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Discusión teórica

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La categoría de sujeto político es inherente a la configuración de las subjetividades políticas, puesto que se relaciona con las experiencias y acciones de los sujetos en un momento histórico y un contexto dado. Sin embargo, el “sujeto” y lo “político” son construcciones históricas consolidadas en la modernidad, así como productos de la cultura occidental. En consecuencia, la política emerge del fortalecimiento del poder del Estado en la modernidad; este rige su poder soberano para controlar a los sujetos y a la población en general, mediante mecanismos normativos que pretenden mantener el orden jurídico y social. Las personas obedecen y legitiman el poder estatal que, a la vez, controla y garantiza los derechos individuales en un marco jurídico, lo que se puede ver como la retribución que recibe la población por parte del Estado.

El sujeto político moderno es una construcción restringida a los principios jurídicos y normativos de la organización de la sociedad moderna. Para Cubides y Martínez (2012b), la ley opera como un medio que le atribuye roles y funciones al sujeto, al tiempo que lo sanciona si no cumple con las normas. Las relaciones de poder están mediadas por la resistencia y las libertades, que son fruto de las tensiones, renuncias e intersticios que no están demarcados por el poder. Por esto, en el trabajo se usa a modo de categoría analítica la idea de sujeto propuesta por Foucault (1988), con la que descubre la potencialidad de “sí mismo” o el “cuidado de sí”, entendido este como “las prácticas de libertad mediante las cuales el individuo busca constituirse y transformarse a sí mismo, como el problema ético y político más importante” (Cubides, 2006, p. 11). El cuidado de sí también se refiere a otras posibilidades que encaminan a los sujetos a transformarse y ejercer nuevas ciudadanías2.

Foucault (1988) plantea las dimensiones epistemológica, política y ética, en las cuales se da lugar a la constitución del sujeto. La primera señala las relaciones de poder/saber y sujeto/verdad que se dieron a lo largo de la historia y configuraron un tipo de sujeto. La segunda se basa en la manera en que los sujetos se relacionan y actúan frente al poder, y ejercen un tipo de resistencia o legitimación de este. Por último, en la tercera, “el cuidado de sí mismo implica una actividad, una atención, la elección de conocimientos importantes para vivir de cierto modo y unas técnicas adquiridas mediante el ejercicio de uno mismo sobre uno mismo (askésis)” (Cubides, 2006, p. 71). En este sentido, la ética se basa en la manera en que cada sujeto se relaciona consigo mismo y con los otros, lo que implica su concepción sobre la moral, la participación y su comportamiento en la sociedad como una toma de decisión.

Por su parte, Zemelman (1992) expresa que los sujetos y los movimientos sociales ponen de manifiesto la historia construida en relación con los referentes de poder de dominación y tienen la posibilidad de convertirse en agentes de transformación en sus contextos. Asimismo, Touraine (1997) expresa: “el sujeto no es otra cosa que la resistencia, la voluntad y la felicidad del individuo que defiende y afirma su individualidad en contra de las leyes del mercado y las de la comunidad” (p. 86).

La individuación no involucra que el sujeto no sea consciente de su comunidad o su contexto, por el contrario, las acciones que se concentran en los movimientos u organizaciones sociales le permiten al individuo identificarse con la colectividad y generar acciones que la benefician; de tal manera que la postura del sujeto político es reflexiva de “sí mismo” como parte del colectivo. Las construcciones teóricas de estos autores sobre el sujeto fueron herramientas para comprender las apuestas políticas de los estudiantes universitarios y cómo se constituyen su reflexividad, sus convicciones y su criticidad.

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