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Capítulo VI

Deleite

La Enciclopedia Espasa define el sustantivo deleite como “placer sensual”. Palabras sinónimas son gusto, contentamiento, alegría, satisfacción, holganza, diversión y otras.

El Nuevo Testamento utiliza el vocablo en sentido negativo, condenatorio. Jesucristo eleva una queja contra aquellos “que tienen vestiduras preciosas y viven en deleites” (Lucas 7:25). Pablo confiesa que en otro tiempo vivía “esclavo de concupiscencias y deleites diversos” (Tito 3:3), pero entrado en otro tiempo con el Señor se revuelve contra los “amadores de los deleites más que de Dios” (2ª Timoteo 3:4). El autor de la epístola a los Hebreos alaba a héroes de la fe que escogieron “antes ser maltratados con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Por su parte, el apóstol Pedro justifica la condenación de quienes tuvieron “por delicia el gozar de deleites cada día” (2ª Pedro 2:13).

La experimentación del deleite sexual se remonta al libro de Génesis. La protagonista es una mujer, Sara, esposa de Abraham.

El profeta, de edad avanzada, descansa en la puerta de su tienda en “el encinar de Mamre”, algunos kilómetros al norte de Hebrón, considerado hoy uno de los principales santuarios de Palestina. Allí recibe una misteriosa visita de tres varones. Abraham los invita a su tienda, los atiende ceremonialmente, les prepara una suculenta comida a base de “becerro tierno”. Comentaristas de la Biblia sostienen que uno de los tres era el propio Jehová, encarnado en cuerpo de hombre. Yo no entro en el misterio. Cuando hubieron comido uno de ellos pregunta por Sara. Sabe que era estéril, pero le anuncia: “Sara tu mujer tendrá un hijo”. Sara escuchaba tras la puerta. Le causa risa el anuncio del visitante. Y piensa: “¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?”

Efectivamente. Los dos eran viejos, cargados de años. Sara era una mujer gastada, en un cuerpo incapaz de sentir deleite. Otro tanto le ocurría a Abraham. Pero lo intentaron. Confiando en la palabra del visitante, tuvieron deleite sexual y nació un hijo: Isaac (Génesis 18:1-16).

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