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LA EDUCACIÓN FÍSICA Y LAS FUNCIONES EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

La educación de masas es uno de los ideales de las sociedades modernas que comenzaron a difundir los pensadores ilustrados durante el siglo XVIII. El movimiento ilustrado veía en la educación la capacidad de construir personas desde la cultura, de dotarlas de identidad, de desarrollar su racionalidad y de convertirlas en ciudadanos maduros, libres y autónomos que contribuyeran al progreso social. Pero el advenimiento de la educación de masas también estuvo muy ligado a las necesidades creadas por el proceso de industrialización y la economía política de los ilustrados que relacionaban «población, trabajo y riqueza».4

Las nuevas tareas industriales no solo necesitaban disponer de mano de obra cualificada sino también de unas nuevas condiciones del contexto social del trabajo. Exigía, por ejemplo, que se enseñara a los nuevos trabajadores cómo realizar las tareas laborales, pero sin entorpecer la producción y eso exigía un contexto diferente que no interfiriera en dicha producción. Es decir, para transmitir los conocimientos y habilidades a la nueva fuerza del trabajo que representaban las generaciones más jóvenes fue necesario crear un contexto de reproducción (la escuela) separado del contexto de producción (la fábrica). Fue entonces cuando aquello que debía aprender el nuevo ciudadano y ciudadana, y la forma de enseñárselo, dejaron de ser preocupaciones de grupos privilegiados y se convirtieron en problemas que afectaban a las masas. Los nuevos conocimientos y las estrategias de transmisión, tales como la instrucción simultánea en los contextos de reproducción, acabaron por institucionalizar el currículo obligatorio y la escuela.5 Las condiciones socioculturales para dicho cambio vinieron de la mano del proceso de urbanización, la especialización del trabajo, el naturalismo rousseauniano y la creencia en la utilidad pública de la educación. De esta manera, a la escuela y al currículum se le asignaron funciones derivadas de las necesidades sociales y laborales que exigía la industrialización y de los ideales culturales y educativos de la Ilustración.

La educación física también se convirtió en un servicio social cuando trascendió su significado inicial de crianza física, limitado al ámbito de lo privado y a la responsabilidad de la familia. Este significado originario, ligado a los manuales de medicina doméstica de la Europa de finales del siglo XVIII, se refería a los cuidados higiénicos, la vestimenta, la alimentación, el ejercicio físico, las diversiones y el régimen de vida de la infancia y la juventud.6 Sin embargo, la economía política de la época de formar ciudadanos dóciles y productivos, apoyada en la mejora de la salud y la fortaleza de las nuevas generaciones,7 exigía ir más allá del ámbito doméstico. Por ello, la educación de masas se convirtió en centro de atención de los proyectos ilustrados, propiciando el nuevo enfoque de la educación física alrededor de las prácticas físicas recreativas más que en los cuidados de la higiene privada. Es decir, la profesión de la educación física escolar se creó alrededor de partes de la actividad humana que fueron incorporándose a lo largo del tiempo, tales como la gimnasia, los juegos, los entretenimientos físicos, la danza, las actividades físicas al aire libre y los deportes. Eran prácticas sociales que formaban parte de la cultura popular de las sociedades preindustriales, pero sufrieron un largo y complejo proceso de racionalización y civilización. Es decir, un proceso caracterizado por el control que el ser humano ejerce sobre la naturaleza y sobre sus propios impulsos animales.8

Este cambio en la educación física ya se observa, en el contexto español, en algunos de los primeros escritos de los ilustrados como las Cartas del conde de Cabarrús al señor D. Melchor de Jovellanos de 1792. En ellos se aboga por una educación física, moral e intelectual, poniendo el énfasis en ciertas actividades físicas más que en los cuidados higiénicos de vestimenta y alimentación de la crianza física. De acuerdo con las Cartas, el paseo, la carrera, la natación y la lucha, no solo proporcionarían beneficios saludables, sino que también mejorarían los sentidos mediante la apreciación de las distancias, los pesos y las medidas, además de un cierto trasfondo moral al evitar la ociosidad de la población.9 Pero este cambio en el significado de la educación física se observa especialmente en la evolución del pensamiento pedagógico de Gaspar Melchor de Jovellanos al comparar sus primeras y últimas obras. De la crianza física de las primeras publicaciones, ligada a los asuntos particulares y a la familia, pasa a la «educación pública física». En las Bases para la formación de un plan general de instrucción pública de 1809 puede leerse:

El objeto de la educacion pública física se cifra en tres objetos: esto es, en mejorar la fuerza, la agilidad y la destreza de los ciudadanos… La enseñanza y ejercicios de esta educacion se pueden reducir á las acciones naturales y comunes del hombre [sic], como andar, correr y trepar; mover, levantar y arrojar cuerpos pesados; huir, perseguir, forcejear, luchar, y cuanto conduce á soltar los miembros de los muchachos, desenvolver todo su vigor, y dar á cada uno de sus movimientos y acciones toda la fuerza, agilidad y destreza que convenga a su objeto, por medio de una buena direccion. Aun el buen uso y aplicación de los sentidos se puede perfeccionar en esta educacion, ejercitando a los muchachos en discernir por la vista y el oido los objetos y sonidos á grandes distancias, ó bien de cerca, por solo el sabor, el olor y el tacto: cosa que en el uso de la vida es de mayor provecho de lo que comúnmente se cree.10

Jovellanos también señala en las Bases que una serie de juegos y ejercicios, dentro de una especie de organización competitiva, es un buen complemento para la enseñanza de la educación física pública, tal y como expresa esta cita:

establecer por todo el reino juegos y ejercicios públicos… los cuales tenidos a presencia de las justicias …y animados con algunos premios de mas honor que interés, harán necesariamente que el fruto de la educacion [física] pública sea más seguro y colmado.11

Como podemos observar, se trata de un planteamiento ciertamente sorprendente para la España de 1809, puesto que recuerda los juegos deportivos de los colegios ingleses a principios del siglo XIX. Esto parece indicar la influencia de la cultura inglesa en el pensamiento de Jovellanos, al menos en lo que respecta a la educación física y los juegos, uno de los pocos españoles que conocía el inglés y tenía contacto con intelectuales ingleses.12

Sin embargo, estas ideas y proyectos pedagógicos de los ilustrados españoles tuvieron dificultades para llevarse a la práctica y convertirse en realidad en muchos casos. El debilitamiento que sufrió la educación durante el reinado absolutista de Fernando VII también alcanzó a la educación física, entre otras cosas porque habían nacido al amparo de las ideas del periodo liberal anterior. Su lugar fue reemplazado por la gimnástica,13 especialmente la militar y acrobática que tuvo un relevante papel durante un belicoso siglo XIX. Este término y sus prácticas eran más conocidas y contaban con un mayor recorrido histórico que el término moderno de la educación física.14 De hecho, su primera introducción en las escuelas españolas se produjo a comienzos de ese siglo en el contexto de uno de los pocos proyectos ilustrados que se materializó en la práctica, el Real Instituto Militar Pestalozziano. Aunque este centro comenzó como Real Escuela Pestalozziana el 4 de noviembre de 1806, pronto adquirió un carácter militar de la mano del oficial ilustrado Francisco Amorós y Ondeano, secretario personal de Manuel Godoy. Precisamente, los ejercicios gimnásticos militares y acrobáticos que introdujo Amorós contribuyeron a dar ese aire militar porque, además de ciudadanos sanos, también debían formar buenos defensores de la patria.15

Aunque el Instituto alcanzó pronto gran prestigio como experiencia de regeneración educativa, acabó cerrando sus puertas dos años después y clausurando las obras de Pestalozzi que desde la imprenta real se pensaban publicar. Precisamente fue Godoy, principal valedor del inicio de esta experiencia, quien ordenó su cierre el 13 de enero de 1808.16 Es de suponer que los asistentes al Instituto como discípulos observadores, es decir, maestros de primera enseñanza y otras personas que se formaron en el método pestalozziano mientras duró el ensayo educativo, se vieron influidos por las enseñanzas gimnásticas que recibieron. No obstante, la influencia de la gimnasia amorosiana en España parece haber sido posterior, cuando después de ser deportado como afrancesado desarrolló su sistema gimnástico en Francia.17 En cualquier caso, a pesar del protagonismo del término gimnástica/gimnasia durante todo el siglo XIX, podría considerarse como equivalente al de educación física. Esto puede apreciarse en el discurso que el propio Amorós pronunció en 1807 con motivo de la presentación del escudo de armas del Real Instituto Militar Pestalozziano, tal y como se recoge a continuación:

Consiguiente á este principio y á la prevision con que ordena todo lo que puede contribuir á proporcionaros una educación completa, ha dispuesto nuestro respetable Protector [Godoy, Príncipe de la Paz] que se reunan los egercicios de la Gimnástica Militar á los intelectuales del sistema Pestalozziano, y que alternándolos, segun convenga, se os proporcionen nuevos placeres á la par de nuevas instrucciones, para que se llenen sus sábios y admirables fines. Vereis por la primera vez un curso de educación física, que no se habia practicado todavía en esta Corte.18

La gimnasia militar y acrobática fue prácticamente dominante durante todo el siglo XIX y acabó incluyéndose como asignatura en el sistema escolar español después de un largo proceso de tanteos. A finales de dicho siglo, las enseñanzas que se impartían en la Escuela Central de Profesores y Profesoras de Gimnástica (1887-1892)19 todavía mostraban la influencia militar y acrobática. Precisamente, el último director de esta Escuela, el médico Alejandro San Martín, hizo una defensa del sistema amorosiano de gimnasia.20 Además, el análisis del programa de la Escuela que realizó Miguel Piernavieja así lo indicaba:

El programa de la Escuela, que también está incluido entre los Documentos que siguen, es una palmaria prueba de la tendencia atlético-militar de la educación física del siglo XIX. Los teóricos de entonces estaban notablemente influidos por el método amorosiano, fenómeno muy justificado y explicable. Abundan los ejercicios de fuerza y semi-acrobáticos…21

Sin embargo, por aquella época ya comienzan a proliferar las críticas a dicha gimnasia, proveniente de distintos frentes. La crítica de Manuel Bartolomé Cossío a la introducción de los ejercicios militares y los batallones escolares en la escuela, representaba la posición de la pedagogía liberal de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).22 A juzgar por sus comentarios, Cossío parecía incluso alinearse con los pedagogos modernos que se oponían a la gimnasia y se manifestaban a favor de los juegos:

Así, pues, no sólo hay reacción entre los pedagogos modernos contra los ejercicios militares (el Congreso pedagógico de París de 1887 se ha pronunciado contra ellos), sino contra la misma gimnasia, y en favor del juego libre, en que el espíritu se interesa y toma una parte tan grande como el cuerpo y más viva que en aquella.23

Esta crítica pedagógica coincidió, en parte, con los intereses de algunos higienistas que veían en los juegos y deportes, grandes beneficios para la salud de los ciudadanos. No obstante, la gran beneficiada de este movimiento higienista24 a finales del siglo XIX y principios del XX fue la gimnasia sueca por sus potenciales valores terapéuticos, llegando a una posición prácticamente hegemónica en toda Europa. Se trataba de una concepción ortopédica basada en la postura y la movilidad articular. Se aplicaba a grandes grupos de estudiantes con estrategias metodológicas equivalentes a la instrucción simultánea desarrollada en las aulas, es decir, las tablas gimnásticas suecas. Este tipo de estrategia parecía una buena solución para la educación física de masas, ya que cada vez era mayor el número de niños y niñas en edad de ir a la escuela, especialmente en las ciudades.25 A pesar de los avances en la enseñanza, la introducción de elementos expresivos y los vínculos con la danza moderna producidos en la Europa Central,26 la gimnasia en España siguió siendo principalmente analítica y de corte militar hasta la época aperturista del desarrollismo. Recordemos que, durante el franquismo, la educación física escolar estuvo bajo el control de los órganos ideológicos del régimen dictatorial.27 Desde la década de 1960, la educación física comenzó a confluir con las tendencias internacionales vigentes, siguiendo derroteros similares a la de otros países europeos.

Los discursos sobre las funciones de la educación física escolar. Continuidades, discontinuidades y retos

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