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¿Por qué?

Introducción a la primera parte

«A comienzos del siglo XXI, la humanidad se encuentra en una trayectoria insostenible, una trayectoria que, a menos que cambie, podría llevar a una catástrofe a gran escala». Así inicia James Martin su libro El significado del siglo XXI,2 que expresa un sentimiento cada vez más familiar. A continuación, ofrece una propuesta optimista para «asegurar nuestro futuro». Sin embargo, un profundo temor persiste en los corazones y las mentes de muchos de nosotros. Alrededor del mundo, las inquietudes son las mismas: ¿quién está en control? ¿Qué está ocurriendo en el mundo y hacia dónde va todo?

Estas preguntas resuenan con el estado de ánimo de nuestra cultura. Enfrentamos una espantosa variedad de incertidumbres. Hay dudas sobre el choque de civilizaciones, la violencia perpetrada por extremistas religiosos y la confusión moral que surge a partir de opiniones libertinas de todo tipo. Sentimos que hemos entrado en una era de incertidumbre donde nadie está en control. Es una falla sísmica en nuestro mundo, una profunda vulnerabilidad que mucha gente expresa.

Y no solamente tiene que ver con eventos globales. Se refleja también en una inquietud en nuestro mundo personal que muchas veces parece estar fuera de control. Recuerdo una conversación con el pastor de una iglesia en Londres, que confesó padecer esta inquietud. Él tenía setenta años, cincuenta como cristiano, y tuvo la pesada responsabilidad pastoral de consolar a una pareja joven que había perdido a su hija de cuatro años de una manera trágica. Este evento le hizo reconsiderar todo lo que creía sobre el sufrimiento y el carácter de Dios. No estaba amargado, pero sí profundamente perplejo. No podía entender cómo una tragedia como esta podía encajar con su entendimiento de Dios y su mundo. Muchos de nosotros confesamos haber pasado por una experiencia similar; nos damos cuenta de que existen muchas cosas en este mundo que aparentemente contradicen nuestra confianza en Dios.

Veremos a partir de la historia de Habacuc que una espiritualidad bíblica auténtica no teme confrontar realidades adversas. Habacuc insiste en que este mundo pertenece a Dios y que se involucra en él. Todos nosotros, tarde o temprano, confrontamos un punto de tensión entre lo que creemos acerca del carácter de Dios y sus propósitos y la realidad que nos rodea. Muchas veces descubrimos que nuestra experiencia no concuerda con nuestras creencias. Claro que podemos vivir vidas superficiales, separando ambos mundos. Podemos esquivar conversaciones sobre la difícil realidad de nuestro mundo y las certezas de nuestra fe. Nos imaginamos que la mejor descripción de la fe es aquella definición infantil: «tener fe es creer en cosas que sabes que no son ciertas». Lo que creemos y lo que ocurre en el mundo no parecen coincidir.

Este punto de tensión aparece con frecuencia en la Biblia, ya sea en la literatura sapiencial, los salmos o en los profetas, y es exactamente la experiencia que tuvo Habacuc. Porque como todo buen profeta, Habacuc anuncia la palabra de Dios a su pueblo. Pero lo que es especialmente interesante es que él también expresa nuestras inquietudes a Dios. Habacuc confronta a Dios con su confusión, y al hacerlo, habla por nosotros. ¿Realmente Dios está en control? Mientras miraba al desconcertante panorama de su mundo, ¿cómo podía Habacuc estar seguro de que este Dios era el Dios del universo, el Dios que dice gobernar desde su trono? Según Habacuc, Dios había hecho tantas promesas a su pueblo —que por medio de ellos «todas las naciones del mundo serian bendecidas»— sin embargo no parecía que estas promesas se cumplían. El nombre de Habacuc puede significar «abrazar», lo cual expresa cómo él acogió, en su corazón, los sufrimientos y dolores de su gente. Este significado también puede darnos una pista de su propia lucha con Dios mientras lidiaba con toda clase de cuestionamientos desconcertantes.

Sin embargo, Habacuc es un libro sobre los propósitos de Dios para su pueblo y para su mundo. En el curso de tres capítulos, veremos cómo Dios ayuda al profeta a entender esa realidad.

El estado de ánimo de nuestra era: ¿Puedes pensar en asuntos que aumentan el sentido de incertidumbre entre los que te rodean en el trabajo, la iglesia o en tu hogar?El punto de tensión: ¿Estás de acuerdo en que existe un punto de tensión entre lo que los cristianos creen y lo que sucede alrededor del mundo? ¿Dónde percibes esta tensión más agudamente?¿Por qué algunos cristianos prefieren negar o ignorar esta tensión?La esencia de la fe: hemos sugerido que muchas veces las personas se imaginan a la fe como una actitud extrañamente irracional —«creer en cosas que sabes que no son ciertas». Piensen juntos en otras definiciones de fe que podrían ofrecer a un amigo escéptico.

El capítulo 1 comienza con un diálogo entre Habacuc y el Señor, regido por la pregunta «¿por qué?». El diálogo contiene tres secciones principales, las cuales examinaremos en los siguientes dos capítulos.

2. James Martin, The Meaning of the 21st Century (London: Eden Project Books, 2006), 3.

Del ¿por qué? a la adoración

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