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CAPÍTULO 1

DESPERTAR EN NOSOTROS LA ACTITUD DE BÚSQUEDA

Signos de nuestro tiempo:
en tiempos de increencia

Probablemente, la increencia ha existido siempre a lo largo de la historia de la humanidad. Pero todos los análisis apuntan a un hecho evidente. En la sociedad posmoderna de nuestros días se está produciendo por vez primera una increencia de manera masiva. Esta increencia está generada e impulsada por la convicción de que eliminar la creencia en Dios es el paso decisivo para lograr la completa liberación del hombre y de la sociedad.

Por eso, la increencia de nuestros días ha sido calificada de «posreligiosa» y «poscristiana». Esto quiere decir que esta increencia no representa solo ignorar la fe en Dios, sino que, en el fondo, lo que se pretende es sustituir una cultura hasta ahora creyente por otra donde se aprenda a ser, sentir, pensar, vivir y morir de manera increyente. ¿Cómo estamos reaccionando los cristianos ante esta increencia que va penetrando con fuerza en nuestra sociedad? Solo apuntaré tres actitudes básicas.

Muchos cristianos la consideran un peligro que viene de fuera y puede arrasar lo poco que queda de vida cristiana entre vosotros. Desde esta visión radicalmente pesimista, lo importante es luchar contra la increencia volviendo al pasado para buscar seguridad en las verdades absolutas, la ortodoxia, el autoritarismo, la disciplina… (fundamentalismo) o para recuperar prácticas, costumbres, creencias, devociones del pasado… (neoconservadurismo).

Para otros cristianos, la increencia es una tentación. Su fe ha estado hasta ahora muy fundamentada en la tradición familiar y el ambiente social, y ahora se defienden como pueden: viven en una «crisis de fe» permanente. Algunos de ellos van descubriendo que la fe solo se puede vivir hoy en la actitud de aquel desconocido que se dirigió a Jesús con estas palabras: «Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi incredulidad».

Pero hay también comunidades y grupos donde los cristianos están descubriendo en esta increencia un «signo de estos tiempos». Esta crisis sin precedentes del cristianismo es, al mismo tiempo, una llamada a una conversión sin precedentes. Una llamada a purificar prácticas, creencias, costumbres o tradiciones vacías de verdad evangélica; una llamada a la conversión personal sobre la que descansa siempre la vida cristiana; una llamada a la renovación interior de nuestro modo de vivir la fe; una llamada a convertirnos en verdaderos discípulos desde la sensibilidad de nuestros tiempos.

Todo esto nos está exigiendo despertar en nosotros la «actitud de búsqueda». No podemos seguir viviendo la fe como la hemos estado viviendo hasta ahora. No podemos encerrar el cristianismo en una cultura anacrónica que pertenece al pasado. Hemos de ser testigos de un «Dios contemporáneo», es decir, del Dios vivo, encarnado en Jesús y presentado a los hombres y mujeres tal como son realmente hoy. Más aún. Hemos de buscar ser «fieles al futuro», pues el Espíritu empuja siempre a la Iglesia hacia adelante, «a anunciar el Evangelio hacia una historia que todavía no ha llegado».

Jesús maestro interior 2

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