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2.6 Sobre la interpretación de las escenas creadas en las cajas de arena: ¿Cuándo? ¿Cómo?

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Después de la creación de una o varias cajas de arena, es cuando puede comenzar la labor interpretativa, si lo valoramos como necesario y beneficioso para nuestros pacientes adultos y, en ocasiones, para los adolescentes. Con los niños no se suele hacer dicha labor. Con ellos solemos jugar11 y nos mantenemos en el poder sanador del juego y en el potencial terapéutico de las metáforas que emergen (los niños liberan emociones, desarrollan sentimientos de control y crean narrativas mientras juegan, con un adulto facilitador, sintónico y empático a su lado, capaz de reflejarlos emocionalmente de manera adecuada y de ayudarlos cuando entran en un juego postraumático). Para saber más sobre este tema, recomiendo consultar el libro de La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia (Benito y Gonzalo, 2017).

En mi opinión, y basándome en todos mis años de experiencia con los pacientes y la caja de arena, respecto a la necesidad o no de interpretar esta, coincido con Bradway y McCoard (1997) cuando afirman que es mejor no hacerlo hasta que el proceso no verbal haya tenido tiempo de operar en la mente y las actitudes y la conducta se hayan integrado con lo que ocurre en el proceso de sandplay. Con determinadas personas esto supone un proceso terapéutico que puede prolongarse en el tiempo. Una muestra de lo que dicen estas autoras se observa en la caja de arena de B (ver epígrafe 4.4.1). Con otras personas, en cambio, dicho proceso puede alargarse menos y las podemos ayudar vinculando el mundo en la arena con el «ámbito personal» (Rae, 2013) en menor cantidad de tiempo.

Cuando vinculamos el mundo en la arena con el mencionado ámbito personal, lo que hacemos es aplicar de un modo realista lo que a los pacientes se les ha revelado en las cajas de arena a su vida cotidiana, cómo llevar esa toma de conciencia a su vida real. También analizamos la relación de dichas revelaciones con los motivos y problemas por los que aquellos nos han consultado como expertos que somos en psicoterapia (Rae, 2013), ayudándolos a comprenderse mejor a sí mismos y a reestructurar de una manera ordenada el material clínico de las cajas (ver apartado 4.3.).

A modo de contraste, con niños que habían padecido una negligencia grave durante los primeros seis-ocho años de vida, abandonados en orfanatos donde no existían contacto ni relaciones humanas, he trabajado con éxito en terapia con las cajas de arena sin usar palabras, pues presentaban trastornos graves del desarrollo que afectaban al área del lenguaje. No hizo falta ni hablar ni interpretar nada para que funcionara. Permití, como dice Margaret Lowenfeld, que los niños fueran los expertos en sus cajas (un espacio libre y protector) y atendí a lo que hacían y mostraban en sus mundos. Esto conviene dejarlo claro, sobre todo con los niños: jugar es el mejor modo que tienen de aprender y resolver sus conflictos psíquicos. Ahora bien, en traumaterapia (Barudy y Dantagnan, 2017) combinamos la técnica de la caja de arena con otras técnicas y con un trabajo con la BASE de cuidados (los padres o referentes del niño) y el contexto (los tutores escolares y otros profesionales que intervengan con el chico). Ninguna técnica por sí sola puede garantizar beneficios terapéuticos en terapia infanto-juvenil si no se integran adecuadamente en el enfoque de intervención terapéutica estos elementos (BASE y contexto).

Del mismo modo, con algunos pacientes adultos tampoco he llevado adelante esta labor interpretativa verbal explícita, porque no estaban preparados para ello y necesitaban un acercamiento metafórico y requerían de un mayor grado de distancia con respecto a lo traumático representado. Sin embargo, la experiencia de construcción de las cajas de arena les ha permitido lograr un alivio emocional y encontrar otro lenguaje para poder comprenderse a sí mismos y expresarse, usando metáforas y alegorías a las que no les hace falta la palabra, pues se explican por sí solas; es otro lenguaje más complejo y profundo. Por ello, antes de hacer un trabajo interpretativo explícito usando la palabra, hemos de preguntarnos el porqué, el para qué y el cuándo de este. ¿Es útil y beneficioso para determinado paciente en ese momento de su vida trabajar en la cocreación de interpretaciones? ¿Está preparado para un trabajo de semejante naturaleza? ¿Tiene una red psicosocial de apoyo que lo acompañe fuera de las sesiones de terapia? ¿Presenta la suficiente estabilidad emocional en su vida en ese momento? La caja de arena no requiere de una interpretación verbal para que sea un abordaje terapéutico eficaz. A Dora Kalff no le gustaba que catalogaran el sandplay como una terapia complementaria a la terapia verbal, para ella era un abordaje terapéutico per se.

¿Qué dicen los especialistas en sandplay sobre el tema de la interpretación? La mayoría convienen con Weinrib (1983) en que «al terminar de hacer su caja de arena, las explicaciones y amplificaciones pueden ser necesarias para algunos pacientes, así como las respuestas a las preguntas». Pero es verdad que, «a veces, poco hay que añadir, porque las imágenes parecen hablar por sí solas, directamente, a los pacientes, como si estos viesen las imágenes de su propio proceso de desarrollo». También los autores están de acuerdo en hacer interpretaciones verbales con los pacientes, si estos presentan una personalidad cohesionada y un yo bien constituido. Así, Ammann (1991) considera que, «una vez que el proceso ha terminado, es importante (para analizados con un yo estable) trabajar cuidadosamente con las imágenes» (fotografías de las cajas de arena).

Voy a detenerme un poco más en el tema de la interpretación12, pues esta es siempre una empresa delicada y solo se hace, en mi opinión, con las personas que lo desean y pueden beneficiarse de un trabajo de esta naturaleza. La interpretación nunca es pasiva-unidireccional (la hace el terapeuta y los pacientes han de aceptarla, dentro de un esquema de dominanciasumisión), sino que es activa-bidireccional (los expertos en su mundo en la arena son los pacientes y ellos deciden si le encuentran sentido a la interpretación cocreada por ambos), fruto de un esfuerzo conjunto por entender los significados que pueden tener las figuritas y otros ítems en la escena de la caja de arena y en qué medida guardan una relación con la vida real de las personas que asisten a la terapia. Sobre este tema, Gustavo Lanza (2021)13, citando a Green, refiere que «no hacen falta demasiadas reflexiones para darnos cuenta de que el analista no tiene capacidad de omnisciencia, y de que su decir, por más certero que sea… o no, solo expresa “un” punto de vista parcial, relativo, acotado… que bien puede ser complementado por el punto de vista del paciente sobre aquello en que ha focalizado la interpretación… o que ha dejado de lado por su inevitable parcialidad. Creo que es enriquecedor cuando se establece una dialéctica entre ambos puntos de vista, dialéctica que permite dinamizar el intercambio y complementar o cuestionar el decir del analista, o hacerle saber lo que el paciente necesita de él…».

Del mismo modo, Kuchuck (2021) habla de la corriente intersubjetiva, que ha renovado el psicoanálisis, llevándolo hacia lo relacional, que sintoniza muy bien con el modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan, afirmando que «el paciente y el terapeuta crean una tercera entidad con sus propias dinámicas, ritmos y características. Cada miembro de la díada clínica participa en las interacciones, de tal modo que cada uno las siente como si se dieran fuera de uno mismo y teniendo vida propia. […] En otras palabras, ambos, analista y paciente, participan en un ámbito comunicacional en el cual el significado está siendo continuamente coelaborado. […] El analista está emocional y corporalmente inmerso en un terreno compartido con el paciente. […] La intersubjetividad incluye la toma de conciencia de un concepto central para el pensamiento relacional: la cocreación, la suposición de que las interpretaciones, la percepción y la comprensión dependen del ajuste intersubjetivo particular de cada díada única. Incluso si lo objetivo existe, solo el paciente y el terapeuta pueden conocerlo de manera subjetiva. […] Los modelos más antiguos del psicoanálisis no consideran las implicaciones de la subjetividad del clínico y que el observador-terapeuta es parte de la terapia. La experiencia del analista se mide por el grado en que puede facilitar la exploración de la dinámica intersubjetiva de un tratamiento para ayudar al paciente a obtener una mejor comprensión de las relaciones, internalizaciones, repeticiones y barreras para el cambio deseado». Es estimulante y reconfortante saber que el modelo de Barudy y Dantagnan, a partir del cual trabajo, incorpora desde sus orígenes este reconocimiento y respeto al otro como un sujeto. Personalmente, me encanta cuando Kuchuck (2021) afirma que el profesional es un «relacionalista» y no un «analista». En resumen, todo esto nos sirve para concluir que las interpretaciones de las cajas de arena son cocreadas entre el paciente y el terapeuta.

Por ello, a lo largo de las sesiones de la terapia, se puede profundizar en el entendimiento de las diferentes escenas construidas por los pacientes y en la cocreación de los significados. Se pueden vincular también los diferentes significados atribuidos a los mundos en la arena con el «ámbito personal» de aquellos (Rae, 2013), es decir, con los asuntos que los traen a la consulta. Normalmente, esto se hace en las fases finales, cuando la terapia se centra en la elaboración psicológica o la «reintegración resiliente» (Puig y Rubio, 2011; 2015) de los contenidos traumáticos o los problemas emocionales de los pacientes, como hacemos en el bloque III del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan (2017). En cualquier caso, esta labor suele llevarse a cabo después de que las personas en terapia creen una o varias cajas de arena. La decisión relativa a cuántas cajas de arena hace falta hacer antes de revisarlas y reexplorarlas dependerá de cada paciente, su salud mental, capacidad para poder elaborar psicológicamente, habilidades de regulación emocional, contexto de vida, apoyo psicosocial y el grado de motivación e interés que aquel tenga. Es necesario que esta decisión la tomen ambos, paciente y terapeuta, de común acuerdo. Dado que esta fase interpretativa y de reintegración de la historia de vida traumática la hacemos dentro del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan, en el bloque III, quiero insistir en que hemos de cerciorarnos bien de que los clientes estén preparados para hacer este trabajo, hayan desarrollado habilidades autorregulatorias, cuenten en su contexto de vida con una red de apoyo y el vínculo terapéutico sea sólido y seguro. Hay pacientes con alta capacidad de reflexión y de regulación que pueden y prefieren hacer esta tarea después de que han creado un número pequeño de cajas; en cambio, otros, dadas sus características y circunstancias personales, necesitan hacer un proceso de construcción de varias cajas de arena para, pasado un tiempo, cuando este trabajo no verbal se haya asentado en su psique, profundizar en la interpretación. Algunos pacientes han podido ver con claridad lo que sus cajas significaban meses e incluso años después.

Ahora bien, como ya he dicho en otras ocasiones, esta unión explícita entre el mundo en la arena y el «ámbito personal» (Rae, 2013) de los pacientes (cotejar toda la información surgida y buscar las asociaciones entre los mundos en la arena y sus vidas personales) no es una tarea imprescindible para que la caja de arena funcione y logre cambios positivos en los clientes. Hay algunos, como hemos dicho, que necesitan un tiempo para que todo lo que han construido se asiente en su mente; por lo que las coexploraciones más profundas en la arena suelen proponerse en las fases finales de la terapia, cuando se acomete el trabajo de elaboración psicológica (bloque III o de «reintegración resiliente» [Puig y Rubio, 2011; 2015], dentro del modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan).

Tras la creación de una o varias cajas de arena, nuevas preguntas y revelaciones pueden emerger de manera espontánea a lo largo del tiempo, por lo que, posteriormente, se puede volver a trabajar con las personas respecto de las fotos o los vídeos grabados en las sesiones (con el correspondiente consentimiento informado firmado por el paciente). Las preguntas que se proponen para el desentrañamiento de los significados de los mundos en la arena son mentalizadoras (Bateman y Fonagy, 2018), como «preguntar y no saber», tratando de generar curiosidad. Son preguntas abiertas y con interrogación retórica en las que no se ejecutan afirmaciones taxativas por parte del terapeuta (ver epígrafe 7).

En el bloque III o de «reintegración resiliente» (Puig y Rubio, 2011; 2015) se puede proponer a los pacientes que necesiten profundizar en sus cajas de arena un análisis de los símbolos universales (Robertson, 2002) que pueblan el «inconsciente colectivo» de las personas (arquetipos, de acuerdo con Jung [Jung, 2019]). Son los símbolos que revisten la misma importancia para cualquier ser humano, sea del país o de la cultura que sea. Hay algunos clientes que, para explicarse a sí mismos, necesitan recurrir a narraciones basadas en la cultura popular, la mitología y/o personajes de la música, el cine, los videojuegos… Un ejemplo espontáneo de esto lo vemos en la transcripción de la primera coexploración de la caja de arena de Lucas, de doce años (recuadro 2.1).

A modo de conclusión, ha quedado patente que esta labor de búsqueda de significados es un esfuerzo conjunto en el que participan colaborativamente tanto el paciente como el terapeuta, siendo el primero el experto en su caja de arena. Él es quien, en última instancia, debe encontrar sentido a los significados y estos lo tienen que ayudar a entenderse, aliviar los síntomas, comprender sus problemas emocionales y/o elaborar contenidos e historias traumáticas de vida. Como ya he dicho, se puede trabajar terapéuticamente con cada caja de arena o tras hacer un conjunto de varias cajas a lo largo de la terapia (combinando esta técnica con otras, de acuerdo con las necesidades de los pacientes), aprendiendo a regularse emocionalmente y a desentrañar los posibles significados y su relación con aquellos asuntos que impelen a los pacientes a acudir a terapia. Normalmente, es un proceso que lleva tiempo y, en general, con una sola caja de arena no suele bastar; a veces se requiere de la ejecución de varias cajas durante la terapia. Por lo tanto, es un arte que precisa entrenamiento y pericia.

Si el terapeuta no ha hecho sus propias cajas de arena, no debe hacerlas con sus clientes. Tampoco estoy a favor de las formaciones online, solo si sirven para exponer conocimientos teóricos. Porque toda formación en esta técnica debe contemplar horas presenciales donde cada participante experimente lo que es hacer su propia caja. Es la única manera de conocer genuinamente lo que es esta técnica. Estoy de acuerdo con Beatriz San Millán, psicóloga y traumaterapeuta, colaboradora de este libro, cuando afirma que «todas las personas que trabajamos con otras personas en terapia tenemos que experimentar aquellas herramientas que usamos con ellas. Solo así podremos acompañar con el respeto y cuidado necesarios». Toda formación que no contemple el trabajo vivencial con la persona del terapeuta es una formación insuficiente e incompleta.


Caja de arena de Lucas.

Recuadro 2.1 Un mundo de Star Wars

Terapeuta: Bueno, Lucas, este es tu mundo en la arena, ¿no? ¿Quieres hablarme de tu mundo, qué me puedes decir sobre él?

[Silencio.]

Lucas: Es algo… doble. Esto [a la izquierda de la foto] son los malos contra los buenos y esto otro [derecha de la foto] los buenos contra los malos.

Terapeuta: [Reflejando.] Aquí son los malos contra los buenos y aquí los buenos contra los malos… [Señalando.]

Lucas: Y se cambian los papeles depende de donde estén…

Terapeuta: [Reflejando.] Se cambian los papeles depende de donde estén, ¡ajá! ¿Hablamos de alguno de los dos lados, te parece? ¿O qué prefieres decirme?

[Silencio largo.]

Terapeuta: Parece que los dos lados están divididos por unos troncos, ¿o no?

Lucas: ¡No! No es para eso… Es para hacer ver que son dos universos paralelos…

Terapeuta: [Reflejando.] Son universos paralelos, ¿están separados entonces?

Lucas: Sí.

Terapeuta: ¿Se puede acceder a cada uno de los dos lados?

Lucas: [Rotundo.] No.

Terapeuta: [Reflejando.] Son dos universos que transcurren paralelamente… ¿Quieres decir algo de alguno de los dos? Mira a ver qué te viene, por ejemplo, de este universo. [Izquierda de la foto.]

Lucas: [Silencio largo.] Malos contra los buenos…

Terapeuta: ¿Quiénes son los malos?

Lucas: [Los señala con la mano. Son los tres que están en línea, a la izquierda de la foto.]

Terapeuta: ¿Qué pasa entre ellos?

Lucas: Quieren exterminar a los buenos.

Terapeuta: [Refleja.] Exterminar a los buenos. Has utilizado figuras de Star Wars, ¿no? ¿Las has seleccionado queriendo o te ha salido así?

Lucas: Me ha salido así…

Terapeuta: ¿Qué pasa para que los quieran exterminar?

Lucas: Quieren que reine el mal.

Terapeuta: [Reflejando.] Quieren que reine el mal. ¿Te refieres a algo así como el lado oscuro de la fuerza, que sale en las películas, o no exactamente? [Dejándolo caer como hipótesis.]

Lucas: Sí, es el lado oscuro. [Rotundo.]

Terapeuta: Y en este otro universo paralelo [lado derecho de la fotografía], ¿qué sucede?

Lucas: Al revés, los buenos quieren exterminar a los malos…

Terapeuta: ¡Ah! ¡Aquí es a la inversa…!

Lucas: Que es lo mismo, pero de distinta forma…

Terapeuta: ¿Quiénes son aquí los buenos?

Lucas: [Señala las dos figuras que están una al lado de otra en la parte superior derecha de la foto.]

Terapeuta: ¿Y qué ocurre en este universo para que los buenos quieran exterminar a los malos?

Lucas: Quieren que reine la paz.

Terapeuta: ¿No tienen ninguna otra manera de lograrlo?

Lucas: [Rotundo.] No.

Terapeuta: [Suena el timbre que indica el fin de la sesión.] Hemos de ir terminando por hoy. ¿Qué necesita este mundo, Lucas?

[Silencio largo.]

Lucas: Naves espaciales, pero no hay.

Terapeuta: Tendré que traer, o podemos construir unas. Bueno, es ya momento de dejar el mundo en la arena. ¿Le pondrías algún título?

Lucas: No.

Terapeuta: Muchas gracias por esta caja de arena. Guardaré el vídeo para llevar un archivo y para que podamos más adelante volver a verlo, con el fin de que podamos aprender más sobre ella.

Comentario: Desde el punto de vista clínico, este chico se debatía inconscientemente entre una parte de él que le indica que haga las cosas bien y otra (aparece en forma de voces interiorizadas) que le dice que haga las cosas mal. Una fuerza constructora y otra destructora. Lucas fue maltratado por su padre, lo cual ha generado en él una parte emocional hostil que debe reclamar como propia e integrar.

La caja de arena ayuda a ir del caos a la diferenciación y permite que ambas fuerzas (bien y mal) se manifiesten, opuestas. Con el trabajo de las cajas de arena (pero sobre todo al protegerlo y darle un contexto de buenos tratos), lo malo irá dejando espacio a lo bueno y logrará la integración de opuestos. Esperamos, como dice Ronnberg (2011), que estas fuerzas, «…por el mero hecho de que estén en conflicto, se unirán de manera gradual, y lo que parecía muerte y destrucción se acomodará en un estado latente de concordia en el que se gestan nuevos valores y actitudes dominantes».

Para concluir este apartado, quiero recordar que las reglas que rigen las diferentes fases de este abordaje terapéutico, es decir, el proceso, deben adaptarse a las necesidades de cada cliente, siendo coherentes con el procedimiento de aplicación, pero también flexibles. «No todos los pacientes pueden hacer todas las fases de la caja de arena en todo momento», recuerda Rae (2013). Por ello, para tomar buenas decisiones terapéuticas, es preciso hacer una buena valoración diagnóstica de los pacientes, antes de proponer técnicas de tratamiento. Esto nos permitirá un conocimiento profundo de las personas que solicitan nuestros servicios, de sus síntomas, problemas personales y sociales, fortalezas, recursos y redes de apoyo social. De este modo estaremos en condiciones de determinar cuáles son las técnicas más adecuadas para trabajar con aquellos. En el caso de optar por la caja de arena, también podremos acomodarla a las necesidades y características de cada paciente. El clínico experimentado sabrá cómo adecuar la técnica de la caja de arena a las características y necesidades de cada persona, siendo coherente pero flexible con las reglas, teniendo presente que «se ha creado la caja de arena para el paciente y no el paciente para la caja de arena».

Para más detalles sobre la técnica y para profundizar en ella, recomiendo consultar Construyendo puentes (Gonzalo, 2013) y La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia (Benito y Gonzalo, 2017).

Ahora que ya sabemos en qué consiste esta técnica, podemos centrarnos en la formación del psicoterapeuta y en lo que este abordaje terapéutico le puede ofrecer. De ello nos ocuparemos en el siguiente apartado.


Tatiana Cáseda y José Luis Gonzalo, en el Centro de Traumaterapia y Psicología Lotura, en San Sebastián, Guipúzcoa (España), donde ejercen como psicólogos y colaboran en calidad de docentes en el posgrado de traumaterapia sistémica infanto-juvenil de Barudy y Dantagnan.

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1 Para formarse y ser un Jungian Sandplay Therapist (terapeuta junguiano de la caja de arena), es necesario cumplir unos requisitos formativos. Véase: https://www.esperanza-psicologos.com/requisitos-que-debe-cumplir-un-terapeuta-de-sandplay/

2 Para más información sobre Margaret Lowenfeld, véase: http://sussex-academic.com/sa/titles/psychology/LowenfeldBiography.htm

3 Un ejemplo de un paciente jugando con la arena entre sus dedos puede verse en este vídeo de YouTube. Es también un resumen de los aspectos más importantes de la técnica sandtray. https://www.youtube.com/watch?v=E0F5PtI6nTw&t=1s

4 A este respecto, consultar la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal. Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales.

5 «El cuerpo calloso es un conjunto de tejidos con forma de puente que permiten la división y la comunicación entre el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro; sin embargo, esta no es su única función.» (Fuente: https://asociacioneducar.com/cuerpo-calloso.)

6 Término en inglés que en psicología se utiliza para indicar con ello que un paciente puede darse cuenta y percibir nuevos conocimientos sobre sí mismo. Insight significa literalmente «ver por dentro».

7 Este concepto quiere decir cuánta cantidad de estrés emocional podemos tolerar sin desbordarnos o desconectarnos.

8 «En la terapia psicoanalítica, proceso de descargar la tensión psíquica generada por una experiencia traumática, reviviéndola mediante su verbalización o a través de actos, en general en presencia del terapeuta».(Fuente: Diccionario de términos médicos, https://www.cun.es/diccionario-medico.)

9 «Definimos mentalización como una forma de actividad mental imaginativa, predominantemente preconsciente, que interpreta el comportamiento humano en términos de estados mentales intencionales (necesidades, deseos, creencias, sentimientos, objetivos, etc.).» Allen, J. G., Fonagy, P., Bateman, A. (2008). Mentalizing in Clinical Practice. American Psychiatric Publishing.

10 La «neurocepción» es un concepto propuesto por Porges (2011) y es diferente de la percepción. Se trata de un conocimiento proveniente de las señales de nuestro sistema nervioso que nos informa, por debajo del umbral de la conciencia, cuán segura es una situación y/o personas. Mediante el lenguaje de las sensaciones corporales, pero también con reacciones provenientes del sistema nervioso autónomo (luchar, huir o inmovilizarse), este pone en marcha el sistema de defensa de los mamíferos, el más antiguo desde el punto de vista de la herencia de la especie.

11 Puede verse un ejemplo de cómo un niño de 9 años juega con la caja de arena en el vídeo que se ofrece al lector en el material adicional de descarga que viene con este libro.

12 «Interpretar», para nuestro propósito, es desentrañar o aclarar los significados de los símbolos y de toda la gramática de la caja (establecer relaciones entre todos los elementos que conforman la escena global), logrando entre paciente y terapeuta una comprensión, que puede ir desde un nivel más básico hasta otro más profundo, de qué aspectos (puntos de vista que considerar) se le revelan al primero sobre sí mismo y su vida.

13 Lanza, G. (20 de agosto de 2021). El intercambio dialéctico entre paciente y analista. Hablando de los tiempos de la interpretación, entendida como un proceso, André Green. Publicaciones. Facebook. https://www.facebook.com/gustavo.lanzacastelli

Traumaterapeutas en la caja de arena

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