esto me parece desordenado. Naturalmente, puesto que yo soy escritor, no deseo que el lector ordinario deje de leer libros modernos. Pero si tuviera que escoger entre leer solo libros nuevos o solo antiguos, le aconsejaría que leyera los antiguos…Es una buena norma, después de leer un libro moderno, no leer otro moderno hasta no haber leído uno antiguo antes. Si eso es demasiado para usted, debería al menos leer un antiguo por cada tres modernos…Todos necesitamos libros que corrijan los errores característicos de nuestro propio periodo. Y esto significa libros viejos…Podemos estar seguros que la ceguera característica del siglo veinte reside donde nunca lo hemos sospechado…Ninguno de nosotros puede escapar completamente a esta ceguera…el único paliativo es permitir que la limpia brisa del mar de los siglos sople en nuestras mentes, y esto solo se logra leyendo libros antiguos.34

Si Lewis está en lo correcto,la misma distancia de la grandeza de Edwards es una razón esperanzadora para leerlo. Sí, su manera de escribir es elevada; la nuestra suele ser mundana y conversacional. Su pensamiento es complejo; el nuestro suele ser elemental. Su visión de la realidad es consistentemente centrada en Dios; la nuestra tiende a ser centrada en el hombre con atención ocasional a Dios. Él es incesantemente serio; nosotros inclinados a la ligereza y al alivio cómico. Él se centra en la verdad y aprecia los contornos de la doctrina; nosotros tendemos a centrarnos en los sentimientos y sospechamos de la pretensión de que la doctrina tiene contornos. Sí, pero a pesar de esto, —y Lewis diría, a causa de todo esto— el esfuerzo por leer a Edwards vale la pena.

Mortimer Adler Sobre la Necesidad de Libros Difíciles

Mortimer Adler usaría otro argumento para persuadirnos. En su clásico, Cómo Leer un Libro, él argumenta apasionadamente que los libros que incrementan nuestro entendimiento de la verdad y nos hacen más sabios se tienen que sentir, al principio, por encima de lo que podemos. Ellos “tienen que hacerte demandas. Tienen que parecerte que están más allá de tu capacidad.”35 Si un libro es fácil y se ajusta gratamente a todas las limitaciones de tu lenguaje y forma de pensar, probablemente no crecerás mucho leyéndolo. Puede ser entretenido, pero no ensanchará tu entendimiento. Son los libros difíciles los que cuentan. Rastrillar es fácil, pero lo que consigues con eso son hojas; excavar es difícil, pero es posible que encuentres diamantes.

Los cristianos evangélicos que creen que Dios se revela principalmente a través de un libro, la Biblia, deberían por mucho ser los más hábiles lectores que hay. Esto significa que deberíamos querer ser claros, penetrantes, exactos y balanceados en nuestra mente porque toda buena lectura implica hacer preguntas y pensar.36 Esta es una razón por la cual la Biblia nos enseña, “no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1Co 14:20). Por esto Pablo le dice a Timoteo, “Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo” (2Ti 2:7). El regalo de Dios del entendimiento viene a través del pensamiento, no en lugar del pensamiento.37

Adler subraya su argumento por una “mayor exigencia” en la lectura de grandes libros con la advertencia de que tal ejercicio mental puede alargar tu vida y la televisión la puede acortar.

La mente puede atrofiarse, como los músculos, si no se usa…y esto es un terrible castigo, porque hay evidencia de que la atrofia de la mente es una enfermedad mortal. No parece haber otra explicación para el hecho de que tanta gente ocupada muera tan rápido después de retirarse…la televisión, la radio y todas las fuentes de entretenimiento e información que nos rodean diariamente son accesorios artificiales. Ellos pueden darnos la impresión de que nuestras mentes están activas porque nos mueven a reaccionar a estímulos externos. Pero el poder de esos estímulos externos para hacernos avanzar es limitado. Son como las drogas. Nos acostumbramos a ellas y continuamente las necesitamos más y más hasta que eventualmente tienen poco o ningún efecto.38

Ir Cuesta Arriba Valdrá la Pena

Esforzarse por leer a Jonathan Edwards solo para vivir más tiempo sería una gran ironía. Su meta no es ayudarnos a vivir más, ni a vivir para siempre, sino ayudarnos a vivir para Dios y por la eternidad. Pero debido a que nuestra cultura intoxicada por los medios de comunicación no es dada a pensar ni a esforzarse en vivir para Dios, el desafío y la dificultad para leer a Edwards se duplica. Sin embargo, El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo puede resultar siendo una fuente de vida en muchas más formas de las que nos imaginamos—mejor aún por ser como una montaña elevada que vale la pena cualquier esfuerzo por escalar.

Intentando una Revolución Copérnica como Lutero

En todo esto deseo persuadirlos a leer y apreciar El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo de Edwards. La importancia pública de reconocer y apreciar esta visión de Dios marcaría una época. Mark Noll compara el esfuerzo de Edwards en este libro a la meta de Martín Lutero, quien revolucionó al mundo restaurando a Dios al lugar que le corresponde. Él dice, “este libro intentó en el siglo 18 lo que Philip Watson describió una vez como la principal preocupación de Martin Lutero en el siglo 16, es decir, la promoción de una ‘revolución Copérnica’ en la cual los instintos antropocéntricos son transformados en una visión teocéntrica de la realidad.”39

Edwards es más fuerte donde nosotros somos más débiles. Él conoce a Dios. Él ve y saborea la supremacía de Dios en todas las cosas. Nuestra cultura está muriendo por la falta de esta visión y de este alimento. Por lo tanto, la publicación de El Fin por el Cual Dios Creó el Mundo es un asunto de gran importancia pública.

SECCIÓN DOS

Una Preocupación Personal

Publicar El Fin por el Cual Dios Creó el Mundo es también una cuestión intensamente personal para mí. Como lo dice al principio, la visión de Dios desplegada en este libro me cautivó treinta años atrás y ha puesto su estampa en cada parte de mi vida y ministerio. Creo y amo su mensaje. Mi motivo personal para hacer el libro más accesible es unirme a Dios en búsqueda de la irresistible meta para la cual Él creó el mundo. Esa meta, dice Edwards, es, primero, que la gloria de Dios pueda ser magnificada en el universo, y segundo, que el pueblo de Cristo, redimido en todo tiempo y nación, se regocije en Dios sobre todas las cosas.

La Gloria de Dios se Manifiesta en la Felicidad de los Santos

Pero la profundidad, la maravilla y el poder de este libro es la demostración de que estas dos fines son uno. El gozo de todas las naciones en Dios y la exaltación de la gloria de Dios son un solo fin, no dos. Por qué esto es así, cómo puede serlo, y qué diferencia hace es de lo que se trata este libro, mi vida y la teología de Jonathan Edwards. El primer biógrafo de Edwards describe El Fin por el Cual Dios Creó el Mundo de esta manera: “en base a los más puros principios de la razón tanto como a las fuentes de la verdad revelada, él demuestra que la principal y máxima meta del Ser Supremo, en las obras de la creación y de la providencia, fue la manifestación de Su propia gloria en la mayor felicidad de Sus criaturas.”40

“La manifestación de su propia gloria en la mayor felicidad de sus criaturas.” Prácticamente casi todo lo que yo predico y escribo lo hago moldeado por esta verdad: que la manifestación de la gloria de Dios y el gozo más profundo de las almas humanas son una sola cosa. Ha sido una búsqueda de treinta años desde que desperté por primera vez a esta visión a través de C. S. Lewis41 y Daniel Fuller.42 La búsqueda continúa. Pero, a través del tiempo, mi más experimentado y confiable guía en las montañas Himalaya de las Sagradas Escrituras ha sido Jonathan Edwards. Él lo dijo así: “La meta de la creación es que la creación glorifique [a Dios]. Pero, ¿Qué es glorificar a Dios sino regocijarse en esa gloria que Él ha desplegado?”43 “La felicidad de la criatura consiste en regocijarse en Dios, por los cual también Dios es magnificado y exaltado.”44

Las implicaciones de esta visión son de largo alcance. Después de treinta años buscando los elevados caminos de la revelación escrita de Dios, siento como si apenas estuviese comenzando a respirar el aire de esta exaltada realidad. Para no hacerlos investigar todas las implicaciones por ustedes mismos, mencionaré lo que encontré en quince de ellos. Recuerden lo que estoy ilustrando. Mientras más alto escales en los pensamientos revelados de Dios, más claramente verás que la meta de Dios al crear el mundo fue desplegar el valor de Su propia gloria, y que esta meta no es otra que el infinito y siempre creciente gozo de su pueblo en esa gloria.

¿Cómo Lo Dice Edwards?

Dejemos a Edwards hablar de nuevo por si mismo sobre este tema. ¿Cómo se relacionan la gloria de Dios y tu gozo? Él lo dice de muchas maneras:

Al buscar Su gloria, Dios busca el bien de Sus criaturas, porque la emanación de Su gloria…implica la…felicidad de Sus criaturas. Y al comunicarles Su plenitud, Él lo hace por Sí mismo, pues el bien que Él busca para ellas es en unión y comunión con Él. Dios es el bien de ellas y su excelencia y felicidad no es sino la emanación y la expresión de la gloria de Dios. Al buscar la gloria y la felicidad de ellas, Dios se busca a Sí mismo, y al buscarse a Sí mismo, es decir, al difundirse y expresarse…Él busca la gloria y la felicidad de ellas.45

De esta manera es fácil concebir como Dios busca el bien de la criatura… es decir, su felicidad, basado en una suprema estima de Sí mismo, pues esta felicidad se deriva... del ejercicio de la criatura en estimar supremamente a Dios…en contemplar Su gloria y en valorarla, amarla y regocijarse en ella.46

El enfoque de Dios en el bien de Sus criaturas, y Su enfoque en Si mismo, no son enfoques divididos; ambos se unen en uno, puesto que la felicidad de la criaturas que Dios se propone es la felicidad de ellas en unión con Él.47

De modo que el despliegue de la gloria de Dios y el gozo más profundo del alma humana son una misma cosa. Las implicaciones de esto lo dejan a uno sin respiración. Mencionaré quince de estas implicaciones en forma de bellota, pero cada una puede convertirse en un gran roble cuyas ramas sean de la extensión de un libro.

Dos Grandes Pasiones que No se Contradicen

Implicación #1. La pasión de Dios por Su propia gloria y Su pasión por mi gozo en Él no se contradicen. La justicia de Dios48 no es enemiga de la misericordia. Su determinación de defender el honor de Su nombre no me consigna a la destrucción, a pesar de que yo lo he mancillado con indiferencia e incredulidad. Más bien, en la muerte de Su Hijo, Jesucristo, Dios conspiró para vindicar Su justica y a la vez justificar a los pecadores. Esto significa que Su celo por ser glorificado y Su celo por salvar a los pecadores es el mismo.49

Dios Está Comprometido con el Gozo de los Santos

Implicación #2. Por lo tanto, Dios está tan comprometido con mi eterno y siempre creciente gozo como con Su propia gloria. Esto nos permite visualizar la masiva subestructura teológica detrás de algunas de las más dulces promesas en la Biblia—las que dicen que Dios ejerce su omnipotente celo para hacernos bien. Por ejemplo, 2 Crónicas 16:9, “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.” Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán50 todos los días de mi vida, (Salmo 23:6). Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. (Sofonías 3:17). No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:32).51

La Esencia del Amor de Dios Hacia Ti

Implicación #3. El amor de Dios por los pecadores no se muestra en que Dios los engrandezca a ellos, sino en que les dé, por gracia, la libertad y capacidad para disfrutar engrandecerlo a Él. Como lo dice Edwards, “Dios es su bien.” Por lo tanto, si Dios ha de hacernos el bien, Él nos va a guiar hacia su honor, no hacia el nuestro. La verdad de que la gloria de Dios y nuestro gozo en Dios son uno menoscaba el concepto moderno del amor centrado en uno mismo. Típicamente, hoy día la gente se siente amada si les pones mucha atención y les haces sentir valorados. La esencia de su felicidad está en que te ocupes mucho de ellos.

Edwards observa con asombrosa relevancia moderna, “La mente de los verdaderos santos se deleita y complace, primariamente y de manera inexpresable, en las cosas de Dios. Pero los afectos de los hipócritas dependen de todo lo contrario: ellos se regocijan, primariamente, en que Dios se ocupe mucho de ellos. Así, sobre esa base es que Dios les parece precioso.”52 En otras palabras, desde la perspectiva de Dios, el fundamento de la felicidad es que se nos conceda ver la infinita belleza de Dios y lo honremos por siempre. Ciertamente, los seres humanos valen mas que los pajarillos (Mat. 6:26), pero esa no es la base de nuestra felicidad. Eso simplemente significa que fuimos creados para magnificar la gloria de Dios y disfrutarlo de una manera en que los pajarillos nunca lo hacen.

¿Cuál es la Esencia de la Verdadera Virtud?

Implicación #4. Si el despliegue de la gloria de Dios y el gozo más profundo del alma humana son una misma cosa, entonces toda verdadera virtud entre los seres humanos debe aspirar a hacer que la gente se regocije en la gloria de Dios. Ningún acto es verdaderamente virtuoso—es decir, verdaderamente amoroso—si no procede y busca regocijarse en la gloria de Dios. La base para esta verdad está establecida en El fin Por el Cual Dios Creó el Mundo, pero su exposición se encuentra en La Naturaleza de la Verdadera Virtud, la cual Edwards escribió al mismo tiempo (1755) con el propósito de publicar en un solo volumen. Allí él dijo, “si hubiese una causa que determinase benevolencia de una persona hacia la humanidad excluyendo el amor a Dios, esta no podría ser la naturaleza de la verdadera virtud.”53

La razón de esta categórica incriminación contra toda “virtud” que excluya a Dios no es difícil de comprender en el mundo teocéntrico de Edwards: “Siempre que una mente virtuosa ejercita la verdadera virtud para beneficiar a los seres creados, busca principalmente el bien de la criatura que consiste en su conocimiento o visión de la gloria y la belleza de Dios, su unión con Dios y su conformidad con Él, amor a Él y gozo en Él.”54 En otras palabras, si la gloria de Dios es la única realidad plenamente satisfactoria en el universo, entonces tratar de hacerle bien a la gente sin procurar mostrarles la gloria de Dios e incitar en ellos el deleite en Dios, sería como tratar una fiebre con compresas frías cuando disponemos de penicilina. El apóstol Pablo nos advierte que es posible, y de nada me sirve “si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor”. (1Co 13:13).

El Pecado es un Sacrilegio y un Suicidio

Implicación #5 . Sucede también, que el pecado es el intercambio suicida de la gloria de Dios por las cisternas rotas de las cosas creadas. Pablo dijo, “Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Rom. 3:23, LBLA). El pecado es “no alcanzar”la gloria de Dios. Pero la palabra griega para “no alcanzan” (husterountai) significa “privación.” La idea no es que usted dispara una flecha a la gloria de Dios y la flecha no la alcanza, sino que usted podría haber tenido la gloria como un tesoro y no la tiene. En lugar de eso ha escogido otra cosa. Esto lo confirma Romanos 1:23 donde dice que la gente cambia la gloria del Dios incorruptible por semejanza de imágenes corruptibles. Este es el más profundo problema con el pecado: es el intercambio suicida de algo de infinito valor y belleza por un sustituto efímero e inferior. Esto es el gran insulto.

En las palabras de Jeremías Dios se refiere a esto como algo espantoso: "Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dice Jehová. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua ( Jer. 2:12-13). ¿Cuál es la esencia del mal? Es abandonar una fuente viva por cisternas rotas. Dios es menospreciado y nosotros morimos. Estas cosas son una misma: cuando escogemos la miseria azucarada nos burlamos del Dios dador de la vida. Debería ser al revés: la gloria de Dios debería ser exaltada en nuestro gozo eterno.

Un Gozo Eternamente Creciente en un Dios Imperecedero

Implicación #6. El cielo será el infinito y siempre creciente descubrimiento de más y más de la gloria de Dios y un gozo mayor y siempre en incremento. Si la gloria de Dios y nuestro gozo en Él son uno a pesar de que nosotros no somos infinitos como Él es, entonces nuestra unión con Él en la todo-satisfactoria experiencia de Su gloria nunca puede ser completa, sino que tiene que incrementarse con intimidad e intensidad por siempre y siempre. La perfección del cielo no es estática. Tampoco veremos de una vez todo lo que hay que ver—pues eso sería limitar la gloria de la auto-revelación de Dios y con ello, su amor. Tampoco nos convertiremos en Dios. Por lo tanto, siempre habrá más, y el fin del siempre creciente placer en Dios nunca llegará.

He aquí como lo explicó Edwards: “supongo que no se negará que Dios, al glorificar a los santos con una felicidad eterna, se propone satisfacer su infinita gracia o benevolencia otorgando un bien [que es] infinitamente valioso, porque es eterno: y sin embargo, nunca llegará el momento en que se pueda decir que ahora este infinitamente valioso bien ha sido otorgado en toda su totalidad.”55 Además dice que nuestro eterno ascenso hacia más y más de Dios será un “ascenso que nos elevará y elevará a través de esa infinita eternidad sin disminución (sino probablemente con incremento) de su celeridad [velocidad]... hacia alturas infinitas; si bien, nunca habrá un particular momento en el que se pueda decir haber ya alcanzado esas alturas.”56 Esto es lo que vemos a través opacamente como a través de un espejo en Efesios 2:7, “[Dios nos sentó en los lugares celestiales con Cristo] para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de su gracia, en bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” Se necesitaría un infinito número de edades para que Dios termine de glorificar las riquezas de Su gracia hacia nosotros—lo cual quiere decir que esto nunca sucederá.

Cuando las Criaturas Rehúsan Ser Felices en Dios

Implicación #7 . El Infierno es indescriptiblemente real, consciente, horrible y eterno—la experiencia en la cual Dios vindica el honor de Su gloria con una ira santa sobre aquellos que no se deleitaron en lo que es infinitamente glorioso. Si la gloria infinitamente valiosa es repudiada y la oferta del gozo eterno en Dios es finalmente rechazada, el agravio que se comete es tan despreciable que merece un sufrimiento eterno. Por esto dice Edwards, “Dios se propone satisfacer la justicia en la condenación eterna de los pecadores la cual será satisfecha con una condenación considerada no de otra manera que en relación a su duración eterna. Pero nunca llegará un momento particular en el que se pueda decir que la justicia ya ha sido satisfecha.”57 Acerca del amor y de la ira de Dios Edwards dice simplemente, “ambas cosas serán indecibles.”58

Las palabras de Jesús y las de los apóstoles confirman esto: será indecible. Así lo dijo el Señor, “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mat. 25:41-46). Y San Pablo dice que cuando Jesús regrese vendrá “en llama de fuego, para cobrar venganza de los que no conocen a Dios, y no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo [que significa confiando gozosamente en el todo suficiente amor de Dios en Cristo], los cuales serán castigados con eterna perdición excluidos de la presencia del Señor, y de la gloria de su poder” (2 Tes. 1:8-9).

Evangelismo: Laborando para Despertar Gusto por Dios

Implicación #8.

Si el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa, entonces el evangelismo significa describir la belleza de Cristo y Su obra salvadora con una sincera urgencia de amor el cual labora para ayudar a la gente a encontrar su satisfacción en Él. El área común más importante con los incrédulos no es la cultura sino la creación, no las necesidades inmediatas sino las necesidades masivas reales59. La famosa oración de Agustín es importante en todo: “Tú nos has hecho para Ti y nuestros corazones no encuentran paz hasta que descansan en Ti”60 Si una persona comprende que la imagen de Dios en el hombre es la inefablemente profunda aptitud de reflejar la gloria de Cristo a través del gozo eterno en Dios, entonces no va a extraer del gran evangelio la vida y el poder internos.

El evangelio no son las buenas noticias de que Dios se interesa mucho en mí; es “el evangelio de la gloria de Cristo.” Y el evangelismo, dice San Pablo, es el resplandor de “la luz del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios” (2 Cor. 4:4). Y cuando por medio de la oración, el testimonio y la iluminación de la gracia del Espíritu Santo los incrédulos súbitamente ven la gloria de Dios en Cristo y se regocijan en la esperanza, es porque el Creador del universo “ha resplandecido en [sus] corazones para darles la luz del conocimiento de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). Nuestra obra evangelista no es persuadir a la gente de que el evangelio fue hecho para sus necesidades inmediatas, sino que ellos fueron hechos para la gloria de Dios en el evangelio la cual satisface el alma.

La Predicación: Seduciendo a la Gente para Dios

Implicación #9. Similarmente, la predicación cristiana, como parte de la adoración corporativa de la iglesia de Cristo, es una celebración expositiva de las glorias de Dios en Su palabra, diseñada para seducir al pueblo de Dios de los placeres efímeros del pecado a los caminos sacrificiales de una obediente satisfacción en Él. Si la predicación debería enfocarse en magnificar a Dios, y si Dios es magnificado cuando Su pueblo lo prefiere sobre “las riquezas y placeres de la vida” (Luc. 8:14), entonces la predicación debe proponerse exponer los placeres suicidas del pecado y avivar la plenitud del gozo en Dios. El siempre presente énfasis debe ser:

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed.Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche.¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan,y vuestro trabajo en lo que no satisface? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma (Isaías 55:1-3)

Cuando Edwards consideró los objetivos de la predicación para la gloria de Dios dijo, “Yo debería pensar que mi responsabilidad es elevar los sentimientos de mis oyentes tan alto como me sea posible, siempre y cuando ellos sean no sean afectados sino por la verdad, con sentimientos que no estén en desacuerdo con la naturaleza de lo que los afecta.”61 Afectos elevados enraizados y proporcionados por la verdad—esa es la meta de la predicación. La verdad es la multiforme gloria de Dios en Su palabra; y los sentimientos exaltados consisten en la delicia del conocimiento de Dios y el temor de no ser feliz en Él. “Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón…servirás, por tanto, a tus enemigos” (Deu 28:47-48).

La Adoración Congregacional: El Hambre del Corazón que Honra a Dios

Implicación #10. La esencia de la auténtica adoración corporativa es la experiencia colectiva de una sincera satisfacción en la gloria de Dios o el temor de no tenerla y un gran anhelo por ella. La Adoración es para magnificar a Dios, no a nosotros, y Dios es magnificado en nosotros cuando nos satisfacemos en Él. Por lo tanto, la esencia inmutable de la adoración (no la forma externa que si cambia) es la satisfacción profunda y sincera en la gloria de Dios, el temor de no tenerla y el anhelo de ella.

El movimiento básico de la Adoración el domingo por la mañana no es venir con nuestras manos llenas para darle a Dios, como si Él necesitara algo (Hech. 17:25), sino venir con nuestras manos vacías para recibir de Él. Y lo que recibimos en Adoración es la plenitud de Dios, no sentimientos de entretenimiento. Debemos venir con hambre de Dios. Deberíamos venir diciendo, “Como el siervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti oh Dios el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal. 42:1-2). Dios es poderosamente honrado cuando un pueblo sabe que morirá de hambre y sed a menos que tengan a Dios.

Nada hace a Dios más supremo y central en la adoración que cuando un pueblo está plenamente persuadido que nada—ni el dinero, ni el prestigio, o el entretenimiento, o la familia, o el trabajo, o la salud, o los deportes, o los juguetes, o los amigos—nada le va a traer satisfacción a su pecaminoso, culpable y dolido corazón sino Dios. Esta convicción produce un pueblo que va tras Dios con fuerza cada domingo por la mañana. Este pueblo no se confunde respecto a por qué asisten al servicio de adoración. Ellos no ven los cantos, las oraciones y los sermones como meras tradiciones u obligaciones sino como medio de acercarse a Dios o por los que Dios los acerca a ellos para darles más de su plenitud—no importa cuán doloroso pueda eso ser para los pecadores a corto plazo.

Si el foco de la adoración congregacional cambia en darle a Dios en lugar recibir de Él, un resultado que he visto una y otra vez es que sutilmente ya no es Dios quien permanece en el centro, sino la calidad de nuestra adoración. ¿Estamos cantando como Dios se lo merece? ¿Están tocando los músicos sus instrumentos con la calidad que corresponde a la alabanza al Señor? ¿Es la predicación una ofrenda digna de Dios? Y así, poco a poco el foco deja de ser la indispensabilidad del Señor hacia la calidad de nuestra ejecución. Luego comenzamos a definir la excelencia y el poder en la adoración en términos de los distintivos técnicos de nuestros actos artísticos. Nada pone a Dios en el centro de la adoración como la convicción bíblica de que la esencia de la adoración es una profunda y sincera satisfacción en Él y la convicción de que la búsqueda temerosa de esa satisfacción es la razón por la que nos reunimos.

Además, esta visión de la adoración evita la trivialización pragmática de este acto santo. Si la esencia de la adoración es satisfacción en Dios, entonces la adoración no puede ser un medio para algo más. Simplemente no podemos decirle a Dios, “quiero satisfacerme en ti para lograr algo adicional.” Eso significaría que no estamos realmente satisfechos con Dios sino con algo más. Y eso lo deshonra, no lo glorifica.

Pero, de hecho, para miles de personas, y para muchos pastores, el evento de la “adoración” el domingo por la mañana es considerado como un medio para lograr algo que en realidad no es adoración. “adoramos” para recaudar dinero; “adoramos” para atraer multitudes; “adoramos” para sanar heridas humanas; para reclutar obreros; para mejorar la moral de la iglesia; para darle a los músicos talentosos oportunidad de ejercer su llamado; para enseñarle a nuestros niños los caminos de la justicia; para ayudar a los matrimonios a estar juntos; para evangelizar a los perdidos; para motivar a la gente a proyectos de servicio; para darle a la iglesia una atmósfera familiar.

Todo eso evidencia que no sabemos lo que es la verdadera adoración. Los afectos legítimos hacia Dios son un fin en sí mismo. Yo no puedo decirle a mi esposa: “me deleito grandemente en ti para que me hagas una buena comida.” No es así como funciona el deleite. El deleite debe enfocarse en ella no en una buena comida. No le puedo decir a mi hijo, “me gusta jugar pelota contigo—para que cortes el césped del patio” Si tu corazón se deleita verdaderamente en jugar pelota con tu hijo, ese deleite no debe ser un medio para que él lo que te favorece.

Yo no niego que la adoración congregacional autentica pueda tener cientos de buenos efectos en la vida de la iglesia. De la misma manera que el verdadero afecto en un matrimonio, la adoración autentica hace que todo sea mejor. Mi punto que en el grado en el que “adoremos” por otras razones que no sean Dios mismo, la adoración deja de ser autentica. Mantener la satisfacción en Dios en el centro nos guarda de esa tragedia.

Las Misiones Mundiales: Pasión por la Gloria

de Dios en el Gozo de las Naciones

Implicación #11 . Si el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa, entonces las misiones mundiales son una declaración de las glorias de Dios entre todas las naciones no alcanzadas con el fin de reunir adoradores que magnifiquen a Dios con el gozo de vidas radicalmente obedientes. “Proclamad entre las naciones su gloria” es otra manera de expresar la Gran Comisión (Salmo 96:3); “Alégrense y gócense las naciones” también lo es (Salmo 67:4). La meta es la misma: la gloria de Dios exaltada en el regocijo de las naciones.

El apóstol Pablo combinó la gloria de Dios y el gozo de las naciones diciendo que la meta de la encarnación fue “mostrar la verdad de Dios…para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito… Alegraos, gentiles, con su pueblo”. (Rom. 15:8-10). En otras palabras, el regocijo en Dios y la adoración a Dios son una, y eso es la meta de las misiones mundiales.

Nosotros Recibimos la Ayuda, Él Recibe la Gloria

Implicación #12. La oración es clamar a Dios por ayuda pues es claro que en Él es gloriosamente capaz y nosotros humilde y felizmente necesitados de gracia. El Dador recibe la gloria. Nosotros recibimos ayuda. Esa es la historia de la oración. “invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás”. (Salmo 50:15). Jesús dice que busques dos cosas en la oración: tu gozo y la gloria de Dios: “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” ( Juan 16:24), “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” ( Juan 14:13). Estas no son dos metas sino una. Cuando nos deleitamos en el Señor, el Señor es glorificado en concedernos el deseo de nuestro corazón (Salmo 37:4).

Erudición: Contemplando y Degustando a Dios en Cada Rama del Saber

Implicación #13. La labor de los estudios académicos cristianos es estudiar la realidad como la manifestación de la gloria de Dios para hablar de ella con precisión y saborear la belleza de Dios en ella. Creo que Edwards consideraría una masiva abdicación a la erudición el hecho de que tantos cristianos hagan tanto trabajo académico con tan escasa referencia a Dios. Si el universo y todo lo que en él existe es el diseño de un Dios infinito y personal para que su multiforme gloria sea conocida y amada, entonces abordar cualquier tema sin referencia al Dios de gloria no es erudición sino insurrección.

Además la demanda es aún mayor: pues la erudición cristiana tiene que ser permeada por afectos espirituales para la gloria de Dios en todas las cosas. La mayoría de los académicos saben que sin el apoyo de la verdad los afectos degeneran en un emocionalismo sin fundamento. Pero no muchos académicos reconocen lo contrario: que sin el estimulo de los verdaderos afectos espirituales, ver la plenitud de la verdad en todas las cosas es imposible. Por eso Edwards dice, “donde hay luz sin calor o una cabeza que almacena nociones y especulaciones con un corazón frio y desafecto no puede haber nada divino en esa luz y ese conocimiento no es el verdadero conocimiento espiritual de las cosas divinas.”62

Uno podría objetar que el tema de la de la psicología, la sociología, la antropología, la historia, la física, la química, el inglés, o la computación no son “cosas divinas” sino “naturales.” Pero eso pierde de vista el primer punto: para ver la realidad en verdad tenemos que verla en relación a Dios quien la creo, la sustenta y le da todas sus propiedades, relaciones y diseño. Ver todas las cosas en cada disciplina es ver “las cosas divinas”—las cuales, al final, son las principales cosas—. Por lo tanto, dice Edwards, no podemos verlas y no podemos tener erudición cristiana si no tenemos percepción espiritual y deleite en Dios, si no somos capaces de captar Su belleza en las cosas Él ha hecho.

Esta percepción, Edwards dice, es dada por Dios a través de un nuevo nacimiento sobrenatural, efectuado por la Palabra de Dios. “El primer efecto del poder de Dios en el corazón en la regeneración, es darle al corazón un gusto o sentido de lo divino; hacerlo que deguste la belleza y dulzura de la suprema excelencia de la naturaleza divina.”63 Por lo tanto, para hacer estudios académicos cristianos, una persona debe ser nacida de nuevo; esto es, una persona que no solo ve los efectos de la obra de Dios, sino que también saborea la belleza de la naturaleza de Dios.

El esfuerzo racional no es en vano, dice Edwards, aunque todo depende del regalo gratuito de la vida y la visión espiritual dado por Dios. La razón es que “mientras más conocimiento racional tengas de las cosas de Dios, más oportunidad tendrás, cuando el Espíritu haya inspirado tu corazón, para ver la excelencia de estas cosas y saborear su dulzura.”64

Es evidente que a lo que Edwards se refiere por “conocimiento racional” no debe ser confundido con el racionalismo moderno que excluye filosóficamente “las cosas divinas.” Aun más relevante en referencia a la intelectualidad cristiana es que para Edwards el “conocimiento racional” también excluye la imitación cristiana del método usado por el racionalismo para su labor académica. Pienso que Edwards encontraría que hay una clase de erudición cristiana que es metodológicamente incomprensible por su exclusión de facto tanto de Dios como de Su palabra en el proceso racional. La motivación de tal sistema parece ser el deseo de obtener respeto y aceptación en el mundo académico. Pero el precio es alto. Y creo que Edwards se cuestionaría si a largo plazo ese compromiso terminaría debilitando la influencia cristiana que exalta a Dios porque la concesión al naturalismo es más vociferante que la meta de la supremacía de Dios en todas las cosas. No solo eso sino que la misma naturaleza de la realidad seria distorsionada por una erudición que adopte una metodología que no ponga en primer lugar el fundamento, el poder permanente y la meta de la realidad que es Dios. Donde Dios es metodológicamente menospreciado será imposible un despliegue fiel de la realidad.

¿Cómo es entonces que esta visión de la intelectualidad es un resultado de la verdad de que el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo del alma humana son una misma cosa? Dios despliega su gloria en la realidad creada que es estudiada por los intelectuales (Sal. 19:1; 104:31; Col. 1:16-17). Pero el propósito de Dios en este despliegue no se realiza si el intelectual no ve ni saborea esta gloria. De modo que gusto, el aprecio y deleite del académico en la belleza de la gloria de Dios es la ocasión en que el despliegue de la gloria es completado. En ese momento, los dos se vuelven uno: la magnificencia de la gloria de Dios está en y a través de lo que la mente y el corazón del académico ven y degustan. Cuando el eco de la gloria de Dios hace eco en los afectos de un intelectual de Dios y resuena en sus palabras y sus escritos, la meta de Dios para la erudición cristiana es realizada.

Dios es Glorificado Cuando la Muerte es Ganancia

Implicación #14. La manera de glorificar a Dios en la muerte es enfrentando la muerte como ganancia. Pablo dijo que su pasión era que “Cristo fuese exaltado en [su] cuerpo, sea por vida o por muerte.” Luego agregó las palabras que muestran cómo Cristo seria exaltado en su muerte: “Porque mara mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:20-21). Cristo es engrandecido cuando la muerte es vista como ganancia. La razón de esto es simple: la gloria de Cristo es magnificada cuando nuestros corazones están más satisfechos en Él que en lo que la muerte nos quita. Si consideramos la muerte como ganancia porque nos acerca a Cristo (que es lo que Filipenses 1:23 dice que esta hace), mostramos que Cristo debe ser más deseado que todo lo que el mundo pueda ofrecer.

La Gran Responsabilidad: Sé tan Feliz Como

Puedas—en Dios Para Siempre

Implicación #15. Finalmente, si el despliegue de la gloria de Dios y el más profundo gozo de las almas humanas son una misma cosa, entonces as dijo C. S. Lewis, “es una obligación cristiana, como lo sabes, que seamos tan felices como nos sea posible.65 Jonathan Edwards expresó esta obligación con tremendo ímpetu en una de las setenta resoluciones que escribió antes de cumplir veinte años: “Resuelvo, procurar obtener para mí tanta felicidad en el otro mundo como pueda con todo el poder, potencia, vigor, vehemencia, y aún violencia de la que sea capaz o que pueda ejercer en cualquier forma imaginable.”66 Por supuesto, esta responsabilidad es establecida por los mandatos explícitos de la Escritura: “Deléitate así mismo en el Señor” (Salmo 37:4); “Servid al Señor con regocijo” (Salmo 100:2); “Regocijaos en el Señor siempre; otra vez os digo, regocijaos” (Filipenses 4:4); y muchos otros.

Algunas veces la gente pregunta: ¿debemos buscar ser obedientes a Dios o regocijarnos en Dios? Edwards respondería que esta pregunta envuelve una confusión de categorías. Es como preguntar, ¿Debo buscar frutas o manzanas? La obediencia es hacer lo que se nos dice. Y se nos ha dicho que nos deleitemos en el Señor. Por lo tanto, procurar el gozo en Dios es obediencia. De hecho, cuando el salmo dice, “Servid al Señor con regocijo,” implica que la búsqueda del gozo debe ser parte de toda nuestra obediencia, que es lo que la implicación #4 anteriormente expresa. No podría ser de otra manera si el gozo en Dios es esencial para magnificar la insuperable honra de Dios.

Espero que ahora sea evidente que la responsabilidad de estar satisfechos en Dios no es solo un buen consejo para nuestra salud mental. Está arraigado en la misma naturaleza de Dios como el que rebosa con la gloria de Su plenitud, la cual es magnificada al ser conocido, amado y disfrutado por Sus criaturas. Es por esto que digo de nuevo, que este descubrimiento ha hecho toda la diferencia en mi vida. Lo que le debo a Jonathan Edwards por guiarme en estas cosas es incalculable. Amo sus palabras, “la felicidad de la criatura consiste en regocijarse en Dios, por lo cual Dios también es magnificado y exaltado.”67 Pero también me encanta decirlo a mi manera: Dios es más glorificado en nosotros cuando nos satisfacemos más en Él.

Un Ruego Final y una Oración

La percepción central de Edwards—que Dios creó el mundo para desplegar la plenitud de Su gloria en el gozo centrado en Dios de Su pueblo—ha marcado toda la diferencia para mí. Aparte de todas las otras riquezas en la visión de Dios de Edwards solo esto justifica la recomendación que Charles Colson hace de él:

La iglesia occidental—mucha de ella deslizándose, amoldada a la cultura e infectada con la gracia barata—necesita desesperadamente escuchar el desafío de Edwards…Es mi convicción que las oraciones y el trabajo de quienes aman y obedecen a Cristo en nuestro mundo puede muy bien prevalecer a medida que conservan el mensaje de hombres como Jonathan Edwards.68

¡Cuánto oro para que estas palabras, y todo lo que he escrito, persuada a muchos a leer y a abrazar la gran visión de Edwards de la pasión de Dios por Su gloria en El Fin Por el Cual Dios Creó el Mundo, impreso en la segunda parte de este libro!

La Pasión de Dios por Su Gloria

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