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1. Estimación de la biomasa aérea del bosque 1.1 La biomasa del bosque

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La biomasa lignocelulósica, o biomasa de las plantas leñosas, se refiere al tejido vegetal seco de las hojas, frutos, ramas, troncos y raíces de estas plantas. Se expresa generalmente en kilogramos o toneladas de materia seca. De acuerdo con su posición y características para su medición, se reconocen tres tipos de reservorios: biomasa (aérea y subterránea), materia orgánica muerta (madera muerta y mantillo) y suelo mineral.

La biomasa subterránea es uno de los reservorios más difíciles de medir, ya que implica conocer las dimensiones de la estructura radicular. En el caso de los árboles muy grandes, dicha estructura puede encontrarse a grandes profundidades. Solo en contados estudios se ha realizado una extracción y medición de las raíces de algunos árboles (Sorgona et al., 2018), estos han sido utilizados para derivar relaciones cuantitativas entre la biomasa de las raíces y la de la parte aérea. En uno de los trabajos de este tipo realizado en la península de Yucatán, Cairns et al. (1997) destacan que la biomasa de las raíces puede representar entre el 20 y 30 % de la biomasa aérea.

La biomasa del material caído (a veces también referida como necromasa), usualmente solo representa una fracción menor de la biomasa total del sistema; sin embargo, en ocasiones su contribución puede ser significativamente alta; por ejemplo, en bosques templados bajo manejo forestal, la madera muerta puede representar hasta el 60 % de la biomamasa del sistema (Galicia et al., 2015). Evaluaciones realizadas después del paso del huracán Dean por la península de Yucatán muestran que, en algunas de las áreas más afectadas, hasta el 40 % de los árboles en pie fueron derribados por los vientos (Islebe et al., 2009). Los métodos que se emplean para calcular la cantidad de material caído dependerán del tamaño de los fragmentos: en los más grandes puede ser más efectiva la medición de sus diámetros y longitudes, mientras que en los fragmentos de tamaño intermedio se pueden utilizar conteos a lo largo de transectos; por último, en los más pequeños, el secado y el pesado del material resulta una opción muy eficiente (Galicia et al., 2015). La estimación de la cantidad de biomasa en este reservorio es muy importante para calcular la acumulación de material combustible y evaluar los riesgos de ocurrencia de incendios forestales.

Por otra parte, la biomasa aérea es uno de los reservorios más estudiados. En los bosques tropicales, típicamente los árboles son los que aportan los mayores contenidos de biomasa, mientras que otras formas de vida, tales como las lianas o las palmas, solo contribuyen marginalmente a la biomasa total. Por ejemplo, Gehring et al. (2004) encontraron que las lianas aportaron entre 6.2 y 1.8 % de la biomasa aérea de bosques secundarios de la Amazonía; en las etapas sucesionales tempranas, la contribución de las lianas fue mayor y disminuyó con la edad. Un patrón similar se presenta con las palmas. En un estudio realizado en la península de Yucatán, estas aportaron entre 5 y 2 % de la biomasa de la vegetación secundaria en etapas sucesionales tempranas, y menos del 1 % en los bosques maduros (Read y Lawrence, 2003).

Mapeo de la biomasa aérea de los bosques mediante datos de sensores remotos y R

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