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Herramientas y materiales


Josep Cambras Riu (Barcelona, 1954) es profesor de encuadernación en la Escola d’Arts i Oficis de la Diputació de Barcelona desde 1985. También ha impartido seminarios en La Habana (Cuba), a petición del Museo de la Ciudad.

Inició su actividad profesional como discípulo de los más relevantes encuadernadores y doradores de Barcelona. Desde entonces se considera continuador de las técnicas clásicas del oficio. La adaptación de estas técnicas a las nuevas tendencias y materiales de la profesión ha sido, además, uno de sus intereses constantes.

Durante su larga actividad profesional siempre ha mantenido abierto un taller, en el cual ha dado entrada tanto a las grandes encuadernaciones de alto valor artístico y bibliográfico como a las más humildes; tratando con dignidad a cualquier libro, independientemente de su valor económico.

Ha participado en las más prestigiosas exposiciones sobre la encuadernación actual, celebradas en ciudades como Mónaco, Québec, Luxemburgo, Atenas, Madrid, etc.

En 2001, la Generalitat de Catalunya le otorga el Diploma de maestro encuadernador.

Su prestigio en este campo le ha llevado a dictar conferencias en centros especializados en encuadernación y bibliofilia y a participar en mesas redondas en distintos medios audiovisuales. Su obra figura en algunas de las más importantes bibliotecas privadas de Europa, así como también en entidades públicas como la Biblioteca de Catalunya, la Biblioteca Nacional de Madrid, el Archivo de la Corona de Aragón, etc.


Las herramientas usadas en encuadernación se pueden dividir entre grandes herramientas, que estarían incluidas dentro de la maquinaria, y para las cuales puede a veces encontrarse una solución alternativa, pero que en cualquier caso no permiten un trabajo de tanta calidad; y pequeñas herramientas, que hacen referencia a los utensilios que nos ayudan en la elaboración de los procesos.

Estos elementos, que se utilizan en la encuadernación artesanal, continúan siendo los mismos a lo largo del tiempo, si bien es cierto que alguno de ellos ha mejorado en cuanto a funcionalidad y precisión. También merece mención aparte el tema de las colas. Gracias a las nuevas tecnologías hay en el mercado una gran diversidad de ellas, para distintos menesteres, así como de materiales para cubrir el libro, que debido al gran avance editorial se ofrecen a un coste muy asequible y con gran variedad de acabados.



La maquinaria, los materiales y las herramientas

La maquinaria

La cizalla

Su función es la equivalente a unas tijeras grandes, con uno de sus brazos fijos en el borde de la mesa de trabajo; el otro brazo, con una , empuñadura y un contrapeso, es el que tiene movimiento. Se utiliza principalmente para cortar a escuadra cartones, papeles o desbarbar los cuadernos. Existen muchos tamaños de cizallas, desde pequeños modelos de mesa, usados en oficinas, hasta modelos grandes con una hoja de corte de más de 1.000 mm.

Las cizallas de mesa no son adecuadas para cortar cartones gruesos. Para ello se necesita un modelo de hierro, con un corte no inferior a 800 mm (la anchura mínima del cartón), con un pisón o pedal firme que permita sujetar el cartón en la posición de corte. Por supuesto, las cuchillas tienen que estar afiladas y en buen estado para su óptimo funcionamiento.

A su vez, debe disponer también de escuadras de metal marcadas en milímetros y paralelas al lado del corte que permitan dar al cartón el tamaño deseado.


Cizalla de plato metálico con bandeja para los cartones.

La guillotina

Máquina útil para realizar cortes de precisión. Se han buscado soluciones alternativas para suplirla ya que se trata de una herramienta cara y voluminosa, pero la calidad, rapidez y nitidez del corte no son igualables. Hay básicamente dos tipologías de guillotinas: las que funcionan de forma manual con ruedas y engranajes, y las eléctricas. Ambas tienen una estructura muy similar, compuesta por una pieza principal de fundición, apoyada sobre un fuerte banco de cuatro pies, con una hoja afilada de acero que desciende verticalmente y en diagonal sobre un plano.

Así mismo disponen de un pisón que baja verticalmente y que permite sujetar y fijar el libro o las hojas que se van a cortar sobre el plano o la mesa de la guillotina. Incorporan un tope de fondo, paralelo a la línea de corte, y que se puede adelantar o retroceder con una manivela para adecuarlo al tamaño del corte. También llevan un tope lateral fijo a la máquina, que es perpendicular a la línea de corte. Para realizar con exactitud los cortes a escuadra, hay que tener la precaución de que el libro esté bien apoyado en los dos topes, el de fondo y el lateral.

El ingenio

Es una herramienta utilizada en sustitución de la guillotina para realizar los cortes del libro. Se trata de una pequeña prensa con una cuchilla que se desliza por las guías destinadas a tal efecto. Éstas suelen hallarse en la parte inferior de la prensa de sacar cajos, que tendrá que girarse para realizar esta función. Es conveniente disponer de una madera con escuadra para facilitar el corte a escuadra del libro, ya que si no resultaría muy complicado realizarlo correctamente.


Guillotina eléctrica.


Prensa de dorar, llamada también a volante. Utilizada para la estampación de planchas.

La prensa o prensa de satinar

Herramienta básica en el taller del encuadernador pues es la máquina que más se utiliza del equipo. El tipo de prensa usada es la a volante, fabricada en hierro. Se sujeta sobre un banco de madera o hierro sólido con un espacio para colocar los tableros debajo y permite, gracias a su sistema de prensado, usar diversos grados de presión en los distintos procesos de encuadernación; desde una presión fuerte para el pegado de cartones, hasta un prensado suave al acabar el libro durante el proceso de secado, para evitar el abarquillamiento del mismo.

Estas prensas tienen dos elementos básicos: una estructura fija en la base y un elemento móvil en la parte superior, que ejerce la presión.

La prensa de dorar

Máquina también llamada prensa de Marshall que se utiliza para estampar, por medio de una ligera presión, planchas con oro o gofradas en las cubiertas de los libros. Para hacer posible la estampación, se necesita que la plancha tenga la temperatura adecuada. Esto es posible porque dispone de un sistema eléctrico que calienta la prensa.

La prensa de sacar cajos

Herramienta básica en el taller del encuadernador que también se conoce con el nombre de burro. Se utiliza en distintos procesos, entre ellos, para realizar en el lomo los distintos cortes para el cosido, y para sacar los cajos. Se trata de una prensa horizontal, con las caras laminadas para ser más resistentes a las muescas que se puedan producir al serrar o con los golpes del martillo. Para ser adecuada en el cometido necesita de unos 600 mm entre las tuercas, ya que distancias más pequeñas no permiten trabajar bien con formatos más grandes. Se tiene que fijar a un banco de trabajo, y en el caso del ingenio, esta prensa servirá de base para usarlo sin necesidad de estar fija.


Prensa de satinar.


Prensa de sacar cajos o burro.

Las herramientas

Las herramientas más pequeñas que se utilizan en encuadernación se pueden comprar o incluso fabricar en casa, pero algunas llegan a ser muy personales como podría ser el caso de la plegadera o la chifla, y otras pueden compartirse en el taller. Hay un gran número de utensilios que se usarán en los distintos procesos; algunos serán propios de una sola fase, y otros se irán usando a lo largo de toda la elaboración del libro. Para poder organizar esta gran cantidad de pequeñas herramientas hemos seguido el proceso de elaboración de una encuadernación, introduciendo en cada punto los utensilios más comunes y otros no tan frecuentes.


Diversos utensilios para cortar materiales de pequeño tamaño. También se usan en restauración.


Maza o martillo. Sirve para redondear los lomos y sacar cajos.


Sierras de distintos gruesos para preparar el cosido de los libros; la más fina se utilizará para los surcos exteriores donde se realizará la cadeneta.

Para desarmar el libro

En el proceso de desmontaje del libro sería conveniente disponer de los siguientes utensilios:

Un raspador o navajilla. Para quitar los restos de cola y cortar los hilos de la encuadernación anterior.

Un cutter. Actualmente es más frecuente usar esta herramienta, o bien un bisturí. El cutter lo utilizaremos en distintas partes de la confección de la encuadernación, y es conveniente disponer de cuchillas de recambio ya que con las colas se oxidan mucho. Se recomienda tener cutter de dos tamaños, uno más fino y otro más grueso para cortes donde se necesite ejercer más fuerza.

Un pincel. Debe ser fino, del número 8, para encolar y rehacer los cuadernos en caso de rotura o mal estado.

Para batir el libro

Procedimiento que actualmente está en desuso, y en caso de ser necesario se sustituye por un prensado de los cuadernos. Por tanto, podremos prescindir de estas herramientas aunque aparecen citadas en manuales antiguos.

Una piedra de batir. Se trata de una piedra caliza blanca, lisa y perfectamente horizontal, sobre la cual se batirán los cuadernos con el fin de alisarlos.

Un martillo de encuadernador. Maza de hierro con una parte ancha que puede ser cuadrada o redonda, y que se utiliza para quitar el cajo antiguo, sentar costuras y redondear el lomo.

Para serrar

En este paso concreto de la encuadernación las herramientas esenciales son:

Una sierra de mano o serrucho. Nos permitirá realizar los cortes en el lomo, justo donde van las cuerdas o las cintas, y para los cortes de cabeza y pie para poder efectuar el cosido. La sierra tendrá mayor o menor grosor en función de la necesidad. Generalmente se utilizará el serrucho para realizar los cortes de las cuerdas y una sierra de mano más fina para los cortes de cabeza y pie y las cintas.


Chillas de madera de forma biselada para ejercer una mayor presión en el dorado de los cortes.

Unas chillas. Tableros de madera de haya o roble que se utilizan para sacar cajos y para sujetar los cuadernillos en la prensa horizontal y serrarlos. Pueden sustituirse por unos cartones, evitándose así posibles muescas al serrar.

Unos lápices. A poder ser blandos para no estropear los cuadernillos y marcar los puntos por donde se debe serrar.

Una plantilla. Nos indica la distribución de los nervios en proporción al tamaño del libro. Si seguimos esta misma proporción en el serrado evitaremos que se marquen las cuerdas o cintas a través de la piel.

Para el cosido

Para ejecutar un cosido adecuado y resistente se tendrá que disponer de las siguientes herramientas:

Un cosedor o telar. Este utensilio se compone de una tabla fija sobre cuatro pies. En esta tabla están colocadas perpendicularmente y en posición vertical dos roscas de madera rematadas en los dos extremos por unas tuercas también de madera. En la parte superior de las roscas se coloca un travesaño en el que se atarán las cuerdas, y bajando verticalmente hacia la tabla y cerca de la extremidad del frente, se forma una entalladura para recibir los bramantes.

Unas agujas. Deben ser largas, fuertes, y sin punta, con los ojos suficientemente grandes para que el hilo pase con facilidad, pero sin que puedan estropear el cuaderno al pasar por el agujero. Sería conveniente disponer de una aguja más corta y con punta para los cosidos a diente de perro.

Unas clavijas. Pequeño instrumento que permite sujetar el cordel bajo la tabla del telar. Como sustituto pueden usarse unos recortes pequeños de cartón con una hendidura para que no resbale el cordel, o unos clavos largos.


Las hebillas se usan en el montaje de las cuerdas en el telar para facilitar su tensión.


En un taller es necesario disponer de distintos tipos de tijeras, generalmente planas y de acero.

Unas hebillas de coser. Deben ser de metal y se utilizan para sostener el cordel o la cinta en el telar. En su defecto podemos anudar el cordel al travesaño, y las cintas se pueden sujetar con unas chinchetas para que queden totalmente planas y no formen arrugas en el lomo.

Una regla graduada. Regla metálica de acero inoxidable que mida entre 300 y 600 mm y con indicación de los milímetros.

Unas tijeras. Para el cosido no es necesario disponer de unas tijeras grandes, pero como para otras utilidades necesitaremos que sean largas, de más de 200 mm, podemos usar las mismas. Las tijeras de tipo escritorio son muy útiles en este cometido.


Plancha de metal para risclar, raspador y navajilla.

Para la decoración de cortes

Éste es un proceso bastante olvidado, sobre todo el dorado de cortes y otras delicadezas. En algunos libros aún se mantiene el pintado del corte de cabeza y su posterior bruñido ya que se considera que protege al libro del polvo. Para decorar los cortes necesitaremos las siguientes herramientas:

Un rascador de acero. Hoja de acero delgado con forma redonda por un lado y chata del otro, que se fabrica en diversas dimensiones. Elegiremos la que sea más proporcionada al libro. El lado redondo es para realizar la canal, y el llano para los cortes de cabeza y pie. Podemos prescindir del rascador y usar a cambio un papel de lija fino.

Un bruñidor de ágata o piedra semipreciosa. Se compone de un mango de madera en cuyo extremo lleva una cabeza generalmente de piedra de ágata con forma plana o de diente de perro para ceñirse al perfil del corte. Se utiliza para pulir los cortes de los libros encerados, coloreados o dorados.

Una raqueta con tela metálica. Se usa para salpicar los cantos con un color contrastado sobre una base de color. Este estilo era bastante frecuente en los libros de contabilidad, tan en desuso actualmente.

Para rastrillar o risclar

Es el proceso de risclar las cuerdas del cosido para montar el libro. Sería conveniente disponer de todos estos utensilios:

Una madera de risclar. Madera delgada con una muesca de dos dedos de largo dentro de ella, por la que se pasará el cordel para risclarlo. Se puede sustituir por una plancha fina de metal con la misma forma.

Un cuchillo sin corte. Para deshacer y afinar la cuerda con la finalidad de que no abulte sobre los cartones.

Un punzón. Herramienta que consiste en una aguja fuerte con mango de madera y que emplearemos para realizar los agujeros en los cartones para pasar los cordeles. También se podrá utilizar para hacer agujeros finos para coser a diente de perro.


Las reglas planas de metal son utilizadas, más que para medir, para cortar y marcar.


Distintos tipos de bruñidores de piedra de ágata, utilizados básicamente en el dorado de los cortes.


Punzón. Se emplea para practicar agujeros en el cartón y papel.

Para el montaje del libro

Este proceso será distinto en algunos pasos dependiendo de la técnica usada (tapa suelta, montada, etc.), pero básicamente el utillaje será el mismo. Mención aparte hacemos de la confección de las cubiertas de piel que necesitan herramientas específicas. Para ejecutar el montaje del libro deberemos disponer de lo siguiente:

Unos tableros de prensar. De madera o laminados, de unos 15 mm de grosor, con un tamaño superior al libro que deseemos prensar. Es conveniente disponer también de unos cuantos tableros grandes con superficie que no sea porosa al agua y que podremos utilizar para la restauración.

Unos pinceles o brochas. De distintos tamaños, para encolar lomos, cartones, etc., con cola o engrudo. Conviene que sean de buena calidad, porque de lo contrario se deterioran rápidamente con las colas. Se tiene que destinar cada uno a un tipo de cola concreto; los redondos y con los pelos rígidos uno para cola plástica y otro para cola caliente, y otro para el engrudo.

Un mazo de batir o martillo del encuadernador. Se usará para realizar el cajo del libro. También sería conveniente disponer de un martillo con la cabeza redondeada y de plástico para redondear el lomo del libro antes del corte.

Una plegadera. Especie de cuchillo de madera, hueso, marfil o plástico que tiene un extremo más suave y pesado y otro más afilado, pero sin llegar a cortar. Debe ser de 160 mm de largo y 25 mm de ancho. Su función inicial fue la de doblar los pliegos, pero en la actualidad se usa a lo largo de toda la encuadernación.

Unas limas o raspas. Herramientas de metal que pueden ser planas o redondeadas. Se utilizarán para biselar los cartones.

Unas lijas de madera. Se utilizan de varios números para pulir los lomos y los cantos de los cartones y darles un acabado más suave. Para según qué operaciones es mejor pegarlas a unos tacos de madera para realizar un lijado de más precisión.


Plegaderas de hueso y madera. Útil indispensable en el taller pues se utiliza durante todo el proceso de elaboración del libro.


Lima de madera para el raspado de los cartones.

Una lomera. Utensilio de madera con hendiduras redondeadas de distinto tamaño; se acompaña de un instrumento de madera, de puntas redondeadas, que sirve para bornear los lomos de los libros.

Un bote de cola caliente. Se trata de un contenedor de dos compartimentos, para distintas texturas de cola, que permite calentar la cola al baño María. En la actualidad suelen ser eléctricos y controlan la temperatura mediante un termostato.

Unos botes de engrudo. Contenedores para el engrudo, con una barra o una cuerda en el centro para poder escurrir el pincel. Tienen que ser lavables ya que el engrudo se descompone con facilidad.

Unas pesas metálicas. Elemento de peso o algún sustituto fácil de usar, para prensados ligeros.

Unos rodillos. Utensilio largo y estrecho en acero inoxidable, madera o plástico, de distintos grosores, que se usan en parejas para dar forma a la canal del libro hecho en tela. Se pueden sustituir por unas agujas de hacer punto.

Para las cubiertas de piel

Para trabajar las cubiertas de piel necesitaremos unos utensilios específicos que no se usan en las cubiertas de tela.

Para rebajar la piel deberemos disponer de lo siguiente:

Una piedra de chiflar. Piedra fina y muy suave sobre la que se rebaja la piel. Debe ser muy lisa para no dañar o hacer marcas en la flor. Se puede utilizar una piedra litográfica o en su defecto un cristal grueso con un soporte para que no se desplace al ejercer la fuerza en el corte.

Una chifla o cuchillo. Herramienta de corte compuesta por una hoja de acero de unos 40 mm de ancho y de 180 mm de largo y un mango de madera. La hoja termina en punta ligeramente redondeada. Debe estar bien afilada para conservar el corte. Se pasa de vez en cuando sobre la piedra o un cartón para arreglar el filo del corte y así trabajará mejor.

Unas tenazas o pinzas de nervios. Utensilio a modo de pinza que sirve para ceñir la piel a los nervios en las cubiertas de piel del libro.


Papel de lija. Es conveniente pegarlo encima de un taco de madera o cartón para facilitar su manejo en determinadas operaciones. Se comercializa en distintos números.


Lomera. Herramienta básica para formar la curvatura de los lomos de las cubiertas del libro.


Tenazas o pinzas de nervios. Como su nombre indica sirven para ceñir la piel a los nervios del lomo.


Piedra litográfica y chiflas para el rebajado de la piel. La piedra está enmarcada en un soporte de madera que evita su deslizamiento sobre la mesa.


Bruñidor de bronce sujeto a un mango de madera largo para poder ser apoyado en el hombro cuando se está trabajando.

Un bruñidor. Herramienta compuesta por una pieza, generalmente en bronce, arqueada y redondeada por la punta, con un mango de madera largo que permite apoyarlo en el hombro. Se utiliza en caliente para bruñir los lomos de los libros y para que la piel y el oro tengan más brillo.

Para el dorado

Esta técnica requiere instrumentos propios, y más concretamente si se trata del dorado con pan de oro. Los hierros para dorar merecen una mención aparte por su importancia en la decoración de la encuadernación (véase pág. 26).

Para realizar el dorado del lomo es indispensable disponer de las siguientes herramientas:

Una prensa de dorar o burrito. Consiste en una pequeña prensa horizontal de haya, con dos roscas de madera que ejercen presión y sujetan el libro mientras se dora. No está fija y suele colocarse encima del banco de trabajo para permitir un dorado más cómodo.

Un tajo para dorar cantos. Utensilio de madera que se utiliza para dorar los contracantos. Dispone de una cara muy inclinada que permite apoyar el libro abierto para efectuar el dorado.


Dos tipos diferentes de compás metálico terminados en punta.

Se necesitan, además, utensilios que permitan manipular el delicado pan de oro, tales como:

Un almohadón. Formado por una plancha de madera rectangular, de unos 250 × 125 mm, cubierta por una piel vuelta muy bien tensada y acolchada con crin o algodón fino. Se utiliza para extender y cortar las láminas de pan de oro.

Para mantener la superficie sin grasa que pueda estropear el oro, se tiene que esparcir polvo de talco por la cubierta de piel.

Un cuchillo para cortar el oro. Debe ser de hoja larga, recta y sin corte, de unos 250 mm de largo, y con un mango corto. Se usa para cortar y manipular el pan de oro.

Una campana para el oro. Mampara protectora para evitar que las corrientes de aire puedan estropear las finas hojas de oro. También puede ponerse una cartulina o un cartoncillo doblado.

Una caja pequeña. Debe tener el interior satinado y el tamaño aproximado del librillo de pan de oro para poder guardarlo dentro.

Una muñequilla del oro. Bola de algodón recubierta de una tela del mismo material, recogida y atada en la parte superior. Se humedece ligeramente con aceite de almendras dulces. Sirve para adherir el oro a la piel o para facilitar el bruñido de las cubiertas.

Una aceitera. Botella para guardar el aceite de almendras dulces.

Aparte de estos elementos que nos permiten la manipulación y la conservación de las láminas de pan de oro, debemos disponer de otros utensilios para realizar el dorado:

Unos pinceles. Tienen que ser muy finos y de pelo suave. Sólo se utilizarán para aplicar el mordiente en las zonas que van a dorarse.

Un compás. Instrumento con dos piernas articuladas terminadas en punta, y con un tornillo para fijar las medidas; debe ser de unos 150 mm de largo. Se usa para tomar medidas y marcar distancias.


Hornillo para calentar los hierros. También se pueden utilizar hornillos eléctricos específicos para ese menester.

Un hornillo para calentar los hierros. Aparato generalmente a gas, aunque también puede ser eléctrico. Permite calentar los hierros a la temperatura adecuada. Como sustituto se puede usar una cocina de camping.

Un bebedero. Recipiente para el agua, que no tiene que ser muy profundo, en cuyo interior se colocará una esponja que retenga la humedad. Sirve para controlar la temperatura de los hierros y el bruñidor, enfriándolo en caso que esté demasiado caliente.


Prensa de dorar o burrito. Sirve para sujetar el libro en un plano vertical sobre la mesa, mientras se trabaja en el lomo del mismo.


Diversos elementos utilizados para el dorado con oro fino como son: el aceite de almendras dulces, la clara de huevo batida, la muñequilla, el cuchillo, la almohadilla y el pan de oro en láminas.

Los hierros

Los hierros de dorar merecen mención aparte por su extenso surtido de formas y diseños. Estas herramientas están formadas por dos piezas, una primera, generalmente en bronce, y que lleva grabado el diseño; la otra es el mango de madera que nos va a permitir manipular el hierro cuando esté caliente. Estos hierros, exceptuando los florones, suelen tener formas diferenciadas según se trate de hierros para el lomo o de hierros para los planos, facilitando la ejecución precisa de la decoración. Se distinguen básicamente los siguientes tipos de hierros:

La paleta. Hierro estrecho y largo con un ligero arqueado para adaptarse a la curvatura del lomo. Con él se pueden gofrar o dorar líneas de distintos grosores y otras decoraciones en el lomo de los libros, tanto al lado de los nervios como sobre los mismos.

El florón. Lleva incorporado un elemento decorativo grabado en el extremo para decorar también las cubiertas. Hay un gran surtido de elementos ornamentales (motivos florales, heráldicos, animales, etc.) y de estilos decorativos (mudéjares, góticos, barrocos, etc.), y pueden ir sueltos o aparejados, diferenciando derecha e izquierda. Su uso no es exclusivo de los lomos ya que pueden usarse tanto para dorar los entrenervios como para decorar los planos y los contracantos del libro.

Los arquillos. Estos hierros de bronce, a diferencia de las paletas, no están ligeramente arqueados, y su forma es paralela a la cubierta. Se utilizan para gofrar o dorar líneas rectas o curvas sobre la piel. Suelen ir en juegos de distintos tamaños, pero se necesita gran cantidad de curvas para poder realizar todos los diseños.

Las ruedas. Están compuestas por una rueda o disco de bronce, con un motivo grabado en el canto. El mango de madera que la sujeta es tan largo como el del bruñidor, para poder apoyarlo en el hombro y ejercer así la presión y el control necesarios para hacer rodar el disco por encima de la cubierta. Sus motivos decorativos pueden ser líneas rectas de distintos grosores o elementos decorativos entrelazados.


Colección de florones de estilo romántico.


Juego de arquillos y tronquillos. Se utilizan para formar dibujos dorados o gofrados sobre la piel.

Las planchas para el dorado a prensa o a volante. Estas planchas, que reproducen elementos decorativos, están elaboradas sobre planchas de bronce o cinc. Deben ser de unos 6 mm de grosor y se fabrican mediante fotograbado. Este sistema de estampación utiliza la prensa de dorar.

Para realizar el título y otros elementos de texto necesitaremos los siguientes utensilios:

El componedor. Instrumento compuesto por dos planchas de latón colocadas paralelamente y sujetas entre sí a una distancia que permita colocar los caracteres. En un extremo hallamos una tuerca con una palomilla que sirve para fijar el texto una vez compuesto. Del mismo modo que el resto de los hierros, este armazón va sujeto a un mango de madera que permite su manipulación.


Distintos estilos de ruedas.

Los caracteres en bronce. Colección de letras de un mismo cuerpo que se utilizan para dorar los textos en las cubiertas y el lomo. Cada carácter corresponde a una letra, y se tienen que colocar en el componedor para poder estamparse. Los caracteres van acompañados de pequeñas piezas de bronce de distintos tamaños que permitirán crear los espacios en blanco. Es conveniente disponer de diferentes cuerpos para adaptarse al tamaño del libro. Aunque no es frecuente su uso, existe otra tipología de caracteres: el alfabeto chinois, que está formado por tipos sueltos con su propio mango, y que se estampan uno a uno sin necesidad de componerlos todos juntos.

La caja del componedor. Esta caja permite organizar los alfabetos de un mismo cuerpo. Debe tener una división para cada juego de una misma letra, y otra para los espacios de distintos tamaños. Es más práctico disponer de una cajonera en la que cada cajón esté destinado a un tamaño, con una muestra del mismo en el exterior, para así facilitar la tarea de selección del carácter.


Diferentes estilos de paletas para el dorado.


Cajones de madera que contienen distintos tipos de caracteres de bronce, así como su correspondiente componedor.

Los materiales

Las cabezadas

Elemento decorativo, generalmente elaborado con hilo o seda de varios colores, aunque también se confeccionan en piel. Se colocan en el lomo del libro, en la parte de la cabeza y el pie, y su función es embellecedora, protectora y de refuerzo. Las cabezadas simples a dos o tres colores son las más habituales, y se pueden confeccionar a mano o comprar fabricadas ya que existen diversos modelos. Para libros especiales se pueden bordar o elaborar distintas cabezadas acordes con el estilo decorativo que precise la encuadernación.

El cartón

El cartón como base estructural de la encuadernación fue introducido en el siglo XVI, ya que anteriormente las tapas se confeccionaban con una plancha de madera. Esto aligeró el peso de las encuadernaciones, pero para poder continuar siendo un soporte resistente y capaz de aguantar el libro, se tuvieron que usar cartones bien prensados y de buena calidad. En el siglo XVII el cartón empezó a realizarse a partir de pasta triturada, ya que hasta aquel momento, el cartón se obtenía superponiendo hojas encoladas. Uno de los cartones usados es el de tipo milboard, de color gris, y hecho a máquina a partir de restos de papel, cuerdas y trapos bastos, que es muy fuerte y resistente. Los cartones se clasifican según el grosor: a mayor numeración más grosor. Para las cubiertas, los números más frecuentes son el 12, 14, 16 y 18, y se escogerán en función del formato del libro. Para el lomo se elegirán cartones más finos, de los números 4 y 6. Para conseguir cartones de más dureza se pueden encolar dos cartones de numeraciones inferiores (p. ej.: cartón del 8 más cartón del 4 = cartón del 12 pero más fuerte).


Cabezadas de hilo de seda confeccionadas a mano.


Cartones. En un taller tiene que haber distintos tipos o gruesos de este material de manera que se puedan confeccionar los diversos trabajos de encuadernación.


En el caso del engrudo o de las colas plásticas como el poliacetato de vinilo, podemos controlar la densidad con el pincel, observando si se forman gotas o si es un chorro el que se desprende de él. Esto dependerá del uso para el que lo necesitemos.

Las colas

Uno de los materiales más importantes en la elaboración del libro son las colas, que deberán usarse de distinto tipo, ya que no existe una única cola que permita realizar todas las operaciones. La elección adecuada será importante puesto que cada una de ellas tiene un comportamiento distinto en función del material. Veamos a continuación qué tipo de colas podemos utilizar:

La cola blanca o adhesivo sintético. Suelen estar fabricadas con poliacetato de vinilo. Estos adhesivos actualmente están muy difundidos en muchos de los procesos de la encuadernación. Tienen la ventaja de que siempre están a punto y no necesitan apenas mantenimiento. Su inconveniente es que no son reversibles, ya que una vez secos sólo se podrán eliminar con disolventes fuertes. Por este motivo no deberán ser usados en la restauración del papel.


Anilinas al agua. Se emplean para pintar o jaspear los cortes de los libros. Algunas veces, aunque raramente, se utilizan para colorear las pieles, por ejemplo en la encuadernación de cortina.

La cola caliente, cola de gelatina orgánica o cola de carpintero. Se prepara a partir de huesos de animales, y desechos de carnaza. Se comercializa en escamas o perlas ya que así se disuelve con más facilidad. Se necesitará un bote que permita mantener la cola al baño María, para disolverla con agua y mantenerla líquida. Para analizar el estado de la cola caliente se puede observar su color: cuando está limpia tiene tonalidad de miel, y a medida que oscurece se va deteriorando porque se quema si se cuece durante mucho tiempo. Si disponemos de un recipiente con dos compartimentos pondremos en uno la cola con una textura más fluida y en el otro más espesa, y de este modo siempre tendremos a mano cola adecuada para cada necesidad. La textura más fluida se obtiene al añadir agua a la cola cuando está caliente. Se trata de un tipo de cola muy adecuado para las encuadernaciones de calidad y los trabajos de restauración. Tiene la ventaja de que aporta muy poca humedad al material, pero los inconvenientes de la laboriosidad de la preparación y el mantenimiento.

El engrudo. Adhesivo de origen vegetal fabricado con almidón. Se trata de una cola fuerte que, una vez seca, permanece flexible e incolora. Debido a su alto porcentaje de agua tiene un elevado poder de penetración y lentitud de adhesión. Estas características lo hacen adecuado para la cobertura del libro con piel, ya que da margen de tiempo para realizar todos los pasos. También se utiliza para los contrafuertes pues, al secarse, se contrae más que con otro tipo de cola y permite contrarrestar la deformación de los cartones. Se trata de un adhesivo reversible que tiene el inconveniente de que se deteriora con facilidad a los pocos días.


Hornillo de cola caliente al baño María. Dispone de dos depósitos para poder alternar, según las necesidades del trabajo, cola más clara o más espesa.

Los colores para pintar los cortes

Generalmente para pintar los cortes se utilizan anilinas al agua, pues no penetran fácilmente en los cantos del papel. Para obtener un color se disuelven los polvos de anilina en agua y la solución se guarda en una botella.

La elaboración artesanal consistía en disolver los pigmentos molidos en engrudo bastante líquido.


Hilos y cuerdas para efectuar el cosido del libro. Suelen ser de cáñamo o lino aunque para el libro actual también se utilizan los de nailon.

Los hilos y las cuerdas

El hilo. Para coser el libro se suele utilizar hilo de nailon fino, ya que es más resistente, pero para encuadernaciones especiales es más conveniente usar el hilo tradicional, hecho de lino o cáñamo, encerado, para dar mayor fortaleza y facilitar de este modo el cosido.

Los cuadernillos se coserán sobre un cordel o una cinta, dependiendo del tipo de abertura que se necesite.

Los cordeles. Se preferirán de lino o cáñamo a los de yute, ya que son de mejor calidad. Hay cordeles de distintos grosores, y se elegirán en función del grosor de los cuadernillos, pero el más utilizado es el de guarnicionero de seis cabos.

Las cintas. Para dar elasticidad y facilidad de abertura a determinadas encuadernaciones se usarán las cintas en sustitución de los cordeles. Éstas se confeccionan en hilo o algodón blanqueado o crudo y en distintos anchos, siendo así los más usuales de 10 o 16 mm de ancho.

Los registros. En libros especiales en los que pueda ser de utilidad disponer de un marcador de lectura, se pueden usar registros. Se trata de cintas finas de seda o raso, en color o decoradas, pegadas al lomo por la cabeza.

El papel

En un mismo libro conviven distintos tipos de papel, desde el que forma el cuerpo propio del libro, hasta los que se utilizan en el montaje y la decoración. Cada papel tiene unas características propias que el encuadernador ha de tener en cuenta para que no actúe en contra suya.

Para que el libro tenga un buen cierre, no se comben o abarquillen las cubiertas, no se arruguen las guardas, etc., todos los materiales tienen que estar al hilo: de la cabeza al pie. En el caso del papel, a excepción del fabricado a mano en el que las fibras se distribuyen en todos los sentidos, en el resto de papeles las fibras se distribuyen básicamente en un solo sentido. Esto hace que al absorber algo de humedad al encolarse, el papel se ensanche paralelamente al sentido de la fibra.

El sentido de la fibra. Para averiguar el sentido de la fibra, se doblará ligeramente el papel. Si éste se dobla con facilidad haciendo una forma redondeada, es que está al sentido de la fibra; en caso contrario el doblez provocará arrugas. También se puede mirar a trasluz para observar el sentido de las fibras.

Agruparemos los distintos tipos de papel en función de su necesidad en los distintos procesos:

Para confeccionar los cuadernillos de guardas necesitaremos papel liso que puede ser de distinta calidad y grosor. Puede usarse un papel verjurado, confeccionado a mano o a máquina, que si se observa a contraluz se distingue por las marcas de los puntizones y los corondeles, estos últimos más gruesos y que marcan el sentido del hilo del papel. Con estas características encontramos el papel Ingres y papeles similares, con colores suaves y de una gran calidad, que los podemos utilizar tanto para guardas como para cubiertas o estuches. Actualmente en el mercado encontraremos un amplio surtido de papeles para cada necesidad. Tendremos que seleccionar el grosor, la calidad, etc., del papel, en función de las características de la encuadernación.

El papel de periódico. En la antigüedad, como el papel escaseaba más, en el proceso de montaje del libro se utilizaban restos de libros o manuscritos anteriores; gracias a esta práctica se han recuperado textos desconocidos. Hoy en día, para el montaje de las tapas será útil disponer de papel de periódico que se usará para pegar los cordeles a los cartones. Aparte que siempre será conveniente disponer de varios periódicos para no manchar las mesas al encolar.


Papel verjurado de distintos colores, muy útiles para guardas, cajas y estuches.

Para fortalecer los lomos y realizar las lomeras con fuelle se utilizará un papel fuerte y resistente, el papel de embalaje o kraft, muy usado para esta tarea. Tiene el inconveniente de que es muy ácido y puede llegar a estropear el documento.

Para la decoración del libro, tanto cubiertas como guardas, y para la confección de estuches, podemos utilizar papeles decorados. Se comercializan en infinidad de variedades, y también puede decorarlo el mismo encuadernador. Hay papeles estampados a mano con distintas técnicas y estilos decorativos, jaspeados sobre una base de gelatina, o pintados con engrudo; papeles estampados xilográficamente, como son las tradicionales guardas venecianas, otros impresos con distintas técnicas, como los que imitan el mármol, etc. Se ha de tener en cuenta que cualquier papel que se utilice, para poder ejercer su función protectora, debe ser fuerte, y con los colores estables, para evitar que pueda emborronarse la decoración con la humedad de la cola.

Papeles especiales. Esporádicamente y para trabajos puntuales, se tendrá que conocer otros tipos de papeles especiales, así como papeles que nos puedan ayudar a reparar pequeños desperfectos. Para estas pequeñas restauraciones utilizaremos papel de seda o papel Japón.


Papel para guardas hecho a mano por Montse Buxó.


Muestrario de telas y papeles de distintos colores y texturas.

Las telas

Las telas usadas en encuadernación se pueden dividir en dos tipos: la que se necesita para la construcción del libro (como la tarlatana o la percalina), y la que se utiliza para cubrir el libro (tela con base de papel).

La tarlatana. Es un tejido de algodón de trama ancha y con apresto. Se emplea básicamente para reforzar el lomo de los libros.

La percalina. Tela de algodón o lino con apresto, pero a diferencia de la tarlatana tiene la trama mucho más espesa y por tanto tiene también más consistencia. Se usará como refuerzo en libros y estuches, protección de cuadernillos y confección de bisagras.

Con el término genérico de tela se conoce el material para cubrir libros y estuches. Se compone de una parte exterior de tejido de algodón que puede ser de distintos colores y una parte interior preparada para evitar el traspaso de la cola. La tela, igual que el papel y el cartón, tiene una trama y un sentido del hilo que se ha de tener en cuenta a la hora de cortar y encolar el material.

Además de la tela con base de papel, se fabrican gran cantidad de materiales con distintas texturas, acabados y colores, que imitan a la tela o la piel. Suelen ser resistentes y de fácil manejo, se pueden encolar con facilidad, y son aptos para el dorado. Se conocen por su nombre comercial, de los que hay diversas marcas. Todos estos materiales se utilizan para encuadernaciones sencillas.


Telas para encuadernar. En la parte posterior tienen un soporte de papel para facilitar el encolado.

Las pieles

Son el material por excelencia para cubrir los libros, ya sea sólo el lomo o todas las cubiertas. Tradicionalmente se han utilizado distintos tipos de pieles, dependiendo del tipo de encuadernación o de la época. En la actualidad las pieles usadas corrientemente son las de cabra y en algunos casos badana o pergamino.

Se utilizarán pieles curtidas expresamente para encuadernación, con ingredientes vegetales, para así tener la consistencia adecuada. Las pieles se comercializan en distintas categorías, en función de los defectos que tengan (cicatrices, marcas, etc.) y se suelen vender por pies cuadrados, dato que se marca en su reverso. La piel tiene dos caras: la flor, que es la parte exterior y más compacta; y la interior, llamada carne o carnaza, que es más aterciopelada. Es por la carne por donde se chiflará para facilitar los dobleces necesarios al cubrir el libro.

La piel de cabra. Es la de más calidad pues la carne es compacta y la flor con grano. Se comercializa en gran cantidad de colores y acabados, con el grano natural o artificial. La tipología más frecuente usada en encuadernación es la variedad chagrén o chagrin; se trata de una piel de primera calidad, con grano fino y gran flexibilidad, aunque originariamente era de potro o asno. También se utiliza el marroquín o marroquí, piel de cabra de Marruecos, con el grano bastante más grueso que las pieles de cabras europeas. Actualmente y por extensión, se llama marroquín a todas las pieles de cabra de calidad con el grano largo, siendo una de las más apreciadas en encuadernación artística.

La piel de cordero u oveja. Del curtido de su piel se obtiene una piel porosa, blanda y poco consistente, llamada también badana. Se utiliza en encuadernación porque es económica y permite gran cantidad de acabados y teñidos, a pesar de que es difícil de chiflar o dorar. Puede teñirse con óxido de hierro haciendo formas arbóreas (pasta española). También puede jaspearse arrugada con colores vivos, generalmente rojo, verde, azul o marrón (pasta valenciana).


Piel de cabra de distintos colores. Suele ser la más usada en el taller debido a su consistencia y calidad.


Piel de cordero en sus distintas modalidades de jaspeado y pintado. Muy usadas en el siglo XVIII y todavía vigentes en la encuadernación actual.


La percalina es un tejido de algodón que sirve para fortalecer el lomo del libro, así como para precintar las guardas.


Pergamino. Debe ser fino y de poco grosor para efectuar un buen trabajo, especialmente en el ceñido de los nervios.


Ante de distintos colores. Se usa normalmente para hacer guardas y el interior de los estuches.


Grupo de elementos básicos para el dorado del corte de los libros: bol o tierra de Armenia, clara de huevo y cera virgen.

La piel de ternera o becerro. Se caracteriza por tener una flor lisa y casi sin grano. Antiguamente era un tipo de piel muy utilizada en encuadernación y por este motivo hoy en día se usa en trabajos de restauración. Procedente del curtido de piel de ternera se obtiene el becerrillo, que suele ser en color natural, y el box, que se caracteriza por acabado liso y brillante.

El pergamino. Se obtiene de piel de cordero, cabra o vaca que ha sido curtida a base de cal. Se denomina vitela a los pergaminos más finos, que en sus orígenes procedían de animales no nacidos. Este material es difícil de trabajar, sobre todo por las reacciones que le provocan los cambios de humedad ambientales.

La piel de ante. En sus orígenes se trataba del curtido del animal, y hoy en día hace referencia a la piel vuelta. Se utiliza básicamente para forrar contratapas, guardas, estuches o camisas.

Materiales para el dorado y el pan de oro

Como ya hemos comentado con anterioridad, los materiales para el dorado merecen un capítulo aparte, ya que se trata de una técnica compleja que requiere instrumentos propios, sobre todo en el caso del dorado con oro fino. Incluso hay encuadernadores que no realizan este proceso y es un dorador profesional quien se encarga de esta tarea. Para el dorado con oro fino el material esencial es el pan de oro. Se trata de hojas de oro de ley con una pequeña proporción de plata o cobre que da color y consistencia a la hoja. El lingote se pasa a presión a través de unos rollos de metal hasta conseguir una tira fina de oro, que una vez cortada en láminas, generalmente de 80 × 80 mm, se intercalan con hojas de papel Mongolfier para formar los librillos de 25 hojas de pan de oro. Éstos se comercializan en paquetes de 20 librillos. Antiguamente se realizaba el batido de la hoja de oro a mano, pero en la actualidad se hace a máquina consiguiendo un pan de oro comparable al batido manualmente.

El pan de oro necesitará distintos materiales según sea para fijarlo en las cubiertas de piel o para el dorado de cortes.

Para adherirlo sobre la piel se precisará un mordiente como puede ser la clara de huevo. Por cuestiones prácticas actualmente puede usarse clara de huevo química, o fixor, que ejerce la misma función.

Para el dorado de los cortes se utilizará también un mordiente como puede ser clara de huevo o gelatina de uso alimentario. Para dar brillo y color al oro se aplicará una capa de bol de Armenia, que es un tipo de arcilla rojiza. Para facilitar el bruñido y obtener más brillo se usará cera de abeja.

En el oro en película el metal está depositado en una superficie de celofán, plástico o papel que se desprende al fijar el oro a la cubierta. Al no necesitar preparación es muy recomendable para tela, papel, plástico y otras superficies difíciles.


Lámina de oro fino. Para su manipulado basta con el cuchillo y un poco de algodón.

El taller de encuadernación

Resulta difícil definir el tipo de taller ideal para llevar a cabo nuestra tarea. Se puede encuadernar en sitios reducidos pues no se requiere una gran estructura para realizar este trabajo. Hay que tener en cuenta el tipo de encargos, ya que no es lo mismo un taller que se dedique a la estuchería para la obra gráfica, que necesitará grandes mostradores y estanterías para ir colocando sus trabajos, que un taller de encuadernación que mayormente está especializado en piezas únicas. En este último caso se puede trabajar en una pequeña habitación, ya que hay pocos libros en movimiento, debido a la gran laboriosidad de cada operación.

Los grandes talleres artesanales en los que había muchos operarios han pasado a la historia. Actualmente el número máximo de personas que colaboran bajo una misma firma es de diez, aunque en la mayoría de los talleres es el propio encuadernador el que se encarga de realizar todas las tareas.

El local

Es necesario que el local disponga de luz natural, pues los trabajos, una vez finalizados, se ven de distinta manera bajo la luz solar. Además, debe contar con una buena ventilación dado que van a utilizarse distintos tipos de colas.

Por supuesto, debe haber agua corriente y una pila o un fregadero que nos servirá para lavarnos asiduamente las manos y para efectuar los pequeños trabajos de restauración, imprescindibles en una gran parte de trabajos.


Lámina extraída de la Enciclopedia Diderot-D’Alambert en la que se muestra un taller de encuadernación en la fase final del libro, es decir, acabado y dorado. Estos dos apartados ya en el siglo XVIII facilitaban la rápida ejecución de los trabajos.


Lámina de la Enciclopedia Diderot-D’Alambert en la que se muestra el taller ideal de encuadernación en el siglo XVIII. Obsérvese en este apartado las funciones iniciales para elaborar un libro, desde el cosido hasta el acabado, sin pasar por la fase de decoración.

Debe tener las dimensiones suficientes para que nos permita movernos con desenvoltura. Para ello se dispondrán las máquinas, estanterías y mesa de trabajo de forma conveniente, a fin de que un elemento no prive el buen uso del otro.

El orden de los materiales

Conviene colocar las pequeñas herramientas en un cajón o estantería bajo la mesa en la que habitualmente se efectúa la labor. De esta manera podremos disponer de ellas con facilidad y guardar cada cosa en su sitio. Así tendremos el mostrador siempre limpio.

Las telas se guardarán en estanterías de forma plana, aunque, dependiendo del espacio, también se pueden poner de forma vertical para evitar dañarlas. Las pieles, en cambio, deberían aislarse en un pequeño armario cerrado para protegerlas de la luz. Éstas se mantienen enrolladas y nunca en posición vertical.

Sería ideal disponer de una mesa aparte, para dorar, lejos del polvo que produce el taller. Siempre debe estar limpia para iniciar los trabajos. Tampoco debe olvidarse que, especialmente para este menester, el orden es básico, y que el polvo es el principal enemigo del dorador cuando éste trabaja con la clara de huevo o fixor, y con oro fino o pan de oro.


Dibujo de una prensa de satinar del siglo XVIII. A diferencia del actual volante, ejercía la fuerza con un brazo de palanca móvil.

Encuadernación

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