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Capítulo 2 - (1910-1930)
Del Hepta al profesionalismo

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Hasta ese momento, en el fútbol de más alto nivel del país, había un equipo líder que se distinguía y se distanciaba de todo el resto. Era invencible. Se trata del Alumni. Su fundador fue el escocés Alexander Watson Hutton, quien fue considerado como el padre del fútbol argentino. Fue un prolífico fundador, ya que también, entre otras cosas, fundó en el año 1893 la Argentine Association Football League, convirtiéndose en el primer presidente de la mencionada asociación. En mi barrio, diríamos que era el dueño de la pelota. También había sido creador en el año 1884 de la Buenos Aires English High School, colegio bilingüe ubicado en el barrio de Belgrano.

De esta escuela de altos estudios se desprende un grupo de muchachos que integrarían el Alumni Athletic Club. Entre los años 1900 y 1911, ganaron diez campeonatos. En ese momento se retiran del fútbol, dejando de competir en torneos oficiales. Cada cual hará su propia construcción de la historia, con los datos duros relevados a través de nuestro trabajo de investigación. Estos datos dicen que Alumni era único líder, siendo absoluto vencedor de todos los equipos que enfrentaba, hasta que por primera vez enfrenta a Racing Club de Avellaneda, el día 25 de junio de 1911 y es derrotado por la Academia por 3 a 1. Inmediatamente, semejante líder se retira del fútbol, se disuelve el grupo, dejando el liderazgo vacante. Lugar que Racing ocupará velozmente. Por esto, cada cual sacará sus conclusiones acerca de los motivos del retiro definitivo de aquello que Racing convirtió en leyenda (?), el Alumni Athletic Club.

El equipo de Avellaneda se fue acomodando en la primera división con un digno papel los primeros tres años. La organización del fútbol argentino ha sufrido modificaciones de todo tipo a lo largo del tiempo. Hubo desdoblamiento de la asociación, por lo que ahora la organización estaba a cargo de dos entidades. Se organizaban torneos en zonas y por último los primeros definían quién sería el campeón en una final entre ambos ganadores de cada zona.

En 1913, los criollos llegan a la instancia máxima, que es la final, para medirse con el San Isidro Athletic Club que luego de atravesar una transformación al castellano de su nombre, se convertirá en el Club Atlético de San Isidro, mencionado por sus siglas el CASI y de gran reconocimiento, en la actualidad, por su equipo de rugby. Aquel equipo de fútbol (hoy extinguido) fue fundado por jóvenes ingleses, hijos de los empleados del ferrocarril.

La final se disputó a cancha llena y el entusiasmo de los seguidores era incalculable. El equipo del sur desplegaba mejor juego y esto fue reflejado en el resultado, donde los criollos vencieron por 2 a 0 al viejo CASI, integrado por ingleses. Por primera vez, los muchachos del sur llegaban a lo más alto en el país, dando inicio a una trayectoria que dejaría marcas a las generaciones venideras. El festejo se dispersó por todo el sur y la alegría de simpatizantes, propios y ajenos era interminable.


Por esos años, Buenos Aires se sigue modernizando, produciendo todo tipo de obras públicas. Pero la más destacada para la época fue cuando miles de obreros comenzaron a remover las entrañas de la Avenida de Mayo, para hacer circular el tren bajo tierra. Dando inicio a la primera línea de subterráneo del país y de América Latina y la duodécima en el mundo. Se dirigiría desde Plaza de Mayo hasta Plaza Once. Esta obra fue inaugurada en 1913 y fue la primera de una serie que continuaría en el tiempo.

Mientras tanto, los designios de la Academia continuaban su curso, y debía disputar en 1914 el siguiente torneo al que había salido campeón, con el difícil objetivo de repetir la hazaña. La formación sería la misma, a excepción del arquero que fue modificado. Lejos de disminuir, la confianza iba creciendo con el correr de los partidos, volviendo a conquistar el torneo, coronándose invicto. Había ganado todos los partidos, salvo un empate disputado con el viejo CASI.

Durante ese año, estalla la Primera Guerra Mundial. La versión “light” cuenta que se produjo como consecuencia de los asesinatos del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, producidos el día 28 de junio de 1914. Como siempre, existe una mirada más compleja que expone el conflicto de viejos intereses entre las partes enfrentadas. Eterna problemática de la humanidad que, desde que se inventó el lenguaje, se presente el conflicto entre instancias cuando solo hay un lugar para dos. Como cuando hay un juguete para dos niños interesados. O como el juego de la silla, donde siempre hay un lugar menos que la cantidad de participantes. Las partes enfrentadas eran la Triple Alianza, integrada por Alemania, Austria-Hungría y la Triple Entente formada por el Reino Unido, Francia y Rusia. Pensaban que duraría unos meses, pero se extendió por cuatro años, hasta 1918.

¿En qué afectaría esto a la Argentina, siendo un país alejado, a tantos kilómetros de distancia y sin los intereses que pudieran compartir los guerreros? Al estilo del “efecto mariposa”, que aletea en Europa y el viento producido por sus alas se propaga y potencia a distancia, generando un tornado en Argentina, es que nuestro país ha sufrido consecuencias de aquel gran conflicto bélico. Dificultades de orden comercial, por costos de flete en la exportación de alimentos, presiones, fijación de precios, exigencias, sometimiento de las potencias en conflicto, fueron algunos de los aspectos con los que han tenido que lidiar los presidentes de ese período.

Argentina se declaró neutral, primero con Victorino de la Plaza (1914-1916), de mandato corto, y por último, la parte más difícil le tocó a Hipólito Yrigoyen (1916-1922). Los radicales tuvieron que soportar esas tensiones, pero las protestas callejeras llevaron al presidente a sostener posturas ambiguas: mantener la decisión de neutralidad y luego mostrar gestos de subordinación, con algunas potencias europeas. Una ambigüedad propia de futuros gobiernos radicales.


¿Dos demonios?

Dicha ambigüedad no es exclusiva de un tema puntual de gobierno, o de un partido político. En la Argentina, a lo largo de su variada historia, se han producido vacilaciones extremas entre gobiernos. Mientras es esperable que la política de Estado no varíe, que haya coherencia. Que exista un hilo conductor, entre los sucesivos períodos, por la necesidad de los proyectos a largo plazo, aquí los veremos oscilar pendularmente y a veces anulándose entre un gobierno y el siguiente. Así se suceden conservadores, liberales, progresistas y de todo un poco. No obstante, el germen del núcleo duro del conservador es el miedo, es mundial y es persistente.

La idea de la tierra plana y centro del universo, que se tenía hace muchos años, hacía pensar al ser humano que si llegaba al borde caería a un vacío desconocido y temible. Copérnico, Giordano Bruno, Galileo Galilei fueron víctimas del poder de los temerosos a que el mundo no fuera como estaba preestablecido. El descubrimiento de que el sol era el centro del universo y no la tierra fue más temible aún, ya que descentraba el concepto de la humanidad como centro de la creación divina y encima descubrieron que la tierra se movía y giraba. Esto superaba la capacidad de soportar de algunos. El hecho de que el ser humano esté en “movimiento” y que no sea la creación central de Dios en este mundo, sino algo más parecido a un error de la naturaleza, fue demasiado para el aparato psíquico de la época. Los remolones que resisten a las transformaciones, o sea los “conservadores” de viejas ideas, se resistían al descubrimiento y la solución que encontraron fue condenar al descubridor. Copérnico zafó por sus vínculos con la iglesia. A Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera por hereje. A Galileo lo condenaron a prisión perpetua y lo obligaron a decir que la tierra no se movía. La inquisición de la época, impartiendo justicia. Las cosas no podían “ser” así.

Es difícil localizar el origen del gen conservador. Estos remolones, que niegan otras posibles perspectivas transformadoras, se resistían a modificar la mirada construida sobre cómo se pensaba la realidad. Se resistían a que las cosas fueran diferentes de lo preestablecido. Algunos siglos después de aquella época, la publicidad dirá: “Satisfacción garantizada, o le devolvemos el dinero”. Quizás esta sea la más vieja oferta, de nuestra mirada construida por otros, sobre la realidad. Pero la tierra se mueve, de todos modos.

Intentaremos dar cuenta, desde nuestro punto de vista, de la conexión entre los conservadores de la sociedad y lo conservador de la subjetividad.

Según Freud, el principio de placer es el equilibrio homeostático del aparato psíquico. Haciendo la primera traducción, diremos que es el equilibrio energético. Cuando el sistema es sobreexcitado por estímulos externos, luego se produce una descarga de energía. Al equilibrio que hay entre estímulo y descarga lo llama “principio de placer”. Haciendo una segunda traducción, diremos que el principio de placer es no hacer. Se suele escuchar que, luego de un año exigente de mucho trabajo y agotamiento, se desean fuertemente 15 días de vacaciones, para hacer nada. Finalmente esos 15 días son más cansadores, porque se sobrecargan de actividades que no tuvieron oportunidad de realizarse durante el resto del año. Esto, entonces, va más allá del principio de placer.

La demanda pulsional no se toma vacaciones, siempre empuja. El “Yo” produce esfuerzos vanos para reprimir esa demanda pulsional, y sostener infructuosamente la homeostasis. Podríamos interpretar, entonces, que ese difícil trabajo yoico de conservar ese equilibrio energético nos conduce a la corta paz de recostarnos en una reposera, o a la eterna paz de los cementerios. Podríamos decir, entonces, que lo conservador de la subjetividad evita vivir todo el tiempo en una montaña rusa. Sin embargo, la cola para comprar un ticket cada vez es más larga. Así, nos conducimos a la idea de que lo conservador está en permanente tensión con una demanda permanente. La experiencia histórica y la clínica enseñan que, más tarde o más temprano, el destino de lo conservador es una segura derrota, frente a la demanda.

Si el mundo establecido por las altas clases, o clases altas, basado en la defensa de la propiedad privada, se vio espantado en la Revolución francesa, a comienzos del siglo XX reeditó aquel espanto en una feroz amenaza del avance del comunismo sobre Occidente. Hasta en la ficción construyeron una idea de invasión extraterrestre de un planeta rojo, en su representación. Parecía más terrible la amenaza del avance de la sombra roja que la guillotina de Robespierre. El comunismo, los rojos, representaban todo lo malo. Eran el demonio. La mejor idea de eliminar a este demonio fue la de construir otro demonio que lo enfrente. Podríamos considerar que la creación del nazismo, en ciernes hasta el momento, sería el terror que lo detenga. Un terror y un contraterror. El poder real queda excluido de la escena, oculto, pudiendo interactuar en el momento que quiera y para el bando que se le ocurra a conveniencia, habiendo logrado, al menos, la detención del avance de aquella vieja amenaza de transformación.

De esta interpretación de la teoría de los dos demonios destacamos el lugar de la terceridad. El lugar del poder oculto, del que mueve los hilos y del que nunca nada sabemos. Sin embargo, no es necesario saber todo, puede haber una ligera sospecha. Algunos pensarán en la intuición, otros en el inconsciente. Es la contradicción posible de la existencia, de un “saber no sabido”.

Como la palabra inconsciente se define, es una instancia que está fuera de lo consciente. Es imposible dar cuenta de él desde el saber de la consciencia. Solo podemos pesquisarlo a través de sus efectos. Se trata de una instancia psíquica que nos gobierna y que para nosotros es ingobernable. Mucho se ha escrito con relación a la terceridad, desde la semiología hasta el psicoanálisis. El filósofo Charles Peirce, considerado el padre de la semiótica moderna, se diferencia de Saussure, que planteaba que el signo estaba compuesto por dos elementos: significado y significante, introduciendo un tercero. El filósofo afirma que el signo implica una relación triádica irreductible, cuyos componentes son el representamen, el objeto y el interpretante. Lacan en referencia a este, en el Seminario 23, El Sinthome, dirá: “Yo sigo completamente el mismo camino, salvo que llamo a las cosas por su nombre: simbólico, imaginario y real”.

La perspectiva que nos interesa, y a la que estamos arribando, de ese lugar tercero es la propiedad que tiene como instancia reguladora entre los otros dos lugares. Regula la relación entre dos partes, una relación social. Interviene cuando se requiere para separar las dos partes, para que no se fundan en una sola y también se desplaza para que la relación sea posible. Un claro ejemplo de lo dicho se observa en el boxeo, donde podemos observar a tres en el ring. Dos son protagonistas y el tercero es casi invisible, el árbitro. Este interviene con sus manos para separar a los dos cuerpos, cuando se están por fundir en uno solo, y después se desplaza. Le devuelve a la relación una distancia posible entre la satisfacción y el placer. Cumple la función de regular ese vínculo. También sucede en un partido de fútbol, en el que de manera casi oculta interviene el referí para que no se produzca una batalla campal.

Esta terceridad es la introducción de la Ley en una relación entre dos. Es un modo de legalidad, que a veces se emparenta con la justicia y otras es más bien una prima lejana. Desde la perspectiva del psicoanálisis, la introducción de la Ley está dada por la función paterna. Distinguimos al Padre Real de la función que cumple (que puede no estar enterado de los efectos que produce). No siempre hay un padre. El portador de la función lo podría encarnar un abuelo, un tío, o incluso una profesión.

Sin embargo, para ser un poco más específicos, se trata de otro objeto de deseo de la madre, que no sea el niño y que le permita correr su mirada hacia otro lado. El objeto de deseo de la madre, que permite ceder tanta atención sobre el niño, desde una lógica patriarcal, religiosa o familiera, lo suponemos representado en el padre. Pero, conceptualmente, puede haber función paterna sin que haya padre. Ese objeto de deseo de la madre intercede en la relación entre ella y el infans, produciendo una momentánea separación, como lo hace el árbitro, cuando interviene en la relación entre los boxeadores. El objeto, el tercero en discordia, representa la legalidad. Una terceridad que regula, ordena, la relación entre dos.

El “Yo”, como instancia psíquica, se constituye en el primer año de vida, o algo más. Para que esto suceda, Freud dice, en “Introducción del Narcisismo”, que previamente debe producirse un nuevo acto psíquico, de manera que se pueda lograr la unificación de una imagen del cuerpo, para recién poder decir “Yo soy…”.

Lacan, en “Escritos 1”, nombra a ese nuevo acto psíquico como “El estadio del espejo”. Representado como el momento en que la madre pone al bebé frente al espejo y le dice, por ejemplo: “ese lindo bebé sos vos”. En esa relación especular, el bebé asume con júbilo la imagen que le viene del otro (el espejo) y soportado en las palabras de la madre, “ese lindo bebé sos vos”. Ahora sí está en condiciones de decir: “yo soy… lindo”.

Aquí están los tres registros que Lacan introduce en su obra, para hacer referencia a cómo está estructurado el aparato psíquico: lo simbólico (las palabras de la madre), lo imaginario (la identificación con la imagen especular) y lo real. Esas palabras de la madre representan lo simbólico en el niño. Previo a la constitución del “Yo”, el cachorro humano no tiene idea si la teta de la madre es parte de él o no. En este momento, señalado como el estadio del espejo, se produce ese nuevo acto psíquico que da lugar a la constitución del “Yo”, la noción del propio cuerpo y por consiguiente de ese límite. Un borde que permitiría separar un adentro de un afuera. Lo que pertenece al interior y lo que pertenece al exterior. El “Yo” otorga esa percepción de unidad. Por lo tanto, esas palabras de la madre (lo simbólico), al intervenir en esa construcción de unidad de cuerpo, que es el “Yo” (lo imaginario), terceriza, separa, traza un límite, entre el cachorro humano y la teta (lo real). Entonces, lo simbólico representa esa terceridad que es invisible, debido a que no es imagen, porque lo simbólico media, o más bien terceriza, en esa relación dual, imaginaria, especular, entre el “Yo” y la realidad exterior, o entre el “Yo” y el otro. Es otra dimensión, la dimensión de lo simbólico. No pertenece al registro imaginario, está fuera de escena.

La interpretación de la teoría de los dos demonios que se instalará en las guerras venideras está soportada en la simbolización, que señala que las dos partes son demonios.

Los continuos enfrentamientos entre los conservadores y los demandantes, entre lo conservador y la demanda y sus permanentes resultados, nos hace pensar que no hay dique que impida filtrar la energía de las pasiones. Debido a lo cual observaremos en este recorrido histórico de más de 100 años que la sociedad atravesará muchos momentos muy críticos, sin interrumpir el entretenimiento. El fútbol es ejemplo de esto, que nunca se detuvo. Salvo los mundiales de 1942 y 1946, suspendidos por la Segunda Guerra Mundial.

Entonces por esta vía, en el año 1915, la Academia continuaría construyéndose como referente del fútbol argentino.


Luego de repetir el título por primera vez, el próximo escenario, en 1915, se presentaba con nuevas dificultades, debido a que debería enfrentarse a una cantidad mayor de equipos. Es decir, retornaban los torneos largos. Esta modificación resulta de la reunión de las asociaciones, que se habían dividido unos años antes. Situación por la cual se juntaban todos los clubes de ambas ligas a competir en un solo torneo largo. La Academia se midió en 24 encuentros, con 22 triunfos y 2 empates. Invicto nuevamente. Cosechó la misma cantidad de puntos que el CASI de San Isidro, por lo que tuvieron que disputar una final, en la cual en Avellaneda se vuelve a festejar, dado que su equipo vuelve a salir victorioso, coronando el tricampeonato.

Los éxitos en lo futbolístico de los criollos trae aparejado el crecimiento de la institución. La masa societaria se incrementaba sin pausa. Los dirigentes compraron el lote y construyeron la sede social de Av. Mitre al 900. También compraron terrenos aledaños al estadio para que tuvieran espacio para trabajar las inferiores y pudieran disfrutarlo los socios. Se agregaban más actividades y deportes de competencia a los ya existentes (donde también se destacaban representando al club). Por ejemplo, ese año inauguraban canchas de tenis y de pelota paleta para los socios.

Para el año 1916, renuevan expectativas con algunos cambios, ya que promueven a cuatro jugadores de las inferiores, proporcionándole al conjunto mayor oxígeno, energía y sangre joven. Los muchachos salen a la cancha y los espectadores y seguidores no solo actualizaban las ilusiones, sino también las dudas y los temores. El plantel no era el mismo. Había sufrido modificaciones. Se me ocurre que esto de “Si no se sufre, no es Racing” quizás se pueda historizar también. A lo mejor en un próximo trabajo, hagamos algo relacionado con la historia posible de algunas frases hechas, heredadas, que dejan marcas, que anclan en un lugar y del cual resulta muy difícil salir. Un lugar tópico, como el de referencia, “Si no se sufre, no es Racing”. Lugar, o marca, sobre el que se termina produciendo una fijación por identificación y lugar al que resulta difícil renunciar. Por lo tanto y por desplazamiento se convierte en “Para ser de Racing, hay que sufrir”. Sin embargo, existen alternativas. El mundo Racing ha atravesado ese espacio del cual es muy complejo salir. Costó mucho, pero no por suerte, sino más bien con trabajo y esfuerzo logró revertir. Volviendo al fútbol, en esta oportunidad el conjunto de Avellaneda no logra finalizar invicto. Es derrotado un par de veces. Sin embargo, sale campeón nuevamente y logra obtener el título por cuarta vez consecutiva, como regalo de Navidad, el día 24 de diciembre del año 1916.


Un par de meses antes, para mediados de octubre había asumido como presidente radical Hipólito Yrigoyen, electo democráticamente y debutante en la aplicación de la Ley 8871, más conocida como Ley Sáenz Peña. Como fue dicho anteriormente, entrando en la segunda década del siglo, la profunda crisis social era insostenible. Después de la caída en la batalla de Caseros del caudillo don Juan Manuel de Rosas, en 1852, la oligarquía toma la posta para dirigir los destinos del país. Al poco tiempo se constituyen formalmente en un partido político que gobernaría por más de 40 años seguidos. Nace entonces el Partido Autonomista Nacional (PAN). La sigla suena como el alimento que les escaseaba a los pobres, pero significan otra cosa. Suele tener un sonido que señala algo, pero representa todo lo contrario.

Volviendo a la crisis social. La ocurrencia, para salir del caos reinante, fue la de legitimar el poder, ya que lo tenían, pero no era legítimo. No había modo de que lo sea, desde el momento en que el fraude era evidente, como consecuencia del voto cantado. Se debía votar lo que la patronal ordenaba, so amenaza de perder el trabajo y hasta incluso la vida, entre otras cosas. Razón por la cual tuvieron la maravillosa idea de impulsar la ley conocida con el nombre del presidente de turno, Roque Sáenz Peña. La misma establece el voto universal secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos, nativos o naturalizados, mayores de 18 años de edad, habitantes de la nación y que estuvieran inscriptos en el padrón electoral. Sancionada en 1912, pero aplicada a nivel nacional en 1916.

Estaban convencidos de que ganarían las elecciones. Querían la legitimidad, a cambio de nada. Creían que sin la manipulación de las urnas podían lograrlo, y gobernarían de otro modo la situación crítica. Sin embargo, fue un mal pronóstico, con consecuencias prácticamente letales para la oligarquía, dentro de la vida política de la nación, ya que fue electo el radical don Hipólito Yrigoyen y tuvieron que esperar 100 años para recuperar el poder político democráticamente. No obstante, no se recupera lo que nunca se tuvo.


Entrado el año 1917, el conjunto de Avellaneda cargaba con cuatro títulos consecutivos sobre sus hombros y contaba con la importante cantidad de 1060 socios, en un país con gran extensión territorial que no llegaba a los ocho millones de habitantes para esa fecha. En este torneo, presenta el mismo plantel que el año anterior. A estos muchachos, que fueron en busca del pentacampeonato, no parecía pesarles la responsabilidad de defender los cuatro títulos conseguidos consecutivamente. Hazaña cumplida, ya que repiten el título. No fue invicto, por haber sufrido una derrota, pero había logrado una distancia de 5 puntos sobre el segundo, que fue el Club Atlético River Plate, demostrando la superioridad sobre el resto. Cabe recordar que eran 2 los puntos por partido ganado, de modo que lo separaba del segundo, aproximadamente, dos fechas y media.

El conjunto de Avellaneda superaba todos los récords. En relación a su juego, títulos, recaudación, cantidad de socios y en innumerables aspectos, cuyo recorrido se producía de manera creciente y sin interrupción. Muestra de ello fue que el público se comenzaba a preguntar quién sería capaz de poner freno a esa racha positiva, cuándo y cómo sucedería algo por el estilo. O si en algún momento se detendría este movimiento ascendente para el club. Sin embargo, estos jóvenes se esmeraban para alejar las respuestas a estos interrogantes.

Las expectativas de los dudosos deberían esperar un año más, ya que en 1918 vuelven a salir campeones, logrando el sexto título consecutivo y en esta oportunidad recupera el invicto, al no haber perdido ningún partido, descontándole 11 puntos al segundo, que volvía a ser el Club Atlético River Plate, que también estaría logrando el récord de obtención del segundo puesto. Con respeto, sin lugar a bromas, continuamos con el objeto de este trabajo que es Racing, destacando la capacidad goleadora y una valla pocas veces vencida. En cada torneo, números más, números menos, producía 5 veces más goles que los que recibía. La cantidad de socios trepaba al número de 1260, todas las curvas eran ascendentes.


Para las efemérides de este año, contamos con el acontecimiento destacado de la finalización de la Primera Guerra Mundial. Allí los grandes perdedores fueron los integrantes de la Triple Alianza, frente a los de la Triple Entente y su principal aliado, Estados Unidos.

Mientras que en nuestro país se produjo la Reforma Universitaria. Fue un punto de inflexión en la historia de la institución académica de enseñanza superior, o también mencionada antiguamente, como la Institución de Altos Estudios. Tan altos que eran pocos los que daban la altura. Digamos que un grupo selecto, una elite.

Dicha reforma cambiaría el escenario, debido a que otorga derechos inclusivos y una relación igualitaria. La Reforma Universitaria fue un movimiento de proyección latinoamericana para democratizar la universidad y otorgarle un carácter científico que se inició con una rebelión estudiantil en Argentina, en la Universidad Nacional de Córdoba. Se extendió entre marzo y octubre de 1918, durante este tiempo se produjeron violentos enfrentamientos entre reformistas y católicos. La Reforma Universitaria da origen a una amplia tendencia del activismo estudiantil. La utopía juvenil de 1918 fue el antecedente del Mayo Francés de 1968, nada menos que 50 años más tarde, donde el lema fue “La imaginación al poder”.

Por lo relatado hasta ahora, queda expuesto que la dinámica social siempre fue muy intensa, de modo que siempre “pasaron cosas”, “hubo tormentas”, el mundo siguió girando y cada persona o grupo responsable se haría cargo de no perder el eje del proyecto trazado.


En relación con la organización del fútbol argentino, otra vez los conflictos internos hacen que se dividan nuevamente, de manera que vuelven los torneos cortos para este año 1919.


Década del 20 – Atletismo, gimnasia

Créditos: Archivo Histórico de Racing Club

A pesar de marchas y contramarchas de la asociación de fútbol, cambios de gobiernos, reformas, crisis, etc., Racing Club vuelve a salir campeón y otra vez invicto.

Se trata de siete campeonatos consecutivos en los que se ha consagrado campeón y en cuatro de ellos invicto. Se convertía en uno de los tres heptacampeones del mundo. Comparte ese récord con el equipo francés Olympique de Lyon y la Juventus de Italia. En nuestro país, es el único con ese récord, en toda la historia del fútbol nacional, hasta la fecha. A lo largo de estos siete torneos, promedió una relación, entre goles a favor y goles en contra, de cuatro o cinco a uno. Esto significaría que, en promedio, hubiera ganado todos los partidos por 4 a 1. Esto último es un dato estadístico representativo, no real. Significa que, si hubo un resultado de 3-1, habría otro de 5-1 que lo compensa, obteniendo como resultado el dato de origen. A lo largo de esta década, o mejor dicho, durante estos siete campeonatos, solo perdió en cinco oportunidades. Una sola vez con cada uno de los cinco equipos de fútbol, que fueron River, Boca, San Isidro, Platense e Independiente.

Atravesando este más que exitoso recorrido de siete años entre 1913 y 1919, la Academia ha participado de otras competencias, con similares resultados. Lo mencionado provocó que la Institución tuviera que agregar permanentemente estantes donde exhibían los trofeos. Nunca más se ha vivido una década similar en la acumulación de copas. Las siete del torneo local más otras ocho hacen un total de 15 trofeos.

Obtuvo cinco Copas Ibarguren, en 1913, 1914, 1916, 1917 y 1918. La Copa Dr. Carlos Ibarguren, también conocida como Campeonato Argentino Copa Dr. Carlos Ibarguren o Campeonato Argentino, fue un torneo oficial del fútbol argentino. Su nombre obedece a que el trofeo fue donado en 1913 por el entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, Carlos Ibarguren.

A comienzos de esta racha de éxito, consiguió la Copa de Honor Cusenier, en la que Racing vence al Nacional de Montevideo de Uruguay por 3 a 2. La Copa de Honor Cusenier fue una competición internacional oficial de fútbol, organizada por la Asociación del Fútbol Argentino y la Asociación Uruguaya de Fútbol. Era disputada entre equipos de la Asociación Argentina, la Liga Rosarina y la Asociación Uruguaya. El torneo enfrentaba en una final al equipo argentino ganador de la Copa de Honor Municipalidad de Buenos Aires y al uruguayo campeón de la Copa de Honor.

Agrega a la vitrina de éxitos dos Copas Aldao, obtenidas en los años 1917 y 1918, siendo el primer campeón de esta competencia. Sí, a riesgo de cansar, en esto también fue primero. El torneo internacional Copa Aldao, también llamada Copa Río de la Plata, o Campeonato Rioplatense, fue una competición de fútbol oficial, con carácter internacional, organizada por la Asociación del Fútbol Argentino y la Asociación Uruguaya de Fútbol, con constancia en los registros anuales de la AFA y AUF. La competencia de este torneo se extendió hasta el año 1957. En 1917 se enfrentó al Nacional de Montevideo en dos partidos. Ida y vuelta. El primero se disputó en Montevideo y terminó empatado en dos goles por equipo. La definición se jugó en Buenos Aires con el equipo local a la altura de las circunstancias, que venció por dos tantos contra uno de los uruguayos. En 1918, en cambio, la final se disputó en un solo partido. Esta vez enfrentó al Peñarol de la misma ciudad, siendo vencedores los de Avellaneda por dos a uno, repitiendo el resultado de la final anterior.


1925 – A cancha llena

Créditos: Archivo Histórico de Racing Club

Durante ese período de gloria, los presidentes de la Institución fueron Luis Carbone, 1911; Arturo Giro, 1912; Leopoldo Siri, 1914; Luis Carbone, 1915; Arturo Giro, 1917; Luis Carbone, 1918; Manuel Vázquez, 1919. Una mención especial para Luis Carbone, jugador de fútbol y recordado dirigente de la Institución, del cual se ha restituido su busto en octubre del año 2015 a la sede de Av. Mitre al 900. De familia de dirigentes, ya que fue el hermano de don Alejandro Carbone, quien había sido considerado el socio número uno, el segundo presidente del Club, sucediendo a Arturo Artola. Sin embargo, Luis fue seis veces presidente. En tres oportunidades, durante la década ganada. En la siguiente década fue dos veces presidente, los dos años que Racing salió campeón, en 1921 y 1925, y su último mandato fue en 1939. Nació el 14 de enero de 1883 y falleció el día de su cumpleaños número 62 el 14 de enero de 1945. Toda una vida dedicada al club, que hoy trasciende en el reconocimiento institucional.

El año 1920 recibe a un conjunto de Avellaneda debilitado. Debido a las lesiones de varios jugadores, este grupo no contaba con sus máximas figuras. Realiza una muy buena campaña, pero no suficiente. El encargado de interrumpir esta racha histórica fue el Club Atlético River Plate. De todos modos, no estuvo lejos, ya que terminó en la segunda posición a cuatro puntos del primero.

Como una fiera liberada, luego de haber estado enjaulada y herida, sale al siguiente torneo a competir con toda energía. Sin dar ventaja ni prácticamente dejar respirar a sus rivales. Recupera la gloria, logrando nuevamente el título del año 1921 y alejándose del que se ubicó en el segundo puesto, a una distancia de 14 puntos. Los jugadores no solo se recuperaron de las lesiones, sino que también hicieron brillar al equipo dentro del campo de juego. Convirtió 71 goles y recibió 15. La relación existente entre los goles convertidos y los recibidos es aproximadamente de 5 veces. Como si ganara los partidos por 5 a 1. Esto representa la eficiencia y eficacia de aquel equipo, tanto en ataque como en defensa.

El éxito futbolístico tracciona al crecimiento social. La cantidad de socios asciende a 1750 en un país cuya cantidad de habitantes es alrededor de 9 millones. Lógicamente, las consecuencias son posteriores a las causas. Lo sembrado en los diez años anteriores se cosechó en los diez siguientes. Si bien el tercer decenio no fue tan florido como el segundo, hacia 1930 la Institución contaba con 7000 socios. Después de aquel torneo ganado de 1921 el equipo produce una merma en su rendimiento.

Vuelve a la presidencia del club Luis Carbone, que a esta altura ya se había convertido en cábala para la Institución, debido a que vuelve a salir campeón en el año 1925. Repite el invicto y conserva la destacada distancia entre la capacidad goleadora y la de recibir goles. Este torneo sería el último éxito en la era amateur y los simpatizantes se despedirían por un tiempo de la gloria. Aun así, la Institución continuaba con la expansión de las actividades, que incluían gimnasia, básquet y boxeo. Las obras en el estadio ampliaban el espacio en las tribunas, logrando obtener una capacidad para 30.000 espectadores.


Los radicales se compartían el poder político. En 1922, Yrigoyen le pasa la posta a Marcelo Torcuato de Alvear, quien en 1928 le devolvería la banda presidencial, y dos años más tarde sufriría el primer golpe de Estado. El primero de una larga serie de interrupciones de proyectos nacionales. Este en particular, el golpe de 1930 de José Felix Uriburu, inauguraría lo que se dio a conocer en la historia de nuestro país como la Década Infame.

En 1920, Freud produce un giro destacado en su obra, con el texto “Más allá del Principio de Placer”, que marcaría el futuro del psicoanálisis en el mundo. Sobre el principio de placer, no vamos a hacer referencia al equilibrio homeostático del aparato psíquico, como búsqueda del sujeto. Sino más bien señalar que, para Freud, antes era el placer el que gobernaba las acciones de la mente. Mientras que ahora expresa que hay algo más allá, que gobierna nuestros actos. Paralelamente, podríamos decir que más allá del presidente, el que gobierna en un país, es el poder real. ¿Existe un poder real detrás del placer? Otra pregunta que se impone es: si no vamos a la cancha, o si no somos simpatizantes de un club por placer, ¿entonces por qué es?


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