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ОглавлениеCapítulo 3 EVALUACIÓN DE REPRESENTATIVIDAD E IDENTIFICACIÓN DE PRIORIDADES PARA LA PROTECCIÓN DE LOS ECOSISTEMAS TERRESTRES EN LA PATAGONIA CHILENA
REPRESENTATIVENESS ASSESSMENT AND IDENTIFICATION OF PRIORITIES FOR THE PROTECTION OF TERRESTRIAL ECOSYSTEMS IN CHILEAN PATAGONIA
PATRICIO PLISCOFFa b c • MARÍA JOSÉ MARTÍNEZ-HARMS a c • TARYN FUENTES-CASTILLO b
Resumen. Los sistemas de áreas protegidas son la principal herramienta para garantizar la conservación de la biodiversidad y de los múltiples servicios ecosistémicos vitales para el bienestar humano. En la Patagonia chilena, la relevancia de un sistema de áreas protegidas es aún mayor ya que corresponde a una de las zonas más prístinas del planeta, con una gran diversidad de ecosistemas, riqueza y endemismos de especies. La identificación de vacíos y prioridades de conservación es un primer paso en la evaluación de un sistema de protección. La Patagonia chilena ha sido caracterizada como una zona con una gran cantidad de superficie protegida, pero algunos de sus ecosistemas se han identificado como sub-representados en áreas de protección. El presente capítulo analiza la representatividad del sistema de áreas protegidas de la Patagonia chilena, incluyendo una evaluación de prioridades para la protección in situ del sistema terrestre. Los resultados muestran una sub-representación de la diversidad de ecosistemas y de especies de fauna en la Patagonia chilena. La red actual de áreas protegidas representa solo el 20% de los ecosistemas terrestres. Se identifica un sesgo en la representación hacia zonas de mayor altitud, glaciares-campos de hielo y áreas de menor costo de oportunidad en la región. Los vacíos de protección indican una representatividad menor al 17% (Meta 11 Aichi) en los ecosistemas de estepa y de bosque caducifolio. La representación de la diversidad de fauna no es considerada adecuadamente por la red de protección actual, incluyendo zonas donde se concentra menos del 30% del total de diversidad. Las áreas prioritarias identificadas se concentran en la zona norte de la Patagonia (Chiloé y provincia de Palena), estepas y en la zona de transición estepa-bosque caducifolio, tanto en la Región de Aysén como de Magallanes. Los vacíos de representación impiden una adaptación adecuada frente a los desafíos de conservación que surgen con el impacto del cambio climático. Un efecto de ello es la pérdida de componentes de la biodiversidad, o la redistribución de especies y ecosistemas. Se proponen recomendaciones para mejorar este tipo de evaluaciones de representatividad en distintos horizontes de tiempo. Se deben buscar instancias participativas para la definición de objetos y metas de conservación, que analicen a los ambientes terrestres y marinos como un área de estudio integrada. Los déficits actuales en la representación de estos ecosistemas muestran la urgente necesidad de abordar los vacíos de representatividad de la actual red de áreas protegidas patagónicas y la necesidad de mejorar la representación de los ecosistemas sub-representados.
Palabras claves. Patagonia, Chile, ecosistemas terrestres, especies, representatividad, análisis de vacíos, modelos de distribución de especies, priorización espacial.
Abstract. Protected area systems are the primary tool to ensure the conservation of biodiversity and the ecosystem services vital for human well-being. In the Chilean Patagonia, the relevance of the protected area system is even more significant since it is one of the most pristine areas worldwide, and houses a great diversity of ecosystems, species richness, and endemism. The identification of conservation gaps and needs is the first step to evaluate the protected area system. Although Chilean Patagonia has been characterized as a highly protected, but some of its terrestrial ecosystems have been identified as under-represented in protected areas. This chapter analyzes the representativeness of Patagonia’s protected area system in Chile, and it includes an assessment of conservation priorities for the in-situ protection of terrestrial ecosystems. Results show the under-representation of the diversity of ecosystems and fauna species in Chilean Patagonia. The current protected areas network inadequately represents the 20% of terrestrial ecosystems. A bias is identified in the representation towards high altitudes areas, glaciers-ice fields, and areas of lower opportunity cost in the region. Protection gaps indicate a level of representation of less than 17% (Aichi Target 11) for the ecosystems of steppe and deciduous forest. The current protection network does not adequately consider the representation of fauna diversity, and it represents zones where less than 30% of the total diversity is concentrated. Priority areas identified here are concentrated in northern Patagonia (Chiloé island and continental Chiloé), as well as, in the transition zone of steppe to deciduous forest of the Aysén and Magallanes regions. Representation gaps limit adequate adaptation for conservation challenges that arise due to the impact of climate change. An example of this is the loss of components of biodiversity, the redistribution of species and ecosystems.
Keywords. Patagonia, Chile, terrestrial ecosystems, species, representativeness, gap analysis, species distribution models, spatial prioritization.
1. INTRODUCCIÓN
La Patagonia chilena es considerada una de las zonas más prístinas del planeta, debido a su baja huella humana, producto de una historia de ocupación reducida y relativamente reciente (Inostroza et al., 2016; Sanderson et al., 2002). Además, su posición única en el contexto global, correspondiendo a la masa terrestre continental más cercana al Polo Sur y al territorio antártico, le confieren características únicas a su biota terrestre y marina (Fraser et al., 2012). Esta particularidad se expresa también en la presencia de factores climáticos que definen sus características actuales, entre ellos, la cercanía a la masa de hielo del Polo Sur y la presencia del cinturón de vientos del oeste (Garreaud et al., 2013). En términos de la evolución del paisaje, este tiene la particularidad de ser un territorio de conformación reciente, donde se pueden ver las huellas del retroceso del último máximo glacial (ca., 12 mil años atrás) a lo largo de toda su extensión (Rabassa et al., 2011).
La vegetación presente en la Patagonia chilena permite caracterizar los grandes ecosistemas que se distribuyen en el área, los cuales disminuyen latitudinalmente en términos de diversidad vegetal, siendo la excepción los patrones de distribución de briofitas y líquenes, que dominan en el extremo sur del área (Patiño y Vanderpoorten, 2018; Rozzi et al., 2021). Es así como en el sector norte de la Patagonia (entre los 41° a 47 °S) se presentan tres tipos de bosques: i) el bosque siempreverde que se extiende hacia el norte de la Patagonia; ii) el bosque dominado por coníferas, donde el alerce (Fitzroya cupressoides) y el ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum) son las especies dominantes y finalmente un bosque caducifolio que marca la transición con la estepa patagónica; ecosistema exclusivo de esta zona del planeta, ubicado para el caso de Chile en la zona oriental de Los Andes. En el sector costero, el bosque siempreverde se imbrica con los suelos dominados por turberas en las áreas de menor elevación y con menos pendiente (Veblen, 2007). Se puede reconocer un patrón longitudinal en la distribución de los principales ecosistemas; presencia de bosque siempreverde y de coníferas con turberas en la zona costera e interior, bosque caducifolio que marca la transición bosque-estepa y la estepa patagónica, la cual domina toda la zona interior y limítrofe con Argentina en toda el área (Luebert y Pliscoff, 2017). El 54% de la superficie terrestre de la Patagonia chilena (desde el seno de Reloncaví a las islas Diego Ramírez) está protegida, lo que representa la mayor superficie terrestre bajo protección del país (Tacón et al., 2021), correspondiendo al 86,4% de la superficie total del Sistema de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE) en Chile. Además, en la Patagonia chilena se encuentran las tres áreas protegidas más grandes del país: Parque Nacional Bernardo O’Higgins, Parque Nacional Alberto de Agostini y Reserva Nacional Kawésqar.
La ciencia de la conservación biológica ofrece herramientas para analizar las distintas acciones y opciones que se pueden realizar sobre el territorio, respondiendo a las políticas de protección y a los compromisos internacionales que suscriben los países. Uno de estos enfoques es la planificación sistemática de la conservación, que permite establecer paso a paso metas y objetivos de conservación mediante soluciones óptimas en un proceso transparente y replicable (Margules y Pressey, 2000; Pressey et al., 2007). La planificación sistemática busca representar los objetos de conservación definidos previamente (e.g., biodiversidad, servicios ecosistémicos), mediante la mejor solución posible bajo el cumplimiento de metas establecidas. La definición de los objetos de conservación puede ser a través de “sustitutos” que representan distintas dimensiones de la biodiversidad, que por falta de datos o por la imposibilidad de levantar información, no es posible considerar en el proceso de planificación. Las mejores soluciones obtenidas, permiten definir de forma estratégica la incorporación de nuevas áreas protegidas al sistema de protección existente, minimizando los diferentes costos asociados (e.g., aptitud y valor de la tierra) con la menor superficie posible.
Las condiciones del medio natural en la Patagonia chilena dan cuenta de un paisaje único en el mundo, que por sus características de pristinidad, debe ser conservado y protegido de manera efectiva y eficiente. La evaluación de la representatividad actual y la identificación de las prioridades para la protección de los ecosistemas terrestres, surgen como un ejercicio fundamental para la definición de prioridades de conservación para la biota natural presente en la Patagonia chilena.
2. ALCANCE Y OBJETIVOS
El objetivo general de este capítulo es identificar i) si existen vacíos de representación de los ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena; ii) identificar las prioridades para la protección de los ecosistemas terrestres y de especies de flora y fauna; iii) finalmente, identificar oportunidades para mejorar la representatividad en el SNASPE de la diversidad de ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena, que abarca entre el seno de Reloncaví y las islas Diego Ramírez (41°42’S 73°02’O; 56°29’S 68°44’O).
La primera etapa contempló una revisión de la literatura existente de análisis de representatividad (ecosistemas terrestres y especies) y de priorización espacial, tanto a escala nacional como a escala de la Patagonia chilena. Dicha revisión contempló el análisis de una base de datos de artículos científicos (Armesto et al., 2021), así como también de artículos, reportes y tesis de cobertura nacional. La segunda etapa consistió en la aplicación de un método de priorización espacial incluyendo a especies y ecosistemas como objetos de conservación. Posteriormente, se realizó un análisis de representatividad de los ecosistemas terrestres y de las especies de flora y fauna presentes en la Patagonia chilena. Finalmente, se presentan recomendaciones para la adecuada conservación de los procesos y servicios ecosistémicos del SNASPE. Así también se indican acciones necesarias para el ajuste y mejoramiento del sistema de áreas protegidas en la Patagonia chilena.
3. MÉTODOS
3.1. Revisión bibliográfica
Se realizaron tres estrategias de búsqueda de información con el objetivo de recopilar la literatura disponible relacionada a la representatividad actual y los vacíos de conservación en las áreas protegidas de la Patagonia chilena. La primera estrategia contempló la búsqueda de referencias utilizando los argumentos de búsqueda “conservation” “gaps” “priorities” “representativeness” “protected areas” “ecosystems” “biogeographic regions”. Como segunda estrategia de búsqueda, se utilizó Google Scholar para repetir los argumentos de búsqueda anteriores y agregando las palabras: Chile & Patagonia & Aysén & Magallanes. Finalmente, los temas utilizados en la búsqueda anterior se consultaron en el motor de búsqueda del “ISI web of knowledge”, los cuales se extendieron a reportes, tesis y libros.
3.2. Evaluación de vacíos y prioridades de protección
3.2.1. Análisis de priorización espacial
Se desarrolló un análisis de priorización espacial (Kukkala y Moilanen, 2013) considerando dos tipos de objetos de conservación: ecosistemas terrestres (pisos de vegetación) y especies (flora y fauna). El objetivo fue determinar un conjunto de áreas prioritarias que permitan evaluar los vacíos de representatividad de la heterogeneidad de ecosistemas terrestres de la Patagonia chilena, e identificar oportunidades para fortalecer la representación de la biodiversidad terrestre del SNASPE en la Patagonia. Se seleccionaron ecosistemas y especies como objetos de conservación, debido a que representan los dos niveles de la biodiversidad con la mayor cantidad de información disponible. La inclusión de otros tipos de objetos, como aquellos relacionados a procesos ecosistémicos, no fueron considerados en este capítulo. La priorización espacial se realizó utilizando el programa informático “Zonation” (Moilanen et al., 2011). Este software aplica un meta-algoritmo de priorización de acuerdo con diferentes reglas de remoción de celdas que minimizan la pérdida marginal del paisaje total (Moilanen et al., 2011).
Como descriptores de ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena, se utilizaron los pisos de vegetación de Luebert y Pliscoff (2017). Esta propuesta ha sido definida por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) como la clasificación oficial de ecosistemas terrestres de Chile. Los sistemas de clasificación de la vegetación, han sido ampliamente usados como sustitutos de ecosistemas debido a que la vegetación es un elemento integrador de los atributos biofísicos de un área (Austin, 1991; van der Mareel y Franklin, 2013). Se utilizaron Modelos de Distribución de Especies (MDE), para analizar al conjunto de especies de flora y fauna presentes en la Patagonia chilena. Los MDE corresponden a modelos empíricos que relacionan registros de ocurrencias con variables ambientales predictoras, con el propósito de modelar en el espacio geográfico la distribución de especies o conjunto de especies (Guisan y Thuillier, 2005).
Se compilaron registros de ocurrencia de especies de flora vascular en la Patagonia chilena, basados en información de localidades de herbarios en Chile (Universidad de Concepción - CONC, Museo Nacional de Historia Natural - SGO, Herbario de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, Universidad de Chile -EIF). Adicionalmente, se consideró la base de datos de flora vascular compilada por Scherson et al. (2017). Si la localidad del registro de herbario no presentaba coordenadas geográficas atribuidas, estas se asignaron manualmente. En el caso de la fauna, se consideraron registros de ocurrencia para cuatro grupos: mamíferos, reptiles, anfibios y aves. Esta información fue obtenida del reporte desarrollado por Marquet et al. (2010) y de la base de datos de especímenes del Ministerio de Medio Ambiente de Chile (GBIF-Chile). Los registros con coordenadas geográficas para todos los grupos taxonómicos fueron corregidos de inconsistencias de localidad, duplicados y sinonimias.
Como variables ambientales predictoras para desarrollar MDE, se consideraron datos climáticos de temperatura y precipitación. La base climática para condiciones actuales fue obtenida del repositorio publicado por Pliscoff et al. (2014), del cual se consideraron superficies bioclimáticas con una resolución espacial de 1 km x 1 km, representando un periodo de 50 años (1950-2000) para el sur de Sudamérica. Para modelar las distribuciones de especies de todos los grupos taxonómicos, se utilizó el programa informático “Maxent” (Elith et al., 2011; Phillips et al., 2006). En tanto, para evitar la correlación espacial de las ocurrencias durante la modelación, se removieron aquellos registros que estuvieran a una distancia menor a 4 km y se seleccionaron aquellas especies que tuvieran al menos 10 registros. La base de datos final para la Patagonia chilena se encuentra compuesta de 18.511 registros para la flora y fauna, donde el desglose por grupo taxonómico esta presentado en la Tabla 2 y su distribución espacial en la Figura 1.
En relación con las variables predictoras consideradas en MDE, se seleccionaron aquellas variables bioclimáticas menos correlacionadas entre sí en el área de la Patagonia chilena. Las variables seleccionadas son: temperatura media anual, estacionalidad de la temperatura, temperatura máxima del mes más cálido, precipitación anual y la estacionalidad de la precipitación. Los registros de ocurrencia de cada especie se particionaron en porcentajes de 80% para entrenar el modelo y de 20% para generar las pruebas de los modelos finales por especie. Los MDE se estimaron de acuerdo con la probabilidad de ocurrencia de cada especie, además se estimaron MDE binarios (presencia-ausencia de una especie), aplicando el umbral de sensibilidad-especificidad. El alcance de la modelación se realizó considerando los límites de Chile, para luego restringir los resultados al área de estudio definida para la Patagonia chilena.
Figura 1
Base de datos por grupo taxonómico presente en la Patagonia chilena.
Tabla 2
Número de especies, relación con la diversidad nacional por grupo taxonómico (MMA, 2019a) y registros de ocurrencia utilizados para los MDE.
Se estimó la riqueza de las especies de flora y fauna mediante la suma de las distribuciones de cada grupo taxonómico modelado con MDE. Estas se agruparon en: i) la riqueza total de especies por grupo taxonómico (plantas, mamíferos, anfibios, reptiles y aves); ii) la riqueza de especies amenazadas por grupo taxonómico. Para la definición de especies amenazadas, se consideró el listado definido hasta el proceso n°16 de clasificación de especies del Ministerio del Medio Ambiente de Chile (MMA, 2019b).
Para la priorización espacial en la Patagonia chilena, se consideraron como datos de entrada los pisos de vegetación presentes en el área (36) y los modelos de distribución de las 844 especies de flora y fauna, a partir de los cuales se generaron cuatro escenarios (ver Tabla 3). En el caso de la riqueza total de especies, se busca identificar las áreas que concentran mayor diversidad de los cinco grupos taxonómicos seleccionados, para esto se aplica el método de priorización área-núcleo (CA). Al considerar la diversidad de especies amenazadas de forma separada, se busca priorizar las áreas en que estas especies están representadas, en este caso se utiliza el método de priorización función de beneficio aditivo (ABF). Finalmente, se analizaron escenarios que permitieran identificar el aporte de las áreas del SNASPE para cubrir vacíos de representatividad. Primero, se realizó una priorización en toda el área de la Patagonia chilena y luego se repitió el ejercicio considerando solo las áreas que se encuentran fuera del SNASPE (Tabla 3).
El resultado final de la priorización es un ranking porcentual del área total de la Patagonia chilena, del cual se seleccionó el 17% más prioritario siguiendo la meta de protección definida por el Convenio de la Diversidad Biológica (CBD) para ecosistemas terrestres (UN-CBD, 2010). Finalmente, se analizó la correspondencia espacial entre las áreas de mayor prioridad y las pertenecientes al SNASPE utilizando el Sistema de Información Geográfico ArcGis 10.6 (Environmental Systems Research Institute, 2017).
Tabla 3
Escenarios de priorización de especies y ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena. Entre paréntesis se indica el número de objetos de conservación utilizados para cada escenario.
*SNASPE (Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado)
3.2.2. Análisis de representatividad de ecosistemas terrestres y de especies de flora y fauna en la Patagonia chilena
Se estimó el porcentaje de superficie protegida por el SNASPE en cada uno de los pisos de vegetación de (Luebert y Pliscoff, 2017) presentes en la Patagonia chilena, mediante la superposición de cartografía. Los límites del SNASPE fueron obtenidos del registro nacional de áreas protegidas del MMA (2019c). En tanto, la superficie total de cada ecosistema se estimó mediante la definición del área del piso de vegetación y la superficie remanente de vegetación. Esta superficie remanente, se obtiene de las categorías de uso de suelo antrópico (áreas agrícolas, urbanas y plantaciones forestales) definidas en el Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de la Corporación Nacional Forestal (CONAF-CONAMA y BIRF, 1999), en el cual se utilizaron las actualizaciones regionales para Los Lagos (2013), Aysén (2013) y Magallanes (2005). La estimación del porcentaje de superficie protegida se calculó con el cociente entre la superficie total del ecosistema y la superficie remanente.
Por otra parte, la meta de Aichi, además de señalar una meta del 17% de protección de los ecosistemas terrestres (UN-CBD, 2010), considera todos los niveles de organización de la biodiversidad, por lo cual también es relevante analizar la representación de las especies de flora y fauna presentes dentro de la red de áreas de protección. Se analizaron los MDE en dos grupos: flora (plantas vasculares) y fauna (mamíferos, aves, reptiles y anfibios). Finalmente, la riqueza de especies de los dos grupos se agrupó en deciles y se calculó la superficie dentro de las áreas del SNASPE.
4. RESULTADOS
4.1. Revisión bibliográfica
Se identificaron y revisaron 12 documentos referidos a los ambientes terrestres y marinos de la Patagonia chilena (Tabla 1). Estos documentos presentaban análisis de representación o vacíos de conservación de ambientes terrestres, tanto para la Patagonia chilena, como a escala nacional. De los documentos analizados, 10 abordan el sistema terrestre y 2 al sistema marino. Los documentos que analizan al sistema terrestre son principalmente informes técnicos desarrollados a escala nacional (Ramírez de Arellano, 2007; Geobiota Consultores, 2011) y solamente un artículo científico, se enfoca en la Patagonia chilena (Martínez-Harms y Gajardo, 2008). El resto de los trabajos corresponden a la identificación de prioridades de conservación y al análisis de la representatividad del SNASPE, considerando además a otras categorías de protección (e.g., iniciativas de conservación privadas, Santuarios de la Naturaleza, Bienes Nacionales Protegidos).
Tabla 1
Documentos identificados en la revisión bibliográfica. Ver cita completa en la sección Referencias.
Para la definición de ecosistemas terrestres, se identificaron dos aproximaciones. La primera utiliza la vegetación como símil de ecosistemas terrestres; este es el caso del uso de los pisos de vegetación de Luebert y Pliscoff (Pliscoff y Fuentes-Castillo, 2011; Squeo et al., 2012; Núñez-Ávila, 2013). El segundo utiliza la clasificación de ecorregiones del mundo (Dinerstein et al., 2002) para evaluar los vacíos de protección a escala nacional (Squeo et al., 2012; Martínez-Tillería, 2015; Schutz, 2018). Además, dos trabajos consideraron otros objetos de conservación para evaluar su representación en el SNASPE: Tognelli et al. (2008) establece prioridades de conservación a partir de la distribución de vertebrados terrestres y Durán et al. (2013) utilizó el enfoque de servicios ecosistémicos.
4.2. Evaluación de vacíos y prioridades de protección
4.2.1. Análisis de priorización espacial
El primer escenario de priorización realizado consideró ecosistemas terrestres y los grupos taxonómicos modelados (plantas, anfibios, mamíferos, reptiles y aves). Los resultados de este escenario sugieren que la mayor concentración de áreas de importancia se presenta en el sector norte de la Patagonia (entre los 41° a 47°S) y específicamente las zonas de mayor prioridad se concentran en la zona de la Provincia de Palena y sur de la isla de Chiloé. Otras zonas prioritarias se identifican al interior de la Región de Aysén y en la zona de transición bosque-estepa en la Región de Magallanes.
Los resultados para el segundo escenario, el cual considera a la distribución de especies amenazadas, presentan diferencias respecto al primer escenario debido a que se incrementa la superficie prioritaria al interior de la Región de Aysén, incluyéndose la zona oeste de archipiélagos en Campos de Hielo Sur y expandiendo las áreas prioritarias en la Región de Magallanes. Al excluir las áreas actuales del SNASPE (escenarios tercero y cuarto) no se modifican sustancialmente los resultados, manteniendo las mismas zonas prioritarias mostradas en los dos escenarios anteriores.
4.2.2. Análisis de representatividad de ecosistemas terrestres y especies de flora y fauna
El análisis de representatividad de ecosistemas terrestres permite identificar los vacíos del sistema de protección actual en el SNASPE (Figura 3) y la representación de los distintos porcentajes de diversidad de las especies de flora y fauna (Figura 4). Los resultados muestran un desbalance de protección actual, entre los ecosistemas presentes en la zona de los archipiélagos (sobre-representados) versus la zona interior-sur de la Patagonia chilena (sub-representados), que se encuentra en el límite con Argentina (Figura 3B). La zona de los archipiélagos se encuentra caracterizada por la presencia de ecosistemas de turberas y bosques siempreverdes y la zona interior-sur presenta ecosistemas de estepas y bosques caducifolios (Figura 3B).
Figura 2
Escenarios de priorización analizados en la Patagonia chilena, arriba: escenarios priorizados por ranking; abajo: indica el 17% de mayor importancia (meta de protección).
El análisis de representatividad de especies (Figuras 4A y 4B) muestra que las mayores concentraciones de riqueza tanto para flora y fauna se encuentran en la zona norte de la Patagonia chilena entre los 41° y 44° S. Estas zonas de mayor riqueza se sitúan en Chiloé en el caso de la flora y en la zona de la provincia de Palena para la fauna. El SNASPE representa adecuadamente las áreas de mayor riqueza de flora, sin embargo, para fauna solamente se cuenta con representación para las áreas con riquezas menores al 30% (Figura 4C), esto indica una sub-representación de las áreas donde se concentra la fauna en la Patagonia chilena.
Figura 3
Representatividad de ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena. (A) se muestra la distribución de formaciones vegetacionales (FV); con borde rojo se indican los ecosistemas que están bajo de la meta de protección del 17%. (B) Gráfico de barras que muestra la superficie protegida versus la superficie total regional de cada FV. Con línea roja se indican los ecosistemas que están bajo la meta del 17%.
Figura 4
Representatividad de especies en la Patagonia chilena. (A) Riqueza de especies de flora. (B) Riqueza de especies de fauna. (C) Gráfico de barras muestra la representación de porcentajes de riqueza de flora y fauna versus el número de unidades del SNASPE.
5. DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos en este capítulo en cuanto a la representatividad de los ecosistemas terrestres en la Patagonia chilena permiten establecer algunos elementos de discusión. Si bien la identificación de los vacíos de protección en los ecosistemas de transición bosque caducifolio-estepa y estepa, ya habían sido reportados anteriormente en análisis de representatividad (Pliscoff y Fuentes-Castillo, 2011; Luebert y Pliscoff, 2017); uno de los aportes de este capítulo es demostrar que es posible utilizar tanto la distribución de especies como la de ecosistemas terrestres, para priorizar áreas para la conservación, incluyendo o excluyendo el SNASPE.
La distribución de especies de flora y fauna no había sido evaluada para la Patagonia chilena mediante un enfoque de priorización, pero existía el antecedente de que las áreas protegidas actuales no consideraban la representación de la variedad de ecosistemas presentes, concentrándose estas solo en algunos tipos de ecosistemas (e.g., turberas, bosque siempreverde) (Squeo et al., 2012). Además, para los ecosistemas terrestres, se trabajó con la definición espacial más detallada existente en la actualidad para Chile (pisos de vegetación), pero debido al enfoque de este trabajo han quedado excluidos ciertos tipos de ecosistemas (e.g., ecosistemas azonales).
Los principales vacíos de información detectados en este capítulo son la falta de datos para analizar procesos ecológicos, así como también las amenazas a la biodiversidad producto de las actividades humanas. Para mejorar el enfoque desarrollado en este capítulo, es necesario considerar integradamente distintas categorías de costos (socioeconómicos, biodiversidad), para cumplir metas de conservación (Martínez-Harms et al., 2018). También, se necesita incluir la cobertura de uso de suelo para modelar la distribución actual de los ecosistemas.
Los análisis realizados en este capítulo consideraron la distribución potencial de cada ecosistema, lo cual no afecta los resultados presentados ya que las áreas con mayor intervención humana en la Patagonia chilena son reducidas (en superficie), en comparación a otras áreas intervenidas en Chile. Si el análisis hubiese considerado las áreas antrópicamente intervenidas, probablemente los resultados hubiesen sido distintos para la zona de transición entre el bosque caducifolio y la estepa, la cual es una de las zonas más perturbadas en la Patagonia chilena (Inostroza et al., 2016). Además, es necesario contar con nuevas bases de datos de ocurrencias de flora y fauna, para obtener MDE más robustos, así como también incluir nuevas especies que no fueron contempladas en este estudio. Este aspecto es relevante especialmente para la fauna, donde las bases de datos disponibles no cuentan con información representativa de algunos grupos taxonómicos, por ejemplo, aves y mamíferos en la Patagonia chilena.
En la literatura existen aproximaciones metodológicas tanto a escala nacional como global, que podrían complementar el enfoque de este trabajo. Por ejemplo, Durán et al., (2013), desarrollan un mapeo de servicios ecosistémicos a escala nacional utilizando un enfoque de priorización similar al planteado en este capítulo. Además, a escala global existe mayor disponibilidad de información mapeada de servicios ecosistémicos (e.g., almacenamiento de carbono, turismo y recreación, entre otros) relevantes para desarrollar futuros ejercicios de priorización a escala regional (Hansen et al., 2013).
6. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La definición de la interfaz costero-terrestre y la generación de datos adecuados que permitan analizar ambos sistemas de manera integral, debiese ser el foco de investigación en el corto plazo. En la revisión bibliográfica realizada en este capítulo, se reportó solo un trabajo donde se priorizaron sistemas marinos y terrestres a escala nacional, considerando a sus respectivos objetos de conservación en forma separada (Martínez-Tilleria, 2015).
Respecto a la representatividad de ecosistemas terrestres, los mayores vacíos de representación se identifican en los ecosistemas de estepa y en la transición bosque caducifolio-estepa, tanto en áreas de la Región de Aysén como en Magallanes. En tanto, la diversidad de especies de fauna no se encuentra adecuadamente representada en el SNASPE, concentrándose esta en las zonas de menor riqueza. Esta situación es distinta en el caso de la flora, donde las áreas de mayor riqueza de especies tienen una mayor representación en el SNASPE.
Los escenarios de priorización permitieron analizar los patrones de distribución y riqueza de flora y fauna en la Patagonia chilena. Además, los resultados señalan que el SNASPE no representa las zonas con el 17% de mayor importancia (Figura 2). Las zonas prioritarias se identifican en Chiloé insular y provincia de Palena (Región de Los Lagos), zona interior de la provincia de Coihaique y General Carrera (Región de Aysén), provincia de Última Esperanza, Magallanes y Tierra del Fuego (Región de Magallanes).
A continuación, se señalan un conjunto de recomendaciones orientadas a distintos grupos de actores, como tomadores de decisiones, científicos y otros.
• Recomendaciones a corto plazo (1-2 años). i) Realizar un nuevo análisis de priorización terrestre, considerando información actualizada generada por publicaciones y repositorios de información global de biodiversidad y servicios ecosistémicos. El estudio debe considerar otras categorías de áreas protegidas (e.g., iniciativas de conservación privadas) en el análisis de representatividad. Además, se debe considerar el nivel de manejo administrativo de las áreas protegidas, ya que es posible que zonas que se identifiquen como prioritarias en futuros análisis, no cuenten con una protección efectiva en áreas con categoría de conservación. También es importante analizar los costos de conservación en el análisis de priorización, en el caso de que áreas prioritarias no se encuentren representadas en áreas protegidas. El nuevo análisis debe incluir investigadores de la Patagonia chilena; ii) Desarrollar un proceso participativo y abierto para la definición de los objetivos y metas de conservación, para que sean incluidos en los próximos ejercicios de priorización. Existen experiencias realizadas en el sistema marino (Miethke y Gálvez, 2009; WCS, 2019), que podrían ser una guía metodológica para ser replicada en el sistema terrestre.
que sean incluidos en los próximos ejercicios de priorización. Existen experiencias realizadas en el sistema marino (Miethke y Gálvez, 2009; WCS, 2019), que podrían ser una guía metodológica para ser replicada en el sistema terrestre.
• Recomendaciones a mediano plazo (hasta 5 años). i) Desarrollar un análisis de priorización del conjunto marino y terrestre que dé cuenta de la interfaz costera. Por ejemplo, considerando modelos de escorrentía o de dinámica glaciar; ii) desarrollar modelos de distribución de especies con datos climáticos marino-terrestres en zonas costeras en forma integrada. Esto sería relevante de analizar al momento de considerar escenarios futuros y establecer prioridades de conservación (Álvarez-Romero et al., 2018); iii) reevaluar los vacíos de representación ecosistémica (terrestre y marino) a partir de la incorporación o desafectación de nuevas áreas protegidas y sistemas de reservas.
• Recomendaciones a largo plazo (>5 años). Desarrollar un sistema de monitoreo del sistema de áreas protegidas terrestres y marinas a distintos niveles: ecosistemas, especies, procesos y servicios ecosistémicos.
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen a The Pew Charitable Trusts, por su apoyo financiero para este trabajo. Además, se agradecen las sugerencias y aportes de los editores de este libro y de dos árbitros anónimos que ayudaron a mejorar el capítulo. TFC agradece el apoyo de ANID a través del proyecto N° 3190433.
REFERENCIAS
Álvarez-Romero, J. G., Mills, M., Adams, V. M., Gurney, G. G., Pressey, R. L., Weeks, R., y Storlie, C. J. (2018). Research advances and gaps in marine planning: towards a global database in systematic conservation planning. Biology and Conservation, 227, 369-382.
Armesto, J. J., Martínez, M. J., Castilla, J. C., y Fuentes-Castillo, T. (2021). Síntesis: una visión integrada de conservación para la Patagonia chilena. En: J. C., Castilla, J. J., Armesto y M. J., Martínez-Harms (Eds.), Conservación en la Patagonia chilena: evaluación del conocimiento, oportunidades y desafíos, pp. 31-62. Santiago, Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile.
Austin, M. P. (1991). Vegetation: data collection and analysis. En: C. R., Margules, M. P., Austin (Eds.), Nature conservation: cost effective biological surveys and data analysis, pp. 37-4. East Melbourne, Australia: Australia CSIRO.
CONAF-CONAMA y BIRF. (1999). Catastro y evaluación de los recursos vegetacionales nativos de Chile. Informe nacional con variables ambientales, Santiago, Chile: Corporación Nacional Forestal (CONAF). Obtenido de: http://sit.conaf.cl/
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a) Departamento de Ecología, Facultad de Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica de Chile. b) Instituto de Geografía, Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile. c) Centro de Ecología y Sustentabilidad Aplicada (CAPES), Pontificia Universidad Católica de Chile. Autor de correspondencia: pliscoff@uc.cl