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2.1 Fase de preparación

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En psicoterapia, lo primero y más importante de todo es partir de esta premisa: sentimos un profundo respeto por nuestros pacientes. Muchos de ellos han convivido con personas que han traicionado su confianza, menoscabado su seguridad e infligido malos tratos. Por ello, la relación terapéutica debe ser reparadora en este sentido, priorizando el mantenimiento de la «armonía relacional» (Benito y Gonzalo, 2017) con nuestros clientes por encima de las técnicas psicoterapéuticas. El terapeuta pide siempre permiso a los pacientes para cualquier intervención que se proponga hacer.

Para introducir la caja de arena, la misma sala de terapia, bien organizada e iluminada, con su estantería de miniaturas a la vista, es ya, de entrada, una atractiva e implícita invitación a los pacientes a jugar con estas en la arena. Tenemos que ser capaces de ofrecerles una explicación de qué es la caja de arena y en qué puede ayudarlos, adaptando nuestro lenguaje a sus necesidades. Nunca forzamos a los pacientes a hacer nada, ni siquiera de manera sutil, aunque sí podemos animarlos. Damos seguridad a los que se muestran más inhibidos y calma a los que puedan sentirse más ansiosos. Es importante explicitar que no existe juicio alguno y que buscamos justo lo que los pacientes construyan en la arena.

Dicho esto, antes de que los pacientes creen su escena en el interior de la caja, conviene que se familiaricen con los materiales. Que vean y toquen las figuras y jugueteen con la arena3 entre los dedos. Esto produce una experiencia sensorial y cinestésica que los relaja, los emplaza al presente y los dispone favorablemente para que puedan conectar con su interior. Todos estos elementos de tacto y movimiento con la arena son importantes para personas que han sufrido traumas, pues les provee de una sensación de presencia en el «aquí y el ahora» del espacio de la terapia y con el terapeuta a su lado (los pacientes deben sentir que están en una estancia y con una persona seguras).

Tras comunicar a los pacientes las consignas (las recordamos: tienen total libertad de crear lo que deseen en la arena, es necesario guardar silencio y no hay nada que deban saber hacer, no existe la posibilidad de equivocarse), se les anima a que «sus manos hablen» y que permitan que las figuritas «los elijan» a ellos, sin pensar demasiado, «dejándose llevar». Les aclaramos que los profesionales somos facilitadores, no expertos, así como que no existe juicio alguno; es una experiencia completamente diferente a otras que hayan podido vivir; a partir de aquí, comienza la fase de creación de la caja de arena.

Traumaterapeutas en la caja de arena

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