Читать книгу Inteligencia artificial y defensa. Nuevos horizontes - José Luis Domínguez Alvarez - Страница 67

I. INTRODUCCIÓN

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Es una realidad que el ser humano nace en la más absoluta inseguridad. Siendo, a partir de ahí, desde donde ha tenido que ir conquistando cuotas de seguridad para mantenerse con vida, a través de ir construyendo objetos y utensilios (pieles, hachas de piedra, el hueso que cose, la piedra que muele…), a la vez que iba proyectando la creación de otros mejores.

Es cierto que el resto de los animales de la naturaleza también construyen sus nidos o casas para que les sirvan de fortaleza y les proporcione seguridad. Pero a todos ellos les falta algo que sí tiene el ser humano: la posibilidad de la invención técnica y su utilización consciente. Solo el género humano es capaz de fabricar instrumentos; solo él ha conseguido que la piedra se convierta en un martillo, o que los dientes de un animal pasen a ser una lanza o un cuchillo.

De esta forma, la vida del ser humano en la tierra se ha ido construyendo a través de un conjunto de creaciones artificiales (instrumentos, aparatos, objetos…) que antes no existían. De esta forma, su estar en el mundo se va volviendo más cómoda y segura. Bien es cierto, que hasta la llegada del capitalismo incipiente brillan por su ausencia los sueños y los proyectos técnicos con vistas a la aplicación y ampliación instrumental. Aquí, no podemos dejar de mencionar la audacia de Leonardo Da Vinci.

Durante todo este largo tiempo, la invención de forma consciente la encontramos principalmente como sueño y proyecto. En un mundo dominado por las enfermedades, la pobreza y la sub-producción, el “regnum hominis” estaba aún muy lejos, aunque no está de más recordar el principio de Bacon, que trataba de presidir en cierta forma la relación con la naturaleza: “a la naturaleza se la vence obedeciéndola”, a lo cual nosotros añadimos “y respetándola”.

Tenemos que señalar que todos los instrumentos que se crean o fabrican responden a satisfacer necesidades precisas. Así, junto a las necesidades de supervivencia y bienestar han estado las de sentirse seguro y, ahí ha jugado un papel determinante, el desarrollo de la tecnología militar. Es cierto que en todas ellas se pone de manifiesto la posibilidad que anida en el ser humano de modificar técnicamente al mundo. La creación de objetos (útiles, duraderos y bellos), la transformación de cosas y utensilios en bienes al servicio del ser humano, es lo que significa trabajar por construir un mundo mejor (por lo que a la técnica se refiere).

Bien es cierto que, la técnica, a lo largo de la historia, no siempre ha buscado ni ha cumplido con ese objetivo de estar al servicio del ser humano y de construir un mundo mejor.

Consideramos que el mundo de los servicios de inteligencia, junto con el de la tecnología y el de la inteligencia artificial, son uno de los campos que más se prestan al sensacionalismo, como muy bien ponen de manifiesto el cine, los divulgadores científicos o la ciencia ficción. Temas como el de que la máquina nos puede llegar a dominar, o que tome el control sobre nuestras vidas o que incluso pueda llegar a extinguirnos como especie… es algo que siempre nos ha seducido.

Consideramos que ha habido tres obras literarias –entre otras también interesantes– que podemos decir que constituyen un referente: “Fahrenheit 451”, “1984” y “Un mundo feliz”. En todas ellas, se nos presentan vuelos interplanetarios que nos llevan a estaciones espaciales; robots que realizan y nos sustituyen en muchos de nuestros trabajos; o sustancias químicas que nos rejuvenecen, que evitan el tener que comer y que potencian nuestras facultades físicas…

Nada de todo esto debe extrañarnos porque, como bien señala Noah Harari, una de las cosas que nos diferencia a los seres humanos del resto de animales en nuestra capacidad de creer y plasmar cosas que solo existen en nuestra imaginación. Y es que, lo improbable puede suceder. Y puede ocurrir incluso en ámbitos como el de la política: quién hace quince años podría decir que un hombre de color estaría en la Casa Blanca; o predecir el terrible atentado del 11 de septiembre; como también fue inesperada la caída del muro de Berlín…

Ahora, si nos fijamos en nuestro tema, vemos cómo todos hablamos de la importancia del fuego, la rueda, de la imprenta para el progreso de la humanidad, o de lo que supuso el ferrocarril para el mundo de la economía y la industria. Pensemos ahora en lo que está significando internet y la inteligencia artificial para nuestras vidas. Nuestro siglo XXI está siendo marcado por la inteligencia artificial.

Ante esta nueva situación que nos está tocando vivir, uno recuerda las palabras de Chéjov: “Suba, suba usted esa escalera que llaman la civilización, el progreso; ascienda, sí, se lo aconsejo sinceramente. ¿Qué a dónde sube?, pues le digo la verdad, no tengo la menor idea, pero solo porque existe esa escalera vale la pena vivir”. No sabemos muy bien a nos va a llevar internet, la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, la computación cuántica, pero, solo porque existe este mundo tan apasionante e innovador, vale la pena vivir y ser testigo.

No vamos a enumerar todo lo positivo que está teniendo y va a tener para el futuro todo este mundo. Nadie duda, por ejemplo, de la importancia de la inteligencia artificial, de sus posibilidades y de cómo ésta puede ayudar al género humano en la toma de decisiones. La tecnología va a jugar un papel fundamental. Caminamos, como apunta Joanna Bryson, hacia una “una década trascendente”, que puede estar apuntando “una nueva ilustración”. Bien es cierto que, esta revolución tecnológica que ya está en marcha, aunque aún no seamos todos conscientes, va a tener que ser digerida a mucha más velocidad que los cambios anteriores y puede dejar a mucha gente en el camino al no adaptarse a lo nuevo.

Sin embargo, como muchas de las cosas de esta vida, también la tecnología, tiene otra cara no tan agradable y esperanzadora. La misma tecnología que te ayuda para convocar a la defensa de los Derechos Humanos, te sirve para perseguir y controlar a personas; la misma tecnología que te ayuda a transmitir conocimientos, sirve para difundir “a la velocidad de la luz” cualquier estupidez. Los algoritmos que nos parecen tan “objetivos” también pueden servir para discriminar. Los algoritmos se pueden diseñar para perjudicar a ciertos ciudadanos y colectivos. Se pueden utilizar para manipular a las personas a través de las noticias falsas, la desinformación y la propaganda. Para evitar estos sesgos, una posibilidad sería la de empezar a auditar a los algoritmos. Como nos dice Soledad Antelada, “hoy, cualquier cosa que pueda estar conectada a internet se puede hackear”.

Junto a todas estas cuestiones, no podemos olvidar el problema de la sostenibilidad energética que conlleva el mantenimiento de todo este mundo tecnológico. En este ámbito tecnologizado en que nos movemos, una cuestión importante es el de la seguridad. La ciber delincuencia es uno de los mayores negocios delictivos del momento, sin olvidar “el miedo”.

El concepto de seguridad es uno de los más determinantes y que es urgente replantear. Hoy ya no se puede reducir la seguridad a las amenazas externas. En estos momentos, la pandemia producida por la Covid-19 está matando diariamente a más gente que cualquier ataque terrorista. En la actualidad, de la seguridad forman parte el medio ambiente, la economía, la salud, la inteligencia artificial, etc. Y, por otro lado, tenemos que decir que el concepto de seguridad vigente no da más de sí. Nuestra seguridad provoca también inseguridad. Se ha construido bajo el concepto de desconfianza y de violencia. Nadie cuestiona que la seguridad es el primero de los derechos fundamentales. La seguridad es la condición para todos los demás.

No hay libertad sin seguridad. ¿Qué libertad hay en el miedo? La seguridad es lo que tenemos que lograr y afianzar. Por eso, es la seguridad la que tiene que ser tratada con Inteligencia. La seguridad es el medio y la libertad es el fin.

De igual forma, tenemos que llamar la atención sobre cómo no se puede utilizar la seguridad como coartada. Es esa seguridad donde no existe la vergüenza, ni los reparos, ni la ética; es una seguridad donde todo está permitido “por Seguridad Nacional”. La seguridad también se consolida y, por lo tanto, la Democracia, a través de la formación de los ciudadanos y con jornadas como las que viene organizando el profesor Dr. D. Daniel Terrón.

Inteligencia artificial y defensa. Nuevos horizontes

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