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¿Como será el mundo dentro de 100 añ os? Un futuro distópico

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Pero igual que el futuro puede ser positivo para la mayoría de los seres humanos y para el planeta tierra, como nada está escrito y todo depende de las decisiones que tomemos, también podría sobrevenir una realidad radicalmente distinta.

El avance de la tecnología, que en un primer momento debía beneficiar a todos, terminó logrando lo contrario. Los desequilibrios y las diferencias entre clases sociales han ido aumentando de forma progresiva. Las personas que poseían la mayoría del capital, un porcentaje muy pequeño de la población, se han hecho todavía más ricas y han aumentado su poder. Son los poseedores de todos los medios de producción y de toda la tecnología, y se han convertido en los únicos que pueden generar valor y aumentar su riqueza. Por contraste, la mayoría de la población se ha convertido en mera consumidora, aunque sin recursos para comprar. Tanto la influencia como las herramientas de reequilibrio que aportaban el Estado y la política han ido desapareciendo: ahora los únicos que influyen y tienen poder de decisión son los poseedores del capital, que actúan pensando en sus intereses, los intereses de una minoría. Se ha ido produciendo una clasificación natural en cuatro tipos de personas: uno, las poseedoras del capital; dos, las que tienen los únicos empleos que aún siguen ocupando los seres humanos, pero como solo se les paga en función de las tareas que realizan y sin ningún tipo de contrato, para sobrevivir deben encadenar muchos trabajos en una misma jornada laboral; tres, los «sin recursos» que vagan por el planeta en la más pura indigencia, confinados en espacios que preferentemente no interfieren en la vida normal del resto de la gente; y cuatro, las pequeñas comunidades apartadas que se autoabastecen de todo lo que necesitan aprovechando los avances tecnológicos: cultivan sus tierra, generan energía a partir de recursos renovables y fabrican determinados productos con impresión 3D.

El haber hecho caso omiso a las advertencias de la comunidad científica sobre las consecuencias del cambio climático derivó en que tengamos un planeta prácticamente inhabitable. Los poderosos, los dueños del capital, ocupan los pocos lugares que quedan para llevar una vida normal y son los únicos que fueron capaces de recrear espacios vírgenes en los que vivir. Incluso colonizaron otros planetas en los que pudieron crear entornos con gran calidad de vida.

Los conflictos bélicos han ido aumentando. Sin embargo han variado mucho. Existen ahora dos bandos bien diferenciados: el de los dueños del capital, cuyos soldados son robots y todo tipo de máquinas; y el de los más desfavorecidos, compuesto por una gran parte de la población que tiene que luchar por sí misma y sin contar con robots entre sus soldados. Los primeros solo se arriesgan a perder parte de sus recursos. Los segundos pueden perder la vida, pero es la única esperanza que les queda.

Los robots y la inteligencia artificial, que en un primer momento seguían las pautas que les marcaban sus dueños (el capital), y trabajaban para que estos cada día fueran poseedores de más riquezas y más poderosos, han empezado ahora a tomar sus propias decisiones sin un objetivo concreto. Se genera así más incertidumbre sobre cómo se desenvolverá el futuro.

La educación y la formación están reservadas a los más poderosos, aunque una pequeña parte de los humildes que ha conseguido hacerse de materiales educativos encontró las vías para formarse por su cuenta. Si bien pueden llegar a salir de las escalas más bajas, solo aspiran a ingresar en la clase social de aquellos que tienen los pocos trabajos que todavía siguen ejerciendo los humanos.

La esperanza de vida es muy diferente entre los poseedores del capital y el resto de la humanidad. Los mejores tratamientos para luchar contra las nuevas enfermedades solo están disponibles para los primeros. Los avances tecnológicos y científicos han aumentado las desigualdades, en todos los aspectos de la vida y hasta unos límites insoportables.

Manifiesto por una izquierda digital

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