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Prólogo
ОглавлениеMe complace presentar este libro de mi amigo y colega José Perla Anaya, pues esta obra tiene, entre otros méritos, el de mantener la continuidad con sus anteriores publicaciones bajo el sello del Fondo Editorial de la Universidad de Lima: Ética de la comunicación periodística (2013), Ética de la comunicación publicitaria (2014), Ética de la comunicación televisiva (2015) y Ética de la comunicación cinematográfica (2016). En todas ellas, el autor tuvo como propósito explícito contribuir a la formación de los estudiantes de comunicación y hacer aportes al trabajo de sus colegas, así como al de otros estudiosos, investigadores, políticos y planificadores, nacionales y extranjeros.
José Perla fue el primer presidente del Consejo Nacional de Cinematografía (Conacine), así como miembro del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana. Contribuyó muy activamente en la preparación del proyecto de la Ley de Radio y Televisión vigente desde el año 2004. Fue miembro y vicepresidente del Consejo Directivo del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP) por tres años y asumió temporalmente su presidencia en el año 2018. También ha participado en organismos públicos y privados dedicados a la regulación o autorregulación de las comunicaciones y áreas conexas, y, desde el 2017, es vocal de la Sala de Defensa de la Competencia del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual. En suma, el autor ha sido siempre un referente en estos temas y continúa siendo un intelectual que deja huella en este campo.
En el libro están presentes, con toda claridad, el investigador de las comunicaciones y de la ética, además del abogado y el sociólogo. Su doctorado en sociología fue un paso fundamental para su mirada sobre la transgresión social, uno de sus grandes aportes en este volumen. Con él, su autor ha concluido cuarenta años de docencia en la Universidad de Lima como un maestro serio, sistemático, siempre comprometido y dispuesto a transmitir su saber con generosidad y desinterés, y a renovarlo con el tiempo. Para el Instituto de Investigación Científica (IDIC), esta obra es, justamente, una muestra más de cómo es posible sostener en el tiempo una línea de investigación y proyectarla a la sociedad, siempre con ideas y propuestas nuevas.
En este libro, el tema de Internet y su trascendencia social en la vida personal y colectiva se enfoca no solo en los permanentes cambios tecnológicos, sino también en los usos que las personas le dan de forma individual, empresarial y política, entre otras. En efecto, Internet es un campo cuya evolución ha sido muy rápida y, como bien señala el autor, las situaciones, los temas y los asuntos que se presentan en torno a este no permiten ocuparse de todos ellos. Hoy en día, por ejemplo, se ha suscitado un escándalo mundial con Facebook y se discute la necesidad de desarrollar medidas que protejan la privacidad y seguridad de los ciudadanos. Mark Zuckerberg ha sido citado ante los tribunales estadounidenses e ingleses porque los datos privados de cincuenta millones de usuarios habrían sido utilizados fraudulentamente por Cambridge Analytica, y beneficiado a Donald Trump y al Brexit a través de noticias falsas. Seguramente, como ya se anuncia, se abrirán cada día más y más investigaciones en otros países sobre la manipulación de los datos personales de los usuarios. Alrededor de dos mil millones de ellos en el mundo han disminuido su confianza en la red social Facebook, quizá la más importante para ellos por su gratuidad, porque es abierta y por su utilidad para la vida en general.
Este libro tiene como tema principal el Internet móvil y plantea tres inquietudes. Primero, si el uso de los dispositivos móviles de comunicación por Internet debe regularse o no, y, de regularse, si se debe hacer de forma privada, pública o social. Segundo, en el caso de darse alguna de estas normativas, si se podría lograr que los ciudadanos las acataran en la vida cotidiana. Y, tercero, si la conducta de los peruanos respecto al uso del Internet móvil en los espacios públicos es una manifestación más de la cultura nacional de transgresión. José Perla se centra en la observación de algunas de estas situaciones de uso transgresor: durante la conducción de vehículos, en las aulas universitarias, en las funciones cinematográficas y en reuniones familiares o de amigos. Todas ellas, según el autor, tienen “suficiente relevancia legal y social como expresiones de la cultura nacional de incumplimiento normativo masivo que domina cada vez más la realidad del país, sin distinción de posición social, económica, nivel educativo o cultural, lugar de nacimiento u otra característica” (p. 31).
No obstante el creciente caos y la pérdida de vidas por el desorden del transporte, el uso transgresor del teléfono mientras se maneja un vehículo es una demostración más del menosprecio generalizado de las normas elementales de convivencia. En la segunda situación que plantea el autor, pese a que algunos suponen que los estudiantes utilizan el Internet móvil para complementar los trabajos en el aula, no hay ningún tipo de medida institucional orientada a regular su uso. Lo mismo ocurre en los multicines, donde, pese a las restricciones, se usa el celular constantemente y se perturba el disfrute del espectáculo cinematográfico, que continúa siendo de gran arraigo popular. Finalmente, las interferencias por el uso continuo del móvil se repiten en medio de las relaciones cotidianas. En todas las situaciones descritas, según el autor, se estaría reforzando o incrementando la “anomia de convivencia cotidiana” en los espacios públicos como parte del fenómeno dominante de una cultura nacional de transgresión.
Perla concluye su investigación afirmando que el hecho de que el comportamiento entre los peruanos se base en diferencias podría explicar, en parte, la existencia dominante de una cultura nacional de transgresión normativa en la vida cotidiana. Esta conducta prevalece sobre todo en los espacios públicos, por ejemplo, al conducir vehículos o al asistir a clases universitarias y funciones cinematográficas. En cambio, disminuye en el ámbito de las relaciones familiares y de amigos, es decir, de redes cercanas, donde todas las personas se consideran básicamente iguales. Aunque el problema del uso transgresor del Internet móvil es mundial, el autor opina que “la cultura nacional de transgresión ha encontrado en el uso irrestricto de los equipos internéticos una nueva vía para su reforzamiento expansivo y probable consolidación definitiva” (p. 290).
Estamos ante un libro importante, cuya lectura recomiendo. A través de él se expresa el reiterado compromiso de la investigación de la Universidad de Lima con el país, sus ciudadanos y sus instituciones.
María Teresa Quiroz Velasco