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Capítulo 3 ¿QUÉ ES EL ZEN?


«Antes de conocer el Zen, lasmontañas son montañas parala persona y los ríos son ríos;cuando ha penetrado en elámbito del Zen, las montañasdejan de ser montañas, y losríos no se ven como ríos; perocuando esa persona alcanza eldespertar, las montañas vuelvena ser montañas, y los ríosvuelven a ser ríos.»

Ching Yuan


LA VÍA DE LAS PARADOJAS

Me atrevería a decir que el título de este capítulo se identifica plenamente con la natural curiosidad del lector por conocer el camino que se le propone seguir.

Estamos acostumbrados a preguntar: ¿Qué es tal cosa? y ¿tal otra?, esperando recibir una respuesta verbal que más o menos aclare nuestras dudas. Pues bien, en este sendero tal respuesta no existe, aunque paradójicamente se han escrito muchos libros para explicar qué es y qué no es el Zen.

Los maestros más afamados dicen que la naturaleza de esta Vía no puede explicarse con palabras, y para reforzar tal afirmación añaden: «los que hablan no saben, y los que saben no hablan…».

¿Cómo atreverse a escribir algo en este sentido, después de conocer semejante advertencia? ¿Cómo dar una respuesta satisfactoria al inquieto lector sin salirse del cauce establecido por la experiencia y la tradición Zen?

En nuestros días se da tal preponderancia al conocimiento intelectual, que hemos llegado a convencernos de que cualquier materia o área del saber y del hacer sólo puede ser comprendida a través del raciocinio de la mente.

Pero el Zen constituye una experiencia tan vital, que su conocimiento sólo es posible mediante la práctica de la meditación Zazen, por la misma razón que sólo puede conocerse el sabor de una almendra amarga después de haberla masticado.

Ante la insistencia lógica de todas las personas que se acercan a esta Vía, deseando saber qué es los expertos acceden a decir lo que el Zen no es:

– Una religión (ni budista, ni hindú, ni cristiana, etc.).

– Un dogma o una doctrina mística, o exótica.

– Una moral perteneciente a una religión.

– Una Vía propia de los monjes budistas, cargada de sentencias y ritos orientales.

– Un método original para realizarse.

– Una psicoterapia o un remedio para todo.

Entonces, ¿qué es el Zen? La respuesta de los maestros nos advierte una vez más: «Si afirmáis que el Zen es esto o aquello os equivocáis, pero si negáis, el Zen no es esto ni lo otros, igualmente habréis errado…».

¿Cómo salir de este laberinto? ¿Cómo describir lo que no se puede explicar en palabras?

La palabra japonesa Zen es una abreviatura de Zenna, que proviene del vocablo chino Ch’an y éste a su vez del palí Jhana y del sánscrito Dhyana, y todas ellas se refieren a la acción de: concentrarse profundamente y meditar sobre una verdad filosófica o religiosa hasta comprenderla.


Zen significa también: «a solas con la noticia, libre de todo apego, idea o deseo…» aunque en este tipo de meditación no se reflexiona sobre nada en concreto.

Ya es algo, ¿no, amigo lector?, pero seguro que no te basta, que quieres saber más… Para complacerte vamos a tener que entrar en el terreno de la paradoja, y explicar lo que no puede ser expresado con palabras.

En la antigüedad un discípulo le pidió al maestro Tchao-Tchu:

– Maestro, por favor, explíqueme con claridad, qué es el Zen. – ¿Has desayunado ya? –preguntó a su vez el maestro.

– Sí.

– Pues anda y lava tu escudilla.

La interpretación dada por los expertos respecto al significado de este encuentro entre maestro y discípulo resulta del todo orienta-dora, al revelarnos que:

– El Zen se encuentra en todos los actos cotidianos de nuestra vida.

– Necesitamos dejar de buscar conceptos con la pretensión de explicar la realidad mediante ideas o palabras.

– Esta vía resulta asequible a todas las personas de cualquier cultura, sexo, religión o ideología.

– Las actitudes Zen presiden todos los instantes de la vida ordinaria, de modo que «tu vida se convierta en la Vía, y la Vía no es otra cosa que la vida normal», tal como llega día a día, e instante a instante, y ello significa: reír, llorar, comer dormir, trabajar, fatigarse, descansar, amar, alegrarse, enfermar, etc.

Sí, pero… ¿qué es el Zen? Tienes razón en insistir, amigo lector, porque después de tanto rodeo, aún no hemos encontrado una respuesta clara. Veamos qué dicen los maestros al respecto:

«Aprender Zen es conocernos a nosotros mismos.Conocernos es olvidarnos, olvidarnos es desvelar lanaturaleza de Buda, nuestra naturaleza original.»

Maestro Dogen

«El secreto del Zen consiste en sentarse simplementesin ningún fin, ni espíritu de provecho, adoptando unapostura de gran concentración.»


Maestro T. Deshimaru

«La esencia del Zen es la iluminación (el despertar).»

E. Lasalle

«El Zen es conciencia no estructurada por formas osistemas particulares; no se opone a ellas ni deja deoponerse. No las niega ni las afirma, no las odia nilas ama, no las rechaza ni las desea.»

Thomas Merton

«La plenitud de la vida tal como se vive en realidad,es lo que el Zen trata de aprehender…»

D. T. Suzuki

En general, todos coinciden al definir el Zen como el medio que indica el camino a seguir a través de la práctica del Zazen, vivida sin buscar directamente ningún provecho o beneficio.

Ciertamente, el Zen se revela como una forma de educación universal, al alcance de todas las personas, mediante la cual podrán descubrir su verdadera naturaleza; pues la realización plena y auténtica consiste sencillamente en cumplir lo mejor posible las tareas cotidianas, con naturalidad, sin forzar nada, estando presente en el presente (en lo que se hace), en un continuo aquí y ahora.

Llegados a este punto el lector, que aún ve las cosas bajo el prisma de utilidad, de obtener, de conseguir, etc., se preguntará: ¿Qué me ofrece de particular el Zen, para que yo le dé cabida y tiempo en mi vida?


Otra vez debemos recordar que estamos en el terreno de las paradojas, pues aceptar el Zen, para obtener directa o indirectamente algo significa caminar en dirección contraria a sus enseñanzas. Sin embargo, cuando te inicies comenzarás a:

– Lograr concentrarte profundamente.

– Saber vivir el aquí y ahora, cada minuto de cada día.

– Liberarte poco a poco de los lazos y trampas de tu gran ego.

– Vivir con mayor libertad y menos apegos.

– Ver las cosas objetivamente.

– Establecer la armonía cuerpo-mente.

¿Te parece poco?

EJERCICIO DE PERCEPCIóN DEL ENTORNO (entrenamiento de la atención consciente)


Busca un lugar en el exterior, jardín, parque, campo, etc., en el que los ruidos del tráfico o los transeúntes no te molesten.

Siéntate en el suelo (o en un banco) adoptando una postura recta pero cómoda.

Fija tu atención (hacerse consciente) en todo lo que perciben tus ojos sin mover la cabeza.

Haz lo mismo con todos los sonidos que percibes a través de tus oídos (naturaleza del sonido, intensidad, procedencia, etc.).

A continuación toma consciencia, de lo que percibes a través de todas las partes de tu cuerpo (calor, frío, viento, sol, molestias musculares, etc.).

No te olvides de los olores que llegan hasta tu nariz, percibe, siente, distingue, etc.

Después de haber pasado de un sentido a otro, establece un ritmo de respiración tranquilo y natural, y procura, sin fijar tu atención en nada concreto, concienciarte de todas las percepciones que tu cuerpo recibe al mismo tiempo, sin generar ninguna reacción física o mental. Limítate a percibir, a hacerte uno con todo lo que te rodea y te influye.

Zen cotidiano

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