Читать книгу Diccionario de plantas medicinales - Jordi Cebrián - Страница 6
ОглавлениеIntroducción
Las plantas medicinales están de moda. Puede parecer una aseveración trivial o propagandística, pero lo cierto es que basta con acercarse a una de las muchas herboristerías que hay en cualquier ciudad para comprobarlo. Cada vez son más los que confían en sus propiedades curativas y ya no es nada raro encontrar largas colas de clientes en una herboristería esperando pacientemente su turno. Tanto es así que las farmacias han estado pugnando por obtener la exclusividad en la venta de determinadas plantas y ya llevan años ofreciendo numerosos productos naturales que antes estaban limitados a centros especializados en medicina natural. Da la impresión de que la sociedad occidental, después de casi dos siglos distanciándose de los remedios naturales hasta casi llegar a ignorarlos, los han redescubierto ahora. Cada vez son más los que comprenden que no siempre es necesario recurrir a medicamentos químicos, muchas veces agresivos pero de acción contundente y rápida, para paliar dolencias corrientes que bien pudieran ser aliviadas con soluciones acaso más lentas, pero también mejor adaptadas a la respuesta natural del organismo. Trastornos digestivos, catarros y afecciones respiratorias, dolores de cabeza y musculares, inflamaciones osteoarticulares, infecciones genitourinarias, trastornos ginecológicos, problemas dermatológicos y una gran diversidad de dolencias relacionadas con los nervios pueden encontrar en las plantas una vía amable y a la vez eficaz de disminuir e incluso disipar sus efectos.
Las plantas medicinales han sido muy utilizadas por nuestros ancestros y se continuan usando con la misma confianza y frecuencia en muchas comunidades rurales de cualquier país. Mayor presencia mantienen aún en las tradiciones de zonas más lejanas de las nuestras pero de las que podemos aprender mucho, como la oriental, especialmente en China y en India, la que practican los pueblos amazónicos, la que han utilizado los aborígenes australianos o los bosquimanos del África austral, etc. Del conocimiento meticuloso de las hierbas medicinales del entorno obtuvieron remedios muy diversos para enfrentarse a las dolencias que más les atormentaban. Cierto es que la medicina ha evolucionado de manera imparable y que lo seguirá haciendo, para beneficio del ser humano (o mejor deberíamos decir que para el beneficio de un sector limitado de la población mundial). Pero también es cierto que una gran parte de los medicamentos actuales (hay quien lo cifra en el 50 %) están basados en principios activos aislados de las plantas medicinales. Algunos de estos principios son agentes potencialmente tóxicos, como alcaloides y glicósidos cianogénicos, pero ellos que se derivan medicamentos muy activos que deben ser aplicados con cautela y bajo estricto control médico. La digitoxina presente en la bella digital es un tónico cardiaco muy útil para favorecer el ritmo cardiaco. La atropina que se encuentra en la belladona reduce los espasmos. Junto a la atropina, otros alcaloides igualmente tóxicos como la hiosciamina y la escopolamina, contenidos en plantas muy venenosas como el beleño negro y el estramonio, se han usado para tratar el asma. Otras sustancias presentan un efecto mucho más suave o progresivo. Los taninos, contenidos en muchas de ellas, aumentan nuestra resistencia a las infecciones y ejercen una acción astringente que puede ser de gran utilidad en diarreas y para atajar todo tipo de hemorragias y fluidos corporales. Los mucílagos protegen las mucosas y la piel de las posibles irritaciones. Los flavonoides refuerzan las paredes de los capilares y facilitan una buena circulación sanguínea. Los principios amargos estimulan la secreción de las glándulas salivares y los jugos digestivos, mejorando la absorción de nutrientes. A las saponinas, entre otras facultades, se les atribuye una fuerte acción hormonal. Fenoles como el ácido salicílico mitigan el dolor. El contenido de sales minerales y vitaminas de muchas plantas compensa el déficit de estos agentes en nuestro organismo y nos ayuda a superar situaciones de debilidad, agotamiento y anemia. De todo ello hablaremos en el siguiente capítulo, dedicado a los principios activos.
Muchas veces, la particularidad curativa de la planta queda reflejada en su denominación específica, como es el caso de la vulneraria Anthyllis vulneraria, que se usa para curar heridas, o el espino cerval Rhamnus cathartica y la jalapa Ipomea purga, que aluden a sus evidentes propiedades laxantes y purgantes. A la hepática se le atribuía antiguamente un efecto protector sobre el hígado; la saxifraga o hierba de las piedras alude con su nombre popular a la capacidad para romper las piedras, incluidas las del riñón. Muchas plantas merecieron a juicio de Lineo el epíteto específico de officinalis, en alusión general a sus propiedades medicinales. Es el caso, entre otras muchas, del romero Rosmarinus officinalis, el diente de león Taraxacum officinale, la consuelda Symphitum officinale, el jengibre Zingiber officinale, el malvavisco Althae officinalis, la esparraguera Asparagus officinalis, la eufrasia Euphrasia officinalis, o la caléndula Calendula officinalis.
LAS VENTAJAS DE LAS PLANTAS
Éstos son de manera esquemática algunos de los argumentos a favor del uso de plantas medicinales, y que, sin desmerecer los medicamentos convencionales, pueden ser tenidos en cuenta en determinadas situaciones que afecten a la salud.
•Reparación global del organismo: Las hierbas ejercen sobre el organismo una acción global más efectiva que los medicamentos a causa, básicamente, de la interacción entre sus diferentes principios activos.
•Un mayor efecto preventivo: Las hierbas tienden a estimular una acción protectora y reguladora de las funciones defensivas del organismo, preparándolo contra la actividad de posibles agentes externos.
•Menores efectos secundarios: Probados durante milenios, muchas veces el efecto de las hierbas medicinales puede ser más suave o progresivo que el obtenido con determinados medicamentos, con el aliciente de las escasas posibilidades de efectos secundarios o secuelas.
•Efecto más duradero: Debido a su mejor tolerancia, los tratamientos con plantas medicinales pueden seguirse durante largos periodos.
•Acción polivalente: A diferencia de los medicamentos, que son prescritos para una dolencia muy específica, las hierbas, a causa de sus múltiples propiedades, pueden actuar sobre diferentes dolencias al mismo tiempo.
•Complemento seguro: Las plantas pueden servir también de complemento a tratamientos con medicamentos convencionales.
POR QUÉ CURAN LAS PLANTAS
La fuerza curativa y reparadora de las hierbas medicinales viene dada por una amplia variedad de principios activos que son capaces de producir a partir de sustancias tan simples y tan comunes en el medio ambiente que nos rodea como el agua, el dióxido de carbono o el nitrógeno. Conocer a fondo cómo actúan estos componentes activos es indispensable para llegar a descubrir el comportamiento de las plantas en nuestro organismo y la manera en que inciden sobre nuestra salud.
Ejemplos de plantas ricas en principios activos
Aceites volátiles | Angélica, caléndula, hipérico, lúpulo, manzanilla, melisa |
Ácidos orgánicos | Borraja, grosellero negro, onagra, sauce blanco |
Alcaloides | Amapola, avena, boldo, hidrastis |
Almidón | Avellanas, castañas, maíz |
Azúcares | Arándano, frambueso, madroño, manzano |
Cumarinas | Apio, hinojo, meliloto, viburno |
Flavonoides | Abrótano hembra, bolsa de pastor, cardo mariano |
Glucósidos | Áloe, damiana, rosal silvestre, ruibarbo chino, saúco |
Minerales | Ajenjo, alcachofera, cola de caballo, diente de león |
Mucílagos | Gordolobo, llantén mayor, malvavisco, pulmonaria, tusílago |
Saponinas | Gordolobo, regaliz, saponaria |
Taninos | Agrimonia, bistorta, madroño, nogal, ulmaria |
Vitaminas | Alfalfa, frambueso, ginseng, ortiga, paciencia |
Las plantas actúan como minilaboratorios químicos. A partir de dos sustancias inorgánicas como son el agua, que absorben del suelo, y el dióxido de carbono, que captan del aire, son capaces de producir glucosa a través de la fotosíntesis. Esta reacción química es posible gracias a un pigmento de color verde que únicamente se encuentra en las plantas, la clorofila, capaz de captar la energía del sol y transformarla en materia viva. Por este proceso químico del que participan el agua, el dióxido de carbono y la luz solar se obtienen la glucosa y el almidón, base de la vida química en el planeta. La glucosa y el almidón producidos por las hojas se combinan con las sales minerales absorbidas por las raíces, lo que permite a las plantas sintetizar diversos principios activos como lípidos, taninos, glucósidos y vitaminas. Queda mucho por investigar en este campo. Hasta ahora se han identificado más de 12.000 principios activos, muchos de los cuales son los responsables directos de la capacidad curativa de las plantas. A continuación detallamos algunos de los principios activos más frecuentes en las plantas medicinales e iremos citando de manera reiterada a lo largo de este diccionario:
•Azúcares: Se encuentran sobre todo en los frutos. Los más comunes son la glucosa, la fructosa y la sacarosa. Son utilizados como fuente de energía básica por los organismos vivos a causa de su alto poder tonificante. Madroño, frambueso, zarzamora, arándano, fresa, cerezo, manzano y limonero son plantas ricas en azúcares.
•Almidón: Es el hidrato de carbono más importante de los producidos por las plantas. Tiene un alto poder energéticopues libera glucosa en las células y actúa como antiinflamatorio sobre la piel y las mucosas. El maíz, las castañas y las avellanas destacan por su riqueza en almidón.
•Mucílagos: Son unas sustancias de consistencia gelatinosa que absorben agua con gran facilidad. Ello les confiere la virtud de lubricar y proteger las mucosas del aparato digestivo, evitando la irritación, la inflamación y la acidez. Actúan también sobre las vías respiratorias y urinarias, por todo lo cual son de gran utilidad en inflamaciones del aparato digestivo, gastroenteritis, inflamaciones de la vejiga, laringitis, bronquitis, etc. El llantén mayor, tusílago, malva, malvavisco, pulmonaria, gordolobo, tilo y el olmo rojo son plantas ricas en mucílagos.
•Inulina: Es un glúcido formado por una cadena de moléculas de fructosa y se localiza principalmente en la raíz. Al no contener glucosa es mucho mejor tolerada por los diabéticos y favorece las funciones del hígado. Las raíces de echinácea, consuelda, diente de león, achicoria, alcachofera y bardana son ricas en inulina.
•Aceites volátiles: Son sustancias grasas líquidas que se extraen a presión en frío de los frutos y semillas de algunas plantas con el fin de producir aceites esenciales. Tienen poderes antiinflamatorios, estimulantes, laxantes y antisépticos, con capacidad para reducir los niveles de colesterol y para proteger la piel. Son ricas en aceites la borraja, onagra, hipérico, angélica, maíz, olivo, manzanilla, melisa, romero, lúpulo, eneldo, tomillo y salvia.
•Vitaminas: Los vegetales son la principal fuente de vitaminas para nuestro organismo, que no puede producirlas por sí solo a pesar de ser indispensables para su desarrollo. Cada vitamina es responsable de una función concreta y beneficiosa para la salud. La mayoría de las plantas contienen vitaminas, aunque en una proporción muy desigual. Zanahoria, frambueso, manzano, alfalfa y acedera son ricas en vitamina A. El rosal silvestre, la ortiga, las bayas del espino, la naranja y el limón son ricos en vitamina C. El maíz, el berro y el sésamo destacan por su contenido en vitamina E.
•Minerales: Muchas plantas son ricas en minerales y por tanto un importante suplemento reconstituyente. Estos minerales se convierten en sales cuando son asociados a determinadas moléculas de ácidos. La borraja y la pulmonaria destacan por su contenido en calcio, como la ortiga, que también contiene hierro y potasio. Este último mineral está igualmente presente en el diente de león, el ajenjo y la alcachofera. En la cola de caballo abunda el sílice.
•Alcaloides: Son sustancias nitrogenadas - contienen una molécula de nitrógeno- que pueden mostrarse muy activas incluso a pequeñas dosis. Existen varios tipos de alcaloides, algunos con una determinada toxicidad, por lo que es preciso conocer las contraindicaciones de la planta en cada caso. Facilitan diferentes funciones en nuestro organismo y muchas veces van asociados a ácidos orgánicos y taninos. Los alcaloides son responsables de la acción protectora que el boldo ejerce sobre el hígado, o de la acción tonificante de la avena y el hidrastis.
•Glucósidos: Son componentes químicos muy activos. Para que actúen en nuestro organismo es indispensable que sus moléculas sean descompuestas por la acción de un enzima, lo que facilita la liberación de una sustancia no azucarada llamada genina. Existen diferentes tipos de glucósidos, con propiedades específicas.
•Antocianinas: Aportan la coloración azulada, morada o rojiza a flores y bayas. Ejercen una acción antiinflamatoria, antiséptica y vasoprotectora. Las encontramos en el arándano, el rosal y la zarzamora.
•Antraquinonas: Ejercen su acción sobre los intestinos con un efecto laxante y purgante destacado. Son digestivas y equilibran las funciones del hígado y la vesícula. Aloe, paciencia, sen y ruibarbo chino son especialmente ricas en esta sustancia.
•Glucósidos cardíacos: Ejercen una acción directa sobre el corazón, regulando el ritmo cardíaco y aumentando la fuerza de las contracciones. Son ideales para personas con problemas coronarios, pero deben administrarse bajo supervisión médica. La digital es la planta clásica de este grupo.
•Glucósidos cianogénicos: En pequeñas dosis tienen un efecto sedante y antiespasmódico, pero en dosis altas pueden ser tóxicos. Están presentes en el cerezo negro americano y el saúco.
•Flavonoides: Su función más destacada es la de reforzar la pared de los capilares, por lo que son muy útiles para mantener una buena circulación sanguínea. Son responsables de las propiedades antihemorrágicas, diuréticas y antiinflamatorias de muchas plantas, como el espino blanco, la bolsa de pastor, el abrótano hembra, el castaño de indias y el hisopo.
•Saponinas: Las hay de dos tipos, triterpénicas y esteroidales. Tienen un efecto expectorante y diurético y se encuentran en muchas plantas, como el gordolobo, la polígala, la primavera, el regaliz y la saponaria.
•Cumarinas: Hay de diversos tipos y son anticoagulantes, venotónicas, antiespasmódicas y antibióticas. Se encuentran en plantas como la bardana, el rusco, el castaño de indias, el viburno, el meliloto, el hinojo y el apio.
•Taninos: Son producidos por la mayoría de las plantas y se localizan en la corteza. Tienen un fuerte efecto astringente y antihemorrágico, que favorecen la reducción de las inflamaciones y la cicatrización de las heridas. En dosis altas pueden llegar a impedir la absorción de las sales minerales, por lo que no deben tomarse plantas ricas en taninos durante largos periodos. Nogal, roble, castaño, bistorta, madroño, ulmaria, agrimonia y tormentila contienen abundantes taninos.
•Ácidos orgánicos: Existen de diferentes tipos como los ácidos oxálicos, los ácidos grasos poliinsaturados (linoleico y gammalinolénico, presentes en la onagra y la borraja) y el ácido salicílico. Este último destaca por su potente poder analgésico y antiinflamatorio y está presente en plantas tan diversas como el sauce blanco, el tomillo, la primavera, la mejorana, el pensamiento y la pulmonaria.
•Principios amargos: Son sustancias diversas que tienen en común su intenso sabor amargo, capaz de estimular la secreción de las glándulas salivares y regular las funciones del sistema digestivo. Contienen estas sustancias el laurel, el ajenjo o la genciana.
EL AMOR POR LAS PLANTAS
El amor por las plantas va, por supuesto, mucho más allá de los usos que se puedan hacer de ellas como remedios curativos. Conocer las plantas y distinguir las distintas especies en nuestros paseos por el campo es una buena manera de penetrar en los secretos fascinantes que nos tiene reservados la Naturaleza y que escapan a una mirada superficial, que no atiende a los matices. El paisaje vegetal, muy lejos de ser uniforme y aburrido, cambia sin cesar a lo largo no sólo de las estaciones, sino de los meses e incluso de las semanas. Árboles y arbustos están siempre, pero la mayoría no dejan de mudar su aspecto. Las plantas herbáceas, por su parte, siguen un ciclo vital distinto si son anuales, bienales o perennes (con numerosas excepciones en cada caso), pero en algún momento del año avisan de su bella presencia al florecer, y acabarán culminando su función como seres vivos posibilitando la dispersión de sus semillas. Por poco que nos fijemos, comprobaremos que el paisaje no será el mismo en febrero, cuando empiezan a florecer los cerezos y los almendros, que un mes después, cuando los campos se inunden de amapolas y fumarias, y los bosques y matorrales mediterráneos se vean bordeados de las matas floridas de las jaras y los brezos. Las borrajas, las collejas, la bolsa de pastor y las perpetuas de nuestros paseos de abril y mayo, se verán sustituidas por milenramas, hinojos y malvaviscos cuando entremos ya en el verano, o por zanahorias silvestres, oréganos, achicorias, artemisas y conizas cuando esté ya muy avanzado. Y en otoño aún serán muchas las plantas que nos llamarán la atención, sea con la oferta de sus frutos, o con su floración prolongada o tardía, como es el caso de la aromática ajedrea, del cólquico, de la ubicua olivarda, del calamento o del narciso de otoño. Tampoco serán las mismas las plantas con las que nos tropecemos en las estepas, en los bosques, en las dunas y en las montañas. En cada hábitat nos sorprenderán las formas y colores más diversos. Conocer la naturaleza es amarla y si la amamos contribuiremos a protegerla.
Este diccionario pretende ser un homenaje a esas personas que hacen de las plantas una forma de vida, desde los estudiosos y científicos a los aficionados que salen cada fin de semana a observarlas, a los que las recrean en sus dibujos y sus fotografías, pero muy especialmente a los herbolarios de ahora y de siempre, que han sabido transmitirnos la confianza en sus múltiples aplicaciones reparadoras.