Читать книгу Entre el tiempo y la distancia: implicaciones criminológicas del juego - Jordi Ortíz García - Страница 5

Prólogo

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Todos los ciudadanos vemos con preocupación la irrupción masiva de los establecimientos de juego en los pueblos y en las ciudades. Algunas asociaciones vecinales que están en contra de las casas de apuestas han llegado a decir: “No queremos que haya otra droga más en los barrios humildes” e incluso algunos tertulianos se han atrevido a ir más allá, calificando esta expansión del juego como: “suicidio antropológico”. Quizás sea excesiva esa afirmación y no haya que llegar a ese nivel de alarma. Sin embargo, no se puede dejar de prestar atención a los costes sociales inherentes a este tipo de actividad que por su permanente cotidianidad pasan inadvertidos, convirtién-dose en algo rutinario en la vida diaria en una sociedad que lo asume como un mal necesario.

Al mismo tiempo, como advierte el autor de este libro, la inquietud por el juego se pone más de manifiesto cuando afecta a la población joven. Este hecho ha provocado que disciplinas como la sociología, psicología o criminología muestren nuevamente interés por los comportamientos y consecuencias que puede provocar el fenómeno del juego entre los más jóvenes. Además de la preocupación por el aumento de los espacios físicos destinados al juego, en este sector de la población, también preocupa, casi en mayor medida, el juego online. Esta última modalidad de juego conviene destacar que genera mayores beneficios que la modalidad basada en la presencia física en las casas de apuestas y, al mismo tiempo, es más complicada su regulación.

Por otra parte, es fácil pensar que los hábitos del juego se ven potenciados por la facilidad que ofrece el juego online. Las generaciones más jóvenes poseen unas competencias en el dominio de los entornos virtuales superiores a las de sus predecesores, por tanto, la predisposición al juego a través de internet en edades tempranas es mucho mayor.

Según se refleja en el análisis realizado por el autor para intentar definir el perfil de las personas más habituadas a realizar apuestas en cualquier modalidad, lo primero que se puede afirmar es que es una población muy heterogénea, lo que dificulta obtener una clara definición del jugador. Sin embargo, sí existen algunos aspectos destacables como: el género y la franja de edad. Según los datos del Gobierno de España, más de 1.400.000 españoles son jugadores activos. De los cuales, más del 80 por ciento son hombres, frente al 20 por ciento de mujeres. Con respecto a la edad del jugador en activo, los datos muestran que mayoritariamente los jugadores se encuentran en la franja de edad entre los 18 y 45 años, a pesar de que existe una mayor preocupación por el aumento de menores que juegan.

Desde el punto de vista de la generación de actividad económica hay que destacar que la aportación al producto interior bruto es del 0,9 por ciento. Tampoco es para nada despreciable la contribución a las arcas públicas que aportan los impuestos recaudados por el juego. Evidentemente, esta es la única parte netamente positiva del negocio del juego, pero es necesario evaluar la repercusión económica y social que puede provocar el juego en determinados extractos de la sociedad.

Así, las administraciones públicas en función de sus competencias están cada vez más implicadas en mitigar las consecuencias de esta actividad, regulando en la medida de lo posible el ejercicio de los establecimientos de juego. En este sentido, el lector podrá encontrar una extensa y precisa revisión normativa en los capítulos 2 y 3 del presente libro, acompañada de datos muy relevantes de esta realidad tan presente en el contexto nacional y regional.

Un aspecto destacado de la publicación y que cada vez está más presente en estudios criminológicos es la consideración del elemento geográfico. El análisis del espacio, así como de la distribución espacial de cualquier fenómeno ayuda comprender mejor el efecto que provoca éste en un territorio concreto. En las páginas de este libro se puede ver como tanto desde el punto de vista normativo, como desde la seguridad y el análisis social el espacio juega un papel importante.

La criminología, sin duda, tiene una larga tradición en el análisis de factores ambientales en la distribución geográfica de la delincuencia, e incluso (aunque en menor medida) en el análisis de las decisiones privadas y públicas que afectan la distribución geográfica de factores de riesgo de la misma. Sabemos que la delincuencia no se distribuye de forma homogénea y aleatoria en el espacio territorial, sino que por el contrario se encuentra bastante concentrada, por ejemplo, autores como Weisburd, Groff and Hang observan que el 5% de los segmentos de calle producen al menos la mitad de la delincuencia en muchas ciudades. Aunque modelos más tradicionales, con raíces en la Escuela de Chicago, explican esta concentración sobre la base de como propiedades estructurales de los barrios (movilidad residencial, hiper-segregación, exclusión social) afectan los “niveles sistémicos de control social” o la “eficacia colectiva” que permite a los residentes de los barrios inhibir la delincuencia en sus comunidades. Durante la década de los 80 modelos alternativos (la teoría del patrón delictivo, el enfoque de las actividades cotidianas, y la criminología medioambiental) empezaron a desarrollarse de forma simultánea en Estados Unidos, Canadá, y el Reino Unido. Los autores enmarcados en estas nuevas líneas reconocen como la ciudadanía se mueve de forma cotidiana durante los espacios territoriales (para ir a trabajar, para ir a centros de educación, para desplazarse a espacios de ocio, etc.) y como estos desplazamientos urbanos crean las estructuras de oportunidad que nos permiten entender la geografía de la delincuencia. Estas nuevas perspectivas prestaban especial atención a que aspectos de la geografía física de las ciudades podrían operar como “generadores del delito” (atrayendo a volúmenes grandes de población) o “atracadores del delito” (concentrando oportunidades para el delito que son bien conocidos a los delincuentes). Especial atención merece a estos autores la posible existencia de establecimientos criminógenos. Numerosos estudios han ido orientados a tratar de establecer, por ejemplo, de que forma la distancia de distintos tipos de establecimientos (bares, colegios, estaciones de meto, etc.) están asociadas con los niveles de delincuencia observada. Estudios llevados a cabo en nuestro país han venido precisamente a estudiar como particulares tipos de establecimientos (burdeles, establecimientos de venta de alcohol, restaurantes, estadios de futbol, o alquileres de AirBnB) pueden impactar la geografía de la delincuencia registrada por la policía.

Un elemento central en este tipo de análisis es el papel que las oportunidades delictivas están ligadas a particulares espacios. No cabe duda de que el grado de acceso a espacios de juego representa una condición indispensable para poder participar, de forma física, en el juego. Y, por tanto, entender la ubicación geográfica de estos espacios es clave para entender la distribución de oportunidades de participar en el mismo, de forma física presencial. Es esta obviedad lo que ha llevado a un conjunto de normas que han pretendido, de forma un tanto brusca, condicionar la distribución geográfica de los mismos. Los ejemplos propuestos en la publicación, fruto de una profusa revisión, muestran a las claras la necesidad de profundizar en la componente geográfica en este tipo de estudios. Así, puede verse con meridiana transparencia que no existe unanimidad en la definición de la distancia entre las casas de apuestas y los centros educativos en el conjunto de las distintas comunidades autónomas para preservar al grupo de edad más vulnerable, los jóvenes. Tampoco existe un consenso a nivel internacional y, según nos dice el autor, apenas hay estudios que permitan definir una ubicación adecuada para minimizar las consecuencias de la proximidad de los establecimientos de juegos a los colectivos más sensibles.

A la luz de lo descrito anteriormente, se desprende que el objetivo principal de esta publicación se centra en caracterizar los efectos que provoca la proliferación de los establecimientos de juego, prestando especial atención: al análisis espacial y a los efectos sociales y económicos en los grupos más vulnerables. El autor aspira a ir más allá del probablemente superficial modelo implícito en esta normativa y que asume, sin comprobar, si el grupo de edad protegido, los menores, se pueden ver protegidos por la misma, una vez entendemos su patrón de participación en este tipo de actividades. Los datos de que se dispone, como el propio autor honestamente reconoce, son limitados, pero representan un primer esfuerzo en ir más allá de modelos que necesitan entender estos patrones de juego por parte del colectivo protegido. Como no puede ser de otra manera, para dar mayor compleción al estudio se han analizado tanto espacios concretos, el entorno urbano de la ciudad de Cáceres, como espacios más dispersos, entornos rurales de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Por supuesto, al analizar el territorio extremeño no se puede olvidar su carácter fronterizo por todo lo que ello comporta, por tanto, se aprecia como muy conveniente e interesante analizar la distribución de las casas de apuestas a lo largo de la frontera hispano-lusa. La relación entre los pasos fronterizos activos y la situación de las casas de juego han reflejado una marcada relación que a todas luces condiciona su ubicación.

El trabajo claramente evidencia la hipocresía, cinismo, o ignorancia que ha guiado estas respuestas legislativas que han proliferado en nuestro país. Son, en gran medida, normativa simbólica en la medida que, si como en Extremadura, carecen de carácter retroactivo, tienen mucho de ruido y poco de nueces, pues no pueden alterar una distribución de estos espacios que en su estructura pre-existente, como el autor claramente documenta, se encuentra muy alejado de los nuevos estándares normativos aprobados. Frente a una industria que no tiene escrúpulos en emplear todo tipo de arquitectura de elecciones para incentivar el uso continuado y que es capaz de generar efectos sociales y de salud tan serios como aquellos documentados por la literatura científica, no se puede actuar con tan poco diente y visión.

Para terminar este prólogo nos gustaría destacar la habilidad del autor de este interesante estudio para enfrentarse a cuestiones de plena actualidad y, ciertamente, muy controvertidas, donde se ve reflejado su buen hacer, así como su valentía para abordar problemas que preocupan y ocupan tanto a las administraciones públicas como al conjunto de los ciudadanos. Preocupaciones y ocupaciones que muchas veces presentan intereses contrapuestos, generando un debate público permanente en el que hay que transitar consumo cuidado para no levantar ningún tipo de susceptibilidad.

Personalmente, siempre hemos pensado que muchos profesores tenemos la inmensa fortuna de trabajar en algo que nos apasiona y nos llena de satisfacción y, por si eso fuera poco, a veces nos encontramos con compañeros y alumnos que nos hacen más agradable nuestro trabajo por su buen trato. La empatía con los demás es una competencia fundamental en los roles docente y discente que no está suficientemente valorada en una sociedad tan llena de ránquines. Sin duda, haber colaborado en varias actividades con el autor de este libro es una de esas gratas experiencias que nos ha ofrecido nuestra profesión. Es un honor y una gran satisfacción para nosotros, por tanto, poder redactar el pró-logo de esta obra de un buen compañero y una mejor persona.

Juan José Medina y José Antonio Gutiérrez

Mérida y Cáceres, 21 de abril de 2021

Entre el tiempo y la distancia: implicaciones criminológicas del juego

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