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Prólogo De genealogías y viajes
ОглавлениеDiseccionar la obra de un autor nunca ha sido tarea fácil. Toda obra es, de algún modo, la totalidad de las obras precedentes, como plantea Genette. Las redes transtextuales que tejen autores como Jodorowsky son especialmente enmarañadas. Tanto las explícitas referencias a la cultura popular como el cómic de ciencia ficción o el cine de terror, como la evidente simbología religiosa y mágica, constituyen apenas una parte de un universo que, a pesar de su reducido número, se abre hacia la interpretación con una riqueza poco frecuente. Ya decía que la tarea de rastrear esos hilos más o menos invisibles constituye una tarea de proporciones, pero encontrar la coherencia que se esconde tras estos gestos es una verdadera hazaña. Este es el mayor mérito de José Carlos Cabrejo. Y no se trata de uno menor.
Avizorando paso a paso el recorrido del cineasta (y guionista de cómics, escritor y actor, entre otras cosas), Cabrejo, atento a las señales, deshilvana la trama de la obra, ordenando lo que parece caótico y atropellado, e iluminando lo que parece oscuro y arbitrario. Y es que, como queda claro en las páginas que siguen, no es posible acercarse al autor desde los códigos a la usanza. La labor de lectura es acá semejante a la que el arqueólogo realiza para analizar un palimpsesto. Son los pequeños fragmentos, aparentemente independientes unos de otros, los que dan sentido a las películas del psicomago. Este acercamiento atómico permite percibir la riqueza heterodoxa de Jodorowsky, estableciendo, en un doble movimiento, tanto la genealogía que se construye (un tema muy recurrente en toda su obra) como la recursividad que aparece oculta detrás de su fecundo imaginario. Y es que la iteración constante de los motivos, de los gestos y las acciones, aparece bajo la forma de una variabilidad que parece inacabable. Como sucede con Fellini, uno tendría la tentación de remontar secuencias de diversas películas para generar una espiral de alegorías.
Pero estas lecturas no encontrarían un sentido unitario en el puro ejercicio hermenéutico. Lo que Cabrejo propone es leer a Jodorowsky desde una clave moderna: el viaje. Resulta inevitable, tanto por la época en que Jodorowsky cimenta sus inicios como por los modos en que presenta a sus héroes, pensar en aquellos protagonistas perdidos que vagan por los paisajes austeros de la modernidad. Pareciera que Jodorowsky propone una paradoja: esa desorientación de los héroes modernos que aparece como una soledad existencial proyectada en la dureza de su entorno, en su caso es representada como un delirio que bulle. El camino de los protagonistas está saturado de personajes circenses (una vez más Fellini) y de ritos teatralizados. Pero es también un viaje en círculos. Inicio y fin se encuentran, al fin y al cabo, como la serpiente que se consume a sí misma. Un cine que es capaz de mostrarse como tal, como una representación que devela sus mecanismos (baste solamente recordar el famoso “zoom back camera” de La montaña sagrada).
Se trata, sin duda, de un giro barroco que, aparentemente, se opone a la representación moderna. Pero el barroco es, como indicaba Raúl Ruiz (otro cineasta chileno con el que Jodorowsky, a pesar de las evidentes divergencias, mantiene unas relaciones inexploradas), una economía particular de la representación. La suma de los componentes que convergen en el plano y en la secuencia densifica la representación de tal manera que es posible decir mucho en poco tiempo. Un aspecto en el que radica la dificultad de su cine. De este modo el viaje de los personajes toma las características de un carnaval, pletórico de disfraces y de símbolos que se presentan como un mundo inicialmente amenazante, devenido en representación siniestra (en el sentido freudiano). Pero al mismo tiempo, esa amenaza, manifestada exteriormente, es interior, como lo es también ese desplazamiento que se presenta como una iluminación.
Este libro demuestra que el caso Jodorowsky está lejos de cerrarse. La inteligencia de su autor ha sido la de construir un itinerario con una guía que nos propone un acercamiento desapasionado pero apasionante. No estamos frente a una exégesis, estamos frente a un intento serio de comprender el atractivo (y el rechazo) de un autor polémico. Este esfuerzo se suma más que dignamente a otros realizados en otras latitudes, contribuyendo a poner en valor un cine delirante (en el sentido etimológico del concepto, como aquello que se sale del surco), de un modo serio y prolijo. Motivo más que suficiente para entregarle una calurosa y afectuosa bienvenida.
Udo Jacobsen
Docente e investigador de la Universidad de Valparaíso, Chile