Читать книгу Punta de lanza - Jorge A. Freire - Страница 9
ОглавлениеCuentos
Todas las cenicientas están teñidas
y manchan las almohadas,
y me canso de buscar pies descalzos que vestir,
ni yo soy tan bestia,
ni tú tan bella,
y el lobo no era feroz,
y Caperucita odiaba el rojo
y además era daltónica,
cursi,
ninfómana,
mala vecina
y abandonó a su abuela en una gasolinera.
La bruja del cuento era ignífuga,
y la leña estaba húmeda,
y los dulces se pusieron duros,
y los niños no murieron de un torzón,
pero poco les faltó,
mientras sus compañeros de clase
comían en comedores sociales,
sufrían acoso,
no tenían móvil de última generación,
ni paga que gastar.
Los enanitos jugaban al baloncesto,
hay madrastras que cocinan bien,
manzanas sin veneno,
ni sabor,
ni gusanos,
y Blancanieves sufría de insomnio.
No hay besos suficientes para despertarte,
y los espejos no saben mentir,
ni traen mala suerte si se rompen,
porque eso viene de serie.
Los tres cerditos se llevaban mal,
y el casero no soplaba,
sólo regentaba un fondo buitre
y les subía el alquiler.
Pinocho tomaba viagra para poder mentir,
la ratita presumida era cleptómana
y lo confesaba en sueños,
y nadie fue feliz,
ni comieron perdiz,
pero cada uno cuenta los cuentos a su manera
y se engaña como puede,
porque los príncipes rara vez son valientes,
y los patitos feos.