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Toda gran empresa fue pequeña
ОглавлениеSuele suceder que los empresarios PyMEs ven a las grandes empresas como algo lejano a su realidad. Es común escucharlos decir: “en las grandes empresas hay plata para todo”; “en una empresa grande trabaja cualquiera”; “un gerente de una gran empresa no dura ni cinco minutos en una PyME”, etc.
Las pequeñas empresas quieren parecerse a las grandes, pero no saben cómo; o lo ven como algo muy lejano, cosa que puede ser cierta y hasta irreversible sino se animan a entender los sacrificios que requiere el camino de pasar de ser pequeño a grande.
¿Por dónde comenzar? Comenzaré dándoles la razón en la primera afirmación de esta parte. Es verdad que en las grandes empresas hay plata para muchas cosas; también que muchas veces parece que cualquiera puede trabajar en una de ellas, aunque esto no es tan cierto; y también es real que, posiblemente en una PyME, un gerente de una gran empresa dure poco. Pero todo esto tiene una razón de ser.
Hace poco en un asado, chicaneé a un amigo que trabaja en una gran empresa preguntándole –¿qué pasa si mañana decidís no ir más a trabajar? Luego de pensar y tratar de evitar la respuesta, concluyó:.–Nada, hay alguien que me puede reemplazar. Esta es una de las mayores fortalezas de las grandes empresas; básicamente, las personas tomadas en forma individual no son indispensables.
Esta realidad es muy distinta en una PyME, donde si Roberto –el que armó la planilla de Excel que maneja la planificación financiera– no va a trabajar y no quiere entregar la clave, nadie sabe qué pasará mañana. O cuando se retira el que conoce a fondo el oficio, generando un caos en la organización.
Ahora bien, ¿cómo podemos empezar a pensar en grande? Lo primero es asumir que cuando uno quiere crecer, la empresa se vuelve más compleja y requiere de más procesos, más profesionales y delegación de tareas. Esta última suele ser la palabra más temida y, para muchos, una batalla ya perdida.
No delegar implica creer que el otro no va a hacer las cosas tan bien como ustedes. Que seguramente ganarán menos dinero, que esa persona se va a equivocar y que nada le va a importar tanto como a usted.
¿Alguna vez se preguntaron por qué una gran empresa con un 6% de rentabilidad neta festeja y usted por menos de un 20% no va a trabajar?
Daré un ejemplo claro de delegación. Si ustedes tienen niños y no tienen la posibilidad de encargarse de su crianza, seguramente enviarán a sus niños todos los días, y muchas veces durante largas jornadas, a una guardería. De alguna manera están delegando en un tercero la crianza de, nada más y nada menos, que de sus hijos.
Si están dispuestos a delegar lo más importante de su vida, ¿no deberían empezar a hacer lo mismo en su empresa?
Delegar no significa o implica dejar de controlar, de estar encima. Solo implica liberarse un poco de lo operativo para recuperar la visión estratégica del negocio.
Nunca olviden que son ustedes los máximos responsables de los resultados y por ende deben preservar la visión integral; ser grandes comunicadores y armonizadores. Deben tener la posibilidad de proyectar estratégicamente y poder delegar las cuestiones operativas en gente capaz, comprometida y profesional.
Deben ser como un buen número 5 en el fútbol, paren la pelota para ver si es momento de atacar o defender, y tal vez sea mejor un conservador 1 a 0,que perder por un gol en el último minuto por no poder adelantarse a la estrategia del contrincante.
“Si quiere una empresa de gigantes contrate gigantes, si quiere una empresa de enanos contrate enanos.” Es una famosa frase de un publicista llamado Ogilvy. Con esta frase él se refería con frecuencia a sus gerentes, invitándolos a que siempre buscaran el mejor talento y contribuyeran a que su organización contara con los mejores para afrontar los desafíos. Añadía recurrentemente “Si no podemos pagarles, significa que algo no estamos haciendo bien.”
La pregunta entonces sería ¿Están delegando correctamente? ¿Tienen verdaderos gigantes en su organización?