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¡Ser PyME, una bendición!

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Desde que tengo uso de memoria me he desempeñado en estrecha relación con el mundo PyME, tanto como empresario o consultor.

Es común ver a los PyMEs quejarse de su condición; de que todo les resulta difícil y que no cuentan con ninguna ayuda.

No es extraño ver a un empresario pineno involucrarse en lo más mínimo y al mismo tiempo estar pendiente de todo.

Es como si solo fuera un FODA, donde en vez de describir cuáles son las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, solo nos concentráramos en las últimas dos.

No voy a negar que es complejo, pero es mi intención mostrarles que ser PyME, es una bendición.

Ser PyME significa ser ágil.

Ser PyME implica estar cerca del mercado y las necesidades de los clientes.

Ser PyME no es contar un sueño, es vivirlo todos los días.

Ser PyME es relación con el público y no transacción.

Ser PyME es conocer lo que se hace y de lo que se habla.

Ser PyME implica conciencia social y responsabilidad hacia todos los que trabajan en la empresa.

Ser PyME es el mayor aporte que uno puede hacer a su sociedad, porque el trabajo es la mayor fuente de estabilidad de cualquier país.

Ser PyME no es ambición, es convicción y pasión.

Ser PyME es sacrificio, como el de esos héroes de la historia que sacrificaron todo por el bien de la mayoría.

En el mundo actual ser PyME es una bendición, ¿Por qué? ¡Ya se los dije! Porque tienen flexibilidad, construyen relaciones, conocen a sus clientes, generan equipos comprometidos y, ¿saben qué?: eso, las grandes empresas no lo pueden hacer o les cuesta mucho. Al crecer despersonalizan las relaciones, pierden contacto con el cliente y sus necesidades; los empleados son un legajo y una ficha en un tablero.

–¿Si es fácil? ¡Claro que no! –¿Qué es fácil? –¿Acaso escalar una montaña, lograr un record olímpico o criar a tus hijos es fácil?

Es momento de que ustedes, –sí, ustedes, señores PyMEs–, dejen de renegar y aprovéchense condición para lograr no solo crecer, sino desarrollarse. Y así, como un adulto que tuvo una buena infancia y adolescencia, estarán más preparados para encarar la vida. Y seguramente recordarán esa infancia empresarial con añoranza.

Eso sí, cuando crezcan, no olviden seguir preservando en su interior eso que fue su mayor fuente de inspiración y cuando se miren al espejo, si miran atentamente, verán que aún siguen siendo PyMEs con todo lo bueno que eso puede implicar. Porque ser PyME no es una condición, es un sentimiento y un compromiso.

Así que ahora que saben que ser PyME es una bendición, no dejen pasar su próxima oportunidad y recuerden: “Un PyME no ve problemas, ve obstáculos para llegar a su sueño”.

ADN pyme

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