Читать книгу Inteligencia artificial y defensa. Nuevos horizontes - José Luis Domínguez Alvarez - Страница 69

III. UNA APROXIMACIÓN A LA “TRANSINTELIGENCIA”

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Como hemos venido apuntando, todo parece indicar que la velocidad a la que van a evolucionar los cambios tecnológicos será de un nivel tan rápido y profundo que sus repercusiones van a afectar a toda nuestra vida de una forma irreversible. Y esta implicación de la tecnología en nuestras vidas, también a afectar a los Servicios de Inteligencia que también se van a ver implementados por dicha tecnología.

Términos como nanotecnología, biotecnología, realidad virtual, inteligencia artificial, big data, transferencia mental… son términos que nos resultan ya habituales. Sin olvidar el mundo del cine y los videojuegos donde este mundo de la relación máquina-hombre y éste con súperpoderes, es lo normal.

A la luz de todo ello, el poder parece que ya no está en controlar los datos (o la información) sino en controlar la tecnología. En definitiva, los avances tecnológicos son un tsunami difícil de contener y controlar.

En este artículo, proponemos un acercamiento a lo que denominamos “Transinteligencia”. “Transinteligencia” como forma de superación de los límites impuestos por la naturaleza humana y las formas de trabajar de los Servicios de Inteligencia.

Los desafíos tecnológicos nos proponen y nos invitan a pensar o repensar sobre el sentido (misión, visión y valores) de los Servicios de Inteligencia y su responsabilidad.

Si nos fijamos, la ciencia siempre nos ha ofrecido la posibilidad de soñar a través de la fe que proporciona el poder del conocimiento: para la ciencia y la tecnología nada es imposible.

La cuestión es si la condición de los Servicios de Inteligencia es tal que, al introducir en su quehacer los avances científicos y tecnológicos, estas aportaciones se puedan asumir sin cambiar la esencia y propia razón de ser de un Servicio de Inteligencia; o más bien, para un Servicio de Inteligencia la tecnologización de su trabajo sería un trabajo “sin vida”, sin razón de ser.

La “transinteligencia” sería la búsqueda a través de la tecnología del mejoramiento de la misión, visión y valores de un Servicio de Inteligencia.

¿Qué le parecería tener la capacidad de estar plenamente informado hasta el punto de considerarse sabedor de todo? Estar en posesión de una capacidad de obtención sin límites, ¿Qué nos parecería tener una capacidad de análisis para toda esa información casi infalible?, ¿Detectar a los “malos” antes de que estos actuasen?, ¿Aprender idiomas o la cultura de una sociedad colocando un simple dispositivo en el cerebro?, ¿Y qué tal si se fundiese toda la inteligencia que se produce en los países democráticos en una superinteligencia europea que sea capaz de detectar amenazas, evitar riesgos y anticiparse proponiendo posibilidades y oportunidades?, ¿El desarrollo tecnológico, la inteligencia artificial… modificará las características de un Servicio de Inteligencia y terminará tomando el control e indicando por dónde y hacia dónde dirigirse?…

En definitiva, es plantear la posibilidad de que se puedan mejorar (hasta lo inimaginable) las capacidades del ciclo de inteligencia a través de la utilización de la tecnología. Ello nos conducirá a una nueva concepción de los Servicios de Inteligencia.

Si tuviéramos que definir qué entendemos por “transinteligencia” diríamos que es el intento de transformar sustancialmente los Servicios de Inteligencia, mediante la aplicación directa de la tecnología a todas sus formas.

La “transinteligencia” tiene un objetivo muy claro: el mejoramiento del ciclo de inteligencia con la implementación de la tecnología.

Este deseo, no tiene en un principio que extrañarnos, dato que todos somos conscientes de que los Servicios de Inteligencia –como todas las instituciones– tienen sus limitaciones y sus vulnerabilidades.

La “transinteligencia” lo que hace es proponer el mejoramiento de los Servicios de Inteligencia como una forma de superación de las limitaciones de su personal y de los condicionamientos estructurales. Y de esa forma poder así eliminar tanto la información no deseada como las decisiones no necesarias.

En este contexto, la tecnología se convierte en el factor clave e incluso con un significado salvífico. Al convertirse la dimensión tecnológica en un factor clave y determinante de nuestro mundo y de nuestras vidas, configura nuestra cosmovisión: la forma de comprender el mundo y de cómo actuar en él.

Con el término “transinteligencia” queremos señalar una “nueva inteligencia”. Es decir, los Servicios de Inteligencia” pueden ir más allá del factor humano que les ha venido caracterizando. Ya no se puede verter “vino nuevo en odres viejos”. La ciencia y la tecnología tendrían que llevarnos a condiciones humanas extremadamente seguras. En ese camino hacia una Inteligencia futurista nos podemos encontrar (entre otras) por un lado, con: un “perfeccionamiento” en el orden personal de los Servicios de Inteligencia, que sería el mejoramiento de los que trabajan en ese Servicio de Inteligencia, a través de la ingeniería genética, entre otras. Buscando en este punto que el personal que trabaja en un Servicio de Inteligencia sea el “mejor” y desarrolle al máximo sus posibilidades; y por otro lado, se trataría de crear un “empleado funcionario” completamente diferente al actual. Sería la hibridación entre el ser humano y la máquina. Aquí lo que se pretende, es evitarle a los Servicios de Inteligencia las limitaciones biológicas de sus “elegidos” (empleados) con la ayuda de la robótica y de la inteligencia artificial. Incluso podría plantearse que la máquina capaz de imitar la inteligencia humana adquiera plena autonomía. Sin problemas de cansancio, de sesgos, de emociones… De esta forma, se solventa la condición de vulnerabilidad de las personas y se aspira, porque se puede técnicamente, a jugar en un campo donde no existen límites.

En este momento que nos ha tocado vivir donde predomina la incertidumbre por un futuro no sólo poco claro sino en muchos aspectos amenazador; donde la política nos produce desengaño cuando no decepción e incluso angustia… En este contexto, emerge con fuerza la “utopía tecnológico-científica” enarbolando la bandera de un nuevo futuro y una nueva condición humana. El paraíso está en la tierra. El progreso científico-tecnológico va a poder resolver muchos de los problemas que tienen los Servicios de Inteligencia, y de este modo, poder mejorar la calidad de nuestra seguridad.

Se supone que una institución-organismo como es un Servicio de Inteligencia es una institución-organismo que desea mejorar continuamente: desea lograr y elaborar una mejor inteligencia para afianzar el máximo de seguridad posible para afianzar el máximo de seguridad posible en todas las dimensiones de las personas: económicas, profesionales, sanitarias, medioambientales… como la mejor forma de reducir y desterrar el miedo.

La “transinteligencia” como toda teorización es proclive a la discusión y así tenemos por un lado a los “defensores” de la “transinteligencia”; es decir, los que consideran no solo absurdo sino también irresponsable cerrar las puertas a los progresos tecnológicos hasta sus últimas consecuencias. Por otro lado, los “conservadores” que ven en lo tecnológico una amenaza a lo que ha sido y es la esencia y la forma de trabajar de un Servicio de Inteligencia. Ven en la “transinteligencia” una amenaza pues bajo el pretexto de la transformación de los Servicios de Inteligencia en algo superior (institución–organismo), consideran que se esconde la pérdida de su razón de ser y por lo mismo su aniquilación. De igual forma, no podemos olvidar a todos aquellos que piensan que todo ese mundo del que habla la cienciotecnología son meras elucubraciones con posible base científica, pero sin ninguna posibilidad real…

¿Se puede ir más allá de la inteligencia que producen los Servicios de Inteligencia? ¿Es necesario hacer todo lo que técnicamente se puede hacer o ello supone una irresponsabilidad? Por primera vez la biotecnología puede manipular y modificar el genoma humano: ¿es una irresponsabilidad realizarlo para conseguir una mayor seguridad?

La “transinteligencia” no renuncia a comer del árbol de la cienciotecnología con el deseo de alcanzar la máxima perfección en inteligencia y en última instancia en seguridad.

Nuestra sociedad no es en modo alguno una totalidad armónica, equilibrada, sana y de personas “buenas”. También produce desafinamiento, desequilibrio y personas que hacen el “mal”. La situación por la que pasan muchos de los seres humanos no tiene nada de seguro y, para mejorar esa situación, para conseguir mejores análisis que posibiliten mejores decisiones, lo mejor según la “transinteligencia” es la alianza entre la condición humana y la máquina y así emprender mejoras científico-tecnológicas, con el fin de aumentar la capacidad de analizar para instalar y afianzar una seguridad que sea de verdad una seguridad global y no una farsa.

Si nos fijamos, la tecnología no es algo que nos ha caído de forma repentina del cielo. La tecnología siempre ha sido una dimensión que ha desarrollado el género humano desde sus inicios en este mundo. Lo que hoy nos llama la atención o mejor nos caracteriza es que en la actualidad la tecnología es un factor dominante muy determinante en nuestro mundo. Nuestro mundo es nuestro mundo tecnológico.

Ante este panorama la cuestión que se nos plantea es saber qué hacer con la tecnología y como construir con su ayuda un Servicio de Inteligencia más “auténtico”, en el sentido de más eficiente y eficaz. Los interrogantes que se nos plantean son, entre otros: ¿Al servicio de qué modelo de Servicio de Inteligencia dirigimos los progresos científico-tecnológicos?, ¿qué tipo de inteligencia y de seguridad queremos construir?, ¿de qué perfeccionamiento que aportan las máquinas tendríamos que hablar y debería tratarse?, ¿dónde se va a decidir y en qué grado esa simbiosis entre persona y máquina que dará lugar a la “transinteligencia”? ¿quién es responsable de todo este mundo y estas decisiones y sus consecuencias?, ¿y ante quién o quiénes es responsable?, ¿No es cierto, y estamos todos de acuerdo, que entre mayor es nuestro poder, mayor es también nuestra responsabilidad?

Cuando hablamos del mejoramiento de los Servicios de Inteligencia a través de la ciencio-tecnología (la máquina), ¿de qué estamos hablando?

Quizás nuestra responsabilidad está en analizar lo que representa este nuevo poder tecnológico para la marcha y el funcionamiento de los Servicios de Inteligencia y su futuro y nos plantea de nuevo los siguientes interrogantes: el realizar buenos análisis de inteligencia, ¿es sólo un problema técnico?, tal y como plantea la obra de Ian McEwan, “Máquinas como yo” (2019) ¿podemos pensar y aplicar que el robot protagonista de la obra también puede realizar mejores obtenciones de información y mejores análisis de inteligencia que los propios Servicios de Inteligencia?, ¿qué pasaría si fuera posible la aparición de inteligencia completamente independientes de los seres humanos y trabajando por un Servicio de Inteligencia ya sea en su versión de robots, máquinas o software…?, ¿qué implica para el futuro de los Servicios de Inteligencia y su misión, esta posible ampliación que nos ofrece la tecnología de sus capacidades de obtención y de análisis, así como la superación de muchos de sus límites por la naturaleza humana de sus miembros? Y si esto llegara a ocurrir, ¿habría que considerarlos como dotados de responsabilidad?…

Estas y otras cuestiones que hace unos años nos podían parecer cosas de ciencia ficción son cada vez más posibles, más cercanas y más reales.

La “transinteligencia” sería el resultado de la integración perfecta entre la máquina, la inteligencia artificial y el ser humano aplicado al mundo de los Servicios de Inteligencia.

Desde este planteamiento, este desarrollo tecnológico y la puesta en marcha de la “transinteligencia” supondría un ensanchamiento de las limitaciones y de los constreñimientos que tienen los Servicios de Inteligencia para realizar un trabajo más perfecto y preciso.

En línea con los interrogantes que este mundo nos plantea, ¿qué pasaría si pudiéramos conseguir el volcado de toda la información y toda la inteligencia de la que dispone un Servicio de Inteligencia, en un soporte artificial (del tipo que sea) y que le permita recabar la mejor información para realizar un análisis “casi infalible” y, por supuesto, diferente a lo que hacen y consiguen sus analistas en estos momentos?

Todo esto nos lleva a contemplar y plantear desde los ojos de los Servicios de Inteligencia los retos que la “transinteligencia” le van a plantear a su razón de ser, de estar y de trabajar en el mundo. Si todo indica que vamos hacia la aparición de una nueva realidad, ello presupone, como no puede ser de otra forma, la aparición de un tipo de Servicio de Inteligencia radicalmente nuevo y diferente al actual: rediseñar la condición de los Servicios de Inteligencia sería la tarea.

La “transinteligencia” como venimos señalando sería la concepción o el planteamiento que afirma la responsabilidad profesional y el deber moral de mejorar las capacidades tanto físicas como mentales, aplicando a los miembros de los Servicios de Inteligencia las nuevas tecnologías, con el fin de que se puedan eliminar todos los aspectos no deseados del ciclo de inteligencia: conseguir la mejor obtención para realizar un adecuado análisis y tomar la decisión más adecuada a los intereses (nacionales, empresariales…).

La “transinteligencia” lleva en su ADN el sueño de destruir nuestras limitaciones y lograr el máximo de seguridad a través de todos aquellos avances científicos que consiguen superar todas esas limitaciones a las que nos somete nuestro cuerpo y nuestra mente, ya sea por la vía tecnobiológica o por la vía de hacernos ciborg a través de todo tipo de implantes y logrando una verdadera armonía entre lo humano y la máquina.

Si anteriormente hemos apuntado que la “transinteligencia” lleva en su ADN el sueño de la máxima seguridad ahora decimos que la “transinteligencia” se plantea la posibilidad de la consecución de una “inteligencia universal”.

Si el mundo cada vez está más intercontectado, si la información fluye a gran velocidad… la “transinteligencia” nos plantea la posibilidad de recopilar toda la información que existe y que tiene lugar en el mundo en un “súperprocesador” universal, con el que se fusionarían los Servicios de Inteligencia (las mentes de sus empleados). Nuestra capacidad de conocer, de manejar la información, de entender y de poder orientarnos… en estos casos, sería ilimitada.

¿Hay algo superior a esta situación en la que toda la información esté disponible y en constante contextualización e interrelación para el mejor análisis nunca antes logrado? La “transinteligencia” lo que nos propone es algo realmente nuevo. ¿Deberían los Servicios de Inteligencia dar la bienvenida a una nueva inteligencia liberada de las limitaciones y de los miedos que los han acompañado a lo largo de su historia? Desde una posesión plena de todo el saber, a través de la interconexión con la máquina, la “transinteligencia” supondría una forma totalmente diferente de ser y de estar en el mundo por parte de los Servicios de Inteligencia.

Todo esto sería posible porque, al fin y al cabo, los Servicios de Inteligencia no tienen que ser realidades cerradas y, menos aún, acabadas; sino todo lo contrario. Tienen que ser instituciones u organismos abiertos y dotados de una gran flexibilidad, una gran capacidad de integración y relación y que trabajen no sólo por ensanchar sino por superar sus límites. No se trata sólo de mejorar la situación actual de los Servicios de Inteligencia, sacando lo mejor de ellos como instituciones y de sus componentes como profesionales, sino que se pretende caminar hacia otra cosa para conseguir otros resultados: la perfección. O, ¿tal vez tendríamos que contentarnos con que sean Servicios de Inteligencia tal y como los conocemos, porque el resto es soñar?

La “transinteligencia” es un tema lo suficientemente interesante como para hacernos pensar de una forma radical sobre la misión, visión y valores en los Servicios de Inteligencia.

Podemos entender la “transinteligencia” como esas posibilidades que nos brindan el conocimiento adquirido, la ciencia y la tecnología para poder ir más allá de lo humano en los Servicios de Inteligencia. Dónde la imaginación y la innovación se constituyen en elementos esenciales.

La cuestión fundamental de la “transinteligencia” es precisamente la idea de qué es un Servicio de Inteligencia y para qué sirve un Servicio de Inteligencia en el S. XXI; de su razón de ser y de estar en nuestro mundo de hoy. El Servicio de Inteligencia que responda a esta “transinteligencia” está por hacer. La “transinteligencia” tendría que suponer para nosotros un cuestionamiento profundo y sincero de lo que debe ser un Servicio de Inteligencia del S. XXI. La “transinteligencia” nos pone a pensar: ¿qué es un Servicio de Inteligencia a la altura del mundo de hoy?, ¿Cuáles son sus posibilidades, cualidades y capacidades?, ¿Cuáles son sus límites?, ¿Qué hace con lo que es?…

Como humanos que somos desde que hemos puesto los pies en este planeta llamado tierra, hemos tratado de aumentar nuestro bienestar intentando conseguir una más y mejor seguridad. La capacidad de crear, de innovar, de soñar… con la ayuda de la ciencia y la tecnología nos ha acompañado siempre.

¿Qué seguridad es esa que hemos creado que está en peligro? ¿Se podría conseguir o tener una mejor seguridad? Y ello, ¿no implicaría un mejor y distinto Servicio de Inteligencia? ¿Cuáles serían esas características, propiedades, misiones, visiones y valores de ese nuevo y mejor Servicio de Inteligencia? ¿Por qué renunciar a superar las vulnerabilidades y las fragilidades que tienen ahora los Servicios de Inteligencia y que la tecnología y las máquinas nos pueden ayudar a superarlas?

Bien es cierto que las “transinteligencia” nos hace plantearnos qué sería hoy y en qué consistiría lo que podríamos denominar la estructura esencial de un Servicio de Inteligencia; es decir, lo que hace que hace que un Servicio de Inteligencia sea un Servicio de Inteligencia y no otra cosa.

Por otro lado, y como la otra cara de la moneda, la “transinteligencia” nos obliga de igual forma a preguntarnos por la estructura adicional; es decir, ese conjunto de medios, normas… concretos del quehacer diario de un Servicio de Inteligencia, tal y como se desarrollan, que son unos pero que bien podrían ser otros.

La cuestión es saber a qué parte afectaría la “transinteligencia”: ¿a la estructura esencial o a la adicional? El que existieran máquinas y ciborgs (hombres-máquinas) obteniendo, analizando y proponiendo, ¿a qué parte afectaría? ¿se podría seguir hablando de Servicios de Inteligencia en este caso?

En definitiva, la cuestión es, ¿qué nos está planteando la ciencia y la tecnología al mundo de los Servicios de Inteligencia?

La “transinteligencia” se plantea transformar los Servicios de Inteligencia para hacerlos mejores: más eficaces y más eficientes… Teniendo en cuenta que allí donde existe un gran poder, crece una gran responsabilidad.

Con todo esto, ponemos de manifiesto que hasta ahora si se producía una deficiencia, un fallo, un error… se intentaba reparar, corregir, subsanar… Ahora la pregunta es, ¿además de hacer todo esto en un Servicio de Inteligencia, cabe la posibilidad no solo de mejorarlo sino también de transformarlo?, ¿estaría justificado éticamente esta transformación tecnológica?, y, ¿si esa transformación tecnológica está al servicio de la seguridad (de la seguridad nacional)?…

Si el problema es técnico, ¿la única solución tiene que ser también solo técnica o debe ser también considerada la ética?

La “transinteligencia” nos está invitando a plantearnos y de forma urgente el futuro de los Servicios de Inteligencia. Ahora bien, ¿en diálogo con quién? ¿El tema de la responsabilidad no sigue siendo clave? ¿Quién o quiénes serían responsables en ese mundo de la “transinteligencia”?, ¿El robot soldado, el robot obtenedor, el robot analista…?

¿Se podría desarrollar una “transinteligencia” al servicio del ciudadano y de los valores democráticos? Ese es el reto que se nos viene y que tendremos que afrontar.

Inteligencia artificial y defensa. Nuevos horizontes

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